Elsie de Wolfe nació en Nueva York, en el año 1865, pionera en el arte de decorar interiores en los Estados Unidos, está considerada como la primera mujer, que consiguió que el interiorismo fuera un trabajo rentable.
Fue uno de esos personajes que resultan pintorescos para sus contemporáneos, porque nacen en un tiempo que no es el suyo, y porque no tienen miedo a ser diferentes. Vivió sin esconderse junto a la mujer que amaba, pero, sin embargo, se casó por diversión con Sir Charles Medl, un diplomático Inglés con el que nunca convivió, pero que le acompañaba a las fiestas
Elsie, nació en la recargada época Victoriana, en una familia de clase alta, y a ella debemos, inventos como el interruptor de la luz al lado de las puertas, el parquet en el suelo y los cubreradiadores de madera.
Inauguró una nueva era llena de frescura y luminosidad, reemplazando los viejos cortinones de terciopelo, por telas más funcionales y económicas, “abrir las ventanas de América para dejar que La Luz y el sol penetren”.
Incorporó en sus trabajos las sillas mullidas, las alfombras persas, la chaise longue cómoda, el escritorio delicado, y reemplazó las oscuras pinturas Victorianas por espejos enmarcados en oro y plata.
Fue educada en Inglaterra, y reinterpretó los muebles del siglo XIX y los estampados de William Morris, para componer interiores más funcionales y ligeros, introdujo colores alegres, en tonos claros y estampados suaves, escogiendo con mucho cuidado los objetos, para conseguir unas fantásticas composiciones, inaugurando una sutil y sorprendente elegancia.
Elsie de Wolfe cambió la forma de relacionarse de la sociedad americana, puso de moda las pequeñas cenas íntimas y las fiestas, con una visión muy adelantada a su tiempo, y un arte de vivir que aún sigue resultando contemporáneo.
Ella convirtió el diseño de interiores en una profesión respetada, allanando el camino a los profesionales que vinieron después.
Su primer encargo profesional le llegó con el Colony Club de Manhattan, primer club femenino de la ciudad, la realización de este proyecto le abrió de par en par las residencias de los Astor, los Vandervilt, los Harriman o los Morgan, incalculables fortunas con las que ganar prestigio y mucho dinero.
El trabajo que realizó para Henry Clay Frick, el emperador del acero, le llevó a buscar antigüedades por Europa, convertirse en millonaria y a tener oficinas en la quinta avenida, donde trabajaban decenas de secretarías, contables y creativos, convirtiéndose en una marca.
Escribió el libro The House in Good Taste, una gran influencia para los nuevos interioristas y resumió su vida en una frase: “he sido una rebelde en un mundo feo”
Elsie de Wolfe falleció en Versalles, Francia, en el año 1950.