Otra más del PP para la antología sideral de la infamia. A falta de nada mejor que ofrecer, su gran golpe de efecto en la primera sesión del debate sobre el estado de la nación consistió en la petición de un minuto de silencio por Miguel Ángel Blanco. Un truco ventajista hasta la náusea. Nadie en el hemiciclo podía hacer otra cosa que sumarse, aunque no fuera más que por no embarrar el patio ni permitir que la sucia jugarreta obtuviera el rédito buscado. Porque esta vaina no va (nunca fue) de denunciar un asesinato especialmente vil sino de aprovecharse impúdicamente de que hubiera ocurrido. Si la propuesta hubiera sido sincera, no habría sido necesario el tatatachán. Con haberlo planteado a los portavoces de los grupos o, incluso, a la presidenta de la cámara, habría bastado. Pero, claro, así no se ganan los focos y los titulares.
La indecencia añadida al birlibirloque fue que los culiparlantes del PP, incluidos la hiperventilada portavoz Cuca Gamarra y el espectador Alberto Núñez Feijóo, se presentaron con un lazo azul en la solapa. En su descomunal falta de escrúpulos, no les tembló el pulso para apropiarse de un símbolo de cuyo origen y significado, por lo demás, no tienen ni pajolera idea. Como tuvieron que correr a explicar ayer personas que sí saben de lo que hablan, ya en 2007, Gesto por la paz debió aclarar que el lazo había surgido como protesta por el secuestro de Julio Iglesias Zamora y que recobró sentido en el cautiverio a manos de ETA de José María Aldaya. Por eso no les parecía correcto que se mantuviera para otras reivindicaciones. 15 años después, el PP se lo pasa por el forro.
Cuando los símbolos son sólo eso: símbolos. Cuando las palabras son sólo eso: palabras. Pasa lo que pasa. Que se pierde el respeto a los símbolos y la credibilidad a las palabras.
El Lazo Azul, un símbolo que va a cumplir pronto los treinta años de su creación. Un símbolo que muchos vascos nos pusimos en la solapa como muestra silenciosa, pero pública y notoria, de nuestro rechazo y condena al terrorismo de ETA.
Un rechazo y condena respetuoso y plural. Nos lo pusimos y nos manifestamos con ese Lazo Azul en infinidad de calles y plazas del País Vasco, cada vez que habia un atentado o permanecía alguna persona secuestrada. Y lo habíamos sin mirar en la ideología, ni en el partido a que pertenecían las víctimas.
Pero no soy ingenuo. También recuerdo quienes no participaban en esas concentraciones ni se ponían el Lazo Azul. Y peor aún, que se ponían frente a quienes nos manifestabamos y recibíamos de ellos todo tipo de insultos.
También recuerdo a quienes, en contra de los principios y objetivos de aquellas concentraciones, sólo participaban cuando la víctima era de su partido.
Y con todo esto, cuando el Lazo Azul va a cumplir treinta años y tiene el significado que tiene, me repugna que existan personas, con altas responsabilidades políticas, que se presten a hacer un uso partidista e interesado de un símbolo como el Lazo Azul.
Por sus actos les conoceréis.
Vaya que si los conocemos.
La cosa ésa del suelo ético en la política española pasa a ser el subsuelo ético en conexión directa con la red de cloacas.
Me acuerdo de cuando responsables del PNV daban como una buena noticia la llegada del Mesías N.Feijoo. ¡ Qué visión del terreno de juego!