El bebé de Bescansa: juicio de emociones

 

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No han entendido nada, ¿verdad? ¿Aún no se han enterado de lo que ocurrió en la constitución del Congreso y Senado el pasado miércoles? Ustedes, líderes políticos y de opinión, se niegan a reconocer que se ha producido un cambio y que esta leve e inicial transformación se ha transfigurado en determinadas imágenes, divulgadas profusamente por televisión, que se les antoja anecdóticas, incluso circenses, pero que se han impuesto con tal fuerza emocional entre la gente que a ustedes les han descolocado. Y las rechazan y, lo que es más inquietante, las critican. No hay reacción más estúpida que refutar una emoción. ¡Las emociones no son discutibles ni se enjuician, oigan! Se sienten -del verbo sentir-, coño.

Las rastas, las charangas, la silla de ruedas, la diputada negra, las lágrimas de Pablo Iglesias, las bicicletas, las fórmulas creativas de juramento y, sobre todo, el bebé de Carolina Bescansa son tan poderosos símbolos y gestos comunicativos que harían bien los poderes clásicos, si no quieren verse superados por la rotundidad de las urnas y el corazón de los ciudadanos, en aceptar su real significado y naturaleza radical.

El coro de reproches, de izquierda a derecha (que se igualan en sus miedos hacia el enemigo común que los desplaza), que ha recibido la congresista de Podemos por acompañarse de su niño en el escaño es toda una impugnación del modelo de la transición. ¡Los esquemas del sistema desbaratados por un bebé! Impresiona la debilidad de la política ante una imagen tierna que humaniza un escenario rancio y con olor a cerrado. Y produce algarabía su percepción como amenaza para las tradiciones y vicios de las instituciones congeladas.

Además de divertido, ha sido un abrumador juicio de intenciones sobre la espontánea decisión de Bescansa que ni siquiera tuvo carga reivindicativa de la conciliación del trabajo y la maternidad. ¡Qué elementales son la clase política y los medios españoles! Mientras estos mostraban su cólera de etiqueta, la gente estaba sencillamente emocionada. Siguen sin enterarse.

 

 

Un comentario en «El bebé de Bescansa: juicio de emociones»

  1. ¿ Sencillamente emocionada? ¿ Volvemos a jugar con las vísceras en lugar de con las realidades del día a día?
    Los partidos del régimen ( PP y PSOE fundamentalmente) se han lanzado a criticar una actuación que no debería haber tenido recorrido. Esto ha sido aprovechado por Podemos para relanzarse.
    Pero esto no significa que se trate de estrategias opuestas. Lo dije el otro día y lo mantengo: Podemos no es sino una organización que funciona como una cortina de humo para ocultar los verdaderos problemas que nos acechan.
    Y en ese juego vale hablar de tonterías como la que nos ocupa. Lo que resulta sorprendente es que haya periodistas que hablan de «emociones». La emoción la tendremos todos cuando veamos que 62 personas no acumulan la misma riqueza de 3600 millones. Y eso ni el bebé de Bescansa, ni Iglesias y sus numeritos lo van a traer.

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