Un bólido brillante ha penetrado por la atmósfera terrestre a la altura de la Cuenca de Pamplona provocando un enorme estruendo , una gran bola de fuego y rompiéndose en miles de meteoritos del tamaño del puño de una mano.
El director del Planetario de Pamplona ha comentado la habitualidad de estas » estrellas navideñas» y el periodista que le entrevistaba ha añadido con un rictus ambiguo que » algún día el bólido podría no ser tan pequeño…,»
En ese caso – si el bólido fuera más bien grande -y de no mediar un Bruce Willis, nos estinguiríamos como los dinosaurios en un pis-pas y con nosotros ( y nosotras, of course) desaparecerían todas las disputas sobre las familias, los municipios y los sindicatos que habitualmente nos ocupan, mayormente con un cierto dolorismo recreativo cuando no definitivamente homicida.
Aún así, despejado lo anterior por la lógica ilógica de la supervivencia y la analógica del miedo , el augurio se evaporará con una media sonrisa, sin seguir aceptando que como pensaban los griegos – que no tenían guardaespaldas metafísicos ni creadores originarios a quien recurrir- sólo somos » seres de un día…
Y todo seguirá igual…Y no por falta de » pequeños » avisos ( ayer mismo otro tsunami en Indonesia) – de los grandes ya se encargaron el desterrado Juan de Patmos y el enloquecido Federico Nietzsche.






