Es verosímil que Adriana Lastra haya decidido dejar de ser vicesecretaria general del PSOE debido a su embarazo de alto riesgo. En todo caso, llama la atención y manda un mensaje extraño que, para una mujer, hacerse a un lado sea la salida en una situación como esta. ¿No bastaría tomarse el tiempo necesario y luego volver a las responsabilidades? Así y todo, y aunque los motivos hayan sido estrictamente personales, parece que hay muy poca gente dispuesta a creérselo. Menos, si atendemos a lo que ya se venía susurrando en patios de portería de diversa obediencia ideológica.
Están en las hemerotecas, todavía calentitos, los chauchaus que señalaban a la política asturiana como cabeza de turco tras el desastre socialista en las elecciones andaluzas. Junto a ella, se situaba en el disparadero al navarro Santos Cerdán, número tres de Ferraz y, como la propia Lastra, sanchista de primera hora. Las broncas entre una y otro han sido un suculento secreto a voces a lo largo de las últimas semanas.
A la hora de escribir estas líneas, no esta claro que Cerdán vaya a aguantar en el organigrama. La teoría más extendida entre los sanchezólogos es que el líder indiscutido va a aprovechar el movimiento para hacer una limpia general. Igual que hace un año por estas fechas Pedro Sánchez dio la patada a algunos de sus más fieles escuderos en el gobierno, parece que se viene un tantarantán en la estructura interna del PSOE. Como argumento, se aporta la necesidad de afrontar las cada vez más cercanas citas electorales. Y cuadra. Pero también podría ser, sin más, que Lastra haya dimitido por motivos personales.