Yves Klein fue un artista francés, nació en Niza en el año 1928 y falleció en París en el año 1962.
En un periodo de creatividad prodigiosa que duró desde 1954 hasta su muerte en 1862, Klein definió el curso del arte occidental.
Lo hizo gracias a su compromiso con el poder espiritualmente edificante del color: dorado, rosa, pero sobre todo azul. De hecho, su devoción cromática era tan profunda que en 1960 patentó un color de su invención que llamó international Klein Blue (azul Klein internacional)
Mediante la pintura monocromática, Klein pretendía individualizar el color y reivindicar su unidad y fuerza propia, argumentando que hay un mundo viviente en cada color, capaz de transmitir sin necesidad de nada más.
«Sentir el alma, sin explicaciones, sin palabras, y representar ese sentimiento, eso es lo que me ha llevado a la monocromia», afirmó Klein.
Con sus pinturas monocromas, no apuntaba a un simple recurso estético si no que buscaba que el color sensibilizara al espectador. Al principio hizo pinturas monocromas de distintos colores. Luego las pintó con su particular azul ultramar.
Crear un color que uniera mar y cielo, sin dimensiones, y que, además, fuera tan deslumbrante que sensibilizará al espectador.
Usó un fijador llamado rhodopas, con el que consiguió mantener intacto el color azul después de más de medio siglo.
Cuando Klein realizó sus obras no se sabía que se trataba de un producto tóxico «el fijador del IKB pudo haberle provocado la muerte, pero en ese tiempo nadie lo sabía».
Esta búsqueda guió a Yves Klein, artista clave del siglo XX, que realizó su prolífica y revolucionaria obra en tan solo siete años.