A SETAS (¿o a melocotones?)

El cuento , breve, dice lo siguiente: «Dos amigos van al monte a coger setas. Al cabo de un rato, uno de ellos ve algo brillante en el suelo que resulta ser un rolex de oro. Y cuando alarga la mano, el otro le suelta: Pero, bueno …¿Vamos a setas o a rolex?»

Y vale para todo. Pero abandonando momentáneamente lo empírico inmediato y en yendo a la metafísico claro y distinto, se podría afirmar que hay quienes se ponen de acuerdo para ir a coger setas; que, después, algunos ( y algunas, of course) desprecian todo lo que no sean setas, incluso aunque encuentren rolex ,y otro sí que otros, aun en yendo nominalmente a por setas van en realidad a la caza sigilosa de rolex; y que ansí pueden acabar unos más o menos desesperados por no haber encontrado setas y otros tales, que rolex.

Y es que la vida es tan azarosa como la muerte- «ondoyante» dice Pla que decía Montaigne- y basta planificar estratégicamente una temporada o un lugar en obsesiva obsesión occidental, para que salte de pronto una liebre táctica y se vaya todo al carajo.

Buena muestra de todo lo anterior, en bajando de nuevo a mi empiria más cercana – que es de la que más me fío- es un a modo de parquecillo infantil que a alguna mente preclara – y posiblemente subcontratada- del mando en plaza se le ha ocurrido colocar frente a la puerta de la escuela pública de mi barrio.

Trátase de un espacio asfáltico protegido , antigua calle ahora semipeatonalizada, balizada por sendos bloques de hormigón y en cuyo interior se han dispuesto de graciosas maneras diversas molduras plasticosas sobre un fondo vegetal que recuerda a un paisaje boscoso.

Se supone- y se constata – que el tal parquecillo sirve de lugar de juegos infantiles a la entrada y sobre todo a la salida del horario escolar, pero…A partir de medianoche, y conforme avanzan las horas hacia la madrugada, el susodicho recinto se convierte en un campamento de botellones varios, cuadrillas animadísimas, frontón de cánticos cuando no de alaridos, y por fin, en un gran basurero en el que se mezclan restos orgánicos e inorgánicos de los que tienen que dar buena cuenta- es de suponer- los correspondientes servicios de limpìeza.

De manera que lo que la preclara mente programadora – y posiblemente subcontratada- concebía como Misión estratégica y que apuntaba al sano divertimento infantil entre setas de plástico rojo, se ha visto, se ve, y probablemente se verá, desviado de su justo y necesario fin por el agavillamiento táctico de grupos algorítmicos que hacen del parquecillo un lugar vivo, vivísimo, para la profundización en el melocotón colectivo….

Y, en este registro, vale pues también el mentado breve, solo que adaptado y en diciendo…»Pero, bueno …¿Vamos a setas o a melocotones?

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

2 comentarios en «A SETAS (¿o a melocotones?)»

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