En teoría, la Democracia consiste en respetar las decisiones adoptadas por mayoría cuando no es posible el consenso. En teoría, la Democracia representativa permite que el pueblo elija a sus representantes para que lo represente en el ejercicio político de su quehacer. En teoría, los representantes democráticamente elegidos miran por el interés general y el bien común. En teoría, el Pueblo les paga suficientemente bien su entrega pública para que puedan desatender sus asuntos privados y atender en dedicación exclusiva los asuntos de todos, al objeto de que el resto, podamos dedicarnos a nuestros negocios particulares. Así, en teoría, los representantes públicos, son servidores del Estado, la Patria, la Nación y el Pueblo. En teoría el Pueblo elige a los mejores para que lo represente, por lo que en teoría son de elevados principios, educación exquisita, eficiencia probada, magníficos gestores con gran experiencia vital, fortaleza moral, templanza en su actuación, diligentes en su toma de decisiones, justos y cuantas características busca una ciudadanía en quienes han de gobernarla. Ahora bien, en teoría, los representantes del Pueblo, son Pueblo, por lo que queda claro que el representante y lo representado, son cosas distintas en cuanto a la representación, del mismo modo que no se puede ser juez y parte, difícilmente una parte podrá ser el Todo, por lo que, en teoría, el conjunto de los representantes es la representación del Pueblo, pero no cada uno de los representantes que exclusivamente representan al Pueblo que personalmente son. Este defecto de la representación individual, es la fundamentación que, en teoría, justifica la aparición de los Partidos en la Política, para diluir la individualidad del representante y su particular popularidad en una estructura más social y por ende, en teoría, más representativa de lo colectivo. En teoría, los Partidos Políticos, recogen el sentir de la sociedad y canalizan a través de su militancia las preocupaciones del ciudadano y garantizan que los distintos personalismos de los cargos públicos electos, no actúen por su cuenta al margen del interés general y el bien común. En teoría, esa es su función. De no haber dicha disfunción en la representación individual por incapacidad de que una parte represente al todo, sería del todo improbable que hicieran falta Partidos, por lo que en teoría, cuando un Partido deja de corregir ese vicio y es incapaz de que las partes aparten a parte de la representación, en teoría, este Partido debería desaparecer por ineficaz. Cuando los Partidos resultan inútiles a este respecto y sin embargo se mantienen al frente de la representación, es cuando en teoría, la democracia pasa a ser una Partitocracia. En teoría, la Partitocracia es contraria al interés general y al bien común. Y en teoría, la ciudadanía tiene derecho a deshacerse de sus falsos representantes y mostrarles su malestar y enfado. Cierto es que este malestar y enfado en una democracia debe canalizarse por cauces democráticos y que el representante, en teoría, es intocable siendo su persona Sagrada mientras desempeñe el cargo para el que ha sido elegido, cuyo propósito no es otro que, el de garantizarle que de su honesto proceder en bien general de todos, nadie actuará contra ellos aun en el caso de salir mal parados de sus decisiones y de haber un procedimiento no honesto o en su caso inapropiado, negligente, imprudente o temerario, los tribunales se ocuparán de juzgar sus actuaciones como corresponde, etc. Eso es lo que ocurre, en teoría, en Democracia. Pero ¿Y en Partitocracia? El bueno de Ramón Jáuregui ha dicho que, “nunca nada justifica que nadie agreda a nadie y menos, a un cargo público” en referencia a lo sucedido en Murcia. Pero pensando en lo mal que muchísima gente lo está pasando sin empleo, sin poder hacer frente a las hipotecas, sin tener que dar de comer a sus hijos…también podemos estar de acuerdo con él, en teoría.
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Premio y castigo en la docencia
Hace tiempo que no se oye hablar de premios y castigos en la docencia. Ahora la enseñanza discurre por el tranquilo sendero del hacer sin ser molestado y cada cual a lo suyo. Por eso, me ha sorprendido un titular aparecido en prensa que anuncia nada más y nada menos que “Extremadura premiará a los docentes con buenos alumnos” ¡Bravo! ¡Ya era hora! Algunos deben estar ya desquiciados y a punto de dejar la profesión por tener que enseñar a leer en 2º de Bachiller y los más, por dedicarse a educar en buenos modales, comportamiento y conducta en lugar de hacerlo en matemáticas, filosofía o historia.
¡Que te lo has creído! ¡Que no! Nicola…que no se trata de premiar al profesorado con dar clase a alumnos aplicados que muestran interés por las materias, que vienen educados de casa, que saben atender, muestran curiosidad por las cosas, etc. ¡No se trata de eso! Se trata del otro ESO el que se conoce de sobra. ¿Entonces…? ¿Lo de premiar a qué viene?
Según reza en el periódico que tengo entre mis manos, el premio consiste en “ a mejores notas del alumnado, más sueldo” Este es el nuevo espíritu de la Ley de Educación que actualmente está tramitando la Junta de Extremadura que ha de aprobarse en Febrero y que cuenta de partida con un fondo aproximado de 1.566,7 millones de euros para los próximos ocho años. Con tan estimulante iniciativa, se pretende que el profesorado se implique más en su labor formativa y se esfuerce en elevar la calidad de la enseñanza. O sea, algo así como se viene haciendo con la Guardia Civil de tráfico, que ganan más según el número de multas…
Bueno, no seré yo quien tire piedras sobre mi propio tejado. Pero sospecho que para cuantos han llegado a la enseñanza por el camino de la vocación, dar clase ya es todo un lujo y que te paguen por ello colma de sentido sus vidas, por lo que difícilmente estas personas van a trabajar más y mejor de lo que ya lo hacen. Luego la medida, irá dirigida al cuerpo docente que no quedándole otro remedio que dedicarse a la enseñanza, se toma la formación de los jóvenes como cualquier otro funcionario, limitándose en el mejor de los casos a cumplir con un horario, rellenar unos papeles y que no se le pida más, porque no es su…trabajo. Para esta plantilla tan poco motivada, evidentemente que su alumnado saque mejores notas en este sentido, sí va a suponer un estímulo la Ley de la Junta de Extremadura.
Y es posible que dicha Ley que está en ciernes de ser aprobada, tenga un puntillo de interés, siempre y cuando, el alumnado fuera examinado por tribunales ajenos al centro donde cursan estudios, de modo que sus notas, en cierto modo, no fueran empujadas hacia arriba por la misma mano que de su inflación valorativa se fuera a beneficiar posteriormente, pues no otra cosa se puede esperar como reacción natural a la Ley del Premio, más que las notas asciendan vertiginosamente si por ello resulta que cobramos más, quienes las hemos de poner. Y aún así…habría el riesgo de tácita colaboración corporativa entre examinadores.
En cualquier caso, con vocación o sin ella, hoy dar clase, para la gran mayoría del profesorado se ha convertido en una tortura diaria, en un continuo castigo que no compensa las grandes y dilatadas vacaciones. Era por ello que al leer tan curioso titular, en mi inocencia pensaba que, el premio consistía en que de nuevo, al docente le llegarían sólo escolares con capacidad de aprendizaje, interés por estudiar, curiosidad por lo que le rodea…pues en dichas condiciones ideales, seguramente es una delicia la enseñanza.
Pero, evidentemente, no puede convertirse en premio, precisamente la tarea que han de hacer los profesionales de la docencia. Al margen de las distintas capacidades naturales del educando y de los mínimos educativos hogareños y familiares con los que arriben al aula, el enseñante, debe precisamente fomentar el estudio, transmitir ilusión por aprender, instruir debidamente en las herramientas necesarias para adquirir conocimientos más elevados, de modo que nuestro displacer, en parte es merecido y lo que podría haber sido un premio, cuál es, ver avanzar al alumnado por la senda de la sabiduría, se ha transformado en un castigo que nos fustiga la conciencia por ser en parte culpables del desastre de juventud que hemos contribuido a malear.
A lo mejor, se me ocurre, que la solución empiece por aprobar una Ley General de la Enseñanza Española que premie a los alumnos con buenos profesores, impidiendo que lleguen a dar clase gente que no le gusta dar clase y que esta ha sido su última opción de encontrar un trabajo, gente a la que le pagues lo que le pagues, no habrá forma de sufragarle su decepción personal, su frustración laboral y su depresión existencial.
Hacia dónde se orienta la economía
Hablamos de economía como si no dependiera de acciones, intenciones, voluntades y comportamientos humanos, dándosele el tratamiento de divinidad caprichosa, que hoy te da lo que mañana te quita, zarandeandonos en el juego de la vida como relatara Homero en la Odisea hacían con Ulises, trayéndole y llevándole por el Egeo, Mediterráneo y una lectura atenta, allende los mares atlánticos, cuando no todo un proceso natural de primer orden, con sus ciclos y estaciones que nos viene impuesto ante lo cual, solo cabe estudiar sus signos y señales para prever con no mayor precisión que la meteorología, el porvenir de aquí a final de mes. Tampoco se hace ascos a otorgarle el rango de pseudo ciencia, como se opera con la astrología, usando una jerga especializada, que remite a la más confusa de las jerigonzas con las que se engaña a los tontos, que siempre caen embelesados ante locuaces charlatanes…
Se habla en tercera persona de la Economía, como si fuera agente que toma decisiones por su cuenta, por ello, se nos dice que la economía va bien, que la economía va mal, que el comportamiento económico no resulta predecible, que su realidad es inestable, etc. Y por supuesto, los nuevos gurús de la tribu financiera no dejan de hablarnos del futuro, cuando todos bien sabemos gracias a Agustín García Calvo, que cuando los gobernantes y economistas hablan de futuro, en verdad nos hablan de muerte. Aceptada esta situación de tratar a la economía como si fuera del todo ajena a nosotros, salvo para afectarnos, la pregunta de moda que circula en los mentideros políticos, en los corrillos de bolsa, en las tertulias televisivas y en un sinfín de artículos periodísticos, es ¿Hacia dónde se orienta la Economía?.
Es curioso que hablemos de orientar la economía y no de pacificarla, acaso más apropiado, pues a todas luces, como en todo proceso de cambio, las turbulencias y convulsiones de la misma, están a la orden del día, cuando no es un terremoto financiero, es un cataclismo en la bolsa o una riada en los tipos de interés, un ciclón de rumores que espantan a los inversores. Pero puestos a responder la cuestión, hemos de decir que la economía no dispone de mejor invento chino, la brújula, que la de dejarse fluir por los surcos de la tierra como el agua hace cuando cae del cielo en forma de lluvia por las laderas de las montañas en un proceso taoísta conocido como Wu-Wei. Así sucedió cuando de los valles fértiles del Éufrates y el Tigris, la economía fluyó hacia las aguas del Mediterráneo. Así ocurrió cuando los imperios del Mediterráneo vieron escapar su momento vía estrecho de Gibraltar hacia el Atlántico, cuando Saladino les cerró el camino a Oriente. Desde el siglo XV la economía mundial ha estado balanceándose entre la costa atlántica americana y la costa atlántica europea, principalmente en su hemisferio norte, pero ya desde el último tercio del siglo XX, se ha visto un tránsito constante e in crescendo desde el Atlántico al Pacífico y a todas las aguas que bañan la costa asiática percibiendo cómo al mítico Atlas se le escapa la fuerza por momentos viniéndosele el mundo encima, mientras el complaciente Buda sonrie sentado desde lo alto viendo llegar de nuevo a su remanso, la hija perdida que se había extraviado en aquel mismo siglo XV.
Por qué los intelectuales, economistas y gobernantes de occidente todavía se pregunten en voz alta ¿Hacia dónde se orienta la Economía?. Toda la ciudadanía tenemos claro y bien presente, que la economía se está orientando, pero no en el sentido de guiarse o conducirse, sino en el sentido de Oriente. Esperemos que la milenaria sabiduría Oriental, formadas en la paciencia , en la prudencia, la constancia, la diplomacia, la educación, la cortesía, el respeto a la naturaleza a la vida, a las formas, a las esencias, forjadas, alimentadas y ejercitadas desde Confucio con técnicas como Yoga, Filosofías del Tao y la práctica Zen, hablen de la economía a partir de la siguiente década una realidad más humana en donde no se pierda de vista que somos nosotros los personajes que la hacen representar en el teatro de sombras todo cuanto acontece, no confundiendo el movimiento de sus figuras con la realidad oscura de sus formas al margen de quienes con la ayuda de la luz proyectan sus ideales, pensamientos, arquetipos y sublimaciones desde el más vergonzoso de los anonimatos en una condición más esclava aún si cabe de aquellos de los que Platón hablara en su célebre Mito de la Caverna y que tomaban por ciencia al fuego, por verdadero lo que aparecía en la pared y por loco a quien venido desde fuera, había logrado contemplar la claridad del día a pleno sol.
La cinta blanca
Paradójicamente, puede decirse que, ya no hacen rodajes como el que da nombre a estas líneas: en blanco y negro, con mensaje, sin efectos especiales, sin escenas de violencia gratuita, etc. Es inexplicable que haya llegado a nuestros cines, pues es de esas películas destinadas a aparecer solo en la segunda cadena a altas horas de la madrugada. En esta obra magna, que permite todavía referirnos al cine como séptimo arte, aparece retratada la denominada por Alice Miller Pedagogía Negra, consistente en la malsana interiorización que los niños realizan durante la infancia de la perspectiva punitiva de sus padres en contra de su propio parecer y emociones, que pasan a ser reprimidos en beneficio de aquellos y que en el futuro serán reproducidos en la educación de sus propios hijos, perpetuando con así, el peor de los maltratos, a saber: el que se le hace a un niño ¡por su propio bien!
Como suele ocurrir con las escenas de los cristianos merendados por fieros leones mientras los romanos levantaban o bajaban sus pulgares, o con las imágenes de los judíos entrando en los campos de concentración bajo la atenta mirada de los uniformados SS, nuestra conciencia, que no es tonta, pronto se apresura a posicionarse del lado del débil, del justo, del perseguido, del que sufre, del oprimido…pocos estamos dispuestos a aceptar que, por sencilla estadística, la mayoría de nosotros seríamos esos que iban al circo, o aquellos que alzaban el brazo y que decían no saber lo que pasaba al terminar la Guerra. Así también sucedió a la salida de la proyección; todos asentían lo mucho que se ha mejorado en el trato a la infancia. ¡Si los adultos supieran lo que los niños nos harían si ellos pudieran…!
Es habitual y hasta natural, ubicarnos moralmente en el marco de referencia más cercano para acomodar nuestros actos en las coordenadas convenientes de actuación, al tiempo que acostumbramos a mirar fuera, y bien lejos, los malos ejemplos para evitar en lo posible que se reconozcan sus características en nosotros mismos. De este modo, el Tontodiario, que para algo está, nos ofrece espantosas imágenes de guerra para que sintamos paz social; continua información de la opresión de las mujeres en Afganistán, y resto de países musulmanes, para que no tensen demasiado la cuerda de sus derechos, no vaya a ser que se rompa; y como no…bochornosos casos de explotación infantil en China y Corea, entendiendo por la misma solo la laboral.
Pues bien, Papis y Mamis…Sabed que es vox pupuli entre los más pequeños, que aquí y ahora, entre nosotros los Occidentales, existe también explotación infantil académica, con jornadas que van desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche, entre viajecitos de autobús para ir al cole, clases regulares, clases particulares, extraescolares, y los putos deberes que os los podríais meter por el orificio inferior trasero. Vosotros, los buenos, los justos, seguramente ya habréis probado a pasaros seis y siete horas sentados al día, sin contar desayuno, comida y cena, y os habrá encantado la experiencia de llevaros trabajo para casa los fines de semana, puentes y vacaciones; seguramente por eso, obligáis a vuestros hijos a hacer lo mismo ¡Por su propio bien! Pues permítanme hacer mal mi trabajo de Espejito Mágico, pero ustedes son monstruos, producto no ya de la Pedagogía Negra, sino de la Pedagogía Oscura, consistente en reproducir lo peor de su educación, pudiendo elegir no hacerlo, por comodidad, aún a sabiendas de su intrínseca maldad. Ustedes no colocan cintas blancas a sus hijos: les ponen mochilas de colores.
Teleapatía
Entre las distintas facultades cerebrales que aún están por explorar y explotar socialmente por el conjunto de la población, aparte de la de pensar con libertad por uno mismo, se halla la Telepatía que nos faculta para trasmitirnos el pensamiento de unos a otros sin necesidad de que medie soporte físico alguno. Claro que la segunda es dependiente de la primera y en consecuencia, si la población no piensa por sí misma y acaso no piensa en absoluto, difícilmente podrá ejercitar esa segunda otra facultad, cual es la de la telepatía, que queda ignota al tener abierto el canal sin nada para canalizar.
Por ello, el Estado y todos los aparatos represivos y de control que existen para mantener a las masas como tales en ese estado primitivo y bruto, sin desarrollar sus cualidades innatas, en una naturaleza propia de la infantilidad… cuenta con un exitoso canal, ésta vez sí lleno de contenido, a cada cual más bochornoso y vergonzante para quien anhela educar el intelecto y elevar el nivel de conocimientos generales de nuestra sociedad, cual es, la televisión.
La televisión, en principio, pudo nacer como vehículo de ideas, conducto de información, generadora de ocio y divertimento, motivo de esparcimiento, canal de propaganda y publicidad, etc. Pero lastimosamente he podido corroborar por enésima vez éstas ultimas navidades cómo lejos de generar un renacimiento ideológico en los jóvenes, una ciudadanía mejor informada, una población entregada a sus aficiones y ocio recreativo, unos consumidores con conocimiento suficiente para elegir sus compras con libertad y diligencia…se ha creado una sensación generalizada de Teleapatía , lo más contrario que puede haber a la facultad de la telepatía. No sólo ya no se transmiten programas y contenidos televisivos de calidad cada vez más ínfima, sino que incluso hemos llegado al extremo de no transmitir nada en absoluto, rozando casi, casi, algo similar a lo que en su día constituía la propia carta de ajuste, que cuando menos, nos ofrecía la sintonía de Radio Nacional, el tiempo, y la hora de cada momento hasta las seis de la tarde, cuando empezaba la conexión.