Empezaré por lo evidente para no dejar lugar a dudas sobre el propósito de estas líneas. Mónica Oltra ha sido objeto de una cacería sin tregua ni piedad por parte de la derecha mediática española. Se han dicho y escrito cosas sobre la ex vicepresidenta de la Comunidad Valenciana que, si no son directamente querellables, son indiscutiblemente miserables e indecentes. El machismo más tarugo ha estado presente en buena parte de las andanadas, y no han faltado ocasiones en que venían con firma de mujer.
Ocurre, sin embargo, que bajo esa montaña de bazofia, hay hechos que nadie que se tenga por progresista y/o feminista puede defender, minusvalorar u ocultar. Ya no es solo que se abusara sexualmente de forma reiterada de una menor tutelada por el departamento de la Generalitat que ella regía. O que el autor de la tropelía fuera su ahora exmarido. No. Lo grave es que primero se intentó convencer a la víctima de que callara por las buenas. Luego, por las no tan buenas, advirtiéndole de las consecuencias. Lo penúltimo fue desprestigiarla dejando caer aquí y allá que era una buscona. Y, como colofón, llevarla a declarar esposada alegando riesgo de fuga… ¡cuando era la víctima, joder, la víctima! Eso no lo hizo Oltra. Pongamos que ni lo ordenó ni lo sugirió. Pero, desde luego, no lo impidió, cuando los ejecutores de esas y otras fechorías fueron personas a su servicio, unos por oposición y otros por elección. Sin necesidad de que venga una fiscal (progresista, por cierto) a investigar, el más elemental sentido de la responsabilidad política habría implicado la dimisión inmediata. Seis años ha tardado.
Cacería…porque cacerías hay de forma sistemática, cierto, pero imaginemos que todo eso que describes de la actuación de Oltra en este caso lo hubiera protagonizado una mandataria del PP.
La cacería mediática se habría trasladado también a la calle, con concentraciones vociferantes frente a su domicilio, etc.
No me consta que el feminismo se haya movilizado especialmente en este caso y eso que lo que describes es muy grave.
“Mónica Oltra ha sido objeto de una cacería sin tregua ni piedad por parte de la derecha mediática española.” Pues sí; y a Rita Barbera y a Francisco Campos los lincharon la izquierda mediática y algo ayudó también el nacionalismo periférico. Y “algo” tuvo que ver también Mónica Oltra. Mal entonces y mal ahora. Así somos, todos, sin superioridades morales, por favor.
Es una pena que en muchas ocasiones el «ruido mediatico» y los intereses de quienes «destapan» este tipo de delitos, hagan olvidar la importancia del propio delito. A mi no me importa quién lo destapa. A mi lo que más me importa es el propio delito y sobre todo la víctima, y con ella hay que tener el máximo respeto.
También es importante, creo, separar el proceso judicial del proceso político. Claro que Oltra es inocente hasta que un Juez se pronuncie al respecto. Pero políticamente, y aunque sólo sea aplicando lo que ella pedía para otros, su obligación era dimitir, y lo ha hecho pero no se si tarde y de buenas formas. No voy a juzgarlo. Pero lo ha hecho y eso hay que valorarlo positivamente, pues otros, en iguales situaciones no han dimitido de ninguna manera.
Y en cuanto a «destapadores» de delitos, los hay de todos los colores. Considero que a estos también habría que juzgarles por encubridores del delito, pues sabiendolo desde mucho tiempo antes de denunciarlos, han esperado al momento de poder tener con ello el mayor rédito político posible. Ósea, delito de encubrimiento, y desprecio total a las víctimas.