Hasta la coronilla

https://www.youtube.com/watch?v=SBidDC4jx8Y

No ganamos para pleitos. El Estado español, debería plantearse muy seriamente en esta época de recortes, la conveniencia económica de mantener una Casa Real que cuando no anda metida en pleitos para defender su honor, lo es para esclarecer la legitimidad de sus negocios. Porque sabido es que, indistintamente de como terminen los juicios en los tribunales, a la Corona le sale gratis, mientras a nosotros, los ciudadanos, perdemos siempre, pues como sucediera en mi caso, saliendo yo ileso de la acción de la Injusticia que sobre mi se cebaba acusado como estaba por el mismo delito del que ahora ha sido condenado el genial Coronel Martínez Inglés, además de no repararme nadie moralmente por haber padecido la pena de banquillo, ni retribuirme los daños ocasionados por las molestias de haberme visto obligado a desplazar hasta la ciudad del oso y el madroño en varias ocasiones, resulta que, parte de mis impuestos fueron dedicados a sufragar las minutas nada diminutas que un proceso de varios años supongo se endosarían a cargo de las Arcas públicas y por consiguiente, aún inocente, acabé pagando las consecuencias de la Injusticia española.
Por eso, mientras el vulgo trae y lleva entre dites y diretes acerca de la Corona y la Corina, yo exclamo estar ¡hasta la coronilla! cada vez que me entero que la Fiscalía actúa de oficio contra ciudadanos que muestran su malestar contra una Institución que deja mucho que desear a todos los niveles, como ahora acabamos de enterarnos de que el Coronel Martínez Inglés ha sido condenado a una multa de 6.480 euros por un delito de injurias graves a la Corona. Así consta en una sentencia notificada el pasado Jueves por el magistrado Vázquez Honrubia.
Martínez Inglés, publicó un artículo inspirado de opinión el 12 de diciembre de 2011 en el periódico digital ‘Canarias semanal’ con el título ‘¿Por qué te callas ahora?’. Al calor de la reflexión, mientras cuestionaba la actuación del Monarca ante las actividades imputadas a su yerno, señaló que don Juan Carlos creía «provenir del testículo derecho del emperador Carlomagno» cuando en realidad lo hace «de la pérfida bocamanga del genocida Franco» aseverando que es el «último representante en España de la banda vagos y maleantes que a lo largo de los siglos han conformado la foránea estirpe real borbónica» (…) «a todo cerdo le llega su San Martín». «A ti, y a toda tu familia y parentela más o menos cercana de enchufados, de toda laya, parece ser que está a punto de llegaros» entre otros improperios que el buen gusto me invita a no reproducir.

El Coronel, adelantó que, recurriría al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, en la confianza de que «con toda seguridad» le dará la razón. Además señaló que «En ese artículo ni injurio ni calumnio al Rey. El Rey se calumnia e injuria solito. Yo lo único que cuento son las cosas que ha hecho el Rey y las cosas que están en la calle que lo sabe todo el mundo por los medios de comunicación».
Sin entrar a valorar la sentencia ni el contenido artístico del texto, tarea que dejo para el lector, por cuanto mi corazón se encuentra dividido entre el agradecimiento eterno debido al mismo juez que me absolvió y un militar hacia el que siento devoción intelectual, creo llegado el momento por parte del Gobierno del PP de indicarle a la Corona que sea ella y no el Estado la que se defienda de cuantos ataques contra su imagen, oprobios contra su figura, ofensas contra sus miembros, injurias, insultos, chistes, rumores, bulos y demás males crean ser objeto por los tontos súbditos que les mantienen, como hemos de hacer el resto de contribuyentes. Estoy convencido que de tomarse esta medida, se apreciarán mejor que nunca los provechosos efectos de la introducción de tasas en la Justicia por parte del Ministro Gallardón.

¡Hay que indultarlos!

El mismo día en que las encuestas sitúan a jueces y periodistas a la cola del prestigio social, los medios de comunicación informan de una sorprendente cuanto extraña resolución de la Audiencia de Barcelona obligando al empresario Fidel Pallerols y a los ex cargos de UDC Lluís y Vicenç Gavaldà encontrados culpables de fraude en subvenciones públicas, a cumplir las penas de cárcel fijadas en la sentencia que pactaron con las acusaciones, confiados en que al ser inferiores a dos años careciendo ellos de antecedentes, seguramente se librarían de ir a prisión, máxime, cuando su partido aunque a regañadientes, acabó devolviendo casi 400.000 euros nada más dictarse firme la sentencia.
Pero la Audiencia ha rechazado concederles dicha gracia, argumentando “inadmisible que personas dedicadas al noble ejercicio de la política incurran en conductas corruptas como la materializada en este caso (…) debiendo primar la prevención general que supone la pena de prisión (…) que sólo se cumplirá si quienes sucumbiendo a las facilidades y ventajas que proporciona el ejercicio del poder hacen un ejercicio torticero del mismo, saben que de ser descubiertos cumplirán de forma efectiva la pena que se les imponga”.

Todo esto, está muy bien para calmar los ánimos a una ciudadanía harta de ver cómo las instituciones democráticas comparten puerta giratoria con las empresas privadas sin que nadie responda por los continuos saqueos a los que somos sometidos; es agradable al oído por radio, queda fantástico en el Telediario y los ojos se alegran al leerlo por internet. Pero vayamos a lo práctico: ¿Para cuándo el indulto?
Porque, aunque no parece, la verdad padece, dado que todos sabemos que los criminales, hacen tan bien las leyes, que evitan estas sirvan para acusarles; de podérseles acusar, no sirvan para detenerlos; de podérseles detener no ayuden a juzgarlos; de podérseles juzgar, no sea posible condenarlos, de podérseles condenar, que ipso facto se les indulte; y de no podérseles indultar, que les ponga inmediatamente en libertad por buena conducta. Y creo no ser el único en pensar que la Justicia en este caso, dejándose arrastrar por el sentir popular, se ha excedido demagógicamente en su cometido.
Aun pudiendo ser cierto todo cuanto expone la Audiencia de Barcelona, ocurre que, sea por agravio comparativo con otros elementos para los que sí hubo consideración, sea por el hábito o la costumbre de todos conocida, los afectados ahora obligados a cumplir su pena, merecían cuando menos de parte del Tribunal la típica recomendación para que desde la Moncloa o desde la Zarzuela se fuera confeccionando el correspondiente indulto, a modo de ensayo general presentando referencias y precedentes que ulteriormente puedan servir a cuantos habrán de recorrer tan tortuoso sendero de la judicatura.
Porque, en España, la pena de cárcel la tenemos reservada para gente de mal vivir y es un hecho probado que estos individuos viven muy bien a costa nuestra y si los juzgados han sido capaces de soportar la carga de citaciones, demandas, querellas, imputaciones, careos, acusaciones, denuncias, testigos, investigaciones, juicios y demás procedimientos cursados debido a la judicialización de la corrupción, me parece un despropósito pretender que la institución penitenciaria hacinada como está de inmigrantes sin papeles, drogadictos, rateros y demás pobres que no han comprendido todavía de qué va la cosa, de cabida a malversadores, desviadores, comisionistas, estafadores, recalificadores, ensobradores, evasores, recaudadores…sin haber avisado antes de que se iba a hacer cumplir las leyes.
A la corrupción no se la puede combatir con penas de cárcel. Eso es como ponerle cercas al campo…En España, la corrupción, se combate con más corrupción. Los jueces deben exigir de los culpables de corrupción una parte de los beneficios para dejarles en libertad, como anteriormente la policía habría pactado con ellos no detenerles, los políticos haber legislado a su favor, los medios de comunicación no dar sus nombres y direcciones…único modo en que puede ser controlado el fenómeno por saturación participada de todos los estamentos dedicados a su represión.

De la Legislación criminal. Ocurrencia

Los criminales, hacen tan bien las leyes, que evitan estas sirvan para acusarles; de podérseles acusar, no sirvan para detenerlos; de podérseles detener no ayuden a juzgarlos; de podérseles juzgar, no sea posible condenarlos, de podérseles condenar, que ipso facto les indulte; y de no podérseles indultar, que les ponga inmediatamente en libertad por buena conducta.

Inocencia y debilidad en el Estado de Derecho

http://www.youtube.com/watch?v=-HBjTT-Glt8

Hace décadas, dominada tengo la inspiración para mantenerla cuanto desee. Empero, no tanto todavía como para que me venga a placer en tiempo y hora. Por ello, con un día de retraso sobre el calendario previsto, les hago partícipes de esta jocosa reflexión para que, de ahora en adelante, entiendan mejor dos manidas expresiones del mundo de la abogacía “ En España, todos somos inocentes, hasta que se demuestra lo contrario” y “Para el débil es mejor que haya un Derecho defectuoso que la ausencia de derecho”.

De pequeño, fui mal estudiante académico. Pero, curiosamente, mi índice de aprobados fue muy superior cuando eran otros los que me examinaban. Yo siempre que me he probado ¡He suspendido! En consecuencia, arrojo esta piedra libre de pecado, toda vez he confesado ser tan débil como el que más. ¡Es más! Me encantaría haber sido más débil cuando tuve la oportunidad y estoy dispuesto a demostrarlo si Ustedes me probasen en algún puesto público al cuidado de los bienes comunes, dejando para otros eso de velar por el Bien General demasiado abstracto para mis propósitos morales.

La fuente del Derecho no es la Justicia, ni la Verdad, como cree la pobre gente. Es la Fuerza que cada cual pueda imprimirle. Leyes, Decretos o Constituciones, no son otra cosa que puñetazos, patadas y golpes, propinados entre papeles por las clases dirigentes, para ver quien ataca o se defiende mejor en violentar la papiroflexia. Pero, “si la fuente del Derecho no es la Verdad ni la Justicia, estas al menos serán su fin” suponen los ingenuos. Bueno, es posible que en nuestros Tribunales la Verdad y la Justicia encuentren su fin, ciertamente. Pero dudo mucho que el objeto del Derecho en España sea hacer Justicia o esclarecer la Verdad. Si su fuente es la Fuerza, su finalidad no es otra que ejercer la violencia para mantener la Paz social haciendo creer a la población que hay Derecho, cuando la realidad cotidiana de los hechos evidencia que no lo hay.

En consecuencia, hoy 28 de diciembre, yo Nicola Apóstol de los más débiles que quepa imaginar en la faz de la Tierra, quiero dar las gracias al Estado de Derecho que gozamos en España donde todos los miembros de la Familia Real, incluidos los ilegítimos reconocidos o por reconocer; la entera Clase política sean Presidentes, Ministros, Consejeros, Congresistas, Senadores, Alcaldes, Concejales, Altos Cargos designados a dedo de Organismos Oficiales Estatales, Autonómicos o municipales, Secretarios generales de su Partido, simples militantes; el gremio financiero al completo el Banquero, fuerte inversor, Gran Accionista, Director de sucursal, sencillo oficinista a pie de ventanilla, hasta el cliente ahorrador en las Bahamas; cualquier Gran Empresario, Gran Industrial, Gran Comerciante, Gran Hostelero; la judicatura por descontado, jueces del Supremo, del Constitucional, de lo civil y lo penal, del tribunal de Paz, con su corte de Abogados criminalistas, bufetes económicos, Fiscales, Procuradores y Notarios del Reino; el mundo del deporte en su conjunto, todos los Presidentes de Clubes, jugadores de élite, entrenadores, Patrocinadores; todos los magnates de la prensa, Directores de Periódicos, periodistas, entrevistadores; todos los artistas de la SGAE; en definitiva, todos, absolutamente todos ellos y cuantos haya dejado de citar, son inocentes…hasta que se demuestra lo contrario.

Gracias al Estado de Derecho, los más débiles podemos beneficiarnos de vivir en España sin temor a ser sorprendidos in fraganti por la Sociedad. Y de ser pillados en nuestra debilidad por capricho del azar, negligencia propia a causa de la costumbre, acaso descaro debido a la impunidad de nuestros actos, tenemos sobradas garantías de que otros que además de superarnos con creces en debilidad a la vista está que son mucho más hábiles y merecen ocupar los puestos que ocupan en la Sociedad, acudirán en nuestra ayuda poniendo en juego todos los resortes democráticos e institucionales a nuestro servicio, al objeto de evitar que seamos perseguidos y castigados por el mero hecho de ser débiles.