¡Quién lo ha visto y quién lo ve! Hoy mismo 13 de Octubre leo en el otrora monárquico ABC un textículo de apenas treinta palabras mal contadas con el que la rojigualda cabecera informa a sus lectores de que “Victoria Federica no quiso perderse el desfile de las Fuerzas Armadas”. ¡Qué coño es esto!
Lo primero que llama la atención de la noticia, es lo reducido de la misma y que se haga eco de que quién de nacer en una sociedad igualitaria estaría llamada a ser Princesa, veía el desfile de su abuelo desde la acera como una niña más; Lo segundo que choca al lector, es el exceso de familiaridad con que se trata a la segunda persona en el orden de sucesión para los Froilanistas, llamándola únicamente por su nombre de pila, a caso para que nos olvidemos de su noble pedigrí: Marichalar Borbón; Y tercero, lo que resulta todavía más grave, que se le niegue a esta ricura que mejora fenomenológicamente la raza, el tratamiento de respeto de Doña, por supuesto, dicho sin coña, o si se prefiere de Doñita, también sin coñita, para evitar los temidos rintintines a los que remite el diminutivo de Señora, cuál es, el de Señorita, usado recientemente por Guerra para referirse a Trinidad Jiménez, a la que por cierto, trato igualmente con demasiada confianza aludiéndola por su diminutivo “Trini” como si fuera un teleñeco.
Ahora bien, dada la moda de feminizar el lenguaje a imitación perversa en como se masculinizó, cabría preguntarse, si la coña designa el coño. Y ¡coño! No podría haber Doña sin coño, aunque sí coño sin Doña.
De todos modos, tengo muy claro el profundo desprecio que los medios de comunicación hacen a la rama primogénita de la Casa Real, para provocar en la plebe, una artificial desafección hacia la causa de Froilán que estoy abanderando. Pero no lo van a conseguir, aunque el Misterio de la Igualdad de Bibiana Aído, no haga nada para denunciar el atropello que para la dignidad de las mujeres españolas, supone apartar de la sucesión directa a la primogénita Doña Elena de Borbón, auténtica Princesa de Asturias.