Dios sólo existe cuando se le necesita

Mientras destruimos la Fe en Dios sin haber todavía fundamentado el superhombre Nietzscheano capaz de asumir la responsabilidad de su libre voluntad en el eterno retorno determinante de su acción y decisión, unos se jactan de vivir en un Estado aconfesional, no pocos se burlan de la Iglesia en cuanto tienen ocasión, muchos reclaman una sociedad laica donde la religión quede relegada al silencio de la intimidad y la mayoría le hemos dejado morir de soledad…resulta que, en estos tiempos de colectivo martirio, padecimiento y tribulación, casi un millón de almas residentes en España recurrieron a la fraternal ayuda de la Iglesia Católica canalizada a través de Cáritas durante el pasado 2010 para cubrir sus más básicas necesidades, cuáles son, la alimentación 42% y vivienda 32%, más del doble que hace tres años, según el VI Informe del Observatorio de la Realidad Social sobre el impacto de la crisis en la red confederal de dicha entidad benéfica. Más concretamente, 300.000 de estas personas, arribaron por primera vez a sus locales, afectadas principalmente por la persistencia del desempleo, siendo mayoritarios los ciudadanos con cargas familiares, lo que permite estimar en cerca de diez millones, los seres humanos que en España malviven por debajo del umbral de la pobreza y unos ocho millones quienes están al borde de la exclusión social, cifras nada exageradas cuando se sabe que más de 500.000 hogares están sin ingreso alguno.

El informe no se limita a ofrecernos una radiografía numérica de la alarmante situación que atraviesa la sufriente población española. En sus páginas, puede leerse explícitamente un varapalo a los servicios sociales públicos oficiales profesionales a los que en palabras de su Secretario General, Sebastian Mora, Cáritas sólo pretendía complementar y no sustituir como ocurre en la actualidad, observación que se desprende de ese indignante 68% de afectados que acuden a sus puertas desesperados en busca de solidaridad, rebotados de otras instituciones bien nutridas de personal sujeto a nómina, de despachos municipales, partidas presupuestarias y un sinfín de subvenciones que sin embargo, no parecen bastar para atender la demanda que Cáritas logra capear, como buenamente puede, con tan sólo treinta millones de euros anuales – menos de 35 euros por persona atendida muy por debajo del despilfarro asistencial de las instituciones democráticas y no digamos de los rescates bancarios que suponen en el caso de Portugal casi 7.000 euros por cabeza – y sin tantos recursos materiales, si bien, sobrados del inmenso amor que derrama Dios en los voluntarios corazones que a diario entregan su trabajo y tiempo en los hogares de acogida y comedores sociales donde atienden sin preguntar a cuantos llegan.
Entre las deficiencias de los servicios públicos que denuncia Cáritas, se apunta la escasez de recursos humanos a la hora de ayudar efectivamente a los ciudadanos en necesidad, los sospechosos excesivos trámites burocráticos previos a cualquier solicitud que tienen por objeto hacer desistir a los más desesperados, la falta de tiempo para realizar un seguimiento personalizado e integral de los distintos casos y la respuesta insuficiente ante los problemas de desahucio. Por poner un ejemplo, el responsable del informe y Coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas, Francisco Lorenzo, ha indicado que, mientras Cáritas, tarda cuatro días en entrevistarse con la persona solicitante de ayuda, los servicios sociales públicos se demoran casi un mes y mientras Cáritas responde con efectividad en el plazo de una semana los servicios municipales tardan hasta 65 días.

No resulta extraño entonces, que mientras nos pasamos la vida cantando las bondades del Estado y de rodillas ante la Banca adorando el poder y las riquezas en sus múltiples formas, todavía no hay refrán alguno que les mencione en relación a nuestra ayuda y socorro como sí sucede en el caso de Dios. Por ello, invito a reflexionar en el título que encabeza este reconocimiento a la labor asistencial de la Iglesia Católica.

A favor de la objeción al aborto

Quienes declarándonos abiertamente católicos, opinamos que abortar no es plato de buen gusto para ninguna mujer que esté en sus cabales, entre otros motivos porque no es como cortarse las uñas, habremos de aceptar que tampoco lo sea para cualquier médico, cirujano, anestesista, enfermero o sanitario, aun cuando como en el caso del verdugo de Texas, sea su trabajo, motivo por el que no podremos negarle a ninguno de ellos la posibilidad legal que se le ofrece a la ciudadana de elegir en un asunto que concierne a su conciencia. Otro gallo cantaría, si sólo nos presentásemos como militantes, votantes o simpatizantes del PP o del PSOE organizaciones que buscan hacernos el mayor mal posible, en cuyo caso, además de estar a favor del aborto, estaríamos en contra de cualquier objeción.

Por primera vez, desde que se aprobara la modificación de la Ley del aborto donde se recoge la objeción para «los profesionales sanitarios directamente implicados en la interrupción voluntaria del embarazo sin que la calidad asistencial de la prestación puedan resultar menoscabada» un tribunal se ha pronunciado en contra del derecho a la objeción de un médico de cabecera para no informar a la interesada sobre la cuestión por estimar el juez titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 de Málaga. Oscar Pérez, que ello, no afecta al núcleo duro de su libertad de conciencia, pues, aun reconociendo que informar a las mujeres sobre los pasos para abortar dificulta al médico el pleno ejercicio de su derecho a seguir su conciencia, en cambio, no puede olvidarse la condición de empleado público del recurrente y que frente a su interés privado se contrapone e impone el interés público.

Seguramente los jueces y políticos de nuestro país entienden por juramento hipocrático algo parecido a la actitud que todos ellos mantienen respecto a la ley y su aplicación, por no saber más de la cultura griega que lo insinuado en el Banquete de Platón. Resulta que esta sentencia contra la objeción de un médico que no desea intervenir ni directa ni indirectamente, ni por activa ni por pasiva en la práctica de un aborto, contrasta en el tiempo con la admisión de las autoridades Estadounidenses de la objeción y plante de los anestesistas de aquel país para no enseñar el oficio a los futuros verdugos que se ocuparán directamente de suministrar la inyección letal a los condenados a muerte. Es más, la OMS ampara y protege el derecho a la objeción de conciencia anteponiendo el Juramento Hipocrático a cualquier otra legislación, cosa que es respetada en todos los países civilizados, pues sólo regimenes como el Talibán forzaron por ley a médicos cirujanos a intervenir en la ejecución y amputación de miembros a los penados. La cuestión entonces estribaría dónde está el límite de la conciencia para poder objetar con derecho.

Yo lo tengo claro: como quiera que participo del Idealismo Fichteano, para mi, la Conciencia llega hasta donde se la deje; Por ejemplo, este juez podrá dormir tranquilo sin darse cuenta de que con su sentencia está en espíritu en todas y cada una de las interrupciones voluntarias del embarazo, como lo están todos y cada uno de los congresistas que votaron a favor de esta Ley criminal. Pero vean ustedes el alcance de la Conciencia a dónde puede llegar: hace poco, en todos los EEUU han tenido que suspender sine die las ejecuciones que tenían previstas para este 2011 ¿Saben por qué? Porque los trabajadores, empleados y ejecutivos de las industrias europeas sitas en Gran Bretaña y Alemania que tienen la patente para fabricar un ingrediente esencial del compuesto letal que se le inyecta al condenado a muerte, cuál es, el pentotal sódico, se han negado a venderlo e incluso a fabricarlo, para no verse implicados en las ejecuciones que se realizan a miles de kilómetros en otro país y por otras personas. Hasta ahí llega la conciencia.

Pro-Vida…Digna

Yo me declaro abiertamente miembro espiritual de Pro-Vida, porque como dijera Cantinflas haciendo de Sancho Panza, la muerte no merece la pena. Pero declararse a favor de la vida, no significa, o mejor dicho, no ha de significar, poner a la vida como valor supremo de la Existencia, dado que para los católicos, la vida, sólo es una parte infinitesimal de la Eternidad; Tanta es su insignificancia, que hasta Pascal se atrevió a aseverar que sería insensato no apostar la vida a cambio de poderlo ganar Todo aún sin tener garantía alguna de que el “Todo por ganar” sea una realidad dada. En consecuencia, como bien demostró nuestro Señor Jesucristo, la vida propia, o en caso del Dios Padre, la vida ajena, puede ser un medio para obtener un fin superior, en su caso, la Salvación de toda la humanidad, opción vital axiológica, que está más extendida de lo que parece entre aquellas culturas que supeditan la vida al Honor, el éxito, la fama, el dinero, el poder, la Patria, el Trabajo o incluso como nuestra sociedad, al Consumo. Dicho lo cuál, a nadie debería escandalizar que el Sentido de la vida, sea más importante que la vida misma, aunque no siempre las cosas verdaderamente importantes, sean las que de verdad importan.

Yo me congratulo de ser miembro de la Iglesia Católica, por cuanto es la única Institución que claramente defiende la cultura de la vida frente a la imperante moda de la muerte representada en nuestros días no tanto por la Pena Capital, las guerras, la enfermedad o el hambre, cuanto por la Ley del aborto, a decir por el énfasis con el que la Curia Vaticana y los Obispos ¡Que Dios los tenga en su Gloria! se pronuncia sobre dichos fenómenos sociales; Mas sin entrar a valorar el grado de entusiasmo con el que desde los púlpitos dominicales se clama contra cada una de estas lacras de la humanidad que bien pueden deberse a una deficiente óptica misántropa que considera pecador a un infeliz neonato, que juzga a las primeras como inevitables males de la naturaleza humana, mientras a las últimas las consideraría eludibles por cuanto las creen más al alcance de nuestra libertad…debo confesar que mi gozo no es completo, por cuanto no aprecio yo sensato, bueno y eficaz que tanto derroche espiritual para hacer llegar la Palabra del Evangelio que ilumine el corazón de los hombres y mujeres, sea realizado sin que esas mismas almas perdidas al que van dirigidas aprecien superioridad moral en cuantos se las dirigen, que no sólo de conceptos vive el intelecto que también requiere de ejemplos, pues como es sabido, obras son amores y no buenas palabras.

Y es que, en verdad, en verdad os digo, que a la Iglesia le sucede lo que a la mujer del Cesar, por lo que sería muy deseable que junto al discurso humanista contra la Ley del Aborto, cuya práctica no está en el mismo rango ético que una operación de cirugía estética, extirparse el bazo o cortarse las uñas, hubiera otros igual de enérgicos para condenar los abusos infantiles en vuestros colegios y parroquias a manos de curas depravados e investigar el rapto de niños a manos de monjas desalmadas en vuestras clínicas y hospitales. Porque de seguir como hasta ahora, además de desacreditar el mensaje que yo os legué, podríais dar pié a que se malinterpretara aquello de ¡Dejad que los niños se acerquen a mi! Como también podría malentenderse vuestra actitud contraria al aborto, para aseguraros el suministro ininterrumpido de criaturas de Dios con las que gozar y comerciar indignamente para mayor ofensa del Padre. ¡Palabra de Dios!

El mejor anticonceptivo

http://www.youtube.com/watch?v=IGAwhqaagyo

Que el mejor anticonceptivo es la abstinencia, lo saben hasta en el Vaticano. Pero metidos en faena, que es de lo que se trata cuando se habla de la santísima contracepción, no creo yo que la naturaleza sepa de abstinencias más de lo que demuestra saber…En esta tesitura, son varios los postulantes al glorioso título social de “Mejor anticonceptivo” pues es mucho el negocio que está en juego por activa y por pasiva, por efecto y por defecto, como para dejarlo vacante o al libre albedrío de la moda.

Si se emplea la mera lógica y el sentido común, podría creerse que vivir en la pobreza y padecer la miseria, trabajando de sol a sol, rodeado de inmundicia, sin electricidad ni agua potable, ni las más mínimas condiciones de higiene y seguridad, azotado de continuo por devastadoras inclemencias meteorológicas, catástrofes naturales y humanas, y las más imaginativas desgracias habidas y por haber…sería suficiente para disuadir a cualquiera de traer nuevos desgraciados al mundo. Pero la realidad de los hechos, desmiente el razonamiento, y mi antropólogo de cabeza Marvin Harris lo explica haciéndonos caer en la cuenta, que en las zonas subdesarrolladas, las familias pobres, contemplan la crianza como una garantía de futuro, dado que a diferencia de Occidente, el hijo es productivo y fuente de recursos desde los cinco años, hasta que se casa con el permiso paterno que no aviene, hasta ver satisfechas sus expectativas a ese respecto.

Para cuantos tienen a la Naturaleza por madre en lugar de madrastra y son amantes de los juegos de azar, apuestas, loterías, casinos, y garitos clandestinos en los que arriesgar la vida a la ruleta rusa, nada mejor que confiar en el “Método Ogino” y recomendarán su ciencia y experiencia a parientes y allegados, ocultándoles los caprichos de la naturaleza, sus irregularidades, sus excepciones, sus sorpresas, cuya presencia tan cara es a la Iglesia que las suele denominar “Milagros” para referirse a ellas. Por no hablar de la consabida debilidad humana, de continuo tentada por el Diablo.

Mas quienes se entregan al frenesí científico-técnico de la industria farmacéutica, y delegan su humana responsabilidad a preservativos, diafragmas, parches hormonales y pildoritas, habrían de tener presente que esa misma industria se lucra también con la venta de potitos, papillas y pañales, por lo que atendiendo al libro rojo de Mao, no tendrán demasiado interés en que el asunto funcione demasiado, aunque a decir verdad, también ella confía en la irresponsabilidad del usuario, en su desinformación, y sobre todo en sus prejuicios.

Durante el periodo Hippie muchos creyeron identificar en la televisión el mejor anticonceptivo, cosa que contradecía su papel de divino mediador matrimonial conformando un curioso triángulo afectivo de amor-odio-expectación, pero el famoso apagón de Nueva York del 68 que coincidió con el “Baby Boom” parecía zanjar la cuestión a su favor. La hipótesis entró en crisis, tan pronto como nos llegaron imágenes de familias numerosas hacinadas en paupérrimas favelas reunidas junto al televisor en color, conectado por cables escondidos bajo los colchones con la antena parabólica que asomaba orgullosa en el tejado de Uralita.

Finalmente, después de mucho investigar, los sociólogos y demás ramas ociosas de las ciencias humanas, creen haber hallado la respuesta adecuada a la cuestión planteada y que parece esquiva. Los últimos estudios apuntan al extremo precisamente opuesto al que encabeza la lista de fallidas conclusiones aquí señaladas, propugnando que es la exuberante riqueza Occidental y el egoísmo que engendra, la que mejor detrae a nuestra juventud de ejercer como debe en sus obligaciones en cuanto especie, dado que la misma satisface todas sus necesidades vitales de salud, alimento, vivienda y vestimenta, colma con creces sus aspiraciones secundarias de placer, libertad y seguridad, y favorece su desarrollo cultural, de recreo y ocio como nunca antes se había visto, y por consiguiente, nada les anima a complicarse la existencia trayendo alguien al mundo que pudiera arrebatarles tanta felicidad heredada de sus progenitores. Bastaría estar al tanto de cómo les va a las familias adscritas a las enseñanzas del Opus Dei, o atender al crecimiento de la Borboneidad, para hacer trizas tanta charlatanería académica subvencionada por el Estado del Bienestar…es un decir.

En mi opinión, el mejor anticonceptivo es la diabólica combinación consistente en una cómoda riqueza disfrutada en la casa paterna, junto a la imposibilidad práctica de independizarte por la falta de trabajo, y el especulativo valor de las hipotecas. La prueba la tenemos en la pronta deceleración de la natalidad de los inmigrantes tan pronto su segunda generación echa raíces en el hogar, para entonces no hay costumbres culturales, pobreza, o televisión que valga. Así de sencillo es.

Sobre el harén divino

La semana pasada tuve conocimiento de la creación en Lerma de una nueva Orden femenina en el seno de la Santa Madre Iglesia, asunto que me turbó un poco; Pero más me turbó comprobar en las fotografías con que Google ilustraba la noticia que muchas de las novicias pertenecientes a la nueva Congregación eran jóvenes guapas y a decir del periodista, cultas e inteligentes, cosa que me produjo un hondo pesar, pues si bien como católico que soy, debo mostrarme de acuerdo con la práctica del celibato y castidad exigido a los sacerdotes y monjes, estrategia institucional que me parece excelente para preservar el mensaje cristiano, me resisto como macho de la especie a aceptar que la Iglesia aparte del mundo a chicas y mujeres hechas para gozar la vida no al modo en como el piadoso Rafael Sanzio pintara “Las Gracias” sino con el brío dado por los pinceles de Rubens, de modo que si una joven está dotada de la Gracia de la inteligencia, la alegría o la belleza, si Dios es realmente bueno, no haría nada por despertar en ellas deseos distintos que contravengan su naturaleza y si en cambio, daría muestras de su benevolencia para con la Creación, llamando sólo a aquellas féminas que carecieran de al menos una de dichas cualidades, de modo que, a las pobres desgraciadas que llegaran a los conventos se les concedería a modo de consolación una cuarta Gracia Divina, a saber: la Fe, que las llenaría de felicidad y al resto de nosotros de dicha.
Porque la actual práctica proselitista convocando arbitrariamente a toda joven a la vida monástica, la juzgo de una parte incoherente con el Magisterio y de otra un abuso, no se si por parte de la Iglesia o de Dios. Me explico: Me parece incoherente porque según el mismo Vaticano, Jesús sólo quería la compañía de hombres, argumento este que se esgrime para relegar a las mujeres a tareas de limpieza en los templos e impedirles su acceso al sacerdocio; Y un abuso, porque mientras para nosotras, las mundanas creaturas carnales sufrientes y tentadas se nos condena al aburrimiento del matrimonio monógamo, resulta que a Nuestro señor Jesucristo, la Iglesia le preserva un harén que para sí quisiera el fundador de Play Boy, con miles de jovencitas castas y vírgenes deseosas de casarse con él y vivir juntas de por vida en el Divino Harén, que no otra cosa son los conventos de monjas.