Colaboración de altos vuelos

Hoy, a la mañana, con los primeros rayos del Sol sobre los incipientes copos de nieve cayendo en la altiplanicie, en el singular paraje de La Moncloa por donde acostumbran a merodear toda suerte de reptiles, roedores, sabandijas y alimañas, asistimos atónitos por puro azar, con nuestros objetivos, a una escena singular en la siempre sorprendente Naturaleza, que una vez más, nos ofrece un excepcional ejemplo de colaboración entre nuestros hermanos en la Creación, en concreto, de las distintas aves que surcan el azulado cielo español.

Halcones de caza, águilas de presa y buitres carroñeros, acudieron solícitos a la inaudita llamada del pichón cejudo que confiado en la seguridad de su nido los convocó para compartir su particular inquietud por el equilibrio cinegético peninsular. El sonriente pichón cejudo, no escatimó esfuerzos en exponer su temor por el repentino descenso en la reserva de futuras presas que garanticen el alimento de todos ellos, incluida la suya, pues de no haber nada más que darles de comer, seguramente su especie política sería la siguiente en su punto de mira. Más feliz que una lombriz, el pichón, agazapado en su candidez, les ha solicitado un gesto de confianza en la recuperación del ecosistema, que repriman un poco su instinto permitiendo la regeneración entre las presas habituales y que aprovechen las oportunidades que todavía les ofrece el incauto entorno social y la cómplice cobertura gubernamental.

Pero los representantes de las aves hispánicas no parecen compartir ni el diagnóstico ni la medida. En su opinión, ellas llevan décadas bien organizadas para garantizar su subsistencia y no tienen la culpa de que el resto de la fauna, bien por miedo, bien por desidia, no haya hecho lo propio en pos de su seguridad. Por ejemplo, los halcones se han dedicado a la caza y captura de las mejores em-presas estatales susceptibles de dar beneficios mientras han dejado escapar –de momento – aquellas que les suponían un lastre para su velocidad y tamaño. Las águilas por su parte, se han especializado en arramblar con toda suerte de subvenciones, atrapándolas en sus garras según asomaban el hocico por el BOE. Por su parte, los buitres han estado muy ocupados despojando de entre sus vísceras lo más suculento del cadáver Estatal para rapiñar en toda la cadena trófica a través de la subida de impuestos, tabaco, alcohol, leche, pan, gasolina, electricidad, gas, teléfono…Además, creen que todavía les queda mucho por hacer.

Como prueba de que estamos lejos de llegar a una catástrofe ecológica por falta de recursos, aducen de una parte el aumento de la corrupción política y la descomposición Institucional y de otra los esqueletos de las víctimas. Para afrontar ambos problemas que son de su total incumbencia, proponen primero acelerar el proceso de rapiña y carroñería empresarial y segundo, darle de una vez la oportunidad al quebrantahuesos de acabar con los restos óseos del Estado del Bienestar, al objeto de permitir el surgimiento de una fauna distinta a la anterior, más dócil, más productiva y más vigilada que no tenga motivos para pensar que hay una vida distinta a la que les pueda ofrecer las ETTs, hipotecada por el Banco, bajo la amenaza constante del ERE, dependiendo del INEM y yendo a votar cada cuatro años su desgracia.

Mercancía, capital y confianza

http://www.youtube.com/watch?v=BW3gKKiTvjs

Cuando parecía que Europa se convertiría sin remedio en un Supermercado común en el que sus ciudadanos perderían tan abstracta condición en beneficio de un material estatus consumidor, resulta que, en lo que se ha transformado, es en una confederación de casinos financieros donde rigen las mismas reglas que en el Principado de Mónaco, es decir, dónde ya no se produce riqueza material alguna, sólo se especula con ella en una trucada ruleta en la que la Banca siempre gana y el resto pierde lo poco que le queda.

Pasada la época de los trueques cuyos riesgos fueron tratados en el famoso cuento de los hermanos Grimm “Hans con suerte” Marx diferenció acertadamente entre el ciclo que se iniciaba con una Mercancía M que vendida aportaba un Capital C el cual se reinvertía en más Mercancía de cuyo recorrido MCM, aunque de modo desigual toda la sociedad se beneficiaba por el aumento paulatino de bienes materiales con el parejo confort de la población y aquel otro que, arrancaba de un Capital que se invertía en una Mercancía para obtener más Capital, de cuyo trasiego CMC, generalmente nada bueno se sigue dado que la sustracción continuada de Capital de la circulación depauperaba la presión del flujo financiero necesario para sostener la economía de Mercado mientras aumentaba la especulación y el riesgo de colapso con la consiguiente crisis económica de la que muchos se ven afectados y muy pocos beneficiados.

Pero lo que no pudo imaginar Marx, es que, llegaría un día en que aquella situación denunciada entre MCM y CMC se diluyera, no por la llegada al poder de una vanguardia intelectual comunista que impusiera una Dictadura del Proletariado capaz de instaurar el Socialismo y la igualdad social, sino por el propio Capital que ha logrado espiritualizarse en la denominada “confianza” c, de modo que hoy ya no es preciso contar ni con Mercancía ni con Capital, para triunfar en los negocios, basta tener “c” que a diferencia de la velocidad de la luz descubierta por Einstein no tenía la propiedad de ser constante, sino padecer el Principio de Incertidumbre de Heisenberg.

Así es. En la actualidad, Occidente si algo produce es Nada. Y ya lo decía Heidegger “La Nada nidifica” de modo que vemos como nuestra actividad económica que paso del sector Primario al Secundario y del Secundario al Terciario, le toca sublimarse esfumándose ante nuestros ojos sin que podamos evitarlo dado que es muy difícil retener la Nada. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

Mientras CMC discurría en los conocidos ciclos capitalistas describiendo sus típicos dientes de sierra cuyos altibajos nos hacían disfrutar de sus elevadas cumbres viviendo esperanzados con volver a subir mientras transitábamos sus profundos valles repletos de oportunidades para realizar el Sueño Americano, reproduciendo en la economía el armonioso kaos de la Naturaleza con el advenimiento de sorpresivas tormentas y elegantes Arco Iris, digamos que, mal que bien, aquello funcionó en la medida en que tenía, aunque transitorio y mediado, cierto contenido material en forma de M que soportaba el desenvolvimiento histórico basado en la Tesis-Antítesis-Síntesis que se suponía llevaba aparejado el final feliz en el Tiempo lineal histórico introducido en nuestras mentes por la Tradición Judeocristiana, y por si acaso la Fe no bastaba, nacieron las Compañías aseguradoras de Negocios, Capitales y sobre todo Mercancías.

Pero aquella M fue perdiendo toda su consistencia, según fue imponiéndose un criterio necesario para el Comercio cuál es la “confianza” pero no para el Mercado que requiere algo más que confianza. Necesita Realidad en forma de Mercancías con las que comerciar. Porque la confianza puede depositarse en la honestidad del vendedor que no te escamoteará en el peso, en el comprador que no escapará con el producto sin pagar, en la moneda que no sea falsa o depreciará en breve, en la calidad de lo adquirido, hasta en la Marca que para eso nació…pero la confianza ni compra, ni vende, tampoco sirve como moneda y menos aún de mercancía, por consiguiente, una economía basada en la confianza tiene más probabilidades de precipitarse al vacío que aquel que agarrado a una rama le pedía a Dios que le enviara dos Ángeles para salvarle en su caída.

El vacuo manejo financiero de la confianza ha permitido funcionar al Sistema al margen de la Producción y de las Mercancías con los denominados Patrones Plata, Oro, Monedas fuertes, etc. Sin embargo, cuando la confianza se extendió a cualquier operación, el resultado ha sido catastrófico pues según la confianza se convertía en garante de las garantías, el riesgo de volatilidad aumentaba exponencialmente al invertir el proceso por el cual la confianza nacía de la Acción, siendo ahora la Acción la que dependía de la confianza. Antes tanto MCM como CMC generaban una c sea cM confianza en la Mercancía, sea cC confianza en el Capital, siendo c siempre una variable y nunca una constante que dependía en todo caso de M o C particular. En cambio, ahora, la c constante permite que toda M y todo C pueda operar indistintamente de su Realidad, llegándose a la situación actual de que es posible comprar y vender, ganar y perder, sin M y sin C. Basta y sobra contar con c. Así de etéreo es el Sistema financiero al que confiamos nuestras vidas.

Mientras hubo empresarios que contando con una Mercancía la vendían para transformarla en un Capital que reinvertía en otra Mercancía o en el peor de los casos, mientras hubo capitalistas que invertían su Capital en Mercancías confiando en que los anteriores hicieran lo que mejor sabían hacer para así obtener más Capital, en último término, los dos procesos descansaban en las Mercancías y los Capitales se transformaban en Producción, con esta idea nacieron los Bancos la de acumular Capital para impulsar la actividad empresarial. Por el contrario hoy sucede que el Capital se ha sustituido por confianza, y la Mercancía por especulación, de modo que ahora sólo podemos optar a Especular con la confianza para obtener más Especulación EcE o confiar en la Especulación que nos dará más confianza cEc, porque ya nadie opera con Mercancías y Capitales reales, sino con su virtualidad en la confianza de que hay algo que vender y alguien que desea comprar.

Fue así y sólo así como pudo haber gente que ganase fortunas con sólo llamar por teléfono y hacer un click en el ordenador en la especulación tradicional: Un supuesto inversor compra por x una supuesta cosecha de arroz en Asía a alguien que supuestamente se la vende por dicha x. Ello sucede en un Tiempo dado. Mientras dicho Tiempo transcurre el vendedor adquiere de verdad la cosecha por la mitad de x al tiempo que el comprador la vende por el doble de x. La diferencia que hay entre lo que gana el verdadero productor de la cosecha y lo que paga el verdadero consumidor se la quedan aquellos que han invertido en confianza en esos segundos que hay entre la llamada y el click del ordenador, cosa que hacen sin Mercancía y sin Capital. Ellos se enriquecen y nosotros nos empobrecemos.

Pues bien, la especulación también se ha refinado permitiendo operar en el Casino financiero – me resisto a llamarlo Mercado- no sobre mercancías reales o monedas de países como era inevitable hasta hace unos años; Ahora se puede especular sobre la confianza en los Mercados, la confianza en los Gobiernos, la confianza en el Capital…de modo que es posible que en breve toda nuestra riqueza se reduzca a una desmesurada confianza que, ¡confiemos! nos dé para comer, vestir y sobrevivir, en el desierto económico en que se va a convertir todo Occidente sin empresas ni trabajadores, sin materias primas ni manufacturas, sin producción, sin cuota de mercado, sin consumidores con poder adquisitivo…aunque me temo, mejor haríamos en rezar para que nos llegue el maná del cielo.

Creci-miento cero

He estado tentado de colocar una imagen de una niña con cero ropa para ilustrar el artículo, pero entonces mi diferencia moral con Sánchez Dragó habría aumentado cero. Por ello me he limitado a las matemáticas que más me agradan: ¡Las inexactas!

A diferencia de la física dónde el vacío fue discutido hasta bien entrada la Modernidad, el cero matemático que manejamos en la actualidad apareció hacia el siglo IX en la India, pese a que muchas otras culturas antiguas como la babilonia, egipcia o griega supieron mucho antes de su realidad, pues afectadas por prejuicios de su idiosincrasia o cosmovisión, fueron incapaces de tolerar su molesta presencia y en consecuencia, desperdiciaron beneficiarse de sus múltiples virtudes, como ahora va a hacer España entera.

Mis lecturas de economía, sin embargo, no me habían preparado para saber que entre las propiedades del cero, hallábase la de crecer, pues si bien en la física, como la Nada en Filosofía, el vacío se puede expandir, en nuestro idioma, cuando una cosa crece cero, es que no crece; Y no crecer, no es lo mismo que crecer. Pero resulta que sí, sí se puede crecer cero.

En efecto, el PIB español ha registrado un crecimiento nulo en el tercer trimestre del año, si bien creció un 0,2% en términos interanuales, tras siete trimestres consecutivos de caídas, según estimación del Banco de España en su boletín económico de Octubre, donde se hace eco de un debilitamiento transitorio de la actividad consecuencia, en gran medida, del agotamiento de algunos factores expansivos, especialmente la finalización del Plan 2000E y la reversión de los efectos de anticipación del gasto que se había producido en la primera mitad del año por la anunciada subida del IVA cuya aplicación posterior ha detraído el consumo. Lo cual, para esta entidad es halagüeño, por cuanto rompe la tendencia y esquiva el temible decrecimiento.

Los razonamientos Malhusianos siempre causaron furor entre quienes desconfían de nuestra capacidad de reacción como especie para afrontar las consecuencias de obedecer la máxima divina “Creced y multiplicaros” pero nunca tuvieron un respaldo tan respetable como el obtenido con la tesis del “Crecimiento cero” propuesta por el Club de Roma en su informe de 1972. En él, sus autores atendiendo las limitaciones de los recursos naturales, la degradación del medio ambiente, la presión demográfica y el desigual grado de desarrollo entre las distintas regiones del planeta…advertían que el ritmo del crecimiento no era sostenible y que la única solución al objeto de alcanzar un estado de equilibrio duradero, consistiría en no aumentar la renta per cápita, ni el producto Nacional Bruto…Pues bien…¡Objetivo cumplido! ¡Felicidades!
Ahora, sólo resta averiguar cuánto tiempo podremos permitirnos crecer cero. A lo mejor la respuesta coincide y resulta que también el tiempo es cero. Entonces, la nota del Gobierno en economía sería igualmente cero. Porque una economía basada en el cero, acabaría derivando a una economía sin-cera, o sea sin nada. Y de nada ya anduvimos sobrados antes de la aparición del comercio, la industria y la economía.

Economía obsoleta

Yo muy contenta de sel china. China sel potencia emelgente. A mi gustal tlabaja pa todo a chen. Yo competil muy bien con Corea. Plonto China sel plimera potencia mundial y yo sel diez veces más feliz que españoles. España solo sel décima.

Hemos basado la economía en el consumo, el consumo en la caducidad oculta, la obsolescencia programada y percibida y estas, en la capacidad de los borricos productivos de consumir al mismo tiempo que producen, como si fuera sostenible a perpetuidad una estrategia cuyo movimiento genera roces sociales por donde se pierden ingentes cantidades de energía vitales para el funcionamiento del Sistema capitalista, obligando a los temidos cíclicos ajustes que elevan de grado los problemas sin resolverlos, describiendo así una espiral cuyo cenit se augura próximo, según va acelerándose el proceso, acortándose los tiempos entre reajuste y reajuste para mantener la maquinaria en movimiento, pero cada vez precisando de mayores inyecciones de energía para ello, intuyéndose la futura hecatombe cuando se haya alcanzado el punto máximo que traerá consigo hambre, destrucción muerte, y revolución.
Una economía basada en el consumo superfluo y a la vez en obtener el máximo beneficio de pocos- cada vez menos- al menor coste de quienes se benefician, que no en el máximo beneficio de todos, al menor coste social…solo puede conseguirse temporalmente a través de las siguientes estrategias, ninguna de ellas saludables, a saber: La explotación de terceros. En este caso, dado que la explotación del hombre por el hombre, parece abiertamente asumida por sindicatos y la izquierda parlamentaria que sin remilgos acepta el libre mercado, la libre competencia y la libre estupidez, e incluso por la población occidental que la tiene por natural, buena, e inevitable…no vamos a perder el tiempo en algo muy manido. Empero, creo oportuno indicar que actualmente, se da a pecho descubierto, la explotación de un conjunto a otro conjunto, cuando la mayoría de pobladores de una región además de padecer, hambre, guerra y necesidad, abastece de las materias primas, mano de obra barata, sin contrapartida alguna en condición esclava, a aquellas regiones donde la mayoría de la gente vive demasiado bien, dentro de lo que cabe. De tomarse en consideración este aspecto, se nos debería caer la cara de vergüenza de comprar la ropa tan barata o adquirir productos cuyo precio no explica su valor ni por lo más remoto entre nosotros, sumados sus costes de producción, su elaboración, su trasporte, sus materiales, etc. Si alguna vez nos llegamos a creer eso de, la ley de la oferta y la demanda, va siendo hora de saber que hoy, lo que impera para bajar los precios y mantenerlos bajos, ya no es la competitividad, sino la externalización de gastos, cosa que se consigue por el expolio de las materias primas a países como Somalia, Uruguay, Congo, Afganistán, etc, y esclavizando a las gentes de lugares como China, Vietnam, Ecuador, Senegal…Somos culpables pues de todos esos horrores que las películas condenan: esclavitud, explotación, Genocidio, como nunca antes se había hecho.
Pero, si alguna vez la famosa ley de la oferta y la demanda ha funcionado, no ha sido en el mercado de los productos, sino en el de la mano de obra; de ahí que en su día se facilitase el acceso de la mujer al campo laboral remunerado, y ahora se nos diga, cada dos por tres, lo necesario que son los inmigrantes, como si ellos y nosotros ganásemos algo con el proceso, cuando lo justo sería que nadie se viera obligado a emigrar lejos de su gente, su entorno y a trabajar más barato, en peores condiciones que los autóctonos, para lucro de los explotadores que se valen de su llegada para abaratar costes, depreciar la mano de obra y recortar derechos básicos de los trabajadores. Claro que, este percance afecta solo a los más desfavorecidos de nuestra sociedad, que son los que carecen de toda capacidad de consumo y de protesta; por ende, casi ni se nota en el mercado, mientras la misma se mantenga en unos límites no superiores a un tercio de la población. De ahí que, todavía gocemos de adquirir productos a bajo coste por el placer de comprar barato y no por vernos obligado a ello, como les sucede a inmigrantes y nuestra población miserable, lo que se conoce como escoria blanca entre los anglosajones. Es así, como se puede meter la energía extra que requiere el Sistema, para dar otra vueltita más de tuerca.

A la explotación de terceros, y la competencia entre trabajadores, también se le ha de sumar el concurso cómplice de aquella masa crítica necesaria de co-laboradores que se hallen cómodos en la situación, permitiéndoles dotarse de bienes de consumo arrebatados a sus compañeros, convirtiéndoles en privilegiados de la clase trabajadora y a quienes identificaremos como clase consumidora, por ser ella, la que mantiene engrasada la maquinaria. Pues bien, es para ellos que se ha diseñado las tres mejores estrategias de mercado, la caducidad oculta, la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida:
La caducidad oculta, consiste en producir bienes cuya utilidad viene establecida de antemano, para que a x años de haberlo adquirido, no esté en condiciones adecuadas de prestar servicio, de este modo, la industria se garantiza cíclicas acometidas de clientes en busca de coches, electrodomésticos, maquinaria, por dejarles de funcionar lo que hubieron comprado en su día, o por un repentino cambio legislativo que lo deja fuera de juego. Por supuesto, tan sofisticada estratagema se ve acompañada de la paulatina desaparición de garantías, piezas de repuesto y posible reparación a coste razonable.

La obsolescencia programada, viene establecida por el control de los tiempos en que se han de ir incorporando los avances científico-técnicos a la industria destinada a producir bienes de consumo, de este modo primero se espera a que un mercado esté suficientemente saturado de un producto, para introducir una pequeña novedad en su diseño, o un significativo avance; cuando esto sucede en la vanguardia de Occidente, o sea en, el mundo Anglosajón, se retira de su mercado los productos ya obsoletos y se distribuyen en el mercado secundario occidental, el mediterráneo, Europa del Este y latinoamericano, y cuando las novedades llegan aquí, el resto pasa a distribuirse entre los países subdesarrollados…De este modo se optimiza la estrategia de la obsolescencia programada en tres o cuatro tiempos, realidad que cualquiera que haya viajado por los continentes puede observar sin dificultad. Por supuesto, en cada mercado hay personas y grupos que representan a escala más pequeña este proceso, que hasta se puede rastrear por barrios.
Por último, la obsolescencia percibida, es lo que vulgarmente conocemos como moda que a día de hoy no es cosa sólo de ropa y música, sino que afecta a los nuevos modelitos de móvil, ir a la última en tecnología digital, hacerse con la nueva gama de electrodomésticos, etc. La cuestión es que la gente deje de usar hoy lo que adquirió ayer, para comprar lo que abandonará mañana. Para ello debe sentirse muy a disgusto consigo mismo y con cuanto le rodea, asunto del que se encarga la publicidad, para de este modo, buscando la aprobación de sus iguales, crea hallar refugio en la compra compulsiva que le permita renovarse, actualizarse, ponerse al día con el grupo y no desentonar diciendo ¡Eh! ¡Miradme! ¡Soy de los vuestros! ¡Yo también contribuyo a la economía….
Pues bien, este modelo basado en el consumo esclavista y en el consumo esclavo, no da más de si, porque en breve, la gran mayoría de consumistas en nada se distinguirán de la gran mayoría de esclavos.
Todos vivirán para trabajar y trabajarán para consumir. Y eso, eso no es economía.

La doctrina del shock

Este texto, debería ser de lectura obligatoria en el bachillerato.

Quien más quien menos, ha tenido conocimiento de los experimentos llevados a cabo por la CIA en colaboración con varias Facultades de psicología de EEUU durante la Guerra Fría, cuyos departamentos de Psiquiatría no dudaron en participar en programas de “Seguridad Nacional” de sospechosa legalidad, en pos de averiguar la posible resistencia mental de los soldados en caso de caer en manos enemigas, como el tristemente célebre “Proyecto MK-Ultra” dirigido por el criminal Ewen Cameron, consistente en administrar altas dosis de electroshocks a pacientes internados en su hospital -por supuesto sin su consentimiento ni el de sus familiares del todo ajenos a lo que se maquinaba en aquellos perversos laboratorios- para provocarles una regresión radical hasta hacerles olvidar los aprendizajes más fundamentales, como hablar, andar, comer, etc, para después, reprogramar su entero comportamiento; como se ha podido averiguar tras concienzudas investigaciones, denuncias de afectados, y sobre todo, la desclasificación oficial del material secreto por parte de la administración Clinton, la primera parte del programa, la regresión y borrado de memoria de los infelices que eran escogidos arbitrariamente a tal efecto, tuvo un éxito aterrador, no así la segunda parte, de reprogramación y recuperación de la identidad del paciente; Bueno, tampoco es que fuera del todo un fracaso… Sabemos que, aquellos estudios no pasaron desapercibidos a los estrategas político-militares estadounidenses de aquel entonces inmersos en la demencial dialéctica con el Bloque Soviético, y al menos sirvieron para modernizar las sanguinarias técnicas de interrogación, inaugurando una etapa más exquisita en la sádica administración del dolor y el arte de la tortura que para cuantos creían se había refinado con la Pena de Muerte en silla eléctrica o cámara de gas, supuso toda una sorpresa, cuyas enseñanzas todavía siguen aplicándose en Guantánamo, Abú Grhaib, y los FIES en España sin ir más lejos, y de paso, para realizar eficaces terapias a ciudadanos anónimos reprogramados como Asesinos durmientes que solo responderían a su nueva oculta identidad ante un eventual inducido estímulo, como pudiera ser una determinada melodía en la radio, o la lectura de un libro como “El guardián entre el centeno” del enigmático Salinger, por no meterme en la famosa “Operación Kaos” que a decir de muchos expertos todavía permanecería abierta como demuestra el caso de Michael Jackson. En cualquier caso, por mucho que profundizáramos en la cuestión, no sacaríamos más en limpio que lo que en su día alguien metiera allí dentro, y nos quedaríamos sin dar con el “Quid” de la cuestión, de no ser que nos tomásemos la molestia de leer a la genial autora de “No logo” Naomi Klein, que en su nueva obra “La doctrina del Shock” relaciona esta sórdida historia psiquiátrica y los experimentos antedichos realizados a mediados del siglo pasado, con la doctrina económica Neoliberal de la Escuela de Chicago, asociando con brillante argumentación la ideología Capitalista del “Libre Mercado” de su preboste Milton Friedman, con los experimentos realizados en su laboratorio por Ewen Cameron, encontrando importantísimos puntos de contacto entre los tratamientos de shock que administraba a sus indefensos pacientes aquel desalmado psiquiatra patrocinado por la CIA -para hacernos una readaptada idea, lo narrado en la ficticia Shutter Island de Scorsese, en comparación con lo sucedido realmente, es como escuchar una canción de cuna, ante una banda de heavy metal- y la terapia de choque que este economista laureado con el Premio Nobel propuso administrar a los indefensos pueblos que caían en desgracia de necesitar apoyo del FMI o el BM, naciones que mientras aplicaron las sabias recomendaciones de Keynes felizmente probadas para construir el “Estado del Bienestar” de la Socialdemocracia europea, modelo, referente, y meta de prosperidad para todo el Tercer Mundo, pudieron afrontar con algo de éxito crónicas desventajas económicas heredadas de la colonización y otras nuevas fruto del proceso de liberación nacional, por lo que se les identificó como “Países en vías de desarrollo” etiqueta que desde la irrupción de dichas “Terapias de choque”, aceleradas sin misericordia desde la tan anhelada caída del Muro de Berlín, que hacía las veces de auténtico parapeto imaginario de la clase trabajadora occidental ante un empresariado temerosa de la llegada del comunismo…, parece haber caído con él, en desuso, dado que la “Terapia de choque” de Friedman, al igual que los elctroshocks de Cámeron, requieren de un drástico retroceso para después de haber hecho tabla rasa, comenzar la reconstrucción económica y social de los mercados; claro que como sucediera con los experimentos psiquiátricos, estos postulados económicos, si bien alcanzan sin problemas el objetivo de destruir la economía de los países que siguen su dictado a través del FMI, el BM y las recomendaciones de la Administración Estadounidense, como han tardado en comprender durante los noventa todo el Este, incluida Rusia, los países asiáticos, la entera África como atestigua lo sucedido en la Sudáfrica de Mandela, y no digamos en América Latina, donde primero se empezó a ensayar conjuntamente la doble Doctrina del Shock: la política por medio de golpes de estado en Chile, Argentina, Uruguay… y la económica preconizada por Friedman el Apóstol del “Libre mercado”, tan estrechamente interrelacionadas, de no poderse sostener cada una por separado.
Naomi Klein, identifica rápidamente que los paquetes de medidas de la Escuela de Chicago, no son respuestas ajustadas a situaciones concretas, sino recetas precocinadas por economistas despiadados que como Friedman y sus secuaces, esperan ansiosos suceda una catástrofe natural como el Mitch, el Katrina, o un Sunami, para introducir de inmediato sus traumáticas medidas en un momento de desconcierto gubernamental e incertidumbre civil sin dar tiempo a reacción popular o democrática alguna, de modo que pasado el trance, la gente no suele revolverse ante hechos consumados dada la fatiga anterior para sacudirse de encima los problemas derivados de la mera supervivencia. Pero los Neoliberales de la Escuela de Chicago, no se conformaron con esperar pacientemente desastres de corte climatológico, también animaban a emprender guerras como las de Irak, Afganistán que sumen a las economías de los contendientes en sucesivas crisis financieras, periodos propicios para introducir estas “Terapias de choque” sin a penas contestación ciudadana demasiado ocupada con escapar a las bombas y hacer frente a los impuestos y la amenaza del desempleo. Y es que, como demostraron todas las elecciones habidas durante los sesenta en el Cono Sur Americano, las tesis Neoliberales, nada tenían que hacer ideológicamente contra los imponentes resultados de prosperidad y equitativo reparto de la riqueza que la alianza de socialismo y democracia habían traído a aquellas tierras de Perón, Allende, el Che…de modo que solo por medio del terror, la cruel dictadura, las torturas y las desapariciones, pudieron ensayar sus aberrantes tesis, con el consabido desastroso resultado económico y su parejo traumático elevado coste social del que a duras penas todavía se están reponiendo gracias al resurgir de la libertad para cerrar de una vez las venas abiertas de una tierra sometida a continuo genocidio político y económico que describiera Galeano, proceso de liberación ya emprendido con renovada fuerza y vigor desde el Brazil de Lula, la Venezuela de Hugo Chavez, el Ecuador de Correa, la Nicaragua de Ortega, el Chile de Bachelet, La Argentina de Kirchner, la Bolivia de Evo Morales, impulso conjunto de escarmentados gobiernos y sufridas poblaciones que han aprendido a independizarse de un sistema criminal capitalista, y como bien dice la autora que explica con inaudita sencillez la intrincada Doctrina del Shock, no es raro que los primeros en padecerla, sean ahora también los primeros en reponerse de ella, y denunciarla.
Tras leer esta genial obra, alguien que como yo viva entre la desconfianza de la actualidad transmitida por los medios de incomunicación, y los intereses atemporales de la filosofía, poseerá una excelente arma de defensa para contrargumentar ideológicamente con abundante casuística, los ligeros e infantiles pero sugerentes cantos de sirena Neoliberales, a la vez que un formidable pertrecho de ataque para derruir los Muros invisibles del “Libre Mercado” en el que han encerrado nuestro derecho a la disidencia, o la democrática resistencia al padecimiento propio y ajeno globalizado.
Lo que no logro comprender tras la esclarecedora lección de historia contemporánea a través de lo sucedido durante el Golpe de Pinochet, la Dictadura Argentina, lo acontecido con Suharto en Indonesia, lo ocurrido a la Polonia de Solidaridad, a la Rusia de Yeltsin, a la Sudáfrica de Mandela, las amargas experiencias de lo que vino tras los desastres del Niño en Centro América, el Katrina en Nueva Orleams, el Sunami del Pacífico, cómo se desencadenaron los acontecimientos tras los atentados del 11-S, las Guerras de Irak, Afganistan, etc, es cómo es posible que la Unión Europea no aprenda, y evite que algo semejante ocurra entre nosotros, porque está muy claro que ya ha empezado el tratamiento: primero se ha administrado un buen susto mediático a la ciudadanía con la crisis; luego se ha alimentado y dilatado esta crisis financiera para deteriorar la situación lo bastante, como para que la propia población exija a gritos la aparición de un Mesías económico, en forma de un “Plan de Shock” previamente diseñado por los mismos que han creado la crisis y el estado de emergencia. Todo para desmantelar lo poco que quedaba del “Estado de Bienestar” que hemos querido conservar, a saber, sanidad, educación, transporte… para los que ya hay elaborados una hoja de ruta hacia la total privatización; la regulación salarial, los horarios y calendarios comerciales, el control de precios…para los que se tiene preparado una liberalización total que supondrá nuestra entera ruina y posterior esclavitud. Y si no, se lo preguntamos a los griegos.