Votar mal, votar bien

Recuerdo cómo hace apenas cuatro meses nos revolvimos contra Mario Vargas Llosa por haber dicho que en unas elecciones lo importante no es la libertad sino votar bien. Menuda golpiza dialéctica le atizamos al tan insigne literato como despreciable malmetedor politiquero. Y en vanguardia del linchamiento, la crème de la crème progresí. La mismita que anda ahora repicando con ardor un meme en el que sobre la imagen de Paco Rabal en Los santos inocentes se lee: “Señorito, hemos votado lo que nos ha dicho”. O la que, por todo análisis del hostión cósmico de la izquierda en las elecciones del domingo pasado sentencian que lo que pasa es que en Castilla y León no hay más fachas desorejados.

Les puedo asegurar que lo que salió el otro día de las urnas no me gusta ni medio pelo. Pero no me quedan más bemoles que aceptarlo como lo más aproximado al reflejo de la legítima voluntad popular. Y no, bajo ningún concepto, me siento con la superioridad moral de achacarlo a la ignorancia de los que depositaron su papeleta ni a su condición de borregos manipulados por los perversos medios de comunicación. De hecho, si fuéramos una migaja sinceros, admitiríamos que ahora mismo el discurso dominante en las teles y los digitales que cortan el bacalao es justamente el de la acera de enfrente. Quizá merecería la pena reflexionar sobre el efecto bumerán de las hiperventiladas alertas antifascistas. Pero supongo que ante la victoria por goleada de la requetederecha resulta más fácil cogerla llorona que dedicar un par de segundos a plantearse si las formaciones que se dicen de izquierda no lo estarán haciendo rematadamente mal y así les luce el pelo.

3 comentarios en «Votar mal, votar bien»

  1. Yo creo que votar a Vox es votar mal. Y me da igual que gane cualquiera pero, esos, no.Pero no porque no sean de mi ideología, como le pasa a Llosa, sino porque son de una ideología que pretende acabar conmigo. Lo siento, yo pido reciprocidad. Si tengo que aceptar que gane alguien, me da igual como piense en todo menos en si aceptaría que ganara yo. Si no es así, conmigo que no cuenten más que para hacer con ellos lo que harían ellos conmigo: prohibirlos. Directamente. La democracia son unas reglas de juego donde ace`ptas que gane otro si acepta que ganes tú. Otra cosa sería del género bobo.

  2. Como se ha visto con todas las portadas, guerras civiles también tienen los partidos de derecha, así que eso tampoco explica por qué la izquierda (especialmente la más «pura») esté en crisis.

    Yo tengo mi propia teoría; consiste en que desde la izquuerda se ha permitido normalizar una serie de tácticas en nombre de «alertas sociales» y «principios» sin pensar que estas mismas técnicas se pueden aplicar en nombre de eso mismo por la derecha más ultra. Por ejemplo, si llegamos al punto de crear un «derecho al escrache», vienen los nazis (sí, con esas palabras) y se van de rositas cuando lo llevan al extremo lógico.

    Lo mismo pasa con el derecho que hemos creado para cargarnos el marco jurídico con una mayoría de chichinabo. Cuando una futura mayoría PP-VOX (o, visto lo visto, VOX-PP) empiece a derogar cosas por decreto sin hacer caso a ninguna disposición y meándose en las sentencias… ¿Decidme por qué es distinto a lo que se hizo en Cataluña? Ah, ya. Noslomismo porque son los buenos. La barra de hierro que forjes, la usara tanto el amigo como el enemigo. No vale chillar porque ahora te van a dar con ella en el lomo.

  3. Las múltiples izquierditas txotxolas transmiten tal imagen de descoordinación, desorganización, falta de objetivos claros y luchas internas por unos sillones más o menos, que cualquier derecha derriba su tenderete con un soplido. Como en el cuento de los Tres Cerditos.

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