Poco se puede decir de las nuevas medidas para tratar de frenar la explosiva sexta ola. Son prácticamente las esperadas, incluso una gotita más suaves en algunos aspectos. Supongo que no se podía ir mucho más lejos, sobre todo, teniendo en cuenta que esta vez no se pedirá aval judicial. Algo me dice que habrá algún sector que lleve la cuestión a unos tribunales que ya sabemos cómo han venido actuando hasta la fecha. Quizá no hay tiempo material para tumbar los límites de horario de cierre y de aforos antes de Nochevieja, pero sí para anularlos antes del 28 de enero, que es hasta cuando están vigentes estas restricciones.
Voy a escribir, aunque parezca (y sea) derrotista, que casi da igual. Lo fundamental es que vamos muy tarde. El reventón de contagios, con números de escándalo, comenzó hace dos semanas y estaba apuntado desde antes. Pero se juntaron el hambre y las ganas de comer. Ni siquiera han imperado los motivos economicistas. Ha sido más una cuestión de psicología social. La gente del común, o sea usted y yo, habíamos decidido que estas fiestas iban a ser casi como las de antes. Y ahí no hay autoridad sanitaria que hinque el diente, a no ser que pretenda salir malparada. Hasta los más mansos y cumplidores iban a aplicar el pase foral a lo que se les mandase. Ya verán cómo estas medidas moderadas van a ser incumplidas con fruición. Se le ha perdido no ya el miedo sino el respeto al virus. Para colmo, hasta el mismísimo presidente del Gobierno español nos dice que no hay que preocuparse porque hay muchos contagios pero pocas hospitalizaciones. Sigamos jugando a la ruleta rusa.
Lo dije en este lugar el pasado 17 de diciembre: “el modelo “Madrid según Ayuso” ha triunfado”. Ahora se adoptan unas medidas algo restrictivas a sabiendas de su inutilidad, para que “parezca que hacemos algo”, pero siendo conscientes de que ni existe voluntad por parte de la administración de hacerlas cumplir ni por parte de la ciudadanía de cumplirlas. Habrá empresas y autónomos que no las podrán soslayar y lo pasarán mal, muy mal, llueve sobre mojado; pero bueno ¿y qué?
En cuanto a medidas puramente sanitarias, pues se pueden resumir en: “haga vd. lo que pueda o sepa y, por favor, salvo que tenga la cabeza debajo del brazo o eche los pulmones por la boca, NO MOLESTE demasiado a OSAKIDETZA, que bastante tienen con lo suyo”.
Como en las guerras que contaba Gila. Mataban, pero sólo un poquito. Y creemos que con el vitus pasa lo mismo. Y yo creo que si sé ha perdido el miedo y el respeto al virus. Estamos vacunados, la mayoría. Tenemos el «pasaporte-covid». Y con todo esto creemos estar ya a salvo.
Pues sólo relativamente. Nada de eso garantiza al cien por cien la inmunidad. Pero además, creo, que se puede ser más o menos inmune, pero al mismo tiempo se puede ser transmisores, portadores del virus, facilitando su transmisión.
Por eso las precauciones básicas no debemos dejarlas de lado, está en juego la salud, la nuestra, la de nuestros familiares, amigos y conciudadanos.
Responsabilidad, no hay otra… hasta que el virus quiera.
La economía impone sus normas. Menos días de cuarentena. Con un trapito, lavado de manos y distancia social, está claro que el bicho no se rinde. Al final no será lo que el virus quiera, será la selección natural la que termine imponiendo sus normas.
Y, mientras tanto, ya ha aprecido una «delticron», una variedad de delta que tiene un montón de las mutaciones que convierten a ómicron en tan contagiosa.
No, no es un chiste.
No sabemos a que altura del curso estamos y ya hemos suspendido TODOS.
Ha llegado la hora de auto criticarnos seriamente. Los que nos dirigen que se lo hagan mirar.
¡Que desastre e incoherencia!
En Andalucía gobierna VOX con el PP o al revés, da igual, y los residuos de Arrimadas.
Hace dos meses la Junta despidió a 8.000 sanitarios.
Ahora se ven obligados a recurrir a jubilados para contener la Omicron.
Marca España y Olé.