Un país para los Gitanos

Con setenta años de retraso, Angela Merkel, inauguró un monumento aledaño al Parlamento Alemán para honrar la memoria del medio millón de gitanos exterminados durante la Segunda Guerra Mundial por los Nazis en los Campos de Concentración, olvidados por toda la comunidad internacional.
¡Más vale tarde que nunca! Exclamarán ustedes. Pero resulta flagrante el distinto modo de percibir y resarcir el sufrimiento cuando se confronta la atención que los medios de comunicación, los políticos, artistas, intelectuales y en general todos concedemos a las víctimas de guerras, atentados, accidentes o catástrofes naturales, según dónde acontezcan o a quienes afecten como podemos comprobar cada vez que hay un choque de trenes en África que se despacha en un pis-pas de agencia, mientras a cualquier estornudo en los EEUU se le dedican infinidad de comentarios. El agravio comparativo es mayor si cabe, cuando los grupos comparados diametralmente tratados desde la derrota del Nazismo, en verdad son dos ramas de un mismo pueblo, como ocurre con la Etnia Gitana y el Pueblo Judío.
Los judíos no tienen culpa alguna de que el viento les sea aparentemente favorable en el juego geoestratégico de las potencias vencedoras al calor de su remordimiento por el antisemitismo cómplice consentidor de la barbarie y tontos serían de no haberlo aprovechado. Nada que objetar entonces por mi parte al Estado de Israel del que me declaro partidario – como también lo soy de que se cree de una vez el Estado Palestino – ni de que Alemania, la UE y USA le concedan anualmente ingentes cantidades económicas a modo de compensación de guerra. Lo que resulta indignante, es que mientras a unos inmediatamente se les ofreció la creación de un Estado apenas transcurridos cuatro años, los otros hayan tenido que esperar siete décadas para recibir un sencillo homenaje.
El antisemitismo torpe, deseoso de buscarle una solución rápida al problema Judío, probó durante siglos distintas fórmulas para deshacerse de sus miembros, verbigracia la expulsión del territorio como en la España de los Reyes Católicos, por medio de los denominados progroms cíclicos especialmente en Rusia y los países eslavos del Este, dictando leyes draconianas contra ellos como en Italia o Francia, hasta el extremo que se llegó en Alemania donde decididamente se les quiso dar una Solución Final. Tras comprobar que los judíos resistían la persecución, la marginación, el maltrato, la expulsión, la segregación en guetos y como las ratas lejos de desaparecer, parecían adaptarse a todo, el antisemitismo inteligente decidió crearles un Campo de Concentración disfrazado de Estado llamado Israel. Pero en honor a la verdad, tan piadosa ocurrencia ya había rondado por la mente de Hitler, quien en un acto de humanitarismo miró por su bien buscándoles un sitio apropiado donde poderles enviar para perderles de vista de una vez por todas. Ese sitio era Madagascar. A fin de cuentas, a los EEUU les había funcionado el truco de la fundación de Liberia para librarse de un montón de negros…Pues bien, respecto a los gitanos, nosotros no podemos ser menos.
En estos momentos se está librando un vivo debate interdisciplinar donde concurren historiadores, antropólogos, arqueólogos, mitólogos, genetistas, lingüistas, y cuantos puedan ayudar a esclarecer el más que oscuro, oscurecido origen del Pueblo Gitano, del que se sospecha pueda constituir la Perdida Tribu de Israel, por su paralelismo histórico con el Pueblo Hebreo, su continua trashumancia, coincidencia de costumbres, y un larguísimo etcétera. De probarse que Judíos y Gitanos comparten algo más que nuestro ancestral desprecio, el asunto estaría zanjado, porque los Judíos al igual que los Gitanos dividen el mundo en dos: ellos y el resto llamado con desprecio Gentiles o Payos respectivamente, por lo que no tendrían mayor problema en su integración en Israel que si es preciso podría ensancharse un poco hacia Cisjordania y otro poco hacia el Líbano para asentarlos.
Entre tanto las pruebas en apoyo de esta tesis se van acumulando, bueno sería que la ONU y su brazo armado la OTAN mediaran para tratar de encontrarles acomodo.
El primer lugar que a todos nos viene a la cabeza es la India, porque es allí donde se pierde su rastro histórico. Es el lugar ideal porque entre el batiburrillo de pueblos, etnias, religiones y culturas seguramente pasarían desapercibidos entre Sijs, hindúes, musulmanes… El problema aparece por la sobrepoblación que ya padece el subcontinente y que las gentes del lugar están mejor armadas que los palestinos, no en vano poseen armas nucleares.
Precisamente, para evitar la falta de espacio y tener que enfrentarnos a un determinado país ya constituido como es la India – cosa que no sucedió con la inexistente Palestina – una segunda opción sería animarles a repoblar la Antártida, todo un continente para ellos solos. Lástima que haga tanto frio, porque yo creo sinceramente que los distintos países con presencia en la zona, la cederían muy gustosos a este propósito.
Un tercer lugar sería el desierto egipcio, donde los Gitanos como los judíos forjaron gran parte de su idiosincrasia. Esto hubiera sido factible antaño, durante la dominación británica, como lo fue para los judíos su protectorado en Oriente Próximo. La idea, sería presentar a las autoridades egipcias el asentamiento como provisional a la espera del dictamen de los expertos, de manera que de resultar que los gitanos son israelitas, ya estarían cerca de su tierra de destino. En este caso, la dificultad estribaría en convencer a Egipto de que dicha tierra prometida no sería el Sinaí.
Un cuarto destino podría ser Rumanía por aquello de ser conocidos como Pueblo Romaní y que allí abundan los de su raza. Pero como quiera que Rumanía se las ha apañado para ingresar en la UE, como que no soluciona nada la solución y lejos de resolver el problema Gitano, este se enquistaría en el corazón mismo de Europa.
Después de haberle dado vueltas a la cuestión aquí traída, yo sólo le encuentro una salida, cuál es, que España, que históricamente ha maltratado al Pueblo Gitano como el que más, les ceda voluntariamente al objeto de expiar la culpa colectiva, alguna de sus muchas autonomías para que a ella acudan los gitanos de todo el mundo y tras asentarse, empadronarse y recibir los papeles pertinentes, convocar un referéndum de autodeterminación con lo que quedarían fuera de la UE y ¡Sanseacabó!

Para comprender lo incomprensible

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Los charlatanes profesionales, a propósito de lo sucedido en Francia, parecen coincidir en que es muy dificil comprender lo incomprensible, si bien, no renuncian por ello a marear la perdiz buscándole tres pies al gato para ganarse el sueldo y rellenar espacio mediático con la noticia que toca, con el mismo desparpajo con el que pasados unos minutos tratan de lo bien que le va a Messi en esta liga. Así, sacan a pasear el manido antisemitismo, la socorrida acción de un loco, las típicas motivaciones electorales, sin entrar para nada a preguntarse el por qué estamos conmocionados por tan lamentable noticia, cuando por lamentable que sea, es una gota de agua en el océano de tragedias con las que se aliñan las sobremesas de todos los días laborables y festivos frente al Tontodiario, y mucho menos, invitarnos a practicar una acción introspectiva para sacar a la luz esa otra verdad soterrada, la cual, seguramente nos ayudaría a comprender lo incomprensible, mucho más de lo que lo hacen sus ensayados discursos políticamente correctos repletos de sensiblería enlatada, apropiado piscolabis obsequiado al moralista dominguero que gusta desayunar su cruasán leyendo con avidez dónde, cuándo, cómo y quién ha cometido semejante crimen para sentirse mejor consigo mismo exclamando aquel certero interrogante nietzscheano de ¿Por qué soy tan bueno?
Pues bien, si ustedes siceramente desean llegar a entender qué pasa por la cabeza de alguien que a sangre fria acude a un colegio y se pone a disparar a niños indefensos, continuen leyendo mientras puedan, que no les defraudaré valiéndome para ello de una conocida técnica utilizada en las claes de Ëtica para poner a prueba nuestras convicciones y sobre todo, descubrir nuestros más oscuros sentimientos, mecanismo de investigación moral magníficamente expuesto en la obra recientemente publicada de Michael J. Sandel “Justicia” cuya recomendable lectura es todo un ejercicio espiritual:
Así como la cercanía de los hechos supone un plus emocional dado que aumentan las posibilidades de verse implicado el “Yo” en la escena, y la reiteración mengua la intensidad con la que percibimos cualquier realidad – de haber ocurrido en Israel, nuestra conciencia lo asumiría como algo normal – sucede que en asuntos psicológicos, como advirtiera Hume en su célebre “Tradatado sobre la Naturaleza Humana” nada hay en uno que no pueda hallarse en los demás y nada en los demás que uno no pueda encontrar dentro de si mismo. O sea, que para comprender al asesino de esos niños judios, hemos de escarbar en nuestra intimidad, no tanto para empatizar con su causa, cuanto para aceptar que al contrario de lo que se nos dice, no es un monstruo, más de lo que ya lo somos el resto. ¡Síganme!
Según se nos ha informado, un ex militar bien armado irrumpió en un colegio judio donde sin piedad mató a 3 niños y un profesor del centro. La noticia es ¡Terrible! Pero ya hemos visto que de haber acontecido algo más lejos, sería menos terrible aunque hubieran sido el doble, el triple o incluso el cuadruple del quíntuple las víctimas, que de estos casos los hay para dar y tomar por el mundo, sólo que, en lugar de un loco solitario armado de ametralladora en moto por el sur de Francia, es un piloto de la OTAN bien entrenado que lanza bombas por aldeas de Afganistan o Irak. La cuestión a la que ustedes deben enfrentarse primeramente es: el conocimiento de la tragedia ¿les impactó más o menos antes de saber que los niños eran judios? El dato no es irrelevante. Una mente bien formada, trabaja por su cuenta más rápido emocionalmente que racionalmente. Lo suyo, es que una vez sabido que eran judios, le importase menos, hasta lo recibiera con alivio porque saber que el asesino mata judios, disminuye la incertidumbre de la arbitrariedad. Además, aunque cruel, entra dentro de la tradición europea antisemita. De haber sido niños, pongamos por caso, de una comuna Bahai, casi merecerían aparecer en la página de sucesos por su rareza.
Establecido lo anterior, ciertamente, el pensamiento consciente rechaza sin ambages la tragedia y cualquier intento de explicación se le antoja justificativo, pero nuestras emociones continuan trabajando subrepticiamente. Para ahondar en este plano emocional pregúntese en un segundo momento, si el horror que siente por esos pobres niños judios indefensos, ¿sería el mismo si en vez de judios, fueran gitanos? Yo ya les adelanto que independientemente de su hipocríta respuesta, en el fondo saben que ¡No! El judio, aunque despreciable para el buen cristiano, digamos que de momento y por dos o tres generaciones más, ha pagado con creces su merecido castigo y no es cuestión de ensañarse, además de que cuentan en su haber con la marca registrada de “Victimas globales”. Pero el gitano…con sus 800.000 oscuras almas muertas en los Campos de Concentración nazis, no alcanzaron dicha cuota de reconocimiento Hollywoodiense necesaria para que les tengamos ninguna lástima. Con todo, pese a ser gitanos, su condición de niños haría que nos conmoviera algo el corazón, cosa que evidentemente no sucede si fueran gitanos con pelo en pecho y navaja en el bolsillo que seguramente les habrian dado su merecido por andar todo el día metidos en jaleos, más por vicio que beneficio, cosa que sería disculpable.
Para averiguar algo más, es necesario plantearnos en un tercer estadio de la cuestión, si acaso, el conocer que el crimen se haya cometido en una escuela, no nos ablanda un poco el seso. A tal objeto, supongamos que además de no ser judios, sino gitanos, estos no estuvieran disciplinadamente en clase en un considerable esfuerzo familiar por la integración, cuando su asesino les disparara a sangre fria a la cabeza, sino jugueteando como dios los trajo al mundo en su chavola en un poblado a las afueras de Toulouse. Llegados a este punto, lo que ustedes empeicen a sentir por estos pobres diablos, se asemejará más a lo que sentimos cuando se nos habla de lo anteriormente sugerido sobre los niños muertos durante un bombardeo de las fuerzas humanitarias, cuya impresión, tampoco es que iguale en la mente a la que nos provocaría la muerte inesperada de un personaje de ficción como Harry Potter en la gran pantalla.
Un cuarto paso en el proceso nos lo permite el hecho de que, como quiera que las fronteras todavía sirvan para distiguir lo nuestro de lo ajeno, el ser conscientes de que esos mismos tres gitanillos acribillados a balazos, pese a ser gitanos, son de aquí, hace que tengamos para con ellos cierta indulgente empatía que sin lugar a dudas se vería esfumada ¡ipso facto! en cuanto se notificara, que además de gitanos, son de origen rumano. Entonces, ya podemos confesar sin disimulo que lo que sentiríamos hacia ellos, en poco o en nada diferiría de lo que sentiríamos por una gamberrada denunciada por la Protectora de Animales en una tienda de mascotas. Es más, podría nacer en nosotros la indignación de que con tantas personas que lo están pasando mal con la crisis, esta gente venga aquí con sus problemas a turbar nuestra paz social. ¡Que se vayan a matar a su país!
Para no prolongar hasta el infinito este ejercicio moral, por último devolvamos su condición de judios a esos pobres niños, pero esta vez, en lugar de ser ejecutados a sangre fria por un ex militar neonazi, murieron a manos de un musulmán en venganza por la muerte de decenas de niños durante los bombardeos efectuados por el Gobierno Nacional Sionista de Israel sobre la Franja de Gaza. ¡Vaya sorpresa! Quien más quien menos de entre ustedes ya lo sentirá algo menos e incluso en algunos corazones asomará la alegría.
Pues bien, si usted ha realizado por entero este Via Crucis interior reconociendo los lugares comunes de nuestra sensibilidad, le será más sencillo comprender cómo y de qué manera se llega a lo que se ha llegado. Sólo es cuestión de esperar o como se dice ahora, de estadística.

¿ Por qué los yanquis sólo tienen negros y nosotros además, gitanos?

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En clave racista, la pregunta puede entenderse como una queja europea en toda regla donde se recoge el malestar general de que en nuestro continente haya personas de raza negra además de gitanos, hecho aún más lamentable cuando otro continente como América, sólo tiene a uno de los dos. En este caso, hemos de explicar a los racistas, que los yanquis y por extensión, el resto de americanos, tienen una especie autóctona de gitanos, a los que antiguamente decíamos indios y últimamente se les llama indígenas, precolombinos, o cualquier otro eufemismo, por lo que los escasos gitanos que se atrevieron a cruzar el charco pasaron del todo desapercibidos, pero no por ello deja de haberlos. Para su consuelo, también cabe hacerles saber que tanto yanquis como Europeos, compartimos judíos de los que no nos hemos podido deshacer, ni a los que hemos podido convencer para que se vayan a Israel. Que por cierto, tienen palestinos, como los demás tenemos judíos.
En clave antropológica, la respuesta debe parcelarse. Al interrogante de por qué los yanquis tienen negros, la respuesta es que ellos se lo buscaron. Los portugueses, españoles y yanquis fueron a África e importaron mano de obra barata en forma de esclavos, introduciendo con ello la negritud. En cambio Europa tiene negros por proximidad geográfica con África, que es su reserva natural. Desde antiguo, los negros intervienen en nuestra historia continuamente: en forma de soldadesca, reinas, mercaderes, personajes literarios, Baltasar, sin ir más lejos. Su pintoresca realidad ambivalente entre lo exótico y peligroso, ha sido una constante cultural. Actualmente, con el fenómeno de la invasión – inmigración- los negros, forzados por la necesidad, se nos ofrecen en neoesclavitud bajo la forma de precariedad, clandestinidad y ley de extranjería.
Caso distinto es el de los gitanos. Para los antropólogos, son un pueblo oriundo del Norte de la India, aunque hay historiadores que lo vinculan con Egipto y no faltan mitólogos que lo relacionan con la desaparecida Atlántida…Sea como fuere, lleva entre nosotros como el que más. Sin embargo, la cuestión gitana sigue siendo un problema espinoso en el corazón de Europa que demanda una solución final como pone de manifiesto lo que está sucediendo en la Francia de Sarkozy, solución final ya reclamada explícitamente por el Presidente de Rumanía Basescu, hace dos años cuando Berlusconi hizo un amago de pogrom en la bella Italia. Llama poderosamente la atención que esto ocurra, cuando apenas se ha hablado de su diáspora u holocausto, o quizá precisamente por eso, convirtiéndose sin pretenderlo en la mejor prueba sociológica a favor de la constitución del Estado de Israel, como contrapunto de lo que les sucede a las minorías de no organizarse a parte, futuro parecido al que aguarda a tibetanos, kurdos, saharauis, etc.
Europa, fracasada la vía del exterminio ampliamente consentida por el resto de potencias aliadas, que supo aprovechar magistralmente la ocasión para desembarazarse del excedente judío y de paso del propio antisemitismo, en cambio no acertó a dar satisfactoria salida al problema gitano, más que nada, porque todo el mundo los contempla como fenómenos aislados, cuado, a lo mejor, se trata del mismo problema.
Solo es una hipótesis que barajo desde hace tiempo, pero creo que merece la pena sea atendida por la comisión que se cree en la UE para estudiar la cuestión gitana, por cuanto de verificarse, podría resolver para siempre su presencia entre nosotros, e incluso a nivel internacional. Todos conocemos la leyenda de la famosa decimotercera tribu perdida de Israel; Pues bien, resulta curioso que nadie haya reparado en que el pueblo hebreo, si vamos más allá de Abraham, su origen apunta más a Oriente de lo que ellos mismos desearían, casualmente en el camino donde los antropólogos sitúan a los gitanos. Resalta toda una coincidencia que, ambos pueblos han pasado por Egipto del que conservan profundas huellas culturales; Ambos detestan cruzar su sangre con otros pueblos con los que sin embargo han de convivir en minoría, resistiéndose a perder su pureza y tradiciones, prefiriendo padecer desprecio, marginación, segregación, expropiación, persecución, martirio y muerte, antes de integrarse en una cultura ajena a la suya, porque sienten que son una raza superior y un pueblo elegido, aunque a ojos del resto no lo parezca; Es indudable que Gitanos y Judíos, participan con igual entrega a la adoración de lo Otro, unos con Libro, otros sin él; Lo que me hace sospechar, junto al vago recuerdo que los hebreos oficiales supieron recoger en sus tradiciones de aquella tribu perdida, que la separación de ambas ramas, hemos de buscarla mucho antes de la redacción de los primeros textos sagrados y aún de las tradiciones orales que les dieron pie. Hay dos posibilidades: la primera, señalaría a alguna tribu rezagada oriental que llegó a orillas del mediterráneo mientras el grueso hebreo, empujado por el hambre y la sequía fueron a Egipto; a su regreso, fueron combatidos como extraños siendo expulsados del lugar como cainitas, adoradores de Baal, quienes hicieron entonces el camino inverso de escapar a Egipto. Otra posibilidad sería, que los gitanos fueron aquellos hebreos que no realizaron el Éxodo, por lo que no participaron de las tradiciones de Moisés pero que si supieron incorporar toda la magia, el misterio, alquimia y secretos de la tradición Hermética filtrados a través de sus costumbres orientales, síntesis que supieron mantener y transmitir oralmente cuando salieron de Egipto, quien sabe si enrolados en tropas alejandrinas, o más tardíamente, mezclados con vándalos, sarracenos, y demás, llegando a la península Ibérica con los musulmanes, o las dos opciones cuya complementariedad, explicaría tanto la actual localización, como su distribución geográfica y densidad por todo el continente europeo.
Podría decirse entonces, que Europa, continua con el problema gitano en su seno, por no haber tenido los reflejos suficientes, cuando se halló la feliz idea de enviar a Palestina a los Judíos, pues bien se pudo haberles encontrado acomodo entre ellos como la tan añorada tribu perdida, que si coló lo de la Tierra Prometida…

Blanco sobre negro

blanco sobre negro

El azar ha querido que justo cuando España y media recibía como a la reina de Saba, a la Primera Dama Negra, el Gobierno de su marido Obama advirtiera a los turistas afroamericanos sobre los prejuicios racistas de nuestros cuerpos de seguridad, comentario que tras las debidas gestiones del Ministerio de exteriores, fueron suprimidas de inmediato, pero cuyo testigo ha sido recogido por la oportunista diplomacia marroquí, que no pierde ocasión.
Hace tiempo que tengo muy claro que por aquí no somos racistas, más que nada, porque nuestra propio historial genético, nos lo impide al ser la mayoría de nosotros un amasijo de culturas, ellas sí indisolubles. De ahí, que precisemos del futbol, lenguas y estandartes para hallar motivos de continua trifulca, toda vez supimos deshacernos de moros, judíos y protestantes. La mejor prueba de lo que mantengo, la tenemos en el enorme contraste de lo sucedido con las poblaciones autóctonas de la América precolombina entre las zonas donde dominaron portugueses o españoles y allá donde lo hicieron los Anglosajones. Y más cerquita todavía, la devoción casi enfermiza que se le profesa a nuestras Vírgenes Morenitas…
Los latinos, no somos racistas; esta condición está reservada para pueblos como el Hebreo, el Gitano, o el Anglosajón que desprecian al resto del mundo abiertamente. Nosotros para compensar somos mucho más clasistas y no es un chiste lo que digo, por lo comentado arriba; Dado que entre mediterráneos es imposible distinguirnos en exceso por la sangre, el cabello, la piel, etc, hemos necesitado más que nadie de las clases sociales, lo que no quita para que entre aquellos pueblos también surja el clasismo y entre nosotros el racismo. Lo que pretendo destacar, es la primacía de un componente sobre el otro en cada caso.
Para ahondar en el matiz sin tener que recurrir a las temibles definiciones de la RAE, voy a ilustrarlo con un ejemplo: un racista sería aquel padre que se opusiera a la boda de su primogénita con un guapo, apuesto, elegante joven, sano, deportista, médico de profesión, de buena familia, con altos ingresos que viviera en el barrio más chic de la ciudad, por el mero hecho de que éste fuera negro, mientras el clasista no pondría demasiados reparos al respecto. Situación retratada magistralmente por Stanley Kramer en la película “Adivina quién viene a cenar esta noche…”
Espero que no se me malinterprete, cuando diga que, me alegro de que la casta política obligue a nuestra policía a emplearse a fondo en la caza de ilegales negratas sin papeles o de sudacas de mierda por las aceras de nuestra democracia, por el mero hecho de ser pobres, en lugar de detener y repatriar a los jubilados ingleses que desde Benidorm a Fuengirola agotan sin misericordia los recursos de nuestra seguridad Social, de igual manera que me congratulo de que nuestras nuevas generaciones, prefiera dar de hostias con bates de béisbol a mendigos autóctonos que demostrar su capacidad de combate con los negros y chicanos de las bases yanquis como la de Torrejón, porque a nuestra industria turística, solo le faltaba que además de racistas, se nos acusara de xenófobos, cuando no hay necesidad de acudir a terceros para solventar nuestras más arraigadas prácticas, pues para ejercer de racistas si nos apetece, a mano tenemos los gitanos, y para la xenofobia ya sufragamos las Autonomías.