Aitor Uribarri Martínez, la música en el corazón

La música brota de su corazón , irrumpe por los brazos y salta de las manos a la pandereta,como mensaje del alma, a golpes acompasados, rítmicos…
Se llama Aitor Uribarri Martinez, recuerda que cuando tenía tres años su tío le regaló una batería de plástico, aporrearla para sacarle sonidos era lo que más le gustaba, y ahí empezó todo, su amá consciente de la afición de su hijo por la música, le matriculó con solo cinco años, en una pequeña escuela de Algorta, para aprender a tocar el piano.
Después, a la escuela de música André Isasi, para seguir aprendiendo, reconoce su pasión por los instrumentos «ruidosos», soñaba con tocar el tambor, reconoce entre risas…..
Por esa época en la ikastola comenzaron las clases de trikitixa y pandero, y fue entonces cuando se sintió tremendamente atraído, por ese instrumento que en su mente, aún de niño, le recordaba a un tambor.
Después, el tocar en público junto con trikitilaris, y hacer disfrutar a la gente, fue lo que le reafirmó y le unió, aún más, a su querido pandero.
Comenta orgulloso que siempre contó con la ayuda de su familia, acompañándole a todos los eventos que tuvieran que ver con este tipo de actuaciones, como la trikitixa eguna, o a diferentes actos donde estos instrumentos eran los protagonistas, se siente muy afortunado y agradecido por el respaldo que siempre tuvo de los suyos.
Recuerda con especial cariño una actuación en el café antxoki, cuando el genial Xabi Aburruzaga convocó a varios panderojoles, que en aquellos momentos no superaban los 11 años, para una actuación con unos alumnos de trikitika de la escuela de Xabi Aburruzaga, fue ahí donde Aitor tuvo claro que pocas cosas le hacian tan Feliz como la emoción que sentía al tocar su pandero en perfecta sintonía con la triki.
A partir de ahí y después de un duro trabajo su técnica mejoró muchísimo, porque comprendió también que tenía que aprender a cantar, después, actuaciones en fiestas y eventos, junto con su primer pareja, el trikitilari Gorka Mostajo.
Luego las llamadas de importantes artistas como Joseba Urrutia, Koldo Iturbe y Xabi Aburruzaga, mejoraron aún más su técnica, y también aprendió muchas cosas más, a disfrutar y a hacer disfrutar, y eso siempre se transmite, en la actitud, en el escenario, la naturalidad, la compenetración y su sonrisa.
Siempre pensando en mejorar, también aprendió a tocar la txalaparta, la batería y el cajón flamenco…..
Por curiosas coincidencias de la vida, Aitor conoció al trikitilari Gotzon baticon, surgió una amistad que les llevó a tocar juntos en cada ocasión que se presentaba, no sólo fueron perfeccionando sus instrumentos, sino aprendiendo muchos aspectos de la vida, que por su juventud no habían tenido ocasión.
Luego llegó la oportunidad de tocar con Xabi Aburruzaga y su banda, un maestro de la triki, que se complementa a la perfección con el pandero de Aitor y también con su voz.
Xabi y su banda hicieron enseguida que Aitor fuera un compañero más, y eso se nota, la implicación , el compañerismo y la unión siempre se notan, se extienden al público, se contagia el entusiasmo y así consiguen emocionar.
Aitor es una persona alegre entusiasta y con un talento enorme, que nunca olvida a los que tocaron con el, le dieron una oportunidad, o le enseñaron.
Le auguro un futuro maravilloso, y pronto será un maestro del pandero, algo muy nuestro y que gracias a personas como él perdurará para siempre.

Eskerrik asko Aitor

La casa Eames

Charles y Ray Eames, son más conocidos por sus maravillosos diseños de muebles, los Eames diseñaron y construyeron su casa, en lo alto de una colina, mirando al Océano Pacífico, la llamaran «la casa Eames»
La casa se construyó con trozos de acero prefabricado, a finales de los años 40, y hoy en día sigue siendo considerada como una obra maestra de la arquitectura moderna.
Se compone de dos cajas separadas por un patio, que confirma la partición de la residencia, las cajas tienen dos funciones diferentes, una es la vivienda y otra el estudio.
En contraste con la fría estructura de acero con la que se construyó la casa, el interior es cálido y confortable, con solados de madera, y la suave luz que penetra en cada habitación, a través de las transparencias.
El uso de materiales naturales en el interior, acerca la casa a la naturaleza .
La casa Eames, es una hermosa continuación del espacio, La habitaciones son liberadoras, que hacen fluir de una hacia la otra. Los espacios públicos y privados no están estrictamente divididos. Desde el dormitorio situado en la planta superior se puede ver el salón.
La separación entre las dos cajas se fusiona con un patio.
Los paneles metálicos en colores azul, amarillo, rojo y negro son un claro homenaje a la pintura de Mondrian.
La casa y sobre todo su mobiliario, siguen siendo fuente de inspiración para los diseñadores contemporáneos, entre ellos la famosa silla Eames.

Entre cosas bonitas

Me gustan mucho las flores, las cosas bonitas, el olor a limpio, el viento, la tranquilidad, el silencio, cuando algo me resulta atractivo soy capaz de estar mirándolo mucho tiempo, los objetos están en nuestra vida, siempre hay cosas allí por donde vamos, buscar la belleza es un ejercicio que reconforta mucho y está en todas partes, en las cosas más sencillas y en las más complejas, solo hay que fijarse.
La belleza transporta, emociona, y es muy democrática porque cada uno de nosotros podemos decidir lo que nos gusta ¡Y lo que no!
No hay reglas para la emoción, para observar ni para sentir.
Si nos acostumbramos a mirar, todo mejorara, ¡O por lo menos eso espero!

Lucia Moholy, la fotógrafa de la Bauhaus

Lucia Moholy
La fotógrafa de la Bauhaus

La Bauhaus además de ser la primera escuela de diseño del siglo XX, fue también todo un movimiento artístico que se convirtió en un referente internacional de la arquitectura, el arte y el diseño.
La Bauhaus es sinónimo de modernidad, de colores primarios, nuevas concepciones del espacio y de la forma y de la integración de las artes.
La escuela tuvo su sede en tres cuidades: Weimar, Dessau y Berlín.
Fue fundamental el trabajo de documentación de la fotógrafa
Lucia Moholy (Praga, 1894 – Zúrich, 1989), una mujer a la que muchas veces se ha intentado ocultar detrás del que fuera su marido, el también artista László Moholy-Nagy.
En los años veinte entra a formar parte de la Bauhaus de Walter Gropius, primero en la sede de Weimar y luego en la de Dessau, gracias a ella se documentó la construcción de la nueva sede, los interiores de las casas de los profesores, los trabajos que salían de los distintos talleres, retratos de sus compañeros, de las fiestas, de la vida cotidiana en la escuela.
Unas fotografías que entran de lleno en lo que se llamó nueva objetividad, con primerísimos planos, para captar desde la mayor de las proximidades, la expresión de los modelos.
Fotografías que en ocasiones repintaba para potenciar los efectos del claroscuro, imágenes en las que busca ángulos complejos, introduce distorsiones ópticas y una abstracción deliberada, para acentuar aquellos detalles que consideraba mas interesantes.
Al mismo tiempo, fotografía los interiores de la Bauhaus, las viviendas en las que los muebles están pensados en función de la misión cotidiana que tienen que cumplir.
Lucia Moholy, sirviéndose siempre de luz natural, tenía una especial habilidad para capturar la singularidad de los objetos, los espacios interiores y el mobiliario que se diseñaba en la escuela, así como su célebre arquitectura.
Su trabajo fue particularmente relevante para promover la estética y la filosofía de la Bauhaus.

La jaula vacía

Mi ética jamás me permitiría encerrar a un animal en una jaula, pero tengo que deciros que después de dejar bien claro esto, las jaulas son unos maravillosos objetos decorativos, hay jaulas antiguas de una belleza impresionante, algunas de ellas fabricadas en maderas nobles, se pueden llenar de flores, de velas, notas y de todas las cosas que nos de la imaginación, quedan preciosas como centros de mesa y si las colgamos evitaremos que ocupen espacio, si tenéis alguna podéis probar, los resultados serán muy buenos, y de alguna manera, iremos dejando atrás el fin para el que en un principio fueron fabricadas.

«Una vez encontró en los arbustos una jaula de palomas.
Se la llevó
Y para eso la tiene,
Para que siga vacía».

Wislawa Szymborska