Pobre pobreza

Quienes ven el Tontodiario se creen que la opresión pasará y todo volverá a se como antes. Quienes leemos entre lineas al FMI sabemos que ya nada será igual, de modo que las próximas despedidas de San Fermín, todos los presentes podrán cantar de verdad el conocido ¡Pobre de mi!

Solemos criticar la poesía, porque en exceso, se preocupa más de la forma que del contenido. Pero en ocasiones, hemos de reconocer, que de su buena hechura rezuman significados ocultos del todo desapercibidos durante el discurso que no obstante modulan actitudes, comportamiento, acciones y reacciones, tanto en el hablante como en sus interlocutores, de modo que también merece atención en prosa, a parte de lo que se dice, el cómo se dice, todo sea que digamos cosas que a la postre traicionen desde la retaguardia de la estructura profunda psicolingüística chomskyana cuanto se quería decir.

Asumimos que desde la irrupción de Hume en la escena filosófica, la relación causa-efecto ya no fue la misma para regocijo del escepticismo que desde entonces campa a sus anchas, porque como señaló a los ojipláticos contemporáneos, “que el Sol haya aparecido todos los días hasta hoy, no permite deducir que necesariamente deba hacerlo mañana…” Sin embargo, ello no nos autoriza para invertir la lógica de los hechos positivos cuando estos se dan como ha sucedido en fechas recientes en el mundillo periodístico, con la última encuestita del INE, en el que algunos medios de manipulación, sin escrúpulo alguno, han descrito la realidad al revés de cómo esta aparece, publicando a los cuatro vientos que la “Pobreza” golpea a uno de cada cinco españoles y que azota a tres de cada diez familias, deslizando subrepticiamente en las mentes confiadas que les atienden con ello, la maligna idea de que la “Pobreza” es causa de nuestra situación, cuando lo cierto es que se trata de un efecto de la misma. O sea, que la pobreza es efecto y no causa de nuestra forma de vida, de nuestro sistema económico, de nuestra estructura social, del injusto reparto de la riqueza, etc. Por ello mismo, los medios de comunicación, deberían evitar hablar de pobres, que sustantiva la condición, cual naturaleza emanada del útero social y en cambio acostumbrarse a decir “empobrecidos” que remite a una secuencia Plotiniana degradante fruto de un sistema injusto que se ceba en los sujetos aludidos con el término en cuestión.

Hablar de la “Pobreza” como un agente inmiscuido a su antojo en nuestra historia socioeconómica, en nada nos diferencia del Hinduismo o el Animismo en los que tienen un dios determinado para explicar cualquier efecto, desde la lluvia hasta la fertilidad. Claro que es más cómodo para la psique propia y para la clase dominante de turno, que las distintas culpas se repartan entre los fantasmas de la Crisis que nos acucia, el Paro que no para de subir, la inflación que ha disparado los precios, y todos estos demonios que atormentan nuestra cotidianidad, antes de pararse a pensar a lo Mao a quién beneficia esta falsa religión de la economía para dar con los auténticos causantes de gran parte de todos estos Males, incluida la pobreza a la que está condenada más de media España si contamos como se debe contar a viudas, pensionistas, desempleados, mileuristas, seiscientoseuritas, veinteañeros que viven con sus padres, etc. Quienes por otra parte, encontrarán estéril consuelo en la Fe católica, reconfortándoles las Bienaventuranzas y saber que los camellos de los ricos lo tienen difícil para pasar por los arcos estrechos de lo cargados que van, que no otra cosa significa el ojo de aguja, expresión como se aprecia, tan granuja como la de que, los ricos también lloran, o esa aún más canalla que confunde pobreza con honradez.

El Tercer Mundo

S.O.S ¡Tierra llamando a humanidad!
S.O.S ¡Tierra llamando a humanidad!

Nunca he llegado a entender muy bien qué es eso del Tercer Mundo. En un principio, me esforcé por comprender lo que nos enseñaron en la escuela y el Telediario, a saber: Hay un primer mundo desarrollado, donde vivimos nosotros; un segundo mundo que está en vías de desarrollo y un tercer mundo, subdesarrollado. Pero al igual que se le dice a la novia, que hay otras chicas, pero están en ti, es verdad que hay otros mundos, ¡pero están en éste!. No deja de ser curioso que el Tercer mundo en el Sistema Solar, sea precisamente el Planeta Tierra: Mercurio, Venus y nosotros. Y no hay lugar en la tierra en el que no podamos ver y contemplar al famoso Tercer Mundo… Claro que entonces, para alejarlos de nuestro entorno mental, se ha acuñado la expresión Cuarto Mundo, que alude a esos pobres de solemnidad a los que también se llaman Sin techo. Así, vagabundos, marginados y toda suerte de gentes adscritas a los vergonzantes dejan de ser nuestros vecinos, nuestros conciudadanos y pasan a convertirse poco menos que en marcianos o extraterrestres, que pasean entre nosotros sin ser vistos, ni oídos, ni atendidos, como sucede en las novelas de Ciencia ficción, donde amenazan con invadir todo el planeta Tierra.

El otro Fin de la pobreza

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Con sólo escucharlo por la radio, me he puesto a temblar. De nuevo la ONU se empeña sádicamente en darle Fin a la pobreza. En esta ocasión, según su Presidente Ban ki Moon, en menos de cinco años. Mucho más realista me pareció la propuesta de Jeffrey D. Sachs, defendida en su célebre obra “El fin de la pobreza” máxime, cunado los ocho objetivos del Milenio anunciados a bombo y platillo por esta organización intergubernamental a comienzos del 2000, pasada una década, parecen perseguir lo contrario si atendemos únicamente a los resultados y no a la propaganda.
Claro que, cuando esta gente se pone a hablar de “El Fin de la pobreza”, me temo que traten la cuestión en un sentido muy distinto al que le damos el resto de los mortales. Me explico: cuando cualquiera de nosotros nos referimos coloquialmente al Fin de la pobreza, lo hacemos pensando en su erradicación de la faz de la Tierra, en cambio, es posible que en estos foros intergubernamentales, el significado de la expresión “El Fin de la pobreza” indique veladamente cuál es el objetivo o la finalidad de la pobreza en un mundo global y cómo ha de redefinirse su condición, ahora que los pobres tienen ordenador y antenas parabólicas en sus chabolas.
Así entendido, el Fin de la pobreza, no puede ser otro que el de tener subyugada a la baja clase media en extinción por temor a caer en la pobreza, y a los pobres rendidos ante su situación, pues mal que bien sobreviven a los dramas del Telediario que les reafirma en su convicción ¡Pobres pero honrados! Y sobre todo les recuerda que todavía hay algo peor como la miseria.
Si alguna vez la ONU, la UE, los EEUU, la OTAN, y demás organismos intergubernamentales llegaran a plantearse el Fin de la pobreza en el sentido de acabar con ella, seguramente no emplearían esta fórmula idiomática, sino la de “Cómo acabar con los pobres” que ya habrán adivinado, gurda estrecha similitud con la “Solución final” dada a judíos y gitanos por el Tercer Reich.