Como imaginarán, no albergo la menor simpatía por el ex miembro de ETA Xabier Atristrain. No se me escapa que directa o indirectamente participó en asesinatos, secuestros y extorsiones, y que, desde luego, apoyó todos los crímenes de la banda de la que era miembro y de la que ni mucho menos ha abjurado. Con todo, mis consideraciones morales sobre el tipo no me impiden denunciar que su detención y reingreso en prisión constituyen un atropello de esos derechos que tanto se cacarean. Nos guste más o nos guste menos, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos tumbó hace tres semanas el recurso que había presentado España contra el fallo que obligaba a su excarcelación. El motivo que se esgrimía en el auto inicial y que se repite en la resolución del recurso es que tras su detención en 2010, Atristrain vio vulnerado su derecho a elegir un abogado de confianza. Y como se trata de un fallo firme, la consecuencia inmediata era que no se podía revocar la libertad de la que gozaba desde febrero. Punto pelota.
O no tan punto pelota. No para el Tribunal Supremo, que se ha fumado un puro con la sentencia de obligado cumplimiento y ha devuelto a la cárcel al exmiembro de la banda. Atendiendo a la larguísima lista de barbaridades que tiene acreditado el organismo judicioso, tampoco podemos decir exactamente que sorprenda esta última. Otra cosa es que tenga quintales de bemoles que nada menos que unos magistrados se declaren abierta y desvergonzadamente en rebeldía contra lo que les insta a cumplir el TEDH, una entidad a la que debe obediencia. Curiosa pero reveladora forma de entender el imperio de la ley.
¿Y qué coño pinta entonces el TEDH? ¿Y porqué vamos a obedecer los demás al Supremo?
Ya….porque la ley es igual para todos….la ley del más fuerte, quiero decir.
Otro nuevo escándalo de uno de los estamentos más altos de la Administración de Justicia en España. ¿Y cuántos van ya? Qué difícil es así tener confianza en la Administración de Justicia de este País, llamado España y considerado como un Estado de Derecho.
Será que no lo entiendo, y como yo muchos ciudadanos y ciudadanas, por eso sería bueno que alguien, y el mejor para hacerlo sería el propio Supremo, nos lo explique.
Estoy en línea con la postura de Javier de no sentir ninguna simpatía por el protagonista de esta historia, pues creo en eso de que «el que la hace, que la pague «, y si además de eso muestra arrepentimiento y pide perdón mucho mejor.
Y a partir de ahí, todas las garantías judiciales para un juicio justo y una condena ajustada a Derecho, libre de venganzas y revanchas. Y siempre con la posibilidad de la reinserción social cuando ella tenga lugar, en tiempo, lugar y forma
Cuando entras en un club tienes que aceptar sus normas y beneficiarte de sus ventajas , esto lo entiende todo el mundo , menos los jetas de los franquistas que creen que lo importante es pillar «cacho» y lo demás pasártelo por el forro y a eso se dedican . Espero que Europa saque la tarjeta roja y les diga que si no hay cumplimiento a la «piuta calle» .