Los mandamases ( y mandamasas, of course) de estos lares norteños todavía orgasmean cada vez que arriba un crucero a sus costas
El Ayuntamiento de Barcelona , en su último pleno, ha aprobado un decreto por el que se limita a 20 personas los grupos de turistas con guía en el distrito de Ciutat Vella, estableciendo el aforo máximo en determinados lugares muy concurridos, y prohibiendo el uso de megáfonos.
Suma así el consistorio catalán una nueva normativa restrictiva consecuente con otras, como la limitación de la llegada de cruceros, que con el desembarco del pasaje, venían colapsando la vida ciudadana.
Lo ocurrido en la Ciudad Condal ha demostrado que aquello de «Barcelona és bona si la bossa sona» es ya un lema del pasado y que el turismo global y globalizado, en la actualidad el mayor negocio del mundo, es nefasto para la vida cotidiana de las ciudades y un pingüe beneficio para las multinaciones.
Y también que la locura de quienes tienen el mando en plaza no tiene límites: según el siempre atento y agudo escritor Quim Monzó, la Presidenta de la Agencia de Turismo y Desarrollo ucraniana, Mariana Oleskiv, ha afirmado en unas recientes declaraciones que su país se está preparando para recibir la previsible avalancha turística que llegará en cuanto finalice la guerra, diseñando rutas en las que «se mostrarán las atrocidades cometidas por Rusia en Ucrania»( sic) .
Obviando por incuria o por mera incultura todos estos precedentes, los mandamases ( y mandamasas, of course) de estos lares norteños todavía orgasmean cada vez que arriba un crucero a sus costas, se inauguran hoteles, restaurantes y comercios de cadenas internacionales y mientras, por poner un ejemplo, los pintxos de cada bar se van convirtiendo en homologadas tapas de catering, cocinadas a miles en sórdidas naves industriales…
(c) by Vicente Huici Urmeneta
Curiosamente “Barcelona es bona si la bossa sona”, parece ser una frase acuñada por los comerciantes italianos, que decían que Barcelona era buena si conseguían vender sus mercancías en ella. El mundo ha dado muchas vueltas, pero lo de “vender” sigue siendo fundamental para sacar la vida adelante.
Bilbao siempre ha sabido vender y comprar (la villa surgió como un nodo mercantil, que desde el s. XIX dio el salto a lo industrial, con una explosión económica y urbana en los 50 y en los 60) y cuando la crisis industrial de los 80 debilitó enormemente la ciudad, una de las vías de salida de la debacle fue el desarrollo del turismo (Oh, Guggenheim…). ¿Que el turismo, cada vez más importante en la urbe bilbaína, tiene algunos efectos colaterales negativos para los lugareños?… Claro, ¿hay algo unívocamente beneficioso en este mundo?… ¿Es que el brutal desarrollo de los 50-70 no tuvo algunos efectos negativos sobre la vida cotidiana de los lugareños?…
Eso sí, comparar los efectos invasivos del turismo en Barcelona (con cinco cruceros llegando AL DÍA en temporada alta, por hablar solo de barcos y sin citar los vuelos), con esos efectos en Bilbao (con cinco cruceros llegando AL MES), es un poquito chocante, por inapropiado. No parece que haya que recurrir a la incultura o la incuria de la dirigencia para ver que estamos a años luz de Barcelona en ese sentido.
Las ciudades más desarrolladas económicamente del mundo (Nueva York, Londres, Paris, Tokio, San Francisco… ) tienen un sector turístico muy desarrollado, que no desatienden ni desdeñan, por algo será. Sus mandamases se preocupan de atraer turismo y de cuanto más nivel económico mejor, porque saben que eso es dinerito para sus ciudadanos.
Eso sí, los bilbaínos y bilbaínas, sabrán distinguir los sitios donde ponen los pintxos de creación propia y donde suelten “tapas industriales para turistas”, espécimen que en Donostia conocen desde hace tiempo. Y los turistas que quieran enterarse de la buena fiesta ya lo harán.
A nosotros nos chocarán esos simulacros de pintxos, pero a los italianos, adibidez, también les choca esa falsa “carbonara” con nata que se suministra por aquí… Sacrilegio.
Estimado lector:
Continúo reproduciendo sus comentarios por su interés, a pesar de que en su momento señalé que no los admitiría con «nickcs» desconocidos.
Los periodos de historia de Bilbao a que usted se refiere no se corresponden con regímenes precisamente democráticos.
El actual, supuestamente sí, y por ello, nuestros dirigentes deberían modular los diferentes intereses que se ponen en juego al favorecer determinadas iniciativas. Por ejemplo, ese «dinerito» del que usted habla ¿ a dónde va a parar?
Y puestos a recordar refranes y dichos : » Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar»
Estimado bloguero:
desconocía la advertencia sobre identificaciones y demás…
Quede tranquilo, será oportunamente tenida en cuenta para entradas sucesivas. En este cortijo manda Vd.
La ponderación de intereses en juego, precisamente en este período democrático que Vd. reconoce, supone que luego los afectados por esa ponderación la den por buena o no, con su voto. No estamos en China, afortunadamente. Si algún partido o asociación considera, como ocurre en Barcelona, que la llegada de cruceros a nuestra zona, es excesiva, invasiva, tiene efectos especialmente negativos, puede plantearlo, discutirlo, proponer alternativas…
Eso sí, en Barcelona Colau creo trata de limitar la llegada de cruceros a tres al día… No parece que estemos, ni de muy lejos, introduciendo todos los factores correctores que se quiera por la diferencia de tamaño de las ciudades, en peligro de sufrir esos desembarcos masivos por estos lares. Casi no tenemos ni barba que remojar.
¿Que a dónde va el dinerito?… Pues a muchos bolsillitos. Teniendo en cuenta que el turismo supone el 6% del PIB de Bilbao, en línea con el porcentaje que supone sobre el PIB vasco (en Donostia será casi el 15%, palabras mayores), hay un montón de bolsillitos y boquitas que comen de él. Y por vía indirecta de los impuestos, pues acaba revirtiendo en todos.
¿Que hay efectos negativos?… Ya, sobre eso no hay discusión. Pero el modelo de desarrollismo industrial que algunos añoran (y que también se dio en países democráticos de nuestro entorno) también tenía sus cositas negativas.
Ondo izan.
Lo que más me ha gustado del artículo es lo de «orgasmean». ¡Qué difícil es encontrar el punto medio, la moderación, el contentar a todos! Lo de gobernar es » mucho complicao» que diría uno de la Ribera. No sé si le habrá tocado ser presidente de su comunidad de vecinos. Servidor en dos ocasiones (103 vecinos) y además con obras. Es donde más he aprendido lo que es la democracia y que, a veces, un sano trabuco resuelve grandes cuestiones. ¡Aurevoire don Vicente!