Escribí aquí mismo el domingo pasado que era incapaz de tomar partido sobre la intervención -eufemística palabra- en Libia. Unas toneladas de bombas y lecturas después, lo voy teniendo más claro. Agradezco de modo especial a José Luis Rodríguez Zapatero la ayuda prestada con su confesión: “El objetivo no es expulsar al coronel Gadafi del gobierno de Libia”. Oído cocina. Se monta este pifostio sólo para darle un escarmiento al de las túnicas fashion, con el que no descartan volver a sacarse fotos ni cambiarle por petróleo el armamento que le hayan descuajeringado. Lo de arropar al pueblo libio en su lucha por la libertad era, igual que la invocación de altísimos motivos humanitarios, pura propaganda. La verdad es que debí habérmelo olido. Siempre dicen lo mismo. También lo cacareaban cuando se lanzaron en sarra sobre Irak.
Con o sin resolución
¡Pero esta vez hay una resolución de la ONU! Sí, claro, qué gran diferencia. Los saharauis y los palestinos saben, entre otros muchos, que esos documentos suelen tener el mismo uso que aquel áspero papel Elefante de color ocre. ¿Por qué unas se aplican, como esta, al instante y otras se van vírgenes al archivo? Esa pregunta es del temario del curso que viene. Antes habría que explicar algo más simple: por qué entre las decenas de sangrantes vulneraciones de derechos humanos a lo largo y ancho del mundo hay unas pocas que merecen que las llamadas Naciones Unidas les dediquen unas líneas y otras que jamás llegan al orden del día. ¿Qué boleto de lotería tienen que jugar las poblaciones de la República Democrática del Congo, Birmania o Sri Lanka para que les toque un lote de Tomahawks contra los gobiernos que las masacran? Y eso, por citar países que están en la lista oficial de despreciables. La Guinea Ecuatorial recién visitada por Bono, el emirato de Catar donde el lehendakari López estuvo de turismo petitorio o la misma Arabia Saudí las gastan igual, aunque tengan mejor prensa porque también disponen de más pasta para cerrar bocas.
Con el mal hecho y refrendado por una aplastante mayoría en el parlamento español, lo único que nos queda a los cuatro o cinco que ya sabemos que estamos también contra esta guerra es desear que los bautizados como rebeldes lo sean de verdad. Pero la cosa es que eso empieza a estar cada vez menos claro. Va cayendo el velo romántico y apareciendo en su lugar el consabido cóctel de intereses e inquinas de tribus y clanes frente a las que los occidentales no tenemos libro de instrucciones. Es norma universal que a lo malo lo sucede algo peor.
Si sois cuatro o cinco contra esta guerra, conmigo ya somos cinco o seis.
Molts petonets
Javier, no puedo estar más de acuerdo contigo. He escrito algún post estos días en Deia sobre todo esto…
Las múltiples resoluciones del CS de la ONU contra Isralel que nunca se cumplen (bueno, no se hacen cumplir), los miles y miles de muertos en Sudán, y así muchos y muchos etcéteras….
beste bat gehiago, sei edo zazpi dagoeneko, six ou sept déjà
Gracias por hablar tan claro, cada hora que pasa no se como se puede apoyar lo que esta ocurriendo
y lo peor es que como vaso el otro dia no me senti representado solo por iu y bng y eso es muy triste y nos tiene que llevar a la reflexion
Como me recuerda a la primera guerra del golfo, en la que Bush padre tampoco quiso quitar a Sadam Hussein..
¿Veremos a Obama hija desalojar a Gadafi (o a Gadafi hijo, el juergas, que el Aitá esta bastante cascado) dentro de unas décadas?
Aunque pensándolo bien, igual es mucho pedir a los USA una presidenta negra…
Por cierto, como va lo de los reactores de Japón, que ya no son noticia…
aunque la guerra se visa de seda
guerra se queda
Gerrarik EZ!
No a la guerra. A ninguna guerra.
¿Y por qué nadie nombra China?