Si quieres decidir tu futuro, te dirán que padeces obsesiones identitarias. Con soniquete faltón y gesto de estudiada superioridad, como si tú fueras un baldragas sin idea de por dónde le da el aire y el que te lo suelta, la sabiduría y la elocuencia tapizadas en un traje gris marengo. Ni por un segundo repara el insultador en que está proyectando sus propias miserias. Si alguien tiene un problema con la identidad real o soñada, es quien no soporta que los demás pretendan ser algo diferente a lo que, según sus cortas entendederas, se puede o se debe ser. Español, en los casos que nos tocan más de cerca.
Más allá de esa tara freudiana, estos ladrones que piensan que todos son de su condición incurren en un grave error de diagnóstico que tal vez ha de salirles caro. Ya no estamos en los días del soberanismo romántico e historicista. Perviven, es cierto, las visiones mitológicas, un tanto de sentimentalismo acrítico y, por supuesto, banderas y símbolos a tutiplén. Pero todo eso, que jamás desaparecerá porque forma parte esencial de las ansias de independencia de cualquier pueblo que se precie, empieza a ser parte del envoltorio de un fenómeno en el que cada vez el corazón y la cabeza funcionan en mejor sintonía. Poco a poco, la aspiración a convertirse en un estado se sustenta menos en deseos primarios y más en interpretaciones racionales de hechos. Muchas personas que jamás habían dado síntomas de nacionalismo pasional han ido adquiriendo la convicción nada arrebatada de que las recetas que vienen de Madrid son trágalas que no solo no solucionan sus problemas sino que los agravan.
Resulta llamativo que ante este desafecto creciente hacia la idea de España (nada que ver con el clásico antiespañolismo visceral, insisto), la respuesta del poder central sea tensar más la cuerda y, de propina, ofender al personal con membrilleces como las de las obsesiones identitarias y otras del pelo.
Obsesión identitaria es aliarse con la derecha ex-franquista para excluir al ganador de unas elecciones por sus aspiraciones identitarias, aprovechando la exclusión previa de los derechos electorales de otra fuerza política con aspiraciones identitarias. Y eso se ha hecho, en la CAV y en Navarra. Ahora se va a hacer, de otra manera, en España con el caso catalán. Obsesión identitaria es cargarse el derecho a ser consultado del pueblo con la mentira de que es ilegal (Pastor), cuando está recogida en la Constitución (art. 149 ) la «autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum», como competencia del Estado (32ª). Esto, que cualquiera que no tenga obsesión identitaria lo entiende, quiere decir que si no se hace un referendun para ejercer el derecho a decidir no es porque sea ilegal, que no lo es, sino porque no se quiere por parte del Estado. Ni tan siquiera a efectos consultivos y sin fuerza de Ley. Es que no se quiere ni consultar. Esta obsesión en la prohibición, incluso mintiendo, es identitaria.
El gran problema, creo yo, es que finalmente nos parecemos mucho a los animales, necesitamos un hábitat donde sentirnos a gusto pero parece que siempre hay que pelear por él, porque hay animales dominantes y otros que deben adaptarse y porque cada día somos más y la convivencia pacífica y alegre parece una utopía.
La identidad personal es casi lo más importante que tenemos y si no lo tienes claro pues tienes que ir al psicólogo para que te guíe y te encuentres. El caso es que en el tema político se ha construido un discurso falaz pero que cuenta como moderno y es que los que queremos una patria reconocida estamos enfermos y no somos modernos, plurales etc, que lo único que cuenta es la economía y tener un techo, un trabajo etc, vamos, lo material. Éstas personas tan pobres de espíritu además son mentirosas puesto que ellos sí que tienen una identidad nacional reconocida y su obsesión es erradicar la de los demás… pero no cuela. Somos más que individuos sueltos y pertenecer a una comunidad da sentido a la vida (cualquier comunidad, la del país, la comunidad de los blogeros, de los amantes del rock, de los perros, de la comunidad gay o de la humana, aunque ésta es muy grande y sólo en catástrofes se puede ver que igual sí que somos una comunidad).
Desde luego, eso de decir que Euskal Herria no existe (como el derecho al aborto y tantas otras cosas que los fachas negacionistas niegan una y otra vez) sólo sirve para alargar el sufrimiento, vendrán mejores tiempos, con suerte igual están próximos y se podrá decidir mejor lo que queremos…sin libertad no hay felicidad pero parece que la lucha por estas dos cosas nos mantiene entretenidos mientras va pasando la vida.
«Si alguien tiene un problema con la identidad real o soñada, es quien no soporta que los demás pretendan ser algo diferente a lo que, según sus cortas entendederas, se puede o se debe ser. Español, en los casos que nos tocan más de cerca.»
En este párrafo está excelente y certeramente explicado todo,y es que lo de las 2.000.000 de formas de sentirse vasco desde la nacionalidad Española única,indivisible e impuesta por los «pececitos de colores» «no nacionalistas» lo dice todo de quien lo vocaliza.De su indigencia argumental,de su jeta de cemento y,sobre todo,de la impunidad intelectual de la que goza cualquier bocachancla de tercera de los que vive del erario público en este país.Y no sigo porque me caliento.Feliz año nuevo.