Cautivo, desarmado y abandonado hasta por el gato del 10 de Downing Street, como se descuajeringaban los memes de internet, Boris Johnson ha acabado echando la rodilla a tierra. O algo así, porque, en realidad, no consumará su dimisión, según tuvo el rostro de anunciar, hasta que el Partido Conservador escoja a su sustituto, lo que puede tardar un buen rato. Entretanto, se atornilla a la poltrona y, para lo que le queda en el convento, no se priva de ciscarse en sus correligionarios, a los que definió como rebaño en su escocida alocución de ayer.
Aunque nos pille un poco lejos, la resistencia del individuo a abandonar el cargo nos sirve como demostración de que en todas partes cuecen habas bastante poco digeribles. Por lo demás, merece la pena recordar que el mismo tipo al que ahora despiden a patadas fue no hace demasiado el político más popular del Reino Unido y el que cosechó unos de los resultados electorales más espectaculares de los que hay constancia por aquellos pagos. Alguna cuenta habría que pedirles a quienes le rieron las gracias y, en definitiva, lo pusieron en situación de arruinar el país. También merece una reflexión que, después de haber procurado un roto histórico a los suyos con el Brexit o de haber propiciado la muerte de decenas de miles de conciudadanos con su criminal gestión de la pandemia, lo que empezó a cavar su tumba política fuera su participación en un porrón de fiestas cuando estaba prohibido celebrarlas. Bien es verdad que la puntilla ha sido su ocultación continuada de los abusos sexuales sobre dos hombres cometidos por su conmilitón Chris Pincher. Nadie lo va a echar de menos.
Si, pero al final le han hecho largarse. En España no dimite ni Blas. Es la diferencia.
Es triste ver que personas como Boris Johnson pueden llegar a ser Primer Ministro del Reino Unido, o de cualquier otro Pais. Me da igual, pero parece más escandaloso en este caso del Reino Unido. ¿Es un defecto de la Democracia como sistema político? ¿O somos los votantes quienes nos confundimos? Tal vez ambas cosas. Pero en este último caso, y en cierta medida, tenemos una «disculpa»: la sarta de engaños y manipulaciones a que somos sometidos durante las campañas electorales.
Son muchos y muy potentes los recursos que se ponen al servicio de los partidos y sus candidatos. No es fácil escapar de ellos.
Ahora bien, a pesar de todo lo anterior, parece que, en Democracia, es posible quitar a un Primer Ministro cuando lo hace mal. Y esto no es poco. Así es que, aún con todos sus defectos: ¡VIVA LA DEMOCRACIA!.
Que de lo otro ya «consumimos» una buena ración durante cuarenta años.
Si el partido en bloque te da la espalda y te exige que te vayas no hay quien resista. Y ha resistido bastante…vamos…que más que dimitir él le han dimitido.
En España lo hemos visto hace poco con Pablo Casado, salvando muy mucho las distancias en cuanto a cargo, responsabilidad y relevancia.
Creo que al final «dimitió» él tras unos días como gato panza arriba y porue era insostenible, no había más cojones.