Del Estupendismo

http://www.youtube.com/watch?v=NU_x2iYa4sc&feature=related

Cuando el pasado Miércoles durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso, la líder de UPyD, Rosa Diez, instó al Presidente a dejar de quejarse por la herencia recibida, Don Marrano Rajoy, además de recordarle finamente que fue ella quien le preguntó en el Pleno por la herencia recibida, le espetó con su característica ironía «Da la sensación de que todos somos muy malos; Pero menos mal que la tenemos a usted, que es estupenda. Debería ser un poco más modesta» cuya reacción trae a la memoria escenas más propias del patio de colegio que al temple que un político de su altura ha de mantener en tan ilustre foro, pues cualquiera diría que anda algo picado con que sea ella, aún suspendida, la político mejor valorada en las encuestas de opinión.
Porque, de cuantas voces hay para hablar bien de una persona aunque sea en tono irónico, nuestro querido Presidente fue a escoger precisamente esa voz susceptible de encolerizar a todo el feminismo, pues creo no ser el único en entender por “Estupenda” algo más que la acepción aportada por María Moliner de “Muy hermosa, muy buena o muy sorprendente”.
“Estupenda” es una de esas palabras que pronunciada varias veces empieza primero a perder su significado para de inmediato comenzar a sonar mal. ¡Hagan la prueba antes de seguir leyendo! Por ejemplo: el estupendo de Mariano al frente de su estupendo Gobierno se ha reunido con la estupenda Esperanza Aguirre y la no menos estupenda Ana Botella para ver el modo de introducir nuevos estupendos recortes para preservar el estupendo sistema de subvenciones a las estupendas grandes empresas por medio de estupendas privatizaciones de servicios públicos mientras se nacionalizan estupendos bancos en quiebra con nuestros estupendos impuestos…Supongo que a más de uno el término “estupendo” y “estupenda” ya se le asemeja a “estúpido” y “estúpida”. Son cosas de la fonética y de la etimología.
¡Así es! Como bien señala Ricardo Soca en su excelente obra “La fascinante historia de las palabras” el verbo latino stupeo, stupere denotaba ‘estar (o quedar) inmovilizado’, ‘paralizado’, ‘entorpecido’, ‘congelado’. Los autores clásicos latinos hicieron metáforas en las que el ‘entorpecimiento’ se convertía en admiración o encanto. “Ut terrae stupeant lucescere”, decía Virgilio, para expresar cómo ‘la tierra se admira de ver lucir’. Así el ‘atontamiento’ de stupeo de donde proviene “la estupidez y el estúpido” dejó su lugar al matiz de admiración que damos hoy a “estupendo”. Pero según mis propias averiguaciones podemos ir mucho más lejos ya que siguiendo las huellas de la formación “st” al inicio de palabra, damos con que su origen pre-indoeuropeo que bien pudiera enlazar con lo más rudimentario del ancestral lenguaje Neandertal, tiene que ver con la añorada quietud perdida o buscada del nómada que no quiere serlo como fue el caso de dicha especie ante la llegada del Cro Magnon – había tribus cazadoras-recolectoras que por el contrario detestaban el sedentarismo y la agricultura como quedó atestiguado en el bíblico combate entre Caín y Abel – de ahí que “estatua” hable de una figura inmóvil, el estampado queda ahí donde se pone, el “estudiante” haga su tarea sentado, la “estadística” fije en una “instantánea” los datos, el “Estado” sea “estático” y bien “establecido” cuanto el verbo “estar” lo pensemos quieto como lo están las “estrellas” en el cielo, o en inglés se dice stand para un espacio fijo y hasta el mismo Stop se ocupa de parar lo que anda en movimiento.
Pero la nueva “Rosa de España” es todo, menos un culo quieto. Será entonces que el estupendismo al que se refería Rajoy fuera ese otro del que se hace eco el diccionario LGTB para el cual la voz “estupenda” viene a significar “Lesbiana que tiene asumido que lo es sin hacer gala de ello, pero que tampoco lo esconde porque le da lo mismo que se le note o que no”. Eso, o ¡Mire usted! también puede aludir a esa práctica que raya con el esquí sin que haya más nieve que la que tenemos delante de nuestras narices. En cualquier caso, no estaría de más, si no una disculpa, al menos sí una aclaración por parte del Presidente del Gobierno, quien no por predecible es menos ambiguo en su intervención dirigiéndose como lo ha hecho, con la más apreciada de todas sus Señorías.

El Hospicio de los libros

 

Cuando a finales de los Noventa apareciera por aquí la moda del malsonante Bookcrossing importada del mundo bárbaro anglosajón, consistente en dejar abandonados los libros sobre el asiento de un banco del parque por ejemplo, con la esperanza de que algún desaprensivo se hiciera cargo de su cuidado, como antaño era costumbre hacer con los hijos no deseados o que uno ya no podía mantener por falta de recursos como se narra en los cuentos infantiles, pese a la mala pinta que tuviera la iniciativa por cuanto hacía añicos el prestigio que todo libro comportaba desde antiguo, nunca sospeché lo lejos que la lógica de los hechos llevaría semejante patochada, a saber: la creación de Hospicios para libros.
Aquella iniciativa me ha supuesto personalmente más de un trauma, porque hasta entonces, por experiencia yo sabía que si me dejaba olvidado un paraguas en día de lluvia, este desaparecía, si me bajaba del autobús sin la bolsa de la compra del supermercado, difícil era recuperarla en la taquilla del autobús, si por las prisas no recogía el móvil de la mesa del bar, ni me molestaba en regresar a recuperarlo, incluso los mismos periódicos si te despistabas por la mañana, eran capaces de desaparecer a tu lado sigilosamente. Pero los libros, ¡Los libros eran imperdibles! Cada vez que me despistaba olvidándome por ejemplo “El Ente y la Esencia” de Tomás de Aquino o “La vida es sueño” de Calderón, siempre tuve la certeza de que el ejemplar permanecería tal y como lo había dejado en el mismo sitio aunque tardara horas en regresar a rescatarlo. A veces incluso, cuando a punto estaba de no recogerlos, personas del todo desconocidas tenían la amabilidad de alertarme como me sucediera con mi queridísima Biblia de Jerusalén.

Pero desde que dejar las obras completas de Galdós diseminadas por la ciudad se ha coinvertido en toda una Performance literaria, debo poner los cinco sentidos en no soltarlos de la mano, porque ya han sido varios los ejemplares que no he recuperado por esta causa, dado que ahora quien los ve, por hacer la gracia se los queda creyendo participar de la cadena intelectualoide comunitaria de papanatas. Con todo, la pérdida de mis queridos libros a los que nunca más volveré a ver en la vida porque me han sido arrebatados en un ¡abrir y cerrar de ojos! al menos, me ha valido para descubrir que los medios de transporte públicos y sus inmediaciones son auténticos Agujeros Negros que alimentan a la Industria Editorial, que no por casualidad allí instalan puestos ambulantes para su venta inmediata, como si un libro leído pudiera reemplazarse con una copia.

Y de aquellos polvos, estos lodos. Durante la pasada Semana Santa visité la “Feria del Libro Antiguo de Valladolid” que pasa por ser una de las mejores. Pues bien, además de arruinarme por padecer bibliofilia compulsiva, me llevé el disgusto de mi vida. Yo ¡Gracias a Dios! No tengo hijos. Pero tengo siete libros reconocidos – publicados con su Depósito Legal e ISBN -, otros tanto secretos – no han visto la luz y están aún en manuscritos -, varios ilegítimos – publicados con pseudónimo para niños -, una veintena raptados – libros que me dejaron y no han vuelto a su dueño – y más de diez mil adoptados previo desembolso – aquellos que he comprado y han tenido el privilegio de vivir en mi Biblioteca -…y a todos ellos les quiero con todo el alma: Los busco, los pido, voy a recogerlos, los miro, los abro, los hojeo, los ojeo, los leo, los subrayo, les hago anotaciones al margen, los saco de paseo, les presento a mis amigos, los ordeno en la balda, los clasifico por autores, temas o según van entrando a mi casa, los limpio, los reparo, me siento orgulloso de ellos, o como ahora hablo de ellos…por eso me sentó como un tiro en la entrepierna ver como toda una “Feria del Libro Antiguo” que se supone pretende dignificar el estatus de los ejemplares que por haber venido al mundo en otra época y estar algo achacosos por el uso de sus dueños, parecen obsoletos y no merecedores de ser vendidos en una gran librería, ni si quiera en la infernal cadena en serie del Corte Inglés, no tuvo mejor idea que dejar un espacio baldío, desnudo, frio, sin la menor atención de nadie para que la gente dejase y cogiese libros a su antojo sin pedir permiso a nadie, ni solicitar más referencia que estuviera al alcance de su mano en este país de analfabetos confesos que por no tener, ya no tienen ni la guía telefónica y para mayor vergüenza bautizaron el lugar con el horrible nombre de “El hospicio de los libros”. ¡Y se dicen libreros!
¡Traficantes de libros! Eso es lo que son toda esa chusma. De haber tenido buenas intenciones, aunque la medida fuera contraria a mi particular sensibilidad para con los libros pareja a la de los protectores de animales para con las bestias de cuatro patas o los vegetarianos para con su dieta, seguramente se les hubieran ocurrido nombres más bellos como “El banco de los libros” “El Tiovivo de los libros! “Bibliópolis” “El Arca de Gutenberg” por citar los primeros que me vienen a la cabeza sin pensar mucho. ¿A qué perversa mente se le ha ocurrido la idea de llamarle así?
Para empezar, observese que tratándose de la “Feria del Libro Antiguo”, lo apropiado hubiera sido llamarle “El asilo de los libros” que suena igual de mal, pero parece más coherente. En cualquier caso suena mal. Porque, aunque no sea cuestión de utilizar eufemismos, y empezar a sustituir Hospicio por Casa de Acogida, Asilo por Residencia de la Tercera Edad, Frenopático por Centro de Salud Mental, etc, bien parece lo que bien suena y acaso suene con el tiempo igual de mal, porque mal es lo que albergan dichas instituciones, por mucho que se les disfrace el nombre. En consecuencia, así como no debería haber niño sin familia que lo amase, anciano sin hijos que lo cuidasen, loco sin amigos que le aceptasen y demás, tampoco debería fomentarse estas nefastas prácticas de Abandono literal de libros, porque en una sociedad que al despilfarrar materias primas le llama reciclar, a dar lo que le sobre le dice ser solidario y un sinfín de costumbres más, en verdad lo que se transmite es que el libro no merece nuestro aprecio, que no tiene valor. ¡Más todavía! Ahora que ha llegado la tecnología con prisas desterrando para siempre aquel entrañable Proverbio chino documentado durante la Dinastía Ming “ Hay dos clases de gilipollas: los que prestan libros y los que los devuelven”.

Buen recorte del Misterio de educación

No me extrañaría nada, que en breve, el Gobierno de Rajoy, promoviera la distribución del BOE en kioscos y librerías a un precio módico, así como el cobro de derechos de autor a las Bibliotecas Públicas por facilitar su lectura a través de la SGAE para hacer caja, ahora que la ciudadanía honrada, despojada de su yugo laboral, empieza a prestarle atención con ojos golosos, a esa otra forma de subsistencia nacida a su recóndito cobijo de becas y subvenciones editadas con letra pequeña en lenguaje farragoso que parecía reservada para las camarillas forjadas en los Partidos criminales que cuentan con abundante militancia liberada dedicada a tan menesteroso quehacer, cuál es, el de mantenerse al tanto de estas y muchas otras formas de acaparar las bagatelas del Estado del bienestar. Pues, evidentemente ¡No hay para todos! Y el sistema de publicarlo todo en el Boletín Oficial del Expolio, sólo funciona, cuando lo leen pocos y son menos quienes de su escudriño se benefician continuamente.
Porque de nuevo, el Gobierno del PP comunica e incluso explica un nuevo recorte no avisado con anterioridad por medio del que, a este paso, se va a convertir en todo un Superventas y el nuevo ¡Bum! editorial del Círculo de Lectores. En este caso, se ha tratado de la partida para las becas que concede anualmente el Misterio de Educación para estudiar idiomas en el extranjero durante los meses de verano cuyo importe se ha visto drásticamente reducido, nada más y mejor dicho nada menos, que a la mitad, pasando de los 51 millones del ejercicio anterior a 24,5 millones, afectando de lleno a las ayudas destinadas a alumnos de entre 16 y 30 años para realizar cursos de idiomas en el extranjero, así como de inmersión lingüística de inglés en España. El recorte, obedece según el Misterio de Educación, a que se van a disminuir los costes de los cursos en el extranjero en beneficio de los que se imparten en España, ya que, como se argumenta en el mismo BOE «puede resultar igualmente eficaz para la práctica oral del idioma la inmersión lingüística de los interesados en el propio país, en un entorno que simule de forma exacta las condiciones que, para la práctica directa del idioma, pueden darse en un país angloparlamente». Curioso modo que tiene el Misterio dirigido por Wert, de poner en marcha su anunciado Plan de bilingüismo para que los alumnos españoles dominen uno o dos idiomas extranjeros al finalizar el Bachillerato.
No seré yo quien defienda, que con el dinero de los trabajadores se sufrague a los futuros cuadros unas vacaciones de tres semanitas por Australia a razón de 2.645 euros por cabeza o de 1.245 euros si se van a Malta, con la excusa de aprender tan repugnante idioma como es el inglés para una mente latina, porque además de que estos cursos no valen para nada y cualquier dependiente chino, pakistaní o kurdo demuestra más aptitud políglota en su trabajo que el más dotado – en el sentido de dote, no de capacidad – estudiante español en el extranjero de farra continua con sus colegas, que con él y junto a él, han sido agraciados con este otro pellizco de esta otra lotería que reparte suerte semiclandestina por toda la geografía peninsular, es una vergüenza que paguemos de nuestro bolsillo el acto de sumisión de formarnos en su lengua para servirles mejor cuando vienen los angloparlantes a nuestra tierra de turistas. La tontería es tan supina, como pagar por ver la propaganda Yankee Hollywoodiense cada vez que vamos al cine.
Sin embargo, hasta para un enemigo declarado de estudiar inglés como soy yo, debo reconocer que la justificación ofrecida por el Misterio de Educación me ha hecho mucha gracia. Es posible, que en breve también se suspendan los cursos de Arte en el extranjero porque se aprende igual de bien en diapositivas, se eliminen las becas ADO por juzgarse innecesario el entrenamiento real debido a las nuevas tecnologías que posibilitan practicarlo de forma virtual, o quién sabe, si ya puestos, se ahorra la partida de laboratorios en ciencia, dado que a esta le basta y sobra para avanzar, con los experimentos mentales, como demostraran Galileo y Einstein entre otros.
Lo peor de todo, es que el Propio Misterio de Educación, no cree en lo que dice. La prueba la tenemos en que mantiene miles de becas para ir a países angloparlantes con las cifras apuntadas cuando se las podría ahorrar todas de una tacada con sólo haber habilitado como destino exterior a nuestro extranjero autóctono de Gibraltar o a su brazo armado lingüístico, la entera costa mediterránea, pues además de hacer patria y evitar la fuga de capitales, su cuantía de sólo 900 euros por vacado – híbrido entre becado de vacaciones – daría para muchas más becas de vacaciones de sol y playa ¡Eso sí! con los auriculares puestos repitiendo chorradas tan sugerentes como “Yo tengo un lápiz y mi profesora una goma”.

De lo que Don Quijote dijera a Sancho Panza antes de nombrarle Gobernador de la Ínsula de Barataria. O del cohecheismo y la cohecheidad

Bien sabido es que el ilustre Manco de Lepanto, temeroso de que el personaje de Don Quijote eclipsase su ya reputada fama – como le sucediera siglos después a Arthur ConanDoyle creador de Sherlock Holmes – no se le ocurrió otra, que asesinar en su lecho a su entrañable retoño, imitando en lo peor a nuestro buen Dios que nos condena a muerte aún antes de nacer. Con todo, siempre nos queda el resquicio de rebuscar en la historia aspectos susceptibles de ulteriores desarrollos, apócrifos si se quiere, como el que ahora presento, donde Don Quijote poco antes de concederle a Sancho el título de Gobernador de la Ínsula de Barataria, tuvo a bien instruirle en los riesgos y peligros del desempeño de su cargo, entre ellos del de Cohecho, que reproduzco a continuación:

Has de saber mi buen amigo Sancho, que en este Reino de pícaros y truhanes, celestinas y alcahuetas, manirotos a los que no se les conoce arte ni oficio y si mucho beneficio, a lo que tú vulgarmente das en llamar robar, mangar, chorizar que de verbos al respecto anda sobrado el castellano, gustan de decir “cohecho” quienes mucho saben de estos y otros gráciles menesteres lindantes con el afanamiento, al delito que puede ser perpetrado por una autoridad o funcionario público cuando sucede que solicitan, aceptan o reciban dádivas, regalos o aparentes prebendas a cambio de realizar ventajosos favores, sea por acto u omisión en el ejercicio de su cargo, que es lo que se conoce entre los más pillos de las merindades rondantes, circundantes y redundantes de toda casa consistorial y aún palacio regio como “cohecho propio” o no constitutivas de delito, en cuyo caso la fechoría se denomina “cohecho impropio”, que vendría a ser en este último extremo un “cohecho pasivo” como las mancebas se dejan hacer sin poner en riesgo del todo su mocedad pues maneras hay de satisfacer al varón que aún este desconoce cuando con ellas se acuesta. Conviene también que te muestres ducho en distinguir que igualmente comete “cohecho” aquel que ofreciere la dádiva a la autoridad, individuo en cuestión que estaría incurriendo en “cohecho activo” independientemente de que el funcionario o autoridad pública estuviere realizando el acto por el que se le ofreciera la dádiva o el regalo, usease, que estuviera realizando “cohecho pasivo” que por raro que a tus calenturientos oídos le parezca, también los hay que practican la castidad en medio de la tentación, al menos en intención y pensamiento. En consecuencia, la comisión del delito de “cohecho pasivo” por parte de un regidor, gobernante o representante popular, implica ¡a fe mía! la comisión de un delito de “cohecho activo” por parte del que ofrece la dádiva o regalo, mientras que la comisión de un delito de “cohecho activo” no implica necesariamente la preexistencia de un delito de “cohecho pasivo” por parte de los implicados si los hubiere, pues en estos casos, has de estar muy al tanto de no dejarte engañar por Flestón que te hace ver cohecho en lo que no es más que un generoso obsequio de un buen ciudadano para con su Gobernador, cual puede ser vuestro caso. La cuestión entonces es ¿Puede darse la feliz circunstancia de que haya habido cohecho sin haber cohecheantes? O mejor formulado todavía, ¿Puede subsistir la cohecheidad sin actos de cohecho, en tu ínsula de Barataria?

Veo en tu rostro que cabalgas en cuanto te instruyo, más perdido que Rucio por la falta de costumbre en estas veleidades del lenguaje, más toda Excelencia que haya disfrutado de las mieles que supone ostentar o detentar un Cargo, a cargo – válganos la redundancia – de los contribuyentes, sabrá por experiencia propia e incluso impropia, por activa y por pasiva, que en el desempeño de su quehacer al frente de su gestión, rara es la ocasión en que el cohecho no se le presente propicio para que se cometa, cuando menos en su imaginación. Porque, no son pocas las mañanas que se pierden en los confortables sillones del despacho con la mente puesta en que asome por la puerta, la tan ansiada oportunidad de una aparición cohecheante casi de idéntica magnitud a la fuerza e ilusión con que la cabeza del futuro cohechizador desea ardientemente hallar a una persona cohechizable tras ella en su puesto. Así, como dos corazones enamorados de una entelequia, pueden pasar los días, meses y hasta legislaturas enteras sin que se materialice en ningún momento cohecho alguno, que es lo que yo llamo “cohecho platónico” perdidas las energías en pueriles masturbaciones de la representación democrática que se traducen enmelibeos suspiros “¡Ay! ¿Quién me corromperá?” en la soledad del gobernante, cuando no en auténticos lamentos tras ser despojado de su lugar por capricho de las urnas al no haberse corrompido lo suficiente como para salir reelegido por mayoría absoluta, ni haber tenido oportunidad entre pasillos institucionales de ligar con la socorrida fórmula traída a colación por Maese Quintana de ¿Sobornas o cohechas? con la misma ambivalencia de las novicias que tras ser asaltadas por maleficientes bandidos fueron ultrajadas en todo, salvo en su honra.

De este modo, mi buen y servicial escudero, la cohecheidad subsiste en toda sesera que la barrunta como alma en pena deambulando entre alcobas de honradez y virtud, al margen de que se materialicen cohechos, sean propios o impropios, se descubran o queden ocultos para siempre, se juzguen o no se juzguen, o sean declarados reales o imaginarios como ha sido el caso de Valencia donde la morería, por arte de birlibirloque, ha deshecho el cohecho. Otra cosa muy distinta, es el “cohecheismo” tan habitual en las Instituciones y Administraciones públicas, sea dicho de paso, que siempre necesita que se cometan cohechos a todas horas y todos los días del año para ser identificado como una realidad contante y sonante objeto de estudio, investigación, lectura periodística, de juzgarse y hasta de absolverse, porque una cosa es, que se haya dado el cohecho y otra muy distinta que ello se pueda probar, por estar sujetos y más que sujetos, encadenados, a un Estado de Derecho y no de cohecho, por mucho que los hechos digan lo contrario, que no sería la primera vez que se vieran molinos donde hay gigantes y malolientes ventas donde se levantan fabulosos castillos que si engañosa es la vista, más lo son los argumentos de bachilleres cuya bolsa depende de cómo les vayan los pleitos, los cuales, por otra parte se pierden en este Reino aun cuando a fuerza de pleitear, acaban dándote la razón y resplandeciendo la verdad, más cuán cara sale la justicia al pobre que la demanda y barata a quien puede permitirse aplazarla per seculaseculorum.

De todo ello se sigue futuro Gobernador de Barataria, que así como en la antigüedad las distintas potencias naturales o humanas que regían el mundo y a los hombres, eran remitidas a las volubles voluntades de los dioses del Olimpo, la Guerra de Troya mismamente, creo yo no equivocarme en, que cometeríamos un acto de soberbia como especie de atribuir a las autoridades y funcionarios públicos la capacidad y responsabilidad primera y última de incurrir en cohecho, dado que por una parte la cohecheidad es consustancial a nuestra naturaleza corruptible y de otra, el cohecheismo es estructural a toda Institución y puede que el modo justo y necesario de conducirse por la burocracia, pues no veo yo forma de garantizar que su engranaje funcione más de un día alimentado únicamente por la solidez de la “Paideia” de la “República” de Platón o la virtud aristotélica de la moderación por la que se conduce este Caballero andante; Porque, hemos de aceptar que si la carne es débil, que no podremos decir del espíritu…

Diccionario progresista

A falta de ideas, buenas son palabras, que si al hambre no hay pan duro, la izquierda desideologizada no tiene remilgos en perderse en cuestiones semánticas con tal de rellenar su ausencia. Que a estas alturas de “El final de la Historia” anunciado a bombo y platillo por Fukushima, la Progresía aparezca con un Diccionario para redefinir los términos, es poco menos que un insulto a cuantos antecedentes genuinos, indistintamente de las posiciones políticas que defendieron, buscaron el modo de arrojar algo de luz a sus contemporáneos y por extensión a la posteridad, que como los pensionistas, empieza a sospechar que las va a pasar canutas con estas lumbreras intelectuales que a mesa puesta del Neoliberalismo, tras leerles la cartilla, le escamotean el primer y segundo plato de sesuda argumentación y alternativa bien trabada, para traerle un postrecito en forma de definiciones, cual trabajo escolar del “Rincón del Vago”.
Esta semana, la “Fundación Ideas” del PSOE en colaboración con el “Center for American Progress”, ha presentado públicamente – prueba inequívoca de sin vergonzonería – “Work in progress” un Diccionario de ideas para el progreso que «debería ver la luz a lo largo de estos próximos años». Si me permiten darles una primicia imaginativa de por dónde van los tiros y esta cabecera me lo permite…
A, de Aborto: Es de lo más progresista. Ante un mundo en decadencia, lo mejor es no traer hijos al mundo.
B, de Bien Común: Entelequia de la que nos quieren convencer, pero que sabemos sólo llega para unos cuantos.
C, de corrupción: dícese de ese mal accidental que afecta a ese otro mal necesario que son los políticos para hacer posible ese otro mal menor que es la democracia al objeto de articular ese otro mal inevitable que es la sociedad, de esos males naturales que son los seres humanos con los que hemos de convivir.
D, de Democracia: Excusa con la que algunas personas pueden vivir del cuento.
E, de Elecciones: Timo cíclico generalizado que demuestra que es posible engañar a todo el mundo, a la vez y durante mucho tiempo, al menos cuatro años.
F, de Fundación: Procedimiento por el cuál las grandes fortunas no contribuyen a Hacienda Pública y los Partidos Políticos pueden canalizar las subvenciones institucionales y recibir cuantiosas comisiones en forma de donaciones para beneficiar a las primeras.
G, de Globalización: Término percha muy socorrido en el que colgar los males propios a terceros desconocidos e invisibles, aunque tremendamente activos contra los intereses de los ciudadanos.
H, de Hacienda: Hucha general para provecho particular.
I, de Impuesto: Realidad caída del cielo para mantener la corrupción y la democracia.
J, de Jurar: Acción insustancial tramitatoria previa a tomar el cargo que da vía libre para saquear a discreción. Los hay que lo hacen por imperativo legal, con lo que su saqueo es más ético que el de los demás, pues lo hacen obligados.
K, de Kilómetro: los de carreteras y autopistas hechas con dinero obrero para el Gran Capital. Sirve para justificar el gasto ante los tontos ciudadanos en alquitrán.
L, de Libertad: Voz peligrosa y subversiva en boca y oído de la ciudadanía. Se recomienda sustituirla por su sinónima de Seguridad.
M, de Marxismo: no se reconoce en la izquierda más marxismo que el de Groucho y con precauciones.
N, de Nada: Finalidad última que se persigue desde un cargo público, sea para hacer en provecho social, sea para dejar libre de gasto en cualquier presupuesto aunque no sea necesario. Como decía Heidegger “ La nada, lo nadifica todo”.
Contiene la Ñ: Lugar en el que pasar el rato leyendo el periódico e incluso durmiendo.
O, de oenegé: Reducto de inútiles incapaces de medrar en un partido. Viven a la sobra de los Gobiernos que los mantienen por medio de subvenciones.
P, de Partido Político: Empresa traficante de votos que da de comer a pocos con la ilusión de muchos. Vive de comisiones, subvenciones y sobornos.
Q, de Quién: Partícula interrogativa imposible de despejar en asuntos políticos donde los individuos están supeditados a los Partidos. Su incógnita sólo puede resolverse cuando no queda otro remedio.
R, de Realidad: la conocemos mejor que nadie aunque parezca lo contrario a alguien. Y no nos ha de importar demasiado.
S, de Subvención: especie de soborno para mantener tranquilas las Oenegés y poderse financiar ilegalmente a los amigotes.
T, de Trabajar: palabra negativa que nos ha de recordar constantemente para qué nos hemos metido en política.
U, de Urna: recipiente al que va a parar el deseo del pueblo. Se desconoce por qué su uso se ha diferenciado del retrete.
V, de voto: realidad que no le permite al ciudadano venderse, para acto seguido sacarle nosotros el máximo beneficio de habérnoslo entregado gratis. Es reciclable cada cuatro años.
W, de Washington: Capital del Imperio al que todos rendimos cuentas económicas e ideológicas.
X, de xenofobia: voz de uso transversal en coyunturas de ósmosis de la praxis en la entereza reciclada del guarismo inapetente. Algunos piensan en González.
Y, de Yo: origen de la Voluntad General, del Bien Común y de la Soberanía Popular. No hay por qué tener miedo a su inclinación hacia la tiranía en un marco institucional refrendado por la mayoría de yoes dispersos.
Z, de Zp: Referente mundial interplanetario de a dónde conducen las ideas de la Progresia elevadas a su máximo exponente.