Despejando la X de la ciencia

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Contemplado su oscuro resplandor a mediados del siglo XX, la Ciencia, tenida hasta entonces únicamente por una entidad buena, parece haber madurado lo suficiente como para ser aupada al Olimpo de los dioses ambivalentes, que tan pronto ayudan como te hacen la puñeta. En consecuencia, vista cual Isis tras el velo, corre la misma suerte que el Dios Cristiano, desprovisto de todo reconocimiento, salvo el que le dispensen aquellos que todavía confíen en su aspecto positivo marcando esa vergonzante casilla a la que ha sido relegado socialmente.

Esto es lo que se desprende tanto del hachazo metido al presupuesto dedicado a la Ciencia por el desgobierno del Partido Popular, como de la iniciativa ciudadana emprendida por un prometedor físico-matemático soriano de 26 años, llamado Francisco J. Hernández, desde su blog “Resistencia Numantina”, dónde conmina al Ministro de Hacienda Cristóbal Montoro, a que inserte en la próxima Declaración de la Renta una nueva casilla que permita a los ciudadanos destinar parte de sus impuestos a la investigación científica, iniciativa que ya ha sido suscrita por más de 15.000 personas que, paradójicamente, han firmado a lo Pascal, es decir, más con el corazón que con la cabeza. Porque, aun comprendiendo los imperiosos motivos que han llevado a este joven científico a proponer tan desesperada medida reservada para eso de la caridad y hasta reconociendo su buena intención y la de cuantos se han sumado a su solicitud, no puedo estar más en desacuerdo con la medida que lo que lo estoy con el recorte habido en la partida presupuestaria dedicada a I+D+i.

Por descontado prefiero esta deshonra de marcar una x para que mis impuestos se empleen en Ciencia, a tener que ir por las calles, hucha en mano, pidiendo para un Acelerador de Partículas como hace la pobre Iglesia Católica para mantener las Misiones con el Domund, o convertirme en un Testigo de jehová e ir de puerta en puerta por comercios, empresas y particulares mendigando una ayuda para que puedan seguir investigando contra la diabetes que padece mi pobre hijita como ha tenido que hacer esa buena madre, Cristina Ponce, que ha reunido 7.000 euros en una colecta destinada a recontratar durante tres meses a una investigadora que recientemente había sido despedida junto a otros 114 compañeros del centro de investigación valenciano por falta de presupuesto en la misma Comunidad que con alegría se va a gastar los dineros en traer la Fórmula 1.

Pero es un error colocar a la Ciencia en la Cruz de San Andrés. De colocarse esta casilla seguramente el Estado del Malestar no dudará en contraponer la casilla de la Ciencia a la de la Iglesia reeditando falsas disyuntivas dieciochescas entre Fe y Razón, e incluso a las de las Oenegés, que indistintamente de lo que pensemos de una y otras, lo que es seguro es que en dicha contraposición no ganará nadie, pues de una parte lo concedido a la Ciencia se detraerá de prestaciones sociales y con el tiempo la Ciencia misma será tratada como la Iglesia Católica a la que olvidados los servicios prestados con anterioridad y aún hoy en día, se la dirá que se las apañe solita; Y que quieren que les diga…No sé qué me parece más indigno, si poner a nuestros Científicos a pedir por las esquinas o en las entradas del metro – lo de editar una revista científica al estilo “La Farola”, como que no lo veo – o marcarles pecho, espalda y culo como se hace con los deportistas con el nombre de los patrocinadores, porque ya sería la repanocha que una empresa como Coca Cola financiara la lucha contra la diabetes o Repsol combatiera el cáncer.

Lo que toca no es que nos crucifiquen en el IRPF; Esa medida sólo parece adecuada para el cristianismo. Si la Ciencia acepta el recorte y no contesta como merece al Gobierno poniéndole en su sitio, ¡es que esta Ciencia no vale! Yo estoy dispuesto a difundir el provecho social que de su trabajo se sigue para que en los presupuestos la Ciencia sea tratada como se merece y para evitar la lamentable continua fuga de cerebros. Pero para aceptar de buenas a primeras, como un sindicato vertical amarillo, que se mantenga el gasto en la adquisición de equipos militares y se derroche los impuestos en contratos millonarios de los clubes de fútbol mientras se recorta bruscamente las partidas para la investigación médica, de biotecnología, etc, no pienso mover un dedo. Al contrario: Acusaré a la casta Científica de docilidad a cambio de participar del festín en el desmantelamiento del Estado de Bienestar.

Porque si la Ciencia pasa de estar contemplada como merece en los presupuestos oficiales a depender de la voluntad de los españoles, además de correr un riesgo innecesario por lo que comentaré al final, mal ejemplo daría a la Sanidad y la Educación que también están en el punto de mira. ¿O es que ese es el camino a sembrar que como la Ciencia escuelas y hospitales han de buscarse la vida en la Declaración de la Renta mientras la Casa Real, las subvenciones a los Partidos y demás criminales bajo cuerda del BOE parecen blindados a estas eventualidades?

El entusiasmo con el que ha sido recibida esta propuesta, sólo se explica por la cobarde autoconfianza de los científicos de salir bien parados del envite, no por supuesto contra el Gobierno de Rajoy, sino contra la Iglesia Católica. Pero que no canten victoria tan pronto, que en cuanto el fútbol entre en liza en la disputa por los impuestos del españolito medio – incluidos los aficionados del Barca y el Athletic – lo que encontrarán en la casilla ya no será una x, sino el Principio de Incertidumbre de Heisenberg.

El verdadero objetivo de la ciencia

 

Desde mi más profunda vagancia, desayuno con desasosiego la inquietante apreciación con la que se estrena en una entrevista Carmen Vela, Secretaría de Estado de I+D+i, para quien “el objetivo final de la ciencia es generar trabajo, empleo y riqueza.” Del susto se me ha atragantado el donut.

Aun comprendiendo qué le ha conducido a proferir semejante aserto dirigido al mundo de la industria y a una opinión pública cuyo horizonte causa-efecto se pierde más allá del próximo finde…tal afirmación, es rechazable como mínimo en sus dos terceras partes.

Yo siempre he pensado, que el final primero y último de toda Ciencia, es el Hombre, su felicidad y sobre todo, su supervivencia, teleología que la colma de sentido, por cuanto permite adaptarnos más cómodamente al entorno, cuidar la salud, vestir y alimentarnos de manera más idónea, desarrollar nuestras capacidades comunicativas, de transporte, interpersonales, haciéndonos más comprensible la propia Naturaleza, la sociedad en que vivimos, desentrañar en qué consiste la vida, qué es el Mundo y algún día cuál es el origen del Universo, por qué hay Ser en vez de Nada y demás misterios de la Existencia. Nunca se me pasó por la mente que el final último de la Ciencia fuera crear trabajo. Antes ¡al contrario!

Una de las funciones que la sociedad tiene confiadas a la Ciencia, es precisamente ahorrarnos el mayor trabajo posible o en su defecto, convertirlo más liviano o derivarlo a terceros como animales o máquinas y si es posible minimizando los costes energéticos y maximizando su rendimiento. ¿Estoy en un error? ¿Es posible que mi amor por la Ciencia me haya cegado tanto que lo que yo veo como un hermoso lunar, sea en verdad una terrible verruga? No lo creo.

La temprana lectura del “Discurso sobre las ciencias y las artes” de Rousseau durante el instituto, me vacunó lo suficiente como para no caer en la candidez de reemplazar la Fe por la Razón y la Religión por la Ciencia como iba camino de hacer en una marcha intelectual a la que le vino muy bien escuchar aquello de “A lo mejor, el progreso ha ido demasiado lejos” que me permitió entender, ya en segundo de carrera, la observación de mi profesor de Antropología, Carlos Beorlegui, de que, el desarrollo de humanización no iba muy parejo al de hominización. En consecuencia, no albergo temor alguno de haber sufrido ningún tipo de ensoñación al respecto, pues siempre me he mantenido muy crítico, no con el verdadero objetivo de la Ciencia, sino con el de los científicos, los cuales se ven obligados a rendir pleitesía a quienes desde el Poder establecen las prioridades del momento y de su época, no siendo infrecuente que al igual que le sucede a los artistas, los científicos deban supeditar sus investigaciones a los distintos caprichos de los mecenas-patrocinadores y de igual manera que aquellos se han pasado la vida pintando retratos feos y bodegones absurdos, estos han debido dedicar su preciada existencia a construir armas, con la esperanza de poder desarrollar su auténtica vocación e íntimos ideales.

Quién está en una enorme confusión, es la nueva Secretaria de Estado. Es cierto que la Ciencia en su eliminación de trabajo antiguo, ha generado nuevas formas de trabajo, verbigracia, el tractor ha sacado del campo a miles de campesinas que de sol a sol azada en mano no levantaban cabeza, pero ha dado empleo en las fábricas donde se construyen los tractores. ¡Vale! Pero concluir de ello que •el objetivo de la ciencia es crear trabajo…es como si la Ministra de Salud saliera con que el objetivo de la medicina es formar a médicos y construir más y mejores hospitales. Porque no se puede tomar por objetivo de una Ciencia lo que meramente es el instrumento para su consecución.

Y ahora para limar asperezas, me dejaría nombrar su asesor personal, pues mi objetivo en esta vida es no trabajar.

Experimentación con pobres

 

Durante el curso 07-08 14 bebés de familias pobres argentinas murieron tras participar sin saberlo en los ensayos de una vacuna contra la neumonía y la otitis aguda del laboratorio británico GlaxoSmithKline. La Justicia argentina, recientemente ha ratificado la multa de 179.000 euros que el Ministerio de Salud le impuso a dicha empresa en cuanto se supieron los hechos. No está mal para ser pobres, casi podría decirse que les ha tocado “El Niño”.

Tras agotarse las vías legales para la experimentación con animales, el siguiente paso a dar, antes de sacar al mercado un medicamento nuevo, es probar su eficacia, posibles efectos secundarios e incluso fatales desenlaces en humanos. Lo deseable, es que se presenten voluntarios a quienes se informa pormenorizadamente de los riesgos que corren como individuos y de los enormes beneficios que de su estudio y seguimiento se derivarían de salir con éxito el experimento; Suelen prestarse a este procedimiento sobre todo religiosos que se han creído de verdad la Fe, parientes de afectados por la enfermedad investigada y personas que buscan dar sentido a sus vidas.

De no aparecer altruistas, lo siguiente que toca, es retribuir el riesgo a la persona que acepta se ensaye con su cuerpo, informándole igualmente de todos los perjuicios que de ello puede derivarse para su ser particular, más sin llegar a desanimarle, riesgo psicológico que de aparecer, pronto es contrarrestado metiéndole en bolsillo el beneficio inmediato que obtendrá, treta que suele salir bien dado que la gente que se presta a experimentos médicos por dinero, es por extrema necesidad, circunstancia donde pesa más la inmediatez de la retribución contante y sonante que un remoto problemilla que de surgir, nunca podía haber pasado en más feliz ocasión que rodeado de profesionales de la medicina que le tratarán como a un héroe, cuidados a los que un pobre no aspira, al menos en esta vida.

Pero sucede, que por tradición los pobres desconfían de todo lo que huela a matasanos – salvo en los denominados Estados del Bienestar, donde desmemoriados de su función de “conejillos de indias”, todavía acuden alegremente a que les curen; Pero eso va a cambiar en breve…- no resultando sencillo convencerles para que se presten voluntarios por dinero.

De no ser…que se les pinte el asunto como una campaña solidaria de una Oenegé que viene a ayudarles. Para este menester se escogen ejemplares con dolencias extraordinarios que como diría nuestra Vicepresidente, requieran intervenciones extraordinarias que seguramente por aquí ni se les permitiría intentar. Así los pobres son atendidos y nuestros médicos cogen experiencia…

Un modo menos complicado de obtener voluntarios es acudir a penales – da igual que sean de países pobres que ricos, ya que en las cárceles sólo se encuentran ejemplares pobres – donde se ofrece a los presos reducir condena o mejorar su régimen de reclusión a cambio de participar en el desarrollo de la ciencia.

Pero hay ocasiones en que ni por esas es suficiente. ¿Qué hacer entonces? ¿Es bueno moralmente privar a la entera especie del progreso por preservar un muy discutido derecho particular a la salud, la seguridad y la vida de unos cuantos ejemplares? Los nazis ya respondieron a esta cuestión por todas las indecisas democracias liberales, de modo que hoy la medicina que disfrutamos debe más a Mengele que lo que pudiéramos imaginar la carrera espacial debe al también nazi Von Braun inventor de los misiles U2 y posteriormente artífice de la llegada del hombre a la Luna.

En consecuencia, necesitamos experimentar con seres humanos aunque estos no quieran; lo podemos hacer con los de nuestra misma posición social o con seres cuya existencia es prescindible, con nuestra propia gente o con la de otras razas…Empero, lo que no nos podemos permitir, es que por evitar el daño a terceros, estando en nuestra mano hacerlo, dejemos que la arbitraria naturaleza escoja por nosotros y nos hagamos daño a nosotros mismos y nuestros seres queridos. Es muy fácil ser respetuoso con los demás cuando no se tiene más remedio. Pero si se tiene el Poder para usarlo en tu beneficio, el mal consiste precisamente en no emplearlo de ese modo.

¡Bravo! Entonces por nuestra industria farmacológica y los laboratorios médicos que aplican en la salud global los mismos parámetros de actuación que desde siempre rigen en las empresas dedicadas a la extracción de materias primas como madera, carbón, petróleo, gas…de cuyo comportamiento se siguen grandes sufrimientos de pueblos enteros que no caen en saco roto gracias a nuestro sabio aprovechamiento de su dolor, sólo que, ahora en vez de tratarse de recursos naturales, hablamos de recursos humanos.

Relativa Relatividad

En mi ensayo “Inútil Manual para entender la Mecánica Cuántica y la Teoría de la Relatividad” del que mi Blog toma el nombre, ya comenté la paradoja de que al propio Einstein, no le agradaba demasiado que a su teoría se la bautizara “de la Relatividad” dado que ella misma establece dos postulados absolutos: que todas las Leyes de la Física son las mismas en todos los marcos de referencia inerciales, y que la velocidad de la luz en el vacío, tiene el mismo valor en todos los marcos inerciales, independientemente de la velocidad del observador o de la velocidad de la fuente luminosa; De hecho por algo se la denomina Constante, motivo por el cual, su autor se refería a ella como “Teoría de los Invariantes”.

Pero lo que son las cosas, como le ocurriera con la expansión del Universo que se desprendía de su teoría y a la que él mismo se opusiera hasta el punto de sacarse de la manga la Constante Cosmológica para frenar aquella aberración; como después le sucediera por avergonzarse de su invención por considerarla “su mayor error” y sin embargo ser recuperada medio siglo después para la Teoría de las Cuerdas, como le pasara con el Premio Nobel que le fuera concedido, no por la Teoría de la Relatividad sino por su otra gran aportación sobre el Efecto Fotoeléctrico y aún así le entregara la medalla de oro a su ex esposa Mileva Maric en agradecimiento a su impagable ayuda para confeccionar el aparato matemático que habría de soportar la Teoría de la Relatividad, como le aconteció con el experimento EPR que destinado a desbaratar los presupuestos de la Mecánica Cuántica acabó por aportar una prueba más en su favor…parece que la Teoría de la Relatividad, sí que es relativa, de verificarse los últimos datos del CERN que arrojan la sospecha hace tiempo albergada, de que hay partículas subatómicas cuya velocidad supera la de la luz, aparente revés que lejos de menguar su figura, la acrecentará en los siglos venideros, como las contradicciones de Siddhartha Gautama acabaron convirtiéndole en Buda y los escollos no despejados de su doctrina, llevaron a la expansión y desarrollo, en ocasiones contradictoria, de sus enseñanzas, por lo que no me extrañaría nada que este hombre acabe convirtiéndose con el paso ¿del tiempo?, primero en un mito y luego en un dios, como tantas veces ha sucedido en la “Historia de las creencias y de las ideas religiosas” tal y como nos la cuenta Mircea Eliade.

Aunque no le falta razón a Martin Rees en observar que “las afirmaciones extraordinarias, requieren demostraciones extraordinarias”, lo cierto es que, un organismo del prestigio del CERN no se arriesgaría a hacer el ridículo ante sus colegas de la Comunidad Científica y menos ante la Comunidad política europea que lo patrocina arriesgándose a un bochorno sin parangón, antes de hacer públicos sus datos y cómo los han obtenido.

Dario Autiero, portavoz del “Programa Ópera” responsable de la sorprendente revelación en cuyo experimento han trabajado 160 científicos provenientes de 11 países, explicó en la sede del CERN sito en Ginebra, que sus mediciones durante tres laboriosos años, han mostrado que la luz tarda en viajar desde allí, hasta el detector “Opera”, en el Laboratorio Nacional de Gran Sasso, bajo los Apeninos italianos a 730 kilómetros de distancia, 2,4 milisegundos, pero los neutrinos, según estos resultados, llegan 60 nanosegundos antes, unas 20 partes por millón más veloces que los fotones. Cierto es que, la constante de la velocidad de la luz, ha sido corroborada por infinidad de experimentos que han puesto a prueba la fortaleza de la Teoría de la Relatividad, incluso trabajando con estas “partículas fantasma” que apenas interactúan con la materia, condición que las hace casi indetectables – para que se hagan una idea, cada segundo, más de 10.000 millones de neutrinos atraviesan la punta de nuestros dedos. Pero “Opera”, a diferencia de otros instrumentos, está diseñado para captar una extraña propiedad de los neutrinos, a saber: su mutabilidad en desplazamientos a grandes distancias. Como es lógico, para realizar con garantías la investigación, se han servido de técnicas avanzadas de alta precisión de GPS y relojes atómicos. De ahí la sorpresa general ante lo anunciado proveniente de gente seria, que ha trabajado con la tecnología más avanzada del momento, que se han tomado su tiempo en supervisar todos los pasos del experimento al objeto de hallar algún fallo y sobre todo, que tiene más que perder a que ganar con la presentación al público de sus resultados de no haber hecho bien las cosas.

Bajo esta perspectiva, pese a compartir la prudente postura de Stephen Hawking, para quien “es prematuro pronunciarse sobre el asunto”, no me resisto a declararme entusiasmado y excitado con la noticia, de sólo pensar en sus posibilidades para viajar en el tiempo y la exploración del Universo a través de los Agujeros de Gusano…Cuando menos, los científicos del CERN han dado con algo muy extraño que abrirá algo más que las puertas de la fantasía.

El problema de los tres candidatos

Con ETA de vacaciones, los españoles han aprendido a responder encuestas de modo distinto a como le gustaría al Tontodiario, de modo que, a la pregunta de ¿qué es lo más preocupante para Usted? el terrorismo, ha cedido su puesto de honor al desempleo, las tasas abusivas de los bancos, la corrupción empresarial o la clase política en su conjunto. Pero el “Problema de los tres candidatos” no remite precisamente a este escandaloso fenómeno apuntado de que el político sea un problema para buena parte de la ciudadanía, sino que hace alusión al denominado en Matemáticas “Problema de las tres puertas” cuya solución viene excelentemente bien expuesta en un librito muy recomendable de Albrecht Beutelspacher titulado “Matemáticas: 101 preguntas fundamentales” entre otras curiosidades igualmente satisfechas por el autor como, ¿por qué menos por menos son más? o más difícil todavía ¿por qué dos más dos hacen cuatro?

A lo que vamos: supongamos que estamos en el “Un, dos, tres” La presentadora nos sitúa frente a tres puertas (A B y C) para que abramos una advirtiéndonos que tras una de ellas hay un coche, pero dos están vacías. Cuando ya hemos elegido, pongamos por caso la “A”, la presentadora nos muestra la “C” vacía, ofreciéndonos la posibilidad de cambiar. En principio, parece indistinto sustituir A por B, porque es como escoger al 50%, ¡Pero no es cierto! En la primera elección, sólo contábamos con un tercio de posibilidades de hacernos con el coche y dos tercios de irnos con las manos vacías; Luego la puerta que escogimos A, tiene peor pinta matemática que B, ahora que sabemos que C estaba vacía, por lo que por paradójico que resulte, conviene aceptar el ofrecimiento de cambiar de puerta para obtener un resultado positivo.

Hacía tiempo que conocía la sorprendente resolución práctica de esta cuestión, pero únicamente releyéndola estos días de precampaña, se me ha antojado, si acaso no podríamos trasladar su enseñanza a las elecciones del 20-N por aquello de introducir un poco de racionalidad en la política. Pero…¡tenemos un problema! En España, sucede que sólo dos candidatos Rajoy y Rubéola tienen opciones serias para ser Presidentes de Gobierno; En consecuencia, o desistimos en nuestro propósito o introducimos un candidato ficticio, por ejemplo, el gobernante modélico con el que fantasean los Indignados del 15-M al que llamaremos arbitrariamente “El Bien”. Mas, ¡mucho ojo! con no confundir “El problema de los tres candidatos” con el planteado por Aristóteles del “Tercer Hombre” porque entonces, la campaña electoral no terminaría nunca.

Con el requisito anterior satisfecho, la junta electoral, ocultaría la identidad de los tres candidatos tras las letras (A,B y C) cuya clave, sólo sería despejada al final de la jornada. Los electores, sin saber quién está detrás de cada letra, marcarían su correspondiente casilla con no menos racionalidad que ahora. Supongamos que al cierre de los colegios, el Ministerio del Interior comunica que la opción mayoritaria ha sido la “A” que todavía no sabemos quien es. Entonces, la Junta Electoral, desvela que la identidad de “C” es RbCb. Buf…¡Menos mal! Todavía hay posibilidades de que hayamos elegido “El Bien”. Pero las matemáticas insisten que para tener el doble de posibilidades de escoger “El Bien”, hemos de cambiar “A” por “B”, porque hay el doble de posibilidades de que Rajoy se encuentre detrás de la “A”, cosa que no queremos.

Lástima que debamos ser realistas. A nosotros nadie nos va a ofrecer “El Bien” como tercera opción, debiéndonos conformar con optar libre y democráticamente entre Robacuda y Rajoy, una forma como otra cualquiera de enfrentarnos al dilema del “Mal menor” como los condenados a Muerte en EEUU tienen el privilegio de solventar el modo en cómo desean ser ejecutados entre la Silla eléctrica o la Inyección letal, porque como a ellos el no elegir no nos salva, aunque la razón no nos asista para dirimir cuál de los dos candidatos es el peor para descartarlo o el menos malo para elegirlo como Presidente, que de inanición, recuerdo, acabó sucumbiendo el “Asno de Buridán”.