El drama de la tele y la política

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Los románticos -los últimos ingenuos- desearíamos que las cosas importantes que suceden en el mundo fueran por heroísmo, por amor o por grandeza. Gratis; pero eso solo ocurre millones de veces en el anonimato de la vida. En el piso superior de nuestra sociedad, donde habita el poder y los medios distraen su vanidad, todo se mueve por interés económico. Envueltos en su patético cinismo, la política, el dinero y la tele sienten la necesidad de hacerse querer, sin menoscabo de seguir condicionando nuestra libertad. Su demanda de cariño y admiración (que vienen a ser lo mismo) es proporcional a su quehacer miserable. Sí, quien se sube al escenario busca desesperadamente el afecto y la adoración de las masas.

Mercedes Milá siente, por fin, que el público la desprecia. Ha tardado dieciséis años en percatarse de que pocos la quieren y todos la vemos como la sacerdotisa de una incruenta ceremonia donde se sacrifica la integridad humana. Ha anunciado que deja Gran Hermano, seguramente para siempre porque el programa agoniza y ella ya es muy mayor. Al menos en su retirada no habla de experimento social para justificar el engendro. Hubiera querido que todos saliéramos a la calle a suplicar que continuara. ¡No nos abandones, Merceditas, por favor! Pero, ¿quién ama y elogia a la grotesca reina de la telebasura? Lo cierto es que se va porque quería más amor en forma de más dinero y Vasile se lo ha negado. La catalana tiene difícil su rehabilitación profesional, encasillada en el recuerdo de lo más abyecto de la tele. Ni hablar de libros la salvará, ni alabar el triunfo del PP le valdrá un hueco en la derecha mediática. Ella misma es el símbolo del deshonor.

La gente de la tele busca más dinero de la tele, como los futbolistas esquilman el fútbol. Hay que ordeñar la vaca hasta exprimirla. Cuéntame se va a Antena 3 por la pasta. Lo mismo que Mariló deja TVE para echarse a los brazos de oro de Telecinco. La tele no es una épica para entretener a un país o ganar elecciones. Es un negocio con demasiados socios, bastante paranoicos.

 

Un comentario en «El drama de la tele y la política»

  1. Muy acertado este artículo.
    Yo pienso exactamente lo mismo.
    Es más me atrevería a decir que Mercedes Milá ya es un vejestorio y está decrépita.
    Muchas felicidades por su articulo.

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