La última vez que supe de José Luis Balbín fue hace cuatro años. Batallaba con la RTVE todavía en manos del PP para que el ente no utilizase en vano su legendario programa La clave en su página web. Al indómito asturiano le quemaba que la misma casa que lo purgó en tiempos del felipismo por negarse a bailar el agua a aquel PSOE de las corruptelas y los GAL se aprovechara de su trabajo y hasta proyectara recuperar el nombre para un debate que, obviamente, no tendría que ver con el original.
Desconozco cómo terminó la disputa, pero no ha dejado de llamarme la atención que haya sido la cuenta de Twitter del archivo de la radiotelevisión pública española la que nos diera anteayer la noticia de la muerte del inmenso comunicador. Me alegro, en todo caso, de que nadie osara tratar de recuperar la marca y un formato que, desgraciadamente, no tendría sentido en la actualidad. De hecho, ya no lo tuvo en los noventa del siglo pasado, cuando él mismo lo remedó en la entonces recién nacida Antena 3 Televisión.
No sé si, citando a Neruda, nosotros, los de entonces, somos o no los mismos, pero sí tengo claro que la época ha cambiado. Aquellos programas petados de humo con invitados e invitadas de mil ideologías y dos mil ocupaciones ya solo tienen lugar en el recuerdo convenientemente recauchutado de quienes por aquellos días no veíamos tanto La clave como hoy presumimos. Eso no es óbice para reconocer que el programa marcó una época, que hoy sería sencillamente irrepetible y sobre todo, que su creador, que nos acaba de dejar, fue uno de los comunicadores más brillantes del último siglo. Descanse en paz.
Yo, por edad, tampoco lo vi en su día (sí se me quedó grabada la sintonía, de cuando lo veían mis padres) pero ahora sí me suelo poner algunos en Youtube y es otro nivel, tanto cultural e intelectual como de educación.
Se hablaba de temas muy delicados y sensibles en una época y situación convulsa y hablaban con argumentos, con respeto, sin interrumpirse ni gritar…entre gente que estaba en distintas trincheras. Hace poco volví a ver uno sobre el asesinato de Lorca interesantísimo.
La sintonía de La Clave la compuso Carmelo Bernaola
En todas las profesiones hay MAESTROS (así, con mayúsculas), hay aprendices y hay quienes no aprenden nunca. Sin duda José Luis Balbín fue un MAESTRO del Periodismo. Descanse en Paz.
Se le recordará por su trayectoria profesional, y también por su valía personal. Lo importante es que estos MAESTROS dejen alumnos capaces de seguir su camino, con otras formas, con otros estilos, en otros nuevos medios de comunicación, pero siempre con profesionalidad, criterios y opiniones propios, y sobre todo con la verdad por delante.
Ya sé que es pedir mucho, teniendo en cuenta los tiempos que corren, pero hay que intentarlo, y si no es posible, siempre es mejor decir NO, a quienes tratan de dominar y controlar la libertad del Periodista.
De lo mejor que uno recuerda haber visto en la televisión…
Una película introductoria, un excelente presentador de los temas y moderador, siempre con fondo de armario para no hablar a humo de pajas, un elenco de especialistas en la materia tratando de cosas de las que saben y un espíritu de libertad intelectual y capacidad crítica… De esos programas que le enriquecían a uno y le hacían mejor, saliendo a altas horas de la madrugada del espeso humo aquél de pipa balbinesca…
Hoy día, por contra, me parece que hay bastantes programas televisivos (y no televisivos) que no hacen sino embrutecer, tratando al espectador como un ser infantil, cuya inteligencia y sensibilidad debe ser menospreciada, cuando no despreciada directamente…
O tempora, o mores…
Recuerdo algunos de los debates, algunos de los interlocutores, algunos de los temas y películas, pero lo que me ha quedado es el programa, su formato y su mensaje de respeto y corrección en el intercambio de argumentos, siempre plurales. Su principal mensaje fue el propio programa.
Extraordinario ejemplo de que el medio es el mensaje, que dijo McLuhan. El contenido no es que fuera importante, que lo era habitualmente. Es más la forma de tratarlo y trasmitirlo lo que ha trascendido.
Largos recuerdos para Balbín.
Solo recuerdo un referente similar en materia de comunicación: Eduard Punset con Redes