DRIVE MY CAR ( don’t, please)

Conminado por tirios y troyanos y aprovechando «el día del espectador» ,he ido a ver esa pel´ícula y no me he salido de la proyección, como parece que tuvo que hacer un reconocido crítico cinematográfico.

Así que he podido visionar ,como dicen ahora los modernos, los 179 (ciento setenta y nueve) minutos del film que, por cierto se presenta como » drama japonés» o » road movie» ( a elegir).

Y si me pidieran – y si no, no sigan leyendo, please – una impresión rápida de esas casi tres horas, diría que se trata de una sucesión de diálogos pretenciosos con ínfulas trascendentes ( sobre todo para quienes no conocen los tópicos de la cultura clásica griega, en plan de «conocete a tí mismo»– ¿quizá los japoneses? … Pero ¿ es que tampoco fueron convenientemente aculturizados por Confucio o LaoZí?) bastante mal traducidos, por cierto, – a la versión española- , con fallos en eso que antes se llamaba «continuidad» ( de la época de las script-girls), y que quizás ahora forme parte de la post-modernidad ultramoderna, encarnados (los diálogos) por personajes de actores tan suficientes como eficientes, sobre todo en el caso de una actriz que hace de actriz muda, incorporando así, se supone, en su doble condición, la representación de una doble marginación.

Y, uf, otro sí, todo lo anterior sustentado en una trama-drama de violencias y arrepentimientos tan al estilo Takeshi Kitano – con un toque de Samuel Beckett y un sifonazo de Chéjov – que más allá de los guiños descarados a El imperio de los sentidos de Oshima o al Dersú Uzalá de Kurosawa, recoge una propaganda continua y explícita de la marca sueca SAAB ( dedicada a la produción de aviones de combate ) y otras implícitas y ocasionales de Coca-Cola, de la cerveza Sapporo, de los cigarrillos Gitanes, del Mac Book Pro…y de otras marcas comerciales que se me han escapado porque me daba corte encender el móvil para dar cuenta de ellas en una nota…

De manera que ante el aluvión de críticas apologéticas y recomendaciones entusiásticas, y más allá de que ya algún listillo ha profetizado que «no es para el gran público», el fenómeno (en sentido culto y callejero) solo se puede explicar recurriendo al viejo cuento recogido por Hans Christian Andersen, que lleva por título «El traje nuevo del emperador»…O a los lobbies de los Premios y Festivales.

Any way, I´ m sorry, but don´ t DRIVE MY CAR, please…

EL ESPACIO (conservador)

Compruebo que , una vez más, las disputas sobre la territoralidad están de nuevo al pil-pil, bien desde una óptica macro, como en el caso de Ucrania, o bien micro, como en la delimitación del ámbito de la negociación laboral, o incluso mini, como en los referéndums ( ya sé que debería decir referenda) que tras convertirse en unos siferéndums de larga tradición hispana, favorecen las dexanexiones de barrios enteros y verdaderos.

Pero basta leer en diagonal el célebre tratado Hombre y Espacio, de O. F.Bollnow, o si se va de vagoneta el prólogo ad hoc de Víctor d´´ Ors , para constatar – sin alabar ni condenar- que la reivindicación de lo espacial frente a lo temporal pertenece en principio al ámbito ideológico conservador.

Pues desde el siglo XIX ,ante los avatares temporales – sobre todo, ¡ Oh cielos! ante La Revolución- el espacio consuela y sirve de refugio al tradicionalista, ya que le permite huir del «tiempo explosivo» – que diría Georges Gurvitch – tan devorador del orden y concierto del Antiguo Régimen, y aislarse en lugares privilegiados ,rigurosamente vigilados desde las atalayas de las correspondientes casas-torre ( físicas y metafísicas)

Y es que, otro sí, a la vista está que todos los conservadores que en mundo han sido, desde los junkers hasta los jauntxos, han intentado soslayar el cambio , cualquier cambio, afianzándose en un territorio más o menos histórico ( cuando no histérico– en su sentido etimológico), reivindicando mayormente algún tiempo “muerto” de datación problemática o incluso sin datación, como ocurrió en su momento con la morriña por la Edad Media (bastante idealizada, por cierto) de los neo-conservadores alemanes que luego legitimaron el nazismo.

La conversión de la burguesía progresista en conservadora en clave gatopardiana – «cambiar todo para que nada cambie» – transmitió la bandera roja liberal a lo que por entonces ya se denominó izquierda, pero el pecado original de la impronta espacial, alentada por los nacionalismos emergentes de todo pelaje, no permitió despejar la incógnita temporal. Y gran parte de la izquierda se mantuvo en esto de derechas, en una voltereta más complicada de explicar en algunos casos que el milagro de la transubstanciación…

…Pero compruebo que me voy, me voy, y que me lío ( líes, líe, líomen…) y tan solo me queda reformular una pregunta que no por menos clásica puede ser menos acertada: Quosque tandem abutere finibus, sinistra?

SABIDURÍAS ( y tal)

«Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a la risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invencion, el grave no la desprecie ni el prudente deje de alabarla»

Esta es la larga frase que he encontrado subrayada en la página por la que ha quedado abierto el primer tomo de Don Quijote de la Mancha cuando se ha caído de una estantería, mientras , O my god!, buscaba una vieja edición del Tao Te King ( ahora Dào Dé Jīng )

Y es que esta manía ya disciplinada de rodearme solo de autores ( y autoras, ) muertos y bien muertos – a salvo los contemporáneos, si de amigos o de recomendaciones amicales se trata – me lleva a enfrentarme a estas sorpresas anteroretrógradas pero sin duda felices, pues veo en ellas la mano del kairós, de esa oportunidad que no es sino un rayo de luz eterna sobre la torpe sucesión del tiempo cronológico.

Y claro, ante la concisa precisión cervantina, he estado meditando sobre si estas columnillas cumplen o, mejor, pueden cumplir con tales requisitos cuando he de contar esas historias sobre los alfoces ideológicos y políticos de la pandemia del COVID-19, sobre la oscurantista especulación inmobiliaria de la Iglesia que nos informa o acerca de la memoria desmemoriada del franquismo transmitida de hoz y coz ( y no sobra ni la hoz ni la coz).

Y he llegado a la conclusión de que con que «el melancólico se mueva a la risa» – añadiendo la corrección histórica oportuna, o sea, incluyendo a «la melancólica»- ya puedo tener suficiente y sobre ello prometo enmendarme, apartándome de esa «ira brevis» que me precipita del empeño al despeño – que diría mi otro sí admirado Baltasar Gracián.

Pero, recolocado el Quijote en su sitio (preferente), ha resultado que sin tener mucha conciencia de ello iba yo buscando una cita de Lao Tsé ( ahora LaoZi) que dice: «recto pero no tajante, anguloso pero no hiriente, firme pero no insolente, claro pero que no deslumbre»… Y , uf, ya no he podido soportar ( en sentido sportif) tanta sabiduría…

IR AL CINE (breve divagación sobre «L´ Atalante», de Jean Vigo)

En estos ya largos tiempos pandémicos, siempre puede ser un placer abandonarse de vez en cuando a la ficción. Y si bien los medios electrónicos han facilitado y mucho estas escansiones , más allá de la lectura de un libro ,que mayormente se hace en soledad, acudir a una representación teatral o a una sala de cine – con las precauciones oportunas- añade el plus de la vivencia colectiva, algo que muchos y muchas continuamos echando en falta.

Esta inmersión en lo que Peter L. Berger y Thomas Luckmann denominaban en su célebre obra La construcción social de la realidad , «zonas limitadas de significado» que desvían la atención de la realidad de la vida cotidiana, pero que permiten luego regresar a ella como «si se volviera de un paseo» , la he experimentado de nuevo recientemente en toda su intensidad durante la proyección de la película L´ Atalante- La barcaza que pasa, de Jean Vigo, filmada en 1934, y primera del nuevo ciclo sobre CINE Y CIUDAD -PARIS, organizado por el COAVN en su sede de Bilbao.

L´ Atalante ,considerado uno de los doce mejores films de la Historia del Cine por la crítica anglosajona, según comentó el erudito a fuer de entretenido Eneko Lorente en la presentación, se articula en el viaje de una pareja de recién casados por los canales del Sena, sumido él en la navegación y ella en el ansia de conocer la Ciudad de la Luz.

A lo largo del recorrido, más allá de mostrar de un modo documental la vida cotidiana de un Paris de entreguerras, con sus nuevas construcciones y descampados, con su vida frívola de bailes y la más oscura de colas de parados, con los coches de caballos todavía circulando entre los nuevos y ligeros automóviles, la trama aparece pespunteada por sucesivas muestras de amor y de amistad, de aceptación y de reconocimiento mutuo que conmueven por su carácter directo y sencillo.

Y poder emocionarse con una obra realizada hace ya casi cien años que además da cuenta de unos modos de vida periclitados, inclina a pensar que el arte, en este caso cinematográfico, puede seguir siendo una clave relevante para la supervivencia de hogaño, en esa dinámica de abducción y devolución a la realidad de todos los días que nos propone.

Algo , por cierto que , en esta ocasión hay que agradecer al Colegio de Arquitectos Vasco Navarro que en este nuevo ciclo va a proyectar a lo largo de este curso y en su sede bilbaina, films como Milou en mayo , de Louis Malle, Los niños del paraíso, de Marcel Carné, o Los cuatrocientos golpes, de François Truffaut.

PASAPORTE COVID ( ¿ y una Cruz de Hierro?)

Esta mañana estaba leyendo en la versión digital de un periódico que en la tarde de ayer, domingo 23, hubo en Bilbao una gran manifestación contra la emisión y utilización del denominado Pasaporte COVID.

Los lemas de la marcha , no por conocidos eran menos repetidos, destacando aquellos que denunciaban el pasaporte en cuestión como una operación táctica de una estrategia general de control social que se quería imponer desde El Sistema.

Era de suponer que, mayormente , los asistentes no estaban vacunados ( ni vacunadas, of course) y que la mascarilla les sobraba a juicio de la foto que acompañaba a la información.

Por la curiosidad que siempre me informa como sociólogo en excedencia, he ampliado la foto para poder observar detenidamente el paisanaje de las primeras filas de manifestantes. Entre los portadores de la pancarta – «STOP- PASAPORTE A LA DICTADURA- DIKTADURARAKO PASAPORTEA»- de cinco , dos de ellos parecían estar más bien ocupados por sus smartfones, y de estos dos, uno llevaba una visera ribeteada que me ha parecido muy curiosa. He ampliado la foto y he podido comprobar que la gorra llevaba incorporada una Cruz Templaria, diseño básico de la Cruz de Hierro prusiana que en la cultura popular aparece vinculada a la Alemania Nazi.

El hallazgo me ha dejado un tanto anonadado, y de inmediato he recordado la manifestación de colectivos anti-vacunas que presencié en Valencia durante las navidades pasadas y en las que ondeaban banderas españolas con el aguilucho franquista y emblemas carlistas.

Y, a pesar de que sé que un golondrina no hace verano, ni un cuervo negro invierno, no he podido evitar pensar en todos los que caminaban detrás de este individuo sin saber la Cruz que llevaban delante y que probablemente la incultura del portante sobresignificaba, escupiendo en la memoria de los Templarios.

A continuación,he recordado aquellas sabias palabras de Sigmund Freud en su El porvenir de una ilusión , que decían “calificamos de ilusión una creencia cuando aparece engendrada por el impulso a la satisfacción de un deseo, prescindiendo de su relación con la realidad” y que sin ser yo precisamente freudiano – y para nada ortodoxo freudiano- se alzaban ante mi preguntándome sobre la satisfacción de qué deseo movía a estos y a estas manifestantes, toda vez que parecía manifiesta su discrepancia radical con eso que llamamos, construcción social mediante ( Berger y Luckmann), la realidad.

Pero, ¡oh maravillas de la era electrónica!, de pronto la noticia en cuestión ha desparecido de mi pantalla y ha sido imposible recuperarla. Así que no sé si todo ha sido una fake-new ( si es así , no renovaré la suscripción a este medio) o una ilusión de la resaca del lunes , o una pesadilla en forma de Cruz de Hierro…

EL FÚTBOL Y LA DES-MEMORIA (sobre…)

Mis dos últimas entradas en este blog han resultado reveladoras de las inclinaciones del lectorado y serán sin duda buenas pistas para encauzar esta scripturire ( o manía de escribir según Roland Barthes) que padezco.

Así , la penúltima – LA SUPERCOPA ( y unos puntitos negros)-versaba, en un tono tragi-cómico, acerca de la elusión de las condiciones en las que se celebró la final de la Supercopa de España, fiándolo todo al aspecto deportivo y obviando vergonzosamente que Arabia Saudí es una monarquía autoritaria en la que las mujeres , además, carecen de los más elementales derechos.

Pues bien, esta columna ha sido una de las más leídas en los últimos años- llevo escritas cerca de 1.300- pero ha generado un mutis fori general, salvo entre los lectores militantes. La razón es obvia: estaba de por medio el Athletic Club de Bilbao y todo lo relativo a su actividad goza de un nihil obstat permanente, legitimado socialmente – «y me parece bien» diría El Gatopardo- , incluso para celebrar partidos multitudinarios en plena pandemia del COVID-19 – esto también ocurre con la Real Sociedad como bien lo destacó recientemente y entre dientes Eneko Goia, el alcalde de San Sebastián/ Donostia, al comentar las severas restricciones impuestas , por el contrario, a las tamborradas.

La columna siguiente y última- MEMORIAS (y desmemorias)– tomaba como referencia las memorias del democristiano Óscar Alzaga – bienhabiente, por cierto, del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

De ellas se destacaba la labor documenticida de Rodolfo Martín Villa que se encargó de quemar en 1977 miles de documentos comprometedores llevados en camiones hasta la sede central de la Guardia Civil, condicionando así gravísimamente la tarea de la futura investigación histórica.

Pues bien , esta entrada apenas si ha sido leída, generando no obstante un par de certeros comentarios. En este caso la razón también está muy clara: tales asuntos no resultan interesantes y menos en la situación sanitaria en la que vivimos que requiere más bien- y es comprensible- panem et circenses.

Se quejaba hoy , día 23, Iñaki Anasagasti en este medio – «Andreotti y la desmemoria colectiva»– , de la poca atención que parece suscitar la Historia en nuestros días y sobre todo entre la juventud y avisaba de que , como decía José Saramago, la desmemoria conduce a la indiferencia. Y en este caso, coincido con él, a pesar de no hacerlo en otras cuestiones igualmente trascendentales.

Todo lo cual, como decía al principio, son pistas y de las buenas acerca de lo decible y lo indecible y de los límites de lo uno y de lo otro, sin tener que ampararse en aquel «así son las cosas y así se las hemos contado» con que solía terminar los noticiarios un ya provecto presentador de televisión…Y se admiten, por supuesto, comentarios…

MEMORIAS ( y desmemorias)

Óscar Alzaga (Madrid, 1942), uno de los políticos demócrata-cristianos más destacados del tardofranquismo y miembro de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados por UCD, ha sorprendido a tirios y troyanos con la publicación de La conquista de la transición (1960-1978) Memorias documentadas.

En una reciente entrevista , Alzaga señalaba ,como un dato relevante , que en 1977, bajo la batuta del ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa y con la conformidad del presidente Suárez, los expedientes de las actuaciones de la Brigada Social y otras fuerzas policiales durante los largos años del franquismo,con información de las actividades de los opositores al régimen, fueron llevados en camiones a la sede central de la Guardia Civil, donde había instalada una gran caldera para su quema. Y añadía: «Somos el único país de Europa donde se ha cometido tal barbaridad. Los informes de la policía política de la Alemania Nacional Socialista, de la Italia fascista, del Portugal salazarista o de la Grecia bajo la dictadura militar se han conservado. Nosotros constituimos la triste excepción, explicable porque muchos franquistas quisieron seguir en política durante la nueva democracia y ello solo les pareció factible si se destruían todas las pruebas de cómo habían contribuido a la represión».

Y aunque ya es necesario admitir que tanto la memoria individual ( Henri Bergson) como la memoria colectiva ( Maurice Halbwachs ) son interesadas – simple y llanamente porque defienden intereses legítimos en función del presente – en nuestra cultura ha quedado siempre la posibilidad de historiar, es decir de investigar (ἱστορεῖν ) y de conformar un relato verosímil atendiendo tan solo a la documentación y a los testimonios, como defendía Paul Veyne.

Pero difícilmente se puede llegar a hacer algún tipo de historia si ,como en el caso del franquismo, no solo las premisas ideológicas han pergeñado analógicamente una historia ad demostrandum, sino que la voluntad expresamente documenticida ha impedido en muchos casos toda constatación y todo contraste.

Y cuando la oportunidad o la labor pertinaz ha logrado al fin sacar a la luz una nueva reconsideración histórica bien documentada, los descendientes de los documenticidas ( por decir algo) han negado la mayor , como ha ocurrido recientemente con la publicación de La [des]memoria de los vencedores (Pamiela, 2019) de Fernando Mikelarena.

( Escribo lo anterior siendo muy consciente de que mis apellidos circularon tanto entre los fascistas como entre republicanos y nacionalistas vascos. Algunos y algunas, muchos creo yo, somos hijos de las dos partes que en su momento helaron los corazones.Pero, en fin… ¡ Hubo tantas décadas de silencio!… ¡Ah las memorias y las desmemorias…!)

LA SUPERCOPA ( y unos puntitos negros)

El pasado domingo estuve viendo la final de la Supercopa de España entre el Athletic de Bilbao y el Real Madrid. Como tengo por costumbre, vi el partido con el sonido apagado para así poder recrearme en el aspecto estético de las jugadas de ambos equipos -y, de paso, para no molestar a otros miembros de mi comunidad doméstica que estaban leyendo o estudiando.

No soy un experto en balompié , tampoco un aficionado al deporte-rey ,ni siquiera un seguidor de algún equipo, aunque de tener que serlo de alguno lo sería del Osasuna por mor de mi infancia pamplonica.

Aun así, a simple vista y sin más – como dicen ahora los adolescentes- ,me dio la impresión de que el Athletic se enfrentaba a una escuadra muy bien coordinada y con un tapón final imbatible en forma de Casa-Torre , un tal Courtois que, en viendo su capacidad para despejar el penalti lanzado por Raúl García , se le ha de suponer una ardua formación como dantzari de ezpata-dantza.

Y, en fin, en tanto que sociólogo en excedencia – que diría maese Pierre Bourdieu – me entretuve luego en observar detenidamente la ceremonia posterior, allá al fondo del gigantesco estadio Rey Fahd , digno de comparación con la Plaza Roja de Moscú o análoga a la china de Tiananmén o incluso a la pirámide de Keops .

En principio, no me percaté de nada nuevo pues la ceremonia fue tan sosa como previsible, pero de pronto pude darme cuenta, en uno de esos barridos algoritmicos de una de las cámaras de la televisión, que detrás de toda aquella parafernalia había un a modo de puntitos negros que se encargaban de traer y llevar bandejas varias. Y entonces me di cuenta de que aquellos puntitos negros eran mujeres embozadas, unas mujeres que , como es bien conocido y ha sido denunciado, no tienen apenas derechos en esta particular monarquía de Arabia Saudí.

Y a la incomprensión tácita por el lugar a donde se había traslado la final de la Supercopa ,se me unió entonces la vergüenza explícita por haber formado parte, aun como espectador lejano, de un público que, como llegué a escuchar a un hincha en un noticiario de mediodía, «no entra en cuestiones políticas».

De manera que, una vez apagado el televisor, tan solo me quedó el recuerdo de aquellos puntitos negros perdidos tras las bambalinas…

VACUNAS( y anti-)

Durante una reciente visita a Valencia – atraído por la causa final de la magnífica exposición Jorge Oteiza- Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60, comisariada por Javier González de Durana para la Fundación Bancaja- paseando una soleada tarde por la plaza del Ayuntamiento de la capital del Turia, me topé con una concentración anti-vacunas.

En un panfleto que se estaba repartiendo pude leer que la concentración estaba convocada por colectivos bastante variopintos como Policías por la Verdad o un tal Partido del Pueblo, y comprobé que entre la turbamulta se alzaban y agitaban de vez en cuando varias banderas españolas con el aguilucho preconstitucional así como una gran enseña carlista.

Además, enseguida me di cuenta de que en torno al grupo más vociferante, entre cuyos miembros algunos parecían reprimir el saludo a la romana, había un a modo de corona circular silente constituida por varones barbados canosos y mujeres canosas de faldas floreadas, de la tipología que una buena amiga de gran perspicacia sociológica suele denominar «jipijos» y «jipijas».

Y sin profundizar más, que bien se pudiera, en esta curiosa combinación «anti ( ¿Sistema?)», y aunque la causa primera de todo el decurso COVID-19 será revelada oportunamente en el futuro y acaso en clave John le Carré ( como en su momento ocurrió con el VIH), lo cierto es que la causa formal se está manifestando como un confuso y a veces delirante conflicto político sensu stricto entre los tres poderes propuestos por el camarada Montesquieu, y los poderes , subpoderes, contrapoderes y copoderes que nos informan.

Otro sí, mientras la ciudadanía cumple mayoritariamente con lo que considera el deber cívico de vacunarse y hasta acepta estupefacta los cambios algorítmicos de protoloco epidémico disciplinadamente , asumiendo incluso , y quizá con delirio, el copago disfrazado ( en el País Vasco se han gastado 4.300.000 de euros en la compra de 867.856 test privados de antígenos durante las pasadas navidades), una minoría se resiste numantinamente al pinchazo y a la mascarilla haciendo gala de su libertad individual.

Y para más inri , esa minoría anti-vacunas acaba siendo incluida, cómo no, en el conjunto de grupos «vulnerables» señalados por la expertise, tal y como los mayores de setenta años, las mujeres embarazadas o quienes padecen una enfermedad crónica grave, en nutriendo generosamente hospitalizaciones y camas de las UCIs del denostado Sistema.

Unas prestaciones sanitarias que esta facción de illuminati coherentemente debería rechazar… O aceptar, aceptando también ese impuesto especial que ya se estudia implantar en Quebec…

N. B. Me había propuesto no hablar más del COVID-19 y sus circunstancias, pero la «ira brevis» navarra ha podido con mi «reserva mental» jesuítica.

2022,el YI JING (y tal)

Hace una larga cuarentena (¡miedo me da escribir este ya palabro!) ,estaba en trámites de divorcio político pactado con el maoísmo sesentayochista a pesar de que todavía no había salido de mi condición de «abertzale interno», escurriéndoseme la vida en un frío y luminoso Madrid, como he intentado dar cuenta en un a modo de dietario, intitulado 1978- El cuaderno rojo ,que a lo peor hasta se publica un día de estos.

Ahora que muchos de mis antiguos co-legas han renegado de todo aquello más veces que San Pedro o que se han vendido por un plato de lentejas laboristas enlatadas, o que se han subido – y ya bajado- al carricoche acádemico sin haber logrado la ansiada cátedra Jean Monnet ( o el Premio Nobel…¡ los hay pretenciosos!), o han triunfado como empresarios hasta conseguir presidir una Cámara de Comercio, o simplemente, se han muerto, a mí me ha quedado , como buen post-maoísta ( ilustrado, todo hay que decirlo), el Yi Jing, el I Ching ( El libro de los Cambios de la tradición china) de cuando Mao Tsé Tung no era todavía Mao Zédong.

Pues hay un buen montón de ex-algo que no quiere ser post-algo, olvidando aquella famosa afirmación del pelirrojo impenitente Cohn- Bendit de que «lo importante no fue lo que nosotros hicimos por la Revolución sino lo que la Revolución hizo por nosotros» incitándonos a discutirlo todo,a leer los libros prohibidos, ver cine alternativo, a participar en movilizaciones populares y a viajar lejos para ver mejor lo de cerca.

Así que para rescatarme de mí mismo con algo de lo mejor que me ha quedado de aquella efervescencia juvenil y renovar mis habilidades manuales e intelectuales, he llevado a cabo durante el fin de semana una tirada del mentado Yi Ying, pensando en este año 2022.

El resultado ha sido el hexagrama I, Qian ( El Principio Activo), con un nueve en la segunda posición, por lo que el cambio se abrirá hacia el hexagrama 13 Tong Ren (La Comunidad), siendo el opuesto el hexagrama 2 Kun ( El Principio Pasivo).

Una vez consultadas las ediciones más fiables de que dispongo (1) y asumiendo la arbitrariedad de la interpretación, 2022 se presenta en conjunto como favorable con la condición de que se extienda cierta disciplina social que fomente la acción comunitaria,aunque siempre debería conducirse de una manera civilizada y bien informada, sin generar amenazas ni miedos impropios, pero , por otro lado, abandonando toda tendencia a la pasividad (incluso política).

Podría afirmarse, consecuentemente, que de manera global se alienta una recuperación de la vida proactiva individual y colectiva, y se apunta a que quienes tienen entre sus manos responsabilidades últimas no engañen ni atemoricen para conseguir fines espurios ajenos al bien común y más bien lideren con firmeza el avance general.

Y yo, simplemente, lo comento por si a alguien le pudiera interesar , o le da una pista, o le consuela.

Pues, eso – que diría Paco Umbral…

(1) – P-L- F Philastre / F. Jullien, en Libraire Générale Française (1992) ; Richard John Lynn,en Columbia University Press (1994) ; y Albert Galvany, en Atalanta (2006).