EL FOCO
Onda Vasca, 20 abril 2017
Esto no es una película, ni una historia cualquiera de ficción. Ha ocurrido y está ocurriendo aquí, en Bilbao, una ciudad de Euskadi. Su protagonista es un profesor de la Facultad de Ingeniería, de la Universidad del País Vasco, UPV-EHU. Se llama Felipe Uriondo e imparte la asignatura de Electrotecnia. Uriondo es un profesor único. Además de dar las clases que tiene asignadas por su departamento, dedica las tardes de los viernes, de 6 a 9, cuando todo el mundo se ha lanzado a la vorágine del fin de semana, a impartir clases de apoyo a los alumnos. A sus alumnos y a los de otras clases. Nadie se lo manda ni impide a ningún alumno, venga de donde venga, que participe de sus clases. Son clases de refuerzo de una asignatura endemoniadamente difícil.
Y no solo eso. El profesor Uriondo ha creado una plataforma virtual con sus apuntes y problemas resueltos, que los alumnos de la asignatura pueden consultar libremente desde sus casas. Y ya, llegando a lo prodigioso e increíble, Uriondo facilita su teléfono móvil a los alumnos para que estos puedan llamarle para hacerle alguna pregunta y aclarar dudas. ¿Puede ocurrir algo más increíble en nuestra Universidad pública? A mí me parece, que Uriondo es la reencarnación del profesor John Keating, personaje central del libro y película “El Club de los Poetas muertos”, la historia del profesor que quiso ir más allá de lo que el sistema educativo, con sus mezquindades y limitaciones de concepto, le podían permitir y finalmente le expulsaron del Colegio. Porque era una amenaza para todos. Demasiada entrega a los chicos, demasiada creatividad, demasiada implicación. Todo demasiado para un modelo educativo obsoleto y sindicalizado.
Como al profesor Keating, a Uriondo sus compañeros del departamento de Electrotecnia le han dicho que tenía que cesar de implicarse tanto con los alumnos y alumnas. Porque eso les dejaba en evidencia. Porque el sistema no lo tiene escrito en sus estrictos protocolos. Y le han derrotado. El mismo lo ha declarado en un mensaje de correo electrónico enviado a sus chicos y chicas: “Lo siento, me han vencido”. Y les anunciaba que “con todo el dolor de mi corazón” tenía que renunciar a dar esas clases de refuerzo- Y lo que es aún más trágico, ha tenido que renunciar a impartir la asignatura el próximo curso. Muy bien, ya tiene la Facultad de Ingeniería de Bilbao, sus compañeros del departamento de Electrotecnia y la Universidad del País Vasco el cadáver del profesor Uriondo sobre la mesa. Enhorabuena. Pido una ovación para ellos.
Con lo que no contaban la Facultad, el departamento de Electrotecnia y la UPV es con la rebelión del alumnado. Ochocientos alumnos de la Facultad, más del doble de los que reciben la materia, han firmado un comunicado como apoyo cerrado y total al profesor Uriondo, del que destacan su implicación con el alumnado y la calidad de sus clases. Los alumnos requieren a la dirección de la Facultad que se permitan continuar las clases de refuerzo. No existe nadie más agradecido que un alumno hacia su profesor, un agradecimiento que, como las grandes emociones, duran toda la vida.
El profesor acosado por sus compañeros es uno de los mejor valorados por sus alumnos. En las votaciones de valoración, sus alumnos le otorgan el nivel de sobresaliente, muy inusual en la Universidad. Se sabe también que los alumnos de Uriondo obtienen mejores calificaciones que otros alumnos con otros profesores. Incluso aquellos alumnos que no eran propios de Uriondo pero que acuden a sus clases de refuerzo de la materia mejoran sus notas. ¿Y qué dice la Universidad ante la derrota del profesor por sus compañeros de Departamento? Pues que va abrir un expediente informativo y ha enviado a un letrado para recopilar datos. ¿Pero qué más información necesitan? Tienen la nota de apoyo al profesor de 800 alumnos de la Facultad. Tienen los datos de sus clases de refuerzo. Tienen la implicación del profesor. Tienen el tiempo personal que dedica a todos ellos, sin que nadie se lo reconozca. Tienen su eficacia como profesor, que hace comprensible una materia muy compleja. Tienen su derrota. ¿Qué más quieren? Quizás quieran crucificarlo junto a San Mamés, a la salida de la Facultad.
Cuidado con lo que vaya a decidir la UPV. Mucho cuidado. Porque está algo más en juego que la estricta mezquindad de los profesores compañeros de Uriondo. Está en juego el honor profesional de un profesor ejemplar. Está en juego la autoestima de la Universidad y de su propio espíritu, ese espíritu libre y crítico al que tanto se apela y que después nadie practica. Está en juego la posición unánime de los alumnos. Está en juego la democracia en la misma casa del conocimiento. Está en juego el respeto a la labor docente, que es el núcleo de la enseñanza. Está en juego que la UPV se convierta en un recinto de mezquindad solo porque un profesor supera los estándares de su pelado trabajo. Está en juego que la Universidad pierda a un gran profesor, además de humillar a una gran persona. Todo eso está en juego. Así que mucho cuidado con lo que van a hacer, no vayan a cargar contra el inocente y dejar escapar a los miserables compañeros, profesores de horario fijo y estricto contrato, seguramente de esos que en Ingeniería se jactan de suspender a casi todos sus alumnos. Porque esa es la vieja universidad autoritaria que tantos mutilados intelectuales y fracasados ha dejado a lo largo de décadas
Si habría que expedientar a alguien es a esos cinco profesores del área de Electrotecnia que se han quejado a su compañero por pasarse de la raya. Sí, por pasarse de más por sus alumnos y cumplir con su trabajo más allá del deber. Uriondo es la imagen patética del profesor Keating, el héroe de sus alumnos, el benefactor de los jóvenes, el que cambia el mundo desde un aula. Uriondo no quiere premios, ni siquiera necesita estas palabras mías. Solo pide que le dejen enseñar. ¿Se lo va a negar la UPV o le expulsarán como un perro como al profesor Keating?
¡Hasta el próximo jueves!





