De la Libertad de Expresión Artística

¿De qué sirve al Estado la libertad de conciencia, pensamiento y opinión de sus ciudadanos si la misma no se puede expresar con libertad? Por este interrogante la Ilustración sumó a las anteriores la libertad de expresión, todavia vigente la Monarquía Absoluta. Pero, como las personas pueden expresarse en distintos ámbitos, no conviene abordar la cuestión sin acotar previamente el contexto en que aparece.
Si distinguimos la Libertad de Expresión acontecida en el ámbito privado como el hogareño donde se habla de manera distendida pudiéndose referir al Jefe del Estado como “Ese imbecil”, sin miedo en un Estado democrático a ser procesado por la autoridad, de la Libertad de Expresión ejercida en público de manera expontánea verbigracia, en un mitin político donde el orador al abrigo del aplauso exclama “Ese imbécil” dirigido al Jefe del Estado, para acto seguido pedir sinceras disculpas igualmente públicas por su salida de tono, y esta, a su vez, de la Libertad de Expresión publicada donde el autor mustra determinación inequívoca de quere afirmar de modo consciente y responsable que el Jefe del Estado es un Imbecil…me concederan diferenciar entre la Libertad de Expresión de una obra de opinión reflejada en un artículo periodístico donde se recoje lee expresamente “el Jefe del Estado es un imbecil”, de la Libertad de expresión de una obra artística como un guión de teatro en cuyo diálogo un personaje grita “el Jefe del Estado es un imbecil”.
Sin entrar en detalle de los otros ámbitos que yo mismo he rehusado abrodar, me atrevo a afirmar que, sólo el caso de la publicación de la opinión, podría ser objeto claro de examen por parte de la autoridad dentro de un Estado democrático se entiende, lo que en modo alguno quiere decir, que en los demás contextos esté permitido todo, pues es evidente que el crimen se preparan en la intimidad o que una novela no puede atentar impunemente contra el honor de alguien con sus nombres y apellidos por muy buena que sea en su ejecución literaria.
Salvado entonces el respeto que un artista debe mostrar por sus conciudadanos, sean estos personas anónimas o Jefes del Estado, la cuestión fundamental es ¿Debe haber algún otro límite a la Libertad de Expresión Artística? A mi juicio, debo responder categóricamente ¡No!
El arte y el artista, cuando lo es trascendiendo a sus funciones artesanales, productivas o representativas, es en esencia, vanguardia de la estética y de la ética social, y en consecuencia, las más de las veces es trasgresor para escándalo de su tiempo. Si al arte y al artista se les obliga a reproducir únicamente, no ya los gustos de las gentes, sino la legislación que regula aparentemente dichos gustos, no existiría ni el arte rupestre. El arte puede agradar, pero también desagradar; puede ser bello, pero igualmente feo; puede mostrar refinamiento y brutalidad…si las obras de arte fueran juzgadas como realidad, estaríamos cometiendo un gravísimo error, mayor aún que el desliz en el que incurriera san Anselmo en su famoso Argumento Ontológico donde psotulaba que el Ser más perfecto si existía en nuestra mente habría de existir también en la realidad, porque lo que distingue la cordura de la locura, es precisamente saber diferenciar entre la ficción y la realidad, y si nuestros gobernantes, legisladores, jueces y fiscales no aprecian la distancia que media entre una obra de guiñol donde se muestra una panacarta con “Gora Alka ETA” puesta por un personaje llamado Cristobal que representa a un policía corrupto para incriminar a una bruja, de una manifestación en la vía pública donde se muestra una pancarta con ¡Gora ETA! Es que nuestra sociedad está para ir al psiquiatra.
Las obras de arte, pueden complacer y de hecho la mayoría de artistas son excesivamente complacientes con sus mecenas, actualmente bancos, grandes empresas y las Prsotituciones democráticas de las que reciben pingües subvenciones a cambio de su bochornoso silencio para que sólo se dediquen al ¡Pin! ¡Pan! ¡Pun! contra la Iglesia Católica que está purgando por sus excesos anteriores…pero también ofender, incluso cuando no lo pretenden, porque no porque alguien se sienta ofendido, se le ha causado ofensa.
Ahora bien, dado que la Libertad de Expresión Artística no debería tener límite alguno salvo el mencionado al honor de los coetáneos, aconteciendo que al Arte le sucede como a la Conciencia, el pensaiemto y la opinión, que sin público se queda en nada, parecería que entonces las autoridades tendrian algo que decir al respecto por lo dicho más arriba; y sin embargo, tratándose de arte y no de opinión, cuando el público es mayor de edad, en pleno uso de sus facultades, no tratándose de niños, el Estado de Derecho democrático, a mi entender, debe abstenerse completamente de entrar a valorar si la obra de arte ofende o complace a sus ciudadanos y sólo debe interceder en el asunto como lo hace en los campos de futbol, es decir, para velar por el orden público y que las partes enfrentadas no lleguen a las manos. Lo demás, censura, querellas, juicios, condenas, encarcelamientos, prohibiciones de obras…está de más desde que Locke, Montesquieu, Voltaire, Paine y demás padres de la Ilustración dejaron zanjada la cuestión allá por el siglo XVIII. Claro que España, echó a gorrazos a los Ilustrados y puede ser conveniente recuperar el debate dieciochesco sobre la Libertad de Expresión.
Por mi parte, sólo espero no ser denunciado por el Fiscal General del Reino por haber llamado reiteradamente “Imbecil” al Jefe del Estado en este artículo de opinión, pues de yo negar que me refería al Jefe del Estado de Zwazilandia, podría aducir “Sabemos perfectamente de que imbecil se trata” ante cuyo argumento no tendría defensa.

Hoy ¡¡¡Vuelvo a ETB2!!!

Sí queridas amigas…Hoy, vuelvo a ETB2 como invitado al programa «Sin ir más lejos» para hablar sobre la Libertad de Expresión a colación de la injusta encarcelación de los titiriteros.
Se da la paradoja de que es mejor que no me dejen hablar…
Bueno, espero vuestras llamadas de apoyo para los titiriteros a partir de las 16:30.
¡TORA TERA TILI TARRA! (1)

(1) En lengua Halohin: ¡Viva la libertad de expresión artística!

Discurso Rajoyano sobre la Soberanía y el Derecho a decidir

España es un Pueblo soberano porque puede decidir; y puede decidir, porque es un Pueblo soberano. Si no fuera soberano, no podría decidir; mas, si no pudiera decidir, tampoco sería soberano.
Pero Cataluña, no es un Pueblo soberano, por consiguiente, no puede decidir; y si no puede decidir, ciertamente, hemos de reconocer que no es un Pueblo soberano.
A este respecto, queda evidenciado una sola cosa en la que podemos estar todos los presentes de acuerdo: Cataluña ¡No es España!

Paz por Seguridad

El epígrafe que encabeza estas líneas, se inspira en los mediáticos “Paz por territorios” donde se resumiría el acuerdo Palestino-Israelí o aquel infame “Petróleo por alimentos” que recogería en esencia el injusto trato al que fuera sometido el pueblo de Irak durante años.

Los malos gobernantes, acostumbran a presentarnos Seguridad y Libertad en relación inversamente proporcional, de modo que, si la ciudadanía desea más de una, el ciudadano ha de renunciar a parte de la otra. Dicha relación es verdadera, si y sólo si, nos halláramos en un estadio salvaje de la conciencia donde la Libertad personal de cada cual es entendida como “libertinaje” y la Seguridad como “Sometimiento”.

Sin entrar en el berenjenal de qué entendemos por los conceptos, voy a reflexionar formalmente sobre ellos: tomados por separado, es inconcebible tanto que un grupo sea libre cuando los miembros a el adscritos no lo sean cuanto que ese mismo grupo sea seguro cuando sus miembros no disfruten de dicha seguridad. Sin embargo, cruzados los términos, de las cuatro posibilidades ¿Cuál nos parece preferible? a) Un grupo seguro cuyos integrantes se sienten libres, pongamos por caso un Colegio donde la seguridad del recinto permite la libre interactuación de profesores y alumnos; b) Un grupo libre cuyos integrantes se sienten seguros, verbigracia la Iglesia Católica que en su conjunto goza de libertad Institucional en cuyo seno los fieles ejercen su libertad de conciencia; c) Un grupo seguro cuyos miembros no se sienten libres, la cárcel sin ir más lejos; o d) Un grupo libre cuyos miembros se sienten inseguros como podría ser un safari por la selva organizado donde huelga comentar, la emoción no acontece sin cierto miedo a los peligros que acechan. Para toda mente sana, al margen de los discutibles ejemplos aducidos, los dos primeros casos, son preferibles a los dos últimos.

Si recapitulamos, nos encontramos con que, tenemos por absurda una sociedad que se presente como “segura” estando sus miembros inseguros, tanto como una sociedad se diga “libre” cuando las personas que a ella se remiten son esclavos – Espartaco aparte – en consecuencia, para que una comunidad se predique “segura” sus integrantes han de participar de dicha seguridad y para que se pueda reconocer “libre”, sus miembros han de participar igualmente de la Libertad. Por otra parte, hemos aceptado como preferible los casos en los que Seguridad y Libertad confluyen y no divergen en la estructura grupo-individuo. Si esto es así, sí efectivamente hacia ello apunta la lógica y el orden de nuestra voluntad ¿Es posible que la conclusión que emana sólo tenga cabida en el marco teórico y en el mundo de los deseos? ¿Será cierto que en el terreno práctico y en el espacio de lo posible, Seguridad y Libertad únicamente puedan darse disociados o contrapuestos?

El mal gobernante que trabaja para las élites extractoras, se halla cómodo gestionando a su antojo dicha dicotomía. Es su razón de ser. Y en la medida que la acrecienta, fortalece su posición. El buen gobernante, en cambio, apuesta siempre por la conjunción de los valores de Libertad y Seguridad. La cuestión que cierra el párrafo precedente es aceptable en el discurso ordinario porque en nuestras sociedades, abundan los malos gobernantes. Pero por nada más. De ser al revés, el auditorio se preguntaría ¿A quien se le ocurre contraponer Libertad y Seguridad?

La contraposición radica en el instinto depredador de todo criminal que toma la Libertad como el derecho del más fuerte y la Seguridad como la represión del más débil. En este orden de cosas, los gobiernos criminales gustan hablar de “paz y armonía social”, en medio de una lucha campal por la supervivencia de la mayoría de los gobernados, momento crítico en el que el Pueblo tiene derecho a presentar ante sus opresores la cuestión en términos más favorables para los intereses generales, a saber: ¡Paz por Seguridad!
Y ahora, atiendan las vanguardias morales, que me dispongo a decir, lo que no se puede decir, sin decirlo: La inseguridad que la mayoría de los ciudadanos siente en la actualidad en lo concerniente a su trabajo, medio de subsistencia, vivienda, alimentación, entorno, salud y educación de los hijos, futuro de las pensiones…por fuerza debe traducirse en una mayor inestabilidad que ponga en jaque no sólo a las clases medias, también a las propias élites extractoras favorables al régimen de opresión reinante. Así, pronto veremos cómo los miembros opresores de la sociedad habrán de convertir sus lujosas mansiones en jaulas de oro con alarmas, personal de seguridad, barrotes en las ventanas, perros en el jardín, para estar en disposición de conciliar el sueño y aún así se acostarán con el miedo de levantarse sin cabeza; cómo empezarán a enviar a sus hijos a clase custodiados por escoltas o a un internado en el extranjero para no estar en vilo todo el día con la inquietud de que suene el teléfono para pedirles un rescate; cómo deberán de contratar chóferes que les arranquen los vehículos por temor a que les hayan colocado una bomba mientras estaban reunidos en el consejo de administración recortando la plantilla y cómo circularán cambiando itinerarios para no ser tiroteados al parar en un semáforo en rojo en medio de la ciudad; cómo habrán de refugiarse cada vez más en los clubes más selectos donde el personal es de suma confianza para poder probar bocado sin la angustia de ser envenenados por el servicio; en definitiva, que les veremos dejar de pasearse por nuestras calles impunemente sonrientes hasta que entiendan que su Paz, depende de nuestra Seguridad.