Teleapatía

Entre las distintas facultades cerebrales que aún están por explorar y explotar socialmente por el conjunto de la población, aparte de la de pensar con libertad por uno mismo, se halla la Telepatía que nos faculta para trasmitirnos el pensamiento de unos a otros sin necesidad de que medie soporte físico alguno. Claro que la segunda es dependiente de la primera y en consecuencia, si la población no piensa por sí misma y acaso no piensa en absoluto, difícilmente podrá ejercitar esa segunda otra facultad, cual es la de la telepatía, que queda ignota al tener abierto el canal sin nada para canalizar.
Por ello, el Estado y todos los aparatos represivos y de control que existen para mantener a las masas como tales en ese estado primitivo y bruto, sin desarrollar sus cualidades innatas, en una naturaleza propia de la infantilidad… cuenta con un exitoso canal, ésta vez sí lleno de contenido, a cada cual más bochornoso y vergonzante para quien anhela educar el intelecto y elevar el nivel de conocimientos generales de nuestra sociedad, cual es, la televisión.
La televisión, en principio, pudo nacer como vehículo de ideas, conducto de información, generadora de ocio y divertimento, motivo de esparcimiento, canal de propaganda y publicidad, etc. Pero lastimosamente he podido corroborar por enésima vez éstas ultimas navidades cómo lejos de generar un renacimiento ideológico en los jóvenes, una ciudadanía mejor informada, una población entregada a sus aficiones y ocio recreativo, unos consumidores con conocimiento suficiente para elegir sus compras con libertad y diligencia…se ha creado una sensación generalizada de Teleapatía , lo más contrario que puede haber a la facultad de la telepatía. No sólo ya no se transmiten programas y contenidos televisivos de calidad cada vez más ínfima, sino que incluso hemos llegado al extremo de no transmitir nada en absoluto, rozando casi, casi, algo similar a lo que en su día constituía la propia carta de ajuste, que cuando menos, nos ofrecía la sintonía de Radio Nacional, el tiempo, y la hora de cada momento hasta las seis de la tarde, cuando empezaba la conexión.

Sociedad mosquetera

http://www.youtube.com/watch?v=gNvlD4zJtI8

Cuando Alejandro Dumas (padre) escribió “Los Tres Mosqueteros”, sin entrar en las distintas lecturas políticas de su contexto y menos todavía mencionar las claves masónicas para una correcta exégesis de la obra, sí parece claro que, como mínimo, deseaba transmitir a sus conciudadanos un valor tan necesario para la sociedad abierta de la que hablara Popper, como imprescindible para los miembros que la integran, cuales son: la libertad, la igualdad y la fraternidad, que confluyen en el conocido lema que se repite hasta la saciedad en boca de los Mosqueteros ¡Todos para Uno y Uno para Todos! cuya resonancia universal, a caso menos sería pero más aclamada que la obtenida fuera de la República de las letras por el de la Revolución Francesa en el escenario político, sin embargo con el tiempo, ha perdido su asiento descrito, tanto como su antecesor fuera traicionado por la burguesía, pues dentro del “Todos” está la sociedad y dentro del “Uno” la persona singular que no aislada, de cuyos dos polos manan respectivamente la Igualdad y la Libertad, dejando al Espíritu Santo fluir entre ambos, en forma de Fraternidad o si se prefiere solidaridad, altruismo y amor.

Sin embargo, como digo, se ha perdido esa primigenia intención del autor que, jamás de los jamases, pudo atisbar en qué medida, tan noble máxima de su mente nacida, pudiera tergiversarse al modo en como intuyera tres siglos atrás La Boétie en su “Discurso sobre la servidumbre voluntaria o contra el Uno”. Pues hoy es el día en que, las enseñanzas de Parmnides y su discípulo Zenón de Elea pueden decir con rotundidad, sin equivocarse, que la aparente pluralidad es engañosa y que todo es Uno y lo mismo, sea en economía donde nadie pone reparos a las tendencias monopolistas del mercado y la clientela proletaria acude en masa a las Grandes superficies, sea en política donde el pensamiento único causa furor entre los electores que desean y hasta se pronuncian a favor de la democracia unánime, cuyo variopinto, colorista escaparate, eliminados los accidentes y trucos ilusorios, no ofrecen otra cosa que la Unicidad. Así se comprende que, el lema de Los Tres Mosqueteros ¡Todos para Uno y Uno para Todos! En la actualidad dista mucho de los valores que el escritor deseaba transmitir. Su sentido presente es diametralmente opuesto, convertido el “Todo” en un “Uno” y el “Uno” en un “Todo” quedando un único vortice de sentido que hace las veces de motor inmóvil aristotélico, segmentando su realidad en una jerarquía en el que todos trabajan, compran y votan a Uno y el Uno les explota, vende y gobierna a Todos.

Poema para Instinto básico en homenaje a Jarry Goldsmith

Soy. Soy. Soy. ¡¡Soyyyyy!!…
pero soy mortal.
Preferiría no haber sido.
No haber existido.
No tener entidad.
No estar en la realidad.
Quedarme en la más absoluta de las nadas…
nada a la que fatalmente voy a terminar.

No hay escapatoria.
No hay alternativa. No hay solución.
No hay salvación.
Muerte y destrucción es lo que me espera.
Me exaspera y desespera saberme para la corrupción,
putrefacción, disolución, aniquilación y desaparición.
Todo está perdido y no hay nada que hacer.

Maldigo mi presente.
Maldigo mi existencia.
Maldigo mi estado y condición.
Maldigo mi ser….
¿De qué sirve la conciencia si no evita el sufrimiento?
¿De qué sirve el conocimiento si no ahuyenta al miedo,
al pánico, al pavor, al horror y al terror que yo siento?
Todo esto padezco.
¿A qué tanta libertad?
¿A qué tanta voluntad, si somos reos de muerte
que no podemos siquiera vislumbrar la eternidad?…
¿Qué identidad es esa que se borra con el tiempo,
es fugaz, falaz, efímera, volátil, toda ella vanidad.?

Soy capaz de admirar la armonía,
de gozar la simetría, sublimar la belleza,
de escuchar poesía, música y sinfonía
de un firmamento sin igual,
soy capaz de pensar,
soy capaz de pensar pensamientos,
de sentir sentimientos, soy capaz de respetar,
de amar, de soñar, de creer y de rezar
y aun así, elegiría ser inerte,
quieto, inanimado, antes de conocer mi estado
y mi destino
pues aunque soy heredero de la evolución de mi especie,
de cultura, historia y civilización…
aunque estoy dotado de ciencia, religión,
técnica y filosofía,
aunque conduzca mis pasos con ética costumbre,
tradición y moral
nada de ello evita que sea hombre limitado y contingente,
fenómeno natural que obedece las leyes de la física
viendo pasar los días hacia su trágico final,
su total ausencia
sin la menor trascendencia
ni físico
ni psíquica
ni conceptual
ni espiritual.

Pelando la mandarina

Tan jugosa y abundante en gajos como su hermana mayor, de igual color, menor tamaño, pero fácil de pelar, es por ello muy apreciada la mandarina, fruto oriental que recibe el nombre por coincidir su tonalidad con el atuendo de los Mandarines y en occidente recibiría por su semejanza la denominación de ¡Naranjas de la china! que por su lujo, pasó a convertirse en expresión sinónima de ¡Y un jamón!

Así pues, la mandarina, tiene la fortuna de no verse en el problema lingüístico-metafísico apuntado por Eco en “El Nombre de la rosa”, de si la rosa es rosa porque le llamamos rosa o acaso, le decimos rosa por ser rosa, como le sucede a la naranja. Motivo por el cual, yo creo que es más sencilla de pelar, al no verse estresada en su identidad, como la carne de vacuno sale mucho más tierna si el animal es sacrificado sin presentir su destino. Es en esta confianza plena en su dulce manejo que me dispongo, mondo lirondo, a pelar la presente mandarina.

Decía Confucio “Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos (…) Porque los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”. Pero parece que sus enseñanzas no han cuajado entre los españoles que prefieren vivir a expensas de los otros, sin aprender la lección de su historia de la que salimos trasquilados, españoles o no, todos los pueblos peninsulares, pues como bien se mofaban en Flandes “Los españoles tienen indios y nosotros…españoles” en jocosa alusión al oro y plata que nuestros buques traían de América, pero de cuyo botín nadie por aquí se benefició, pues iba derechito a las arcas de la Gran Banca centroeuropea al objeto de sufragar las continuas campañas bélicas de los Reyes de turno.

Algo parecido ocurre ahora. Hemos querido que todo nos salga más barato a expensas de esclavos invisibles que como al zapatero prodigioso, nos dejaran la tarea hecha y lista al amanecer…sin percatarnos de que nuestra molicie y desaprensiva explotación de terceros, poco a la vez nos hacía más inútiles de lo que ya éramos desde que nos apuntamos entusiastas todos a una, como Fuenteovejuna, a aquel desplante científico que pronunciara Unamuno ¡Que inventen ellos! pero menos elaborado, traducido como corresponde a nuestra alegre idiosincrasia por el pueblo llano en ¡Que trabajen ellos! Mas se debe poner mucho cuidado en lo que se desea…que en ocasiones se cumple.

Pero nada…toda advertencia es poca, cuando uno se ha entregado al frenesí de que nos lo den todo a pedir de boca. Por eso, en vez de frenar el despilfarro, apretarnos todos el cinturón, partir por la mitad los sueldos de los políticos, eliminar las subvenciones a la Gran empresa estafadora, rebajar los contratos de los deportistas de élite a la cuarta parte…nuestro Gobierno electoral, con la buena intención de mantenernos contentos y felices para no despertarnos de la eterna siesta en la que nos encontramos que nos lleva al suicidio colectivo caminito del sueño eterno como sociedad, se dedica a contraer deuda y más deuda, para que sigamos pudiendo vivir por encima de nuestras posibilidades un ratito más a crédito, pero no de China, ni de Alemania…sino de las próximas generaciones. Ahora ya entiendo la necesidad de la ley del Aborto.

Moralmente, desde una perspectiva liberal como la mía, es asumible cualquier vicio o debilidad, lo que ya es reprochable, es consumirse en el mismo a sabiendas, pues a parte del mal que te provocas, del pésimo ejemplo que das con ello a cuantos te rodean y el perjuicio que puedas provocar a terceros, sucede que eliges. Y España entera ha elegido no sólo aprovecharse del trabajo esclavo y de la explotación infantil china para adquirir sin sonrojo en sus todo a cien ropa y baratijas a un precio muy inferior al que sabemos muy bien valen, sino que para más desfachatez de nuestra parte, ahora, nos valemos del capital sucio detraído por sus explotadoras élites chinas para vivir un poco más de un lujo indecente que no podemos ya pagar y jamás debimos hacer gala.
Y ahora, os vais a tragar la piel amarga que hemos pelado de tan dulce mandarina.

Capital cochino

Si algún día el Socialismo se quejó del ¡cochino capitalismo! estamos a tiempo de rectificar la expresión, ahora que el buenismo zapateril no le hace ascos a un régimen despótico, dictatorial, con pena de muerte a pleno rendimiento, cuya población es sometida a explotación laboral en ínfimas condiciones de trabajo esclavo, que contamina como el que más, a imagen y semejanza de vuestra Majestad el Rey que hace migas con las tiranías de Arabia y los Golfos Pérsicos…cuyas características recuerdan bastante a las primeras fases del Capitalismo salvaje sufridas por el proletariado, las cuales, San Karl Marx denunciara acertadamente en su día. Ah…Es cierto. El PSOE renunció a toda ideología en Suresnes, y la economía nada tiene que ver con la moral. Tal como van las cosas, no me extrañaría que, en breve, se enseñe en nuestras escuelas que, la plaza de Tiananmen, simboliza su etimología coloquial, a saber: “Puerta hacia la paz divina” ¡Un momento! Pero si no hace falta, que el programa infame de la Cuatro, ya se ha ocupado de ello, con el “Pekín Express”.

Ahora que media España se las va a ver como la chinita del chiste, o sea, chin-lú, chin-agua, chi-electrichidá…muchos se acordarán de como no hace tanto, por nuestras calles y plazas, los niños, hucha en mano, salían de los colegios y parroquias a pedir por los chinitos…¡Menudo cuento chino! Nos engañaron como a chinos; pues los chinos que se beneficiaron de toda aquella bonanza y generosidad, como diría el infatigable Cid Campeador de Aznar, no andaban muy lejos, ni vivían en remotas montañas. De todos modos, el caso es que hoy, es China la que ha venido en rescate de España, y no al revés. Mas estos chinos, son otros muy distintos, de cuya realidad ya no nos podremos librar con política alguna de inmigración. Una vez que han entrado por derecho propio, vienen a quedarse y su influencia difícilmente podrá sacudirse como vulgar china en el zapato, antes bien, ellos fagocitarán cualquier resquicio de nuestra plácida existencia, no sin antes hacernos padecer los refinados suplicios de la casa, dándose vuelta las tornas y acabando nosotros haciendo el trabajo de chinos para sus élites.

Por que, la afabilidad y honorabilidad fumanchesca de la milenaria cultura china que tantos beneficios ha dado a la humanidad como la pasta, la salsa de tomate, la brújula, el papel, el papel moneda…, no debe hacernos caer en la tentación de quererlo abrazar como si de un osito panda de peluche se tratara por hacerse cargo de la deuda, antes bien, deberíamos ser conscientes en todo instante que, pese a su aspecto entrañable, el abrazo de un oso panda del alma de tal tamaño y envergadura, por su propio peso puede matarnos de de amol, pues sea panda o no, se trata del abrazo de un oso, al que no servirá de nada atacarle con tirachinas, ni se le podrá engañar con chinitas y opio como en el Siglo XIX hicieron los Ingleses…Además, es probable, que su entrada en el mercado financiero español, introduzca el típico aroma agridulce tan característico de su gastronomía y nuestra economía salga más achinada de lo que ya está. Para rematar estas líneas, solo queda que usted las lea tomándose un capuccino.