Réquiem desafinado por CNN+

Los del gremio somos así. Lloramos casi siempre cuando es demasiado tarde y más de una vez, por penas que no tienen vuelta de hoja. No recuerdo yo que CNN+ haya despertado grandes pasiones militantes durante los once años, para mi milagrosos, que se ha mantenido en el aire. Ahora que tenemos la certeza de que hace unas horas dejó de emitir uno de los pocos canales que, con sus defectos, surfeaba sobre la nadería catódica y el raca-raca cavernario en que sesteamos, izamos a media asta la bandera de la profesión. Creo que a nadie se le escapa que el luto solidario por las decenas de compañeras y compañeros que se quedan a la intemperie tiene música de Paco Ibáñez y letra de Blas de Otero: Vendrán por ti, por mi, por todos; aquí no se salva ni Dios, lo asesinaron. Los próximos, efectivamente, podemos ser culquiera de nosotros.

¿Culpables?

Mal haremos si señalamos como culpable al empedrado o, en este caso, a la impía lógica empresarial que antepone el beneficio al inalienable derecho a una información veraz y blablablá. Está bien que nos creamos la última chupada del mate, que diría Cortázar, pero ya que no salimos de las facultades con la ortografía y la gramática en mínimas condiciones de uso, por lo menos, podríamos habernos licenciado sabiendo que este juguete es muy caro. Si los medios no son rentables económica y/o ideológicamente, no hay más tutía que echar la persiana. Será todo lo injusto o cruel que queramos, pero en eso somos exactamente igual que la mercería de la esquina: si el género amarillea en el escaparate, toca poner el cartel de “Liquidación por cese de negocio”.

Siento ser tan descarnado en la exposición, pero estoy convencido de que el primer mandamiento de nuestro oficio es tomar conciencia de la realidad, por cruda y jodida que sea. Y ahí es donde nos desmorramos una y otra vez. Durante años, y con especial regodeo en los de bonanza económica, hemos alimentado la fantasía de que poner una grabadora en una rueda de prensa o llamar al secretario de la cofradía del espárrago para hacerle una entrevista de plantilla nos situaba a la misma altura que George Steer contando al mundo el bombardeo de Gernika. Google y la Wikipedia han hecho el resto. Para qué aprender el nombre del alcalde de Gasteiz, si con darle unos toquecitos mágicos al teclado, la pantalla te lo chiva. Nosotros mismos hemos elegido una forma de ejercer el periodismo que nos convierte en material perfectamente prescindible. Cuando las cuentas no salen, a la calle. Como consuelo, el pataleo.