No puedo decirte
Cuándo volveremos
Mañana o no mañana
Tarde o mucho más tarde
Un viaje más
Pero esta vez yo quiero decirte
Cuanto amamos tu corazón de piedra
Qué generosa eres
Con tu fuego ferviente en la cocina
Y tu techo
En que cae desgranada la lluvia
Como si resbalara
La música del cielo!
Ahora cerramos tus ventanas
Y una opresiva noche prematura
Dejamos instalada
En las habitaciones
Oscurecida te quedas viendo
Mientras el tiempo te recorre
Y la humedad gasta
Poco a poco tu alma
A veces una rata roe
Levantan los papeles un murmullo ahogado
Un insecto perdido se golpea ciego
Contra los muros
Y cuando llueve en la soledad
Tal vez una gotera suena
Con voz humana
Como si allí estuviera
Alguien llorando
Solo la sombra
Sabe los secretos
De las casas cerradas
Solo el viento rechazado
Y en el techo la luna que florece
Ahora hasta luego
Ventana, puerta, fuego
Agua que hierve, muro!
Hasta luego, hasta luego cocina
Hasta cuando volvamos
Y el reloj sobre la puerta
Otra vez continúe palpitando
En su viejo corazón
Y sus dos flechas inútiles
Clavadas en el tiempo
¡Fabulosa oda! Gracias por darme la oportunidad de leerla y apreciarla!
Cuántas historias encierran las casas abandonadas en sus paredes desgastadas por el tiempo. En cada habitación un dolor, una angustia, una sorpresa, un festejo, una soledad, una humillación, es la historia misma de la humanidad encerrada en las casas hasta que la piedra mineral vuelve a su estado natural.