Si…yo sería General de Brigada

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Si hubiera seguido la tradición de dos ramas de mi familia, yo sería militar ( del ejército Español, of course, como tantos vascos- incluidos los «libertadores») y tendría, como mínimo, el grado de General de Brigada , por edad y formación.

Pero a mis padres lo militar les olía a División Azul y a cruces de hierro, cuando no a bigotito en linea, por lo que nunca me animaron al respecto. Algunos primos, no obstante, hicieron  la carrera de las armas y todos  ( ellos también) nos sorprendimos cuando a un tío nuestro, coronel a la sazón, le sancionaron con la imposibilidad de ascender por no haber seguido la cadena de mando del golpista Milans del Bosch.

Desde hace algún tiempo hay una cierta mentalidad anti-militarista compatible con  otra cierta tendencia anti-religiosa, pero el personal no se suele percatar de que  , en ocasiones, sale de Guatemala para entrar en Guatepeor. Y así, dejan de ser, por ejemplo, católicos, y se hacen budistas, nacionalistas, socialistas o athleticistas, sin darse cuenta de que al menos estas últimas no son sino nuevas religiones civiles. Y , por otro lado, en los partidos y organizaciones políticas (algunas  lo mencionan con claridad en sus nombres) se ha hablado siempre y se sigue hablando de «militar» con las consiguientes connotaciones de disciplina, unidad de grupo y unidad de acción según una estrategia y unas tácticas previamente  adoptadas.

En fin que si ya era difícil dejar de ser religiosos en un sentido sociológico ( y probablemente psicológico), dejar de ser militar ( en esos mismos sentidos) lo puede ser otro tanto, y tanto más cuanto, como ha señalado Juan Aranzádi ( otro «vasco con obra» de quien hablaré otro día), lo militar está en la raíz de lo democrático por oposición a lo aristocrático, siendo las circunscripciones electorales de hogaño, las circuncripciones militares  de antaño.

O sea, que, por ejemplo,  estos  nuevos mediadores de conflictos internos o externos que hoy están tan de moda  acaso no sean sino una versión edulcorada de los antiguos sargentos de cocina que, recabando avituallamientos de aquí y de allá ,preparaban unos platos muy sopesados en calorías que luego eran positivamente sancionados por un oficial o por un general. Por un General de Brigada, por ejemplo,

 

«De currelas y trabajadores»

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Esta mañana me  he levantado pronto y he ido a dar un largo paseo por Abandoibarra. He disfrutado mucho de la lentitud de la ría y del jolgorio de las gaviotas. Así que , como colofón, he decidido  hacer  un desayuno de cafetería  y me he acercado al lugar al que suelo ir  habitualmente en estos casos ( y que no voy a citar por lo que se verá.

Nada más entrar, la camarera , que me conoce desde hace ya muchos años  ha comenzado a preparar mi café con leche y, de pronto, he oido un murmullo: » Desde luego, hay gente que ya no sabe dónde ponerse para joder mejor al personal». Como la voz procedía del interior de la barra, me he asomado y me he encontrado con un sujeto manipulando unos cables. «Perdón, ¿decía usted?». «Pues eso, que hay que mirar dónde se pone uno». «Oiga si se refiere a mí, yo no tenía ni idea de que estaba usted ahí…» «Es que hay que mirar. Porque, por ejemplo, si le pasan  a usted su café por encima mía y se cae…». Como esto último me ha empezado a sonar a lo que me dijo aquel ciclista que  hace un par de meses estuvo a punto de atropellarme cuando caminaba tranquilamente por la acera ( «¡Que hay que ir más atento! ¡Que hay que mirar!»), he decidido cortar la conversación: «Mire , se está poniendo usted un poco impertinente»…»Impertinente usted que se pone  sin mirar…» Harto ya de la movida  y como el dueño de la cafetería, aún habiéndolo escuchado todo, se refugiaba en la lectura del periódico, y la camarera miraba al techo, me he dado el dos: «Agur, Ben Hur».

Sí, ya sé que  ser currela es muy jodido y más si te llaman de par de mañana  en un domingo. Pero el personal debería  haberse dado cuenta de que , en esta fase, el capitalismo nos ha vuelto a todos currelas ( y bueno, a algunos  comerciantes y restauradores en asaltacaminos  polimorfos de turistas. Así que en esto ya no hay patanegras

Todavía recuerdo que al portero de mi casa – ahora ya jubilado- le sentaba muy mal que yo me  levantara antes que él ( «Pero, ¿qué  hace usted a esas horas de la mañana?») pretendiendo ser siempre el primero que encendía la luz, algo que probablemente le venía de sus padres o de sus abuelos del pueblo.  Y yo, sin entrar  en la discusión ( pues que tengo al respecto blasones ya que mi padre y mi abuelo era hortelanos del barrio de la Rochapea de Pamplona) siempre le respondía «Trabajar». Y él , a su vez, me miraba de arriba abajo – y sobre todo  a las manos- y soltaba con los ojos como platos: ¿»Trabajar?»

En fin, que cada mochuelo a su olivo, cada oveja con su pareja,  y aquí  paz y después gloria. No vaya a ser que algún día entremos en un bar y tengamos que suplicar que nos sirvan algo y que nos cobren a pesar de no ser guiris…Como ya ocurre , a pequeña escala, en Esos Grandes Almacenes en los que encontrar a alguien que te quiera cobrar ( y eso sin mirada de conmiseración) es muchísimo más  difícil  que encontrar lo que querías comprar…

Yo también podría hablar del 23-F

23 de febrero

Sí, yo también podría hablar del 23-F. De cómo nos enteramos mientras estábamos en una reunión. De cómo salimos escopeteados tras poner una «cita de seguridad»  en veinticuatro horas » en el sitio y a la hora de siempre». De cómo estaban todas las luces encendidas en el Círculo Carlista y de cómo en  Casa Baleztena ondeaba una gran bandera española. De los montones de papeles que rompimos y quemamos. De cómo nos refugiamos en un piso no fichado- no convenía estar en el domicilio.  De cómo, mientras preparábamos unas tortillas para  los allí reunidos, hacíamos cábalas sobre lo que iba a pasar siguiendo de refilón la programación de la tele. De cómo suspiramos cuando apareció el Rey Juan Carlos con uniforme de Capitán General y el Toisón de Oro…De cómo fuimos poco a poco volviendo a casa mientras los guardias civiles salían poco a poco del Congreso. De cómo  en el Círculo Carlista no parecía haber nadie y no había ninguna bandera en Casa Baleztena. De  cómo la noche siguiente nos fuimos de copas y nos enteramos de  que en algunos pueblos » se habían hecho listas como en el 36″ o que algunos compañeros- como Paco, aunque siempre lo ha negado- huyeron en gasolino por la Bahía de Txingudi…

Pero, con todo eso,  y aun con los sucesos del 78  – y la muerte de Germán Rodríguez – no muy lejanos, esta fecha  no deja de estar  tapada por sí misma en el 2000 por la muerte a manos de ETA del socialista Fernando Buesa y su escolta…

En fin  yo también podría hablar del 23-F y de otros tanto episodios de aquellos años de plomo. Pero me limito a recordar que cuando al recalcitrante director de cine británico  Ken Loach le pidieron que participara en un documental sobre el 11-S, realizó un corto sobre  el golpe de estado  de Pinochet financiado, al parecer, por la CIA…Un golpe de estado que inició en Chile uno de los periodos más cruentos y salvajes de la  historia de Latinoamérica y que comenzó el  11 de noviembre de 1973, veintiocho años antes , exactos, del atentado de las Torres Gemelas…

Y tú, querido lector, querida lectora, ¿qué podrias contar?

Cuentos morales de aquí mismo: Historia de Laura.

 

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Hace un par de días murió el padre de Laura y ayer la acompañé al funeral a Sestao ya que su marido estaba de viaje de negocios en Holanda.

La parroquia de San Miguel estaba casi vacía y el oficio fue  muy breve. A la salida conocí a la madre de Laura, una mujer  muy mayor, de cara alargada y manos  huesudas. Los familiares , casi todos renqueantes, se retiraron en silencio y nosotros nos fuimos a un bar a tomar algo.

Para mi sopresa, Laura se pidió un solysombra, y yo, un txakoli, más que todo por no desentonar. Con la mirada  perdida en el fondo de su copa  mi amiga comenzó a hablar: » Mi padre trabajó en Altos Hornos toda su vida. Perdió tres dedos de una mano y una bobina le aplastó un pie , pero cobró las indemnizaciones y continuó. Vivíamos en una casa muy pequeña , casi siempre llena de hollín, y mi madre hacía maravillas con la ropa de mis primos y primas porque  apenas si se compraba nada: todo se arreglaba. Mi hermano comenzó a trabajar también en la fábrica, pero le echaron en los ochenta, se metió en el mundo del caballo y la palmó de una sobredosis  tras un concierto de Eskorbuto. Un capataz le dijo a mi padre que me podría conseguir una beca para entrar en la Universidad de Deusto y allí fui. En la Comercial te echaban si no sacabas por los menos un notable, así que metí todas las horas que pude. Pero luego me dí cuenta de que no bastaba con el título para entrar en aquel mundo: tenía que aprender a hablar, a gesticular, a vestir , a fumar  e incluso a ligar como los pijos y pijas que me rodeaban. Lo cierto es que no me resultó difícil… Y ya ves…»

No comenté nada. Simplemente le aparté un poco la pequeña y cuidada melena que llevaba. Apuró  su copa de un último trago,  se levantó y se ajustó  su  impecable traje-chaqueta  beig de ejecutiva con mucho garbo: «¿ Qué ? ¿Nos vamos?»

Ensayos mínimos: Variaciones sobre un un viejo haiku

VICENTE HUICI

» Mano del otro / que rodea y / sabe ausentarse»  es un  viejo haiku procedente de mi  libro Teoría del extraño movimiento ( 1985). En ese haiku se habla de la amistad, un modo de estar  de los humanos  que , a veces, por no tener muy claramente definidos sus límites,  se sustituye en amor o se precipita hacia el desamor.

» Mano del otro » . La amistad siempre implica un otro  o una otra . La cacofonía del término no puede ocultar la exterioridad que supone. Se trata de algo ajeno a nosotros mismos, encerrado en una piel impenetrable – si es penetrable ya no hay amistad -, autónomo y eludible.  De aquí que la expresión » ser amigo de uno mismo » no sea sino una metáfora consoladora. Pero  el otro supone también , en su condición de exterioridad, la posibilidad del contacto: el otro es siempre » la mano del otro», como lo es  su mirada o su palabra.

» Que rodea y » . La amistad supone aceptación y en mucha más medida que el amor,  pues en el amor  se puede no-aceptar  en muchas ocasiones .  Y aceptación quiere decir atención y ocupación. Es decir un seguimiento cuidadoso de la vida del otro y un acompañamiento en su  transcurrir. Aceptación quiere decir también escrupuloso respeto a esa vida y a ese transcurrir. O sea  la  asunción de que el otro mantiene su propia deriva . Y también, y consecuentemente, su propio discurso sobre su deriva: esto es lo que más hay que respetar para no jugar el papel de padres o  de madres. Por todo ello la amistad siempre debe tener abierta una conjunción copulativa – una » y » , en este caso – y no puede cerrar episodios con puntos, con puntos suspensivos o con puntos y aparte.

» Sabe ausentarse» . Si saber ausentarse, desaparecer , es algo importante en las relaciones humanas, en la amistad se torna  imprescindible: sólo el verdadero amigo sabe cuando tiene que marcharse. Y eso aún cuando dicho marcharse sea simplemente mantenerse en silencio, escuchando o  compartiendo el silencio del otro. Sólo un verdadero amigo le puede decir a otro: » Hoy no quiero hablar, quiero que demos un paseo juntos » . Contra lo que pudiera parecer , saber ausentarse es la manifestación suprema de la amistad. Es la máxima aceptación del otro, una aceptación que llega hasta el límite, hasta la elusión.

» Mano del otro 

que rodea y 

sabe ausentarse»

Bilbainos con obra: Jon Juaristi

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Ayer, al terminar el desayuno de los martes, Mikel me pasó Los árboles portátiles, el último libro de Jon Juaristi. «Sé que te lees todos los que publica, aunque no te los compras todos»  me dijo dándome una palmadita. Y es cierto.Me los leo porque me gusta seguir la pista de los viejos conocidos y también porque, en general ,creo que Jon escribe bien , pero , a veces ,este juicio de valor se homologa al de cuando se decía ( ya no se dice) que el bilbaino  de adopción Rafael Sánchez -Mazas o el   pamplonica Ángel María Pascual escribían magníficamente,  a pesar de su  pertenencia a la carcundia,

Y no,  Jon  siempre ha estado  en otro lado. Cuando coincidimos en la revista El Cárabo, venía de ETA VI y ya era trostkista; después se hizo del PSE-Euskadiko Ezkerra, y , a lo que parece , al cabo milita en  las entretelas del PP. Cómo ha ido de un sitio para otro es algo que explica bastante bien en su , digamos, autobiografía – Cambio de Destino– que me parece lo único salvable   de su obra narrativa. Y  en cuanto a los ensayos , que son más lo suyo, dan que pensar a quien quiera hacerlo, sobre todo desde que publicó  allá por 1997 El bucle melancólico : historias de nacionalistas vascos, que tantos sarpullidos levantó.

Las novelas ya son otro cantar. A mí  Caza Salvaje, me pareció intragable con  esa » tendencia tan frecuente a encandilarse con la misma sociedad que satirizan”  que mencionaba  Edith Wharton hablando de los escritores costumbristas.

Y en cuanto a su poesía, siempre bien aliñada de sonetos profesorales,  poco tendría que decir; tan sólo contraponer estos versos que en su momento me pasó el mismo Mikel y que ya han sido publicados:

Jon, no insistas/que nuestro padres no nos engañaron,/que ellos no hicieron menores las listas/de fusilados, tan sólo quemaron/sus detentebalas almidonados/y en lugar de aquel Cristo , nos pasaron/una hoz y un martillo colorados/para  que  nosotros, sus fieles hijos,/nunca quedáramos decepcionados.

 Pero, en fín, veremos si en este nuevo libro queda algo de aquel discutidor empedernido ( y divertido) con quien nos perdíamos hasta altas horas de la noche por las calles de Vinogrado…

 

 

Los desayunos de los martes: Trump y el Iruña

What part of «vacate you Russian traitor» don’t you understand? We can do this the easy way (you resign), or the hard way (impeachment).

Por decisión de la mayoría de los afiliados a la Junta Extraterritorial de Los desayunos de los Martes, en el día de hoy se ha proclamado como sede definitiva (provisional) la mesa del fondo del Café Iruña entrando por la puerta giratoria a la derecha.

La decisión se ha tomado a la vista de que , a instancias de Mikel » hay que fortificar algunos lugares para mantener la independencia». El cierre del Café La Granja, tras casi un siglo de actividad , así como de la Galería Windsor Kulturgintza, la más antigua de Bilbao, sumada  a la de la librería Ribera– donde todavía podían encontrarse  inencontrables- ha tenido entre nosotr@s un efecto inmediato.

Aún así, Marta se ha abstenido, pues quiere dejar la puerta abierta- del Iruña- para que podamos, si así lo consideramos conveniente- restituir la figura tan foral de la sede itinerante. Laura e Itzi se han sumado a su alternativa, acaso por solidaridad de género. Y Koldo y Patxi, así como el que suscribe hemos votado a favor, aunque con matices.

Pues en efecto, Patxi continua traspuesto por sus amores fatídicos sin alcanzar todavía a ver su resolución. Y Koldo se ha empeñado una y otra vez antes, durante  y después de la votación, en apostar por el impeachment de  Donald Trump, al calor de la petición del cineasta norteamericano Michael Moore.

Enfín que ha sido un desayuno un tanto desleído, aunque, como siempre excelente en recado de café y bollería surtida.

Ante diem IX Kalendas Mar. Anno MCDLXX ad Bilbao condita

Edith Wharton y el arte de conversar

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En sus interesantes memorias – tituladas Una mirada atrás –la escritora norteamericana Edith Wharton comenta en numerosas ocasiones el gran placer que le producían  las largas conversaciones con sus amigos ( más) y amigas (menos), incluso con quienes se mostraban tan pesados por irrefrenables o laberínticos como Henry James. Así, llega a decir: «Una buena conversación  parece penetrar en mi mente  con una fuerza nutritiva gradual que a veces no descubro sino mucho tiempo después: se infiltra en mí como una energía, como una influencia, encierra mi universo en una cúpula de vidrio multicolor de la que no puedo esperar sino unos pocos fragmentos mientras se está levantando en torno a mí «.

Es este de la conversación un arte – una auténtica tekné– que en nuestros días está desapareciendo o, cuanto menos, transformándose de tal manera que se ha vuelto irreconocible.

Pues la charla entre los amigos y amigas ha solido precisar de un margen temporal y espacial que implicaba lugares y duraciones específicas. Pero ahora , por ejemplo, los bares y cafés que en  su momento supusieron la democratización del recibir aristocrático, se han convertido en centros de mero consumo, en los que está mal visto – en sentido literal- la tertulia prolongada.Y, por otro lado, la inmediatez en la que se vive habitualmente conlleva un ritmo trepidante que resulta análogo al de los tweets y los whatsapps que se envían y reciben, sin que lleguen a ser, como afirma Sherry Turkle ( Reclaiming Conversation:The Power of Talk in a Digital Age ) verdaderas conversaciones, al menos como hasta ahora  las habíamos entendido.

Probablemente estamos iniciando un profundo cambio en nuestras maneras de relacionarnos. La misma Edith Wharton, nacida en 1862, saludaba con mucha alegría la llegada del automóvil, aun siendo apasionada de los paseos y los caballos. Esperemos que esta nueva era digital en la que comenzamos a vivir  nos depare nuevas formas de tener verdaderas conversaciones, conversaciones que impliquen hablar y escuchar sin deseo de convencer y que hagan , como decía Baltasar Gracián, «del amigo un  maestro»…

Ensayos mínimos: Los estorninos , la luna y la memoria colectiva

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Encendió el ordenador y , con un suspiro, se dispuso a continuar su ensayo sobre  el tiempo y la memoria. Conforme  menos le interesaba lo que iba escribiendo tecleaba con más fuerza , en un intento de hacer entrar en razón a sus manos ya que no lo podía conseguir con su cerebro. Al cabo de un rato  se echó hacia atrás  impulsándose  desde la mesa sobre la silla giratoria y se levantó. Se volvió hacia la ventana y comprobó que estaba amaneciendo. No, aquel día tampoco podría escribir mucho más.

Fue a la cocina y  preparó un té verde bancha. Abrió la ventana y se sentó frente a ella. Una ligera brisa, muy fría,  se dividió en su rostro. Apretó  la taza con las dos manos y bebió un largo sorbo. Amargo y caliente, el té le reconfortó.

Una  gran banda de estorninos pasó por delante de una luna ya casi espectral, dejando un rumor sibilante.

«Estorninos…Los estorninos» comenzó a pronunciar sin darse cuenta. «Los estorninos /huyen de la luna. No, me falta una sílaba y además, hay una metáfora». » Los estorninos /pasan bajo la luna .Bien». «Los estorninos /pasan bajo la luna/ al amanecer».

Se levantó. Cerró la ventana y volvió al estudio.  Apartó el ordenador parpadeante y abriendo el cuaderno de tapas negras, escribió a lápiz:

Los estorninos

pasan bajo la luna

al amanecer.

Luego cerró el cuaderno y  volvió a  colocar el ordenador donde estaba.Comenzó a teclear: «Maurice Halbwachs ( 2011) añade que la memoria colectiva , como cualquier memoria, es interesada…»

Cuentos morales de aquí mismo: Los amores de Patxi

Patxi ha pasado hoy por casa en un carro de lamentaciones. Se ha enamorado – algo muy raro en él-  y aunque esto en principio no parece una mala noticia, sí lo es porque  se ha enamorado de una lesbiana. Un amor imposible  porque Patxi no concibe el amor sin  la cama.

Está desesperado de impotencia y también de sí mismo: es ya la tercera vez  que se enamora de una mujer a la que no le gustan los hombres. Yo, sin mucha convicción, la verdad, le he intentado consolar hablándole, una vez más,  de la relación tan curiosa y original que puede surgir entre los dos. No  he utilizado la expresión » amor platónico»  porque, a pesar de  su frecuente utilización, no suele tener mucho que ver con el propugnado por el propio Platón  y  porque, además, en este caso, podía tomarse como una provocación. Pero ha sido igual: Patxi se acuesta y se levanta todos los días ansiando perderse entre las piernas de la susodicha.

Después, cuando ha comenzado a teorizar, con los ojos encendidos, sobre si su enamorada sería o no verdaderamente lesbiana  y sobre las posibilidades de que si estuviera con él  un día, un  par de horas o tan sólo unos minutos… le acabarían gustando los hombres, le he  recordado  el mucho trabajo que tenía pendiente: esa víscera lista que es el cerebro , cuando tiene que satisfacer  los deseos de otras vísceras más broncas,  se vuelve completamente estúpida.

Patxi se ha marchado y yo me he quedado dándole vueltas  a estos amores fatídicos. Lo más curioso es que esas  mujeres de las que  se enamora  tienen todas un cierto toque andrógino. Por lo general son delgadas y nervudas , con poco pecho  y pelo corto. A veces cuando  le he visto con alguna de ellas por la calle , me ha parecido que  paseaba con algún colega más joven o con uno de sus sobrinos No sé. Por otro lado , Patxi siempre ha tenido un  ramalazo femenino.

Pero, en fin, tanto si el asunto va bien como si no, siempre podrá escribir un guión…Que es lo suyo propiamente…

N.B. Lo escribirá en el futuro , aunque él todavía no lo sabe. Y llevará por título La Santísima Trinidad o El origen de la familia .