No aceptes esa copa, mujer

EL FOCO

20 de octubre 2016

Onda Vasca

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Las mujeres lo tienen casi todo mal. Cobran menos que los hombres, tienen más tareas familiares, no se ven reconocidas para acceder a puestos de rango superior, tienen que demostrar más sus capacidades que los hombres, cargan con los hijos, son más vulnerables… y lo que es peor, son objeto de agresiones, asesinatos y ataques sexuales. ¿Cómo lograr un mundo equilibrado si la mitad, las mujeres, lo tienen tan difícil? Es muy desesperanzador.

Me refiero ahora a una nueva, aunque vieja, enemiga. La burundanga. Una droga a la que llaman “la droga de la voluntad” o también “la droga de los violadores”. Hemos conocido recientemente casos del uso de esta sustancia con la que unos canallas, cobardes que, por su falta de hombría y su mente criminal, someten a las mujeres a todo tipo de agresiones, del robo a la violación sexual. Un arma de destrucción masiva en ambientes urbanos. Parece, aunque no está confirmado, que pudo ser usado en los sucesos de Pamplona, donde cinco hombres violaron en manada a una joven sevillana. Y se dice, según las investigaciones, que este mismo grupo pudo usar la burundanga contra otra chica en Córdoba.

No estamos ante leyendas urbanas. Se está utilizando la burundanga para abusar de mujeres e intoxicar a ancianos para robarles el dinero de cajeros automáticos y en sus casas. Esto lo saben en los servicios de urgencia de los hospitales, donde llegan personas afectadas por la escopolamina, que produce desinhibición y amnesia. Se sabe que se adquiere por internet y su precio es asequible. En algunos portales de jardinería se pueden adquirir las semillas. Las víctimas de la burundanga no recuerdan nada. Y por eso se la llama “sumisión química”.

La burundanga proviene de la planta del estramonio. Aunque no es de nuestro clima, puede crecer favorecida por la humedad de nuestros ríos. Hoy hemos sabido que el ayuntamiento de Getxo ha retirado una docena de plantas de estramonio que había crecido a orillas del río Gobela. ¿Crecieron de forma espontánea? ¿Alguien las plantó para luego obtener con su semilla esa peligrosa droga? ¿Hay un mercado de burundanga? ¿Qué se está haciendo para evitar su proliferación, comercio y uso?

Esto no es alarmismo. Es una realidad. Y lo que puede estar creando en algunos ambientes en que las mujeres tengan que decir no a una copa, a salir con personas no conocidas o amistades eventuales. Hechos que coartan la libre relación y destrozan los vínculos humanos y sociales. Algunos expertos afirman que el 30%% de las agresiones sexuales se deben a la burundanga. ¿Y qué es lo que ocurre? Que las mujeres, al no recordar nada, no suelen denunciar estas agresiones, porque no tienen conciencia de lo que pudo ocurrir, aunque tengan la convicción de haber sido agredidas sexualmente.  Lo pueden atribuir a una borrachera. Estamos en el peor de los escenarios: la práctica impunidad. Esta es la fuerza criminal de la burundanga, que favorece la impunidad de los violadores. Contra eso, es necesario que las mujeres que tengan la sospecha de haber sido intoxicadas con esta sustancia, denuncien los hechos y acudan al hospital si tienen síntomas como  amnesia completa o parcial, resaca desproporcionada, desinhibición, parálisis sin pérdida de conocimiento, agitación o alucinaciones, pérdida de conocimiento, alteración del juicio, alteraciones en el habla, mareo o vértigo, alteraciones visuales, alteraciones del equilibrio, somnolencia, nauseas o vómitos, confusión, comportamiento inusual. Además, hay que acudir rápido, porque en apenas seis horas la burundanga desaparece del organismo.

La vergüenza de las víctimas es el mejor aliado de los violadores que usan esta droga, aunque en la orina puede haber rastro en doce horas y quedar indicios en una semana tras su ingesta. No es fácil para las mujeres víctimas, que se enfrentan al drama de no ser creídas. Anulada su voluntad, ¿cómo se puede demostrar que sus relaciones sexuales no fueron consentidas? ¿Cómo no confundirlo con el resultado de una gran borrachera de alcohol? Estamos ante un poderoso enemigo.

El resultado, en este contexto, es que las mujeres se nieguen a establecer relación con personas que no conocen. ¿Cuántas historias, bonitas e importantes, historias decisivas en sus vidas, dejarán de hacerse realdad por miedo a la burundanga? Es una tragedia, que rompe vínculos y envenena la vida social y personal de todos, sobre todo de las mujeres.

Mujer, si no puedes aceptar una copa de un hombre que te invita con la mejor intención, si no puedes establecer una relación romántica, ¿qué te queda? Es un desastre. ¿Habrá que inventar la vacuna contra la burundanga? ¿Habrá que llevar un vaso cerrado desde casa para beber en las fiestas? ¿Habrá que dejar de ir de fiesta o vigilar el vaso en el que bebemos?

¿Habrá que desconfiar de todo el mundo?

Hasta el próximo jueves.

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