Quiero formar Grupo Propio

Soy un adulto libre y de buenas costumbres con ganas de conocer gente dispuesta a formar conmigo un Grupo Propio, con la que poder acudir al Congreso de los Diputados en Madrid de cuando en cuando. No se trataría nunca de ir a una manifestación política ni a una algarada reivindicativa. El Grupo Propio que deseo crear que llevaría por nombre “Amigos de la Democracia”, contará únicamente con personas positivas, alegres y divertidas cuya única pretensión será tomar unas copas subvencionadas en la cafetería del lugar y pasarlo lo mejor posible, no contra las instituciones del Estado, sino a costa de ellas.

Sé de la dificultad de mi empresa, cuál es, que ciudadanos anónimos no alienados, soliciten al Parlamento ser contemplados como Grupo Propio en el Congreso de los Diputados, a estas alturas, cuando ni nos hemos presentado a a las elecciones, ni estamos adscritos a un Partido Político concreto. Pero, mi idea, no es presentar dicha solicitud como Grupo Propio Político, sino como Grupo Propio Civil asiduo asistente a los debates de la Cámara Baja desde el gallinero. Huelga comentar, para fundamentar esta reclamación, será preciso que antes varios de nosotros nos comprometamos a asistir como público a unas cuantas sesiones que quedarán registradas y acreditadas en los archivos de la propia Institución, momento adecuado entonces, para formalizar la petición ante la autoridad que corresponda.

La inversión económica es poca y los beneficios potenciales a los que seríamos merecedores, escapan al más optimista de los cálculos. De ser aceptada nuestra solicitud de conformar un Grupo Propio Civil, amparados por nuestro estatus de espectador en el Parlamento, las cifras a percibir serian las siguientes:

Lamentablemente, como no somos un Partido Político, no podríamos recibir de una tacada para toda la legislatura los 21.000 euros por cada escaño que en nuestro caso sería asiento o butaca, ni los 0,80 euros de cada voto recibido porque no habríamos recibido voto alguno, seamos comedidos en la petición, ni tendríamos asignados 3000 euros al mes de sueldo cada uno de nosotros por no ser Diputados. Sin embargo, y aquí se fundamenta mi iniciativa social, de ser aceptada nuestra solicitud de convertirnos en Grupo Propio Civil, recibiríamos sólo por eso, 28.500 euros mensuales que repartidos entre no más de 8 miembros seguramente sirvan para olvidarnos de jugar a la lotería durante cuatro años, aunque por otro lado, duele saber que, no percibiríamos los 1600 euros al mes extra, a sumar al sueldo anterior que recibiríamos cada uno de nosotros de ser Diputados. Pero aún así, merece la pena intentarlo. Como sentenciara el sabio Tagore “No lloréis por no ver el Sol, porque las lágrimas os impedirán ver las estrellas”.

Porque, amigos míos…En verdad os digo, que la Democracia es generosa, y si no es por la izquierda, será por la derecha que podremos acceder a a alguna vocalía en la mesa del Parlamento, aunque sea ocupando un cojín junto al bedel, pues confió yo en que cobrando el Presidente 9 000 euros, no espero menos de 1500 euros al mes por representar dignamente al público del Congreso y aun a toda la audiencia televisiva; igualmente, podríamos aspirar a nombrar una portavocía lo cual nos garantizaría una nueva entrada no inferior a los 2600 euros más a sumar a la hucha común. Y quién sabe si con el tiempo, nuestra presencia en el gallinero es reconocida como soberana y se nos premie con las mismas compensaciones, dietas y sobresueldos que al resto de Diputados, como por ejemplo, 1800 euros al mes por vivir fuera de Madrid; más todos los gastos de avión o tren pagados; más 0,25 euros por kilómetro desde tu lugar de residencia oficial; más 3000 euros anuales para taxis; más 120 euros por día cuando estemos de viaje; y un largo etcétera que jalonan la vida política y de la cual la gente es desconocedora por no leer el BOE y dedicarse a la Filosofía.

Caída y auge de las Oenegés

Todo negocio, quien sabe si por conservar la ancestral senda del calendario agrícola que le precediera, suele describir ciclos ascendentes y decrecientes cual estrella solar, cuya trayectoria equinoccial podría identificarse con los distintos motivos sobre los que se asientan materialmente, si bien, su entera órbita estaría regida por sus solsticios que nada tienen que ver con aquella, salvo la de adecuarse a las circunstancias para aprovechar al máximo el cambio de signo en los acontecimientos.

Llevamos milenios en los que el negocio dibuja una elipse entre la guerra y la paz: hay momentos en los que la paz genera gran cantidad de beneficios; pero la bonanza llega a un extremo en que no puede dar más de si; en ese momento la guerra empieza a ser rentable; durante un tiempo hay cierto equilibrio e incertidumbre sobre por cuál apostar, es el periodo equinoccial; en ese instante, el negocio de la guerra se impone alcanzando su punto fuerte, precisamente cuando por agotamiento de sus fuerzas empieza a ser de nuevo rentable hacer la paz; Ahora se repite el camino pero de vuelta….

Pues bien, hace dos décadas cuando me enteré de que en una sola de nuestras provincias operaban a la vez más de quinientas ONGs, empecé a sospechar que detrás de toda esa solidaridad subvencionada, tras todos esos cooperantes a sueldo, era imposible que el altruismo personal estuviera al frente de tan magna empresa como lo es hacer el bien a los demás sin empezar y acabar por uno mismo. Fue así como inicié el estudio de su ciclo de negocio como ya lo había hecho en su día con el de los Partidos Políticos que pivotaba entre la rentabilidad de la Democracia y los beneficios de la Dictadura.

De estudiante, todas las mañanas a la entrada a la Universidad de Deusto, entre la docta manada que inundaba el campus, me preguntaba ingenuo de mi ¿Cómo con tanta gente que estudia el mundo continua igual? La respuesta me llegó antes de finalizar la carrera: la gente que se permite el lujo de estudiar, no lo hace para cambiar las cosas, sino para mantener el statu quo y a lo sumo, mejorar el suyo particular. Algo parecido podríamos aducir respecto al fenómeno de las Oenegés ¿Cómo con tantas Oenegés operando en el mundo, el mundo continua igual? ¡Efectivamente! Si mal está que el fin justifique los medios, peor estará que los medios se justifiquen a si mismos como sucede en el caso que nos ocupa.

Todos sabemos que si a un padre le nace un hijo espabilado sin escrúpulos, pronto le inicia en el negocio familiar; Cuando este sin embargo genera dudas sólo respecto a su inteligencia, entonces se le encamina hacia la política. Ahora bien, cuando por motivos desconocidos, el sujeto en cuestión da muestras inequívocas de pusilanimidad que le incapacitan para defender sus intereses frente a los demás, se le permite si lo desea, estudiar alguna carrera de letras, dedicarse al deporte o el arte. Pues bien, cuando estos desdichados pese a no haber creado un banco, no haber organizado un Partido, ni siquiera un Sindicato, desean reclamar su valía ante los suyos, no dudan en crear una ONG desde donde, a imagen y semejanza de las entidades anteriores, demuestran que es posible vivir de los demás con un discurso amable. Y a Fe mía que se han ganado el reconocimiento, al extremo de que los propios bancos hoy publicitan su labor social.

El ciclo de negocio de toda ONG transcurre del Solsticio emisor de solidaridad, al Solsticio receptor de solidaridad, me explico: Hay momentos en una sociedad, donde el Cooperante obtiene más beneficio exportando solidaridad para terceros países que recibiendo ayuda para el suyo, es la situación deseable por cuanto el detraimiento de la subvención de origen permite mayor margen de beneficio que de recibir la parte restante ya detraída la anterior del montante. Ahora bien, ¿qué sucede cuando una ONG acostumbrada a trabajar en un país emisor de solidaridad, de pronto, por la crisis, las donaciones merman y ya no es posible tanto detraimiento? Es entonces, cuando se inicia el camino hacia el Solsticio receptor, aquel donde el detraimiento acontece sobre el montante menor destinado al reparto entre la población autóctona.

Creo que a las Oenegés españolas, si es que desean evitar un ERE cooperante, han de atender al cambio de ciclo que supone la campaña noruega “Adopta un niño español” porque es aquí, en la gestión de la ayuda proveniente del exterior, donde ahora se va a hallar el negocio de la solidaridad y no ya en las subvenciones recibidas por parte de los gobiernos de los que se decían no depender.