Albricias y más albricias. La todopoderosa banca parece que, por una vez, ha sido capaz de dar su brazo a torcer. O, si lo pongo más en positivo, de escuchar y atender a razones. Confieso que ni por lo más remoto esperaba que llegara a buen puerto la quijotesca iniciativa del jubilado valenciano Carlos San Juan para exigir que las entidades ofreciesen un trato humano a las personas mayores. Pero, miren por dónde, un millón y pico de firmas y centenares de presencias en los medios después, anteayer las tres patronales bancaria del estado aprobaron las medidas para que en lo sucesivo los veteranos sean atendidos como se merecen tanto detrás de la ventanilla como por teléfono. Se habla de un canal prioritario para los pensionistas, pero en lo básico, la cuestión se reduce a no poner limitaciones de horarios ni de cantidades de dinero para realizar las operaciones más comunes. Es decir, que no tengan que estar mirando el calendario ni el reloj para pagar el recibo de la escalera y que no les exijan sacar doscientos euros cuando solo necesitan veinte.
Es imposible no celebrarlo, aunque también se hace difícil pensar por qué ha hecho falta una campaña viral para ofrecer como si fuera un triunfo lo que deberían ser unos requisitos mínimos de satisfacción de las necesidades de los clientes. Sí, de todos los clientes, independientemente de su edad. No encuentro ningún motivo por el que los menores de 65 años no podamos acceder a esos servicios en las mismas condiciones. Me pregunto si para conseguirlo tendremos que emprender una recogida de firmas. Aunque me temo que ni aun así tendríamos éxito en la demanda.
Un parche más que descrimina a personas por edad. Actuálmente hay personas menores de 65 años que no manejan las nuevas tecnologías. Basta recordar que esta misma banca prejubiló personas de 50 años en adelante cuando se implantaron los ordenadores en las oficinas al comprobar que les era imposible ponerse al día con estos aparatos.
Qué personas jubilados mayores de 65 años entre las que me incluyo, tengamos preferencia en la cola ante los que están en edad de trabajo me parece totalménte incoherente.
Yo además de la Banca me pregunto sí con la Atención Primaria no habrá que recoger firmas también.
Empieza uno estar hasta las pelotas de cuando llamas al Ambulatorio salga la maquinita diciendo: Si es Covid pulse uno, si es vacuna pulse 2 . Sino espere, y despu´és de un rato, operador@s ocupad@s. Pida cita por Internet.
Resultado: 5 o 7 días de espera para una cita telefónica, o a pagar 200 euros a la privada.
EDADISMO (discriminación por razón de edad) puro y duro es lo que han hecho las Entidades bancarias. Puro lavado de cara. Un simple: «vale, vamos a atender a estos pobrecitos mayores que no saben manejar las nuevas tecnologías». Y en cierta medida es verdad, pero es que en la reclamación de esos «pobrecitos mayores» está implícitamente manifestado que un sector de sus clientes, más allá de su edad, desean y reclaman una atención y una relación más personal.
Por eso estoy de acuerdo con la pregunta de Javier: ¿por qué los menores de 65 años no pueden tener, si lo desean, un trato igual que los mayores?
Ya, es más cara la atención personalizada que la telemática. Y la pela es la pela. Así si lo entiendo.