Los ricos también se indignan

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Experimentando con el lenguaje, de escolares, descubrimos como pronunciar reiteradamente ciertas palabras familiares verbigracia “pan” o “casa”, las mismas acaban perdiendo su significado volviéndose del todo insulsas a nuestras mentes, donde hasta iniciarse el proceso inflacionario de su repentino desgaste semántico, operaban como de costumbre con su denotación y connotación. El fenómeno tiene sencilla explicación: mientras las primeras veces el cerebro trabaja como de costumbre ofreciendo sus significados explícitos e implícitos, pronto deja de hacerlo inteligentemente dado que no hay información nueva que aportar ni por texto ni por contexto, de modo que se desactiva casi por entero su decodificación dejándonos sólo con su materialidad sonora que al final es de lo único que somos conscientes recibiendo del cerebro lo mismo que le damos, que no es tonto que digamos.

En principio, los integrantes del 15-M pueden sentirse muy orgullosos de haber rescatado para el vocabulario mediático el término nada usual de “Indignado” para hablar del malestar ciudadano al que se aludía como descontentos, alborotadores, radicales, incontrolados, antisistema…Pero que se anden con cuidado, que pueden morir de éxito. Nunca como hasta ahora, había oído en boca de periodistas, políticos o economistas, ni visto escrito en titulares tantas veces la palabra “Indignados” para describir problemas sociales, altercados urbanos, revueltas juveniles, protestas políticas internacionales y calificar como tales a estudiantes en huelga, ciudadanos en las calles de cualquier ciudad, pasajeros que se quedan en tierra por sobre-venta de billetes, Etc. De pronto, todo el mundo está indignado, los estudiantes chilenos, los gamberros ingleses, los jóvenes israelitas, los vecinos de Lloret de Mar, los futbolistas, los ateos con la Iglesia, la Iglesia con el Gobierno, el Gobierno con Merkel, Merkel con Europa y Europa consigo misma por ser incapaz de dar una respuesta común cuando hace falta.

La singular marcha triunfal del vocablo se empezó a detectar cuando el Presidente de la CEOE declaró sorpresivamente en rueda de prensa, que los empresarios también estaban indignados; Un poco más y casi se anima el banquero Botin durante una entrevista, quien sin embargo, se debió morder la lengua para quedarse sólo en su comprensión para con los Indignados, aunque para entonces ya se escuchaban rumores de indignados con los “Indignados”…Desde aquel conmovedor instante, la licencia de la indignación nunca ha estado tan barata. Me extraña que Gadafi no esté indignado con los rebeldes y que los rebeldes conserven tan arcaica denominación cuando los tiempos imponen la etiqueta de “Indignados libios”

En este orden de cosas, creo que la “Indignación” ha alcanzado su cenit a propósito del arranque de sinceridad, no exento de mérito moral y reconocimiento filantrópico a manos del segundo hombre más rico del planeta según la revista Forbes – que no se entere Arguiñano – Warren Buffett quien ha declarado pagar en términos porcentuales, muchos menos impuestos que cualquiera de los miles de empleados que tiene en nómina, como paso previo para exigir de la administración Obama que suba los impuestos a las rentas más altas y dejen de mirar a los más ricos antes de tomar cualquier decisión como ha estado haciendo el Congreso desde la llegada de Ronald Reagan. En su opinión, la subida de impuestos a los ricos no desanima la inversión, pues tras sesenta años de tratar con inversores, no conoce a uno que deje de invertir por no pagar impuestos y si en cambio por dejar de ganar dinero. Pues bien, su inteligente discurso proveniente de un experto en finanzas a quien el éxito ha acompañado, en vez de calificarse como acertado, concluyente, meritorio, reconfortante, esclarecedor, aplaudido, diligente, resolutivo, factible, elocuente, varapalo para el Neoliberalismo…los medios de comunicación han elegido ¡Cómo no! el adjetivo de moda y lo han calificado de Indignado.

No está mal. Pero creo que los verdaderos Indignados deberían ir pensándose muy seriamente la posibilidad de registrar en el derecho de propiedad intelectual el uso del término Indignado reservado únicamente para cuantos participen de sus movidas y si es necesario, hasta se podría hablar con los Cacos de la SGAE para proteger su imagen y manipulación.

Intramuros

Muros los hay para dar y tomar. Hay muros psicológicos que aparecen cuando el mundo se divide en Yo y los demás como le sucede al autista; muros económicos que separan a los pasajeros en preferentes y turistas, muros lingüísticos que discriminan a los ciudadanos en nacionales y extranjeros, a los extranjeros en turistas e inmigrantes, a los inmigrantes en legales e ilegales, euskaldunes y maketos, catalanes y charnegos…pero durante estas fechas conmemorativas del cincuenta aniversario del levantamiento del Muro inspirador de los Pink Floyd, toca hablar de esas heridas de cemento que se alzan entre los pueblos sobre las más ocurrentes excusas que quepa imaginar como mantener la Ley, ayudar a la estabilidad social, preservar la paz, garantizar la seguridad, salvaguardar la libertad, proteger la democracia, defender los valores Occidentales, etc, que desde la caída del denominado “Muro de la Vergüenza” lo que parece haberse derrumbado de verdad, no ha sido el Muro, pues desde entonces hay más, sino la vergüenza, pues apenas quedan gobiernos y regiones en el mundo que no cuenten, tengan en construcción o en proyecto, levantar un muro en sus fronteras o dentro de ellas.

Ciertamente, el fenómeno no es nuevo; Pero tampoco su irrupción entre los hombres se pierde en la bruma de los tiempos. Por extraño que resulte escucharlo a quienes creen que la Institución de la Guerra es consustancial a la naturaleza humana – axioma del todo equivocado del que me ocuparé en otro artículo – no siempre fue necesaria su presencia como lo demuestra la Creta Minoica, cuyas poblaciones florecieron sin murallas. Sin embargo, hemos de reconocer, que ya en la Antigüedad, eran célebres los muros de ciudades enteras como el de Jericó que pasa por ser el primero documentado o el de la bella Babilonia descrito por Herodoto, sin olvidar el Muro de Adriano para mantener fuera del Imperio Romano a los Pictos y la famosa Muralla China para evitar a las hordas mongoles.

Así pues, en la historia los muros han servido para proteger los palacios de la plebe cosa que en la Edad Media diera como resultado a los hoy bellos Castillos; para defender los asentamientos urbanos, sus cosechas y ganado, de las díscolas tribus nómadas cuyo enfrentamiento viene recogido en la lucha bíblica entre Caín y Abel; pero también de regiones enteras cuando los accidentes geográficos no colaboraban demasiado, con idéntico resultado, a saber: tarde o temprano, por mucho que las sociedades se crean a salvo en sus enormes “jaulas de oro”, todos los muros caen cuando fuera crece el motivo por el que neciamente se levantaron creyéndolo contener. Antes al contrario: su efecto momentáneo de contención, no hace sino aglutinar su masa externa que cada vez con mayor intensidad como el agua de una presa, ejerce mayor presión sobre la misma haciéndola reventar si antes no se le da una salida negociada para que siga su cauce natural, sea la corriente de agua, sea la humana. Ya lo dice el refrán ¡No se le puede poner cercas al campo! Pero no aprendemos.

Antes de su caída, en Irlanda del Norte (1970) se levantaría una barrera para dividir a la población Católica y Protestante, en Chipre (1974) otra para separar a los Greco-Turco chipriotas y en 1987 Marruecos hizo lo propio para anexionarse parte del Sahara y dejar fuera a sus legítimos habitantes. Pero, como ya he indicado, desde la caída del Muro de Berlín, parece como si a todos les entrara saudade. Un afán constructor ha levantado muros de hormigón, acero, alambre y espino, a diestro y siniestro, como si su nefasto recuerdo o la todavía funesta presencia de su colega entre las dos Coreas desde 1959 no fuera suficiente para enjugarla.

Casualmente, uno de los primeros Gobiernos en ponerse manos a la obra, fue el español que no dudó en emplear esta obsoleta herramienta de contención social levantando dos enormes vallas para evitar la inmigración – perdonen que me da la risa – en Melilla (1998) y Ceuta (2001) medida que pronto fue imitada por los EEUU que interpusieron una gigantesca alambrada en toda su frontera con México y por Israel que añorante de los Campos de concentración a levantado muros y torretas de vigilancia por toda Palestina, para evitar el libre tránsito con Cisjordania y encarcelar a toda la población de Gaza, no sin la ayuda del gobierno egipcio que también ha puesto su granito de arena al respecto en tan faraónico esfuerzo por exterminar a un pueblo como el Palestino. Actualmente hay más de cincuenta “Muros de la Vergüenza” en Uzbekistán, Irak, Brasil…y hay casi treinta proyectos para ponerlos en marcha en Pakistán, Irán, India; El último del que hemos tenido noticia, es iniciativa de Grecia que va a cavar una zanja de 120 Km para separarse de Turquía. A lo mejor les ha entrado el pánico de que este maravilloso crisol de culturas ingrese en la UE y les robe la deuda.

Pero al margen de la contradicción que supone ver como los gobiernos con su mano derecha se empeñan en dividir a los pueblos levantando muros que impiden su comunicación y relación fraternal mientras su mano izquierda firma tratados de libre comercio, libre tránsito de mercancías, libre circulación de empresas y capitales…en nuestras ciudades, igualmente se viene observando una trayectoria similar, sólo que las barreras al objeto de separar barrios y gentes se lleva a cabo mediante pulcros trazados de autovías o líneas del AVE dejando fuera y sin acceso fácil al centro comercial-financiero, a las más oscuras periferias aquellas en que marginamos a los indeseables que viven en chabolas e improvisados campamentos. De continuar apostando por esta tendencia de separar en vez de unir e integrar, dentro de poco, los ciudadanos pudientes habremos de acostumbrarnos a vivir libremente enclaustrados intramuros en nuestros particulares oasis de felicidad urbanos, rodeados de lujo y confort, pero también de verjas, puertas blindadas, alarmas, perros guardianes, cámaras de video-vigilancia, cuerpos de seguridad, para evitar que nos invada la miseria que dejamos fuera. Mas, todo será poco para ponernos a salvo de nuestro peor enemigo: nosotros mismos.

La orientación sexual de los personajes infantiles

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Se han tomado su tiempo en desmentirlo, pero finalmente, ante la solicitud formal de un colectivo homosexual pidiendo la boda de los conocidos personajes de Barrio Sésamo Epi y Blas, sus padres intelectuales, no han tenido más remedio que declarar que esta simpática pareja, “no son homosexuales; Tampoco heterosexuales: simplemente son marionetas asexuales, amigos en la ficción.” Declaración que a mi juicio, complica aún más el asunto, porque si bien es cierto que una marioneta es asexuada en cuanto marioneta, el personaje que encarna no lo es si representa una figura humana, como le ocurriera al propio Hijo de Dios y de igual modo que les declaran amigos en la ficción no existiendo la amistad entre las marionetas, así también podrían haberse atrevido a despejar la incógnita que durante décadas viene flotando en el ambiente, en vez de salirse por la tangente.

Mucho antes de que los cómics eróticos y los mangas para adultos inundaran los kioscos e Internet, las mentes más calenturientas del planeta ya andaban ojo avizor de los mensajes subliminales que atentaban contra la moral del momento en los inocentes tebeos; conocidos son los chismes que circularon en su día sobre la relación entre Batman y Robin o la mantenida por el Jabato con Taurus que daría para varias semanas de tertulia en “La Noria” reservando un monográfico para el caso del Botones Sacarino.

Con la irrupción de los dibujos animados en la gran pantalla, los ánimos se encendieron mucho más, pues se evidenciaba que los amaneramientos detectados en los personajes no eran meras especulaciones; personajes de Walt Disney como Mickey Mouse o Gufi fueron el blanco de sus primeras denuncias y prohibiciones. Pero las cosas cambiaron de castaño a oscuro, cuando los dibujos animados pasaron del cine a la televisión y de ir dirigidos para todos los públicos, adultos incluidos, a diseñarse preferentemente para el público infantil. Fue entonces, que los púlpitos ardieron contra aquellas series japonesas como “Mazinger Z” que no contentos con presentar a robots en ropa interior a imitación de los Superhéroes, tener un personaje llamada Afrodita Diosa del Amor, la Belleza y del Deseo que en cuanto podía anticipaba el topless con su famoso ¡Pechos fuera! sin ningún pudor introdujeron a un hermafrodita como el Barón Ashler, cosa que no gustó nada por mucho que situaran su figura en el bando del mal de Dr.Infierno, quien para mayor oprobio, éste otro, guardaba demasiada similitud con la imagen que de Dios tienen los niños de anciano de largos cabellos y barba blanca…contradicción simbólica que necesitó de varios años de “Érase una vez el Hombre” para reconducirse por medio de aquel sabio de igual apariencia que aparecía en todos los capítulos.

Aquello destapó la caja de los truenos. Si hasta entonces hubo cierta manga ancha con las series que transmitían valores cristianos de amistad, justicia, solidaridad o fraternidad, de ahora en adelante la censura revisaría de modo implacable cualquier vestigio de indecencia que los dibujos animados pudieran albergar: en su punto de mira aparecieron Tristón de la serie “Don Gato” “El Lagarto Juantxo” y hasta el pobre Bubú; Ninguno de ellos volvió a ser el mismo tras el estrecho marcaje Macarthiano al que fueron sometidos durante aquella otra caza de brujas de la que fueron objeto los libertinos modelos disfrazados de inocentes animalitos.

Pronto se descubrió para horror de las familias y Naciones Occidentales que la sensual relajación moral de los asiáticos había sorteado nuestros valores éticos valiéndose de nuestra buena Fe: Aquella entrañable historia de una huerfanita enmarcada en los bellos parajes montañosos centroeuropeos, camuflaba una relación lésbica entre Heidi y Clara que bien podría entonar el “So Lucky Lucky” que con todo no era lo peor, pues aquellas escenitas de una niña viviendo solita con su abuelito, con seguridad hoy en día no se permitiría su difusión ¡ Si Niebla hablara! Con todo, al menos era entre humanos, porque lo de “Pipi Calzaslargas” con el caballo que para colmo se llamaba “Tio” y lo de “Marco” con su mono Amelio, rozaba la zoofilia de modo más descarado que el que fuera insinuado en el pecaminoso cuento de “Caperucita Roja”.

Visto lo visto, era necesario vigilar y controlar muy de cerca, tanto a los creadores como a los guionistas, gente del mundo del arte y la farándula que como se sabe desde antiguo siempre juegan a transgredir las formas y las tradiciones del buen gusto, con el justo fin de controlar la programación infantil. Era escandaloso que una Gallina como Caponata y un Caracol llamado Pérez Gil, siendo como son símbolos del puterio y el hermafroditismo, les hablaran diariamente a los niños; Pero casi fue peor el remedio que la enfermedad, porque sus sustitutos, un Espinete rosa y aquel Don Pimpon, no es que fueran menos sospechosos de pervertir las tiernas mentes de las futuras generaciones.

El Oscar al escándalo, sin embargo llegó de la mano de los “Teletabis”, pioneros en el entretenimiento de bebés que fueron abiertamente acusados de expandir el virus de la homosexualidad entre los más pequeños, mostrando aquellos extraños signos en la cabeza y los bolsos en mitad del vestido color pastel.

A caso por miedo al desprestigio que les pudiera granjear este tipo de campañas pseudomoralizantes, las cadenas han apostado por dibujos animados como “Los Simpson” donde pese a la infinidad de personajes todavía no ha aparecido uno gay declarado o donde la tendencia sexual se canaliza a través de la violencia física o verbal como sucede en “Pokemon”, que parece más instructiva de cara a formar espectadores que disfruten en el futuro de las destrezas interpretativas de cuerpos atléticos como los de Chuck Norris, Schwarzenegger o Van Damme, con cuyos músculos las niñas podrán soñar y los niños gozar no menos que con los famosos Geyperman.

El problema de los tres candidatos

Con ETA de vacaciones, los españoles han aprendido a responder encuestas de modo distinto a como le gustaría al Tontodiario, de modo que, a la pregunta de ¿qué es lo más preocupante para Usted? el terrorismo, ha cedido su puesto de honor al desempleo, las tasas abusivas de los bancos, la corrupción empresarial o la clase política en su conjunto. Pero el “Problema de los tres candidatos” no remite precisamente a este escandaloso fenómeno apuntado de que el político sea un problema para buena parte de la ciudadanía, sino que hace alusión al denominado en Matemáticas “Problema de las tres puertas” cuya solución viene excelentemente bien expuesta en un librito muy recomendable de Albrecht Beutelspacher titulado “Matemáticas: 101 preguntas fundamentales” entre otras curiosidades igualmente satisfechas por el autor como, ¿por qué menos por menos son más? o más difícil todavía ¿por qué dos más dos hacen cuatro?

A lo que vamos: supongamos que estamos en el “Un, dos, tres” La presentadora nos sitúa frente a tres puertas (A B y C) para que abramos una advirtiéndonos que tras una de ellas hay un coche, pero dos están vacías. Cuando ya hemos elegido, pongamos por caso la “A”, la presentadora nos muestra la “C” vacía, ofreciéndonos la posibilidad de cambiar. En principio, parece indistinto sustituir A por B, porque es como escoger al 50%, ¡Pero no es cierto! En la primera elección, sólo contábamos con un tercio de posibilidades de hacernos con el coche y dos tercios de irnos con las manos vacías; Luego la puerta que escogimos A, tiene peor pinta matemática que B, ahora que sabemos que C estaba vacía, por lo que por paradójico que resulte, conviene aceptar el ofrecimiento de cambiar de puerta para obtener un resultado positivo.

Hacía tiempo que conocía la sorprendente resolución práctica de esta cuestión, pero únicamente releyéndola estos días de precampaña, se me ha antojado, si acaso no podríamos trasladar su enseñanza a las elecciones del 20-N por aquello de introducir un poco de racionalidad en la política. Pero…¡tenemos un problema! En España, sucede que sólo dos candidatos Rajoy y Rubéola tienen opciones serias para ser Presidentes de Gobierno; En consecuencia, o desistimos en nuestro propósito o introducimos un candidato ficticio, por ejemplo, el gobernante modélico con el que fantasean los Indignados del 15-M al que llamaremos arbitrariamente “El Bien”. Mas, ¡mucho ojo! con no confundir “El problema de los tres candidatos” con el planteado por Aristóteles del “Tercer Hombre” porque entonces, la campaña electoral no terminaría nunca.

Con el requisito anterior satisfecho, la junta electoral, ocultaría la identidad de los tres candidatos tras las letras (A,B y C) cuya clave, sólo sería despejada al final de la jornada. Los electores, sin saber quién está detrás de cada letra, marcarían su correspondiente casilla con no menos racionalidad que ahora. Supongamos que al cierre de los colegios, el Ministerio del Interior comunica que la opción mayoritaria ha sido la “A” que todavía no sabemos quien es. Entonces, la Junta Electoral, desvela que la identidad de “C” es RbCb. Buf…¡Menos mal! Todavía hay posibilidades de que hayamos elegido “El Bien”. Pero las matemáticas insisten que para tener el doble de posibilidades de escoger “El Bien”, hemos de cambiar “A” por “B”, porque hay el doble de posibilidades de que Rajoy se encuentre detrás de la “A”, cosa que no queremos.

Lástima que debamos ser realistas. A nosotros nadie nos va a ofrecer “El Bien” como tercera opción, debiéndonos conformar con optar libre y democráticamente entre Robacuda y Rajoy, una forma como otra cualquiera de enfrentarnos al dilema del “Mal menor” como los condenados a Muerte en EEUU tienen el privilegio de solventar el modo en cómo desean ser ejecutados entre la Silla eléctrica o la Inyección letal, porque como a ellos el no elegir no nos salva, aunque la razón no nos asista para dirimir cuál de los dos candidatos es el peor para descartarlo o el menos malo para elegirlo como Presidente, que de inanición, recuerdo, acabó sucumbiendo el “Asno de Buridán”.

EpC: ¡Volvamos al trueque!

En la escuela, con la escusa de enseñarnos Historia, nos meten en la cabeza infinidad de ideas nada inocentes que presentan nuestra época presente como la cúspide del desarrollo humano para que pensemos en el pasado, no sólo como atrás en el tiempo, que también atrasado en su capacidad para resolver los milenarios problemas de la humanidad, sin percatarse de que, de no haberlos solventado satisfactoriamente en su momento, no estaríamos aquí en complaciente jactancia, especie de Argumento Antrópico que tomo prestado de la Cosmología para entender la Historia como es debido y no como nos la cuentan.

En esta ascendente evolución, se nos dice que la economía de subsistencia es propia de sociedades primitivas donde el trueque era el único modo que tenían de intercambiar sus productos. Aparte de falso – hace tiempo que está demostrado el comercio a larga distancia como las rutas del ámbar por Centro-Europa desde el Báltico hasta Mesopotamia, del estaño por todo el mediterráneo, aún las islas Británicas y de la sal por Centro-África, además de utilizar toda suerte de chismes como moneda – es tendencioso, por transmitir la idea de que dependemos del dinero para adquirir bienes y servicios en nuestra sociedad Moderna Post-industrial, lo que nos obliga a trabajar mucho más de lo que lo hacían aquellos hombres primitivos que infantilmente asociamos con los Picapiedra de los que altaneramente nos enseñan a compadecernos porque no tenían televisión; Sin embargo, no dedicaban más de cinco o seis horas diarias a procurarse lo básico para su existencia, dato que por si sólo merece le dediquemos un instante de reflexión a la cuestión, de si no estaremos despreciando muy a la ligera alguna de aquellas primeras fórmulas que de niños se nos enseñó como propias de gentes subdesarrolladas que carecían de las matemáticas elementales para poder realizar transacciones basadas en la moneda, pues quien sabe si ni las necesitaban por no depender para su subsistencia de las elites de un Estado que primero la emitiera, para luego atesorarla y finalmente a todos tenernos a su merced, por contar todos por igual con el valor más preciado de la existencia, cuál es, el tiempo que cada amanecer Dios renueva por si se nos había agotado, sin que ello suponga un repunte de la inflación y el consiguiente recorte en nuestra riqueza natural.

Con todo, reconozco en lo que vale, el desarrollo de ciertas herramientas económicas que han surgido al paso de las dificultades propias de una sociedad compleja, como es la invención de la moneda por los lidios, del papel moneda por los chinos, de las letras de cambio por los templarios, el dinero de plástico, los patrones plata u oro, la moneda refugio y hasta la idea centroeuropea del banco. Negarle mérito a todos estos pasos de hominización sería tan injusto como despreciar cualquiera de los pasos anteriores por ser anteriores, sin atender qué potenciales virtudes todavía podrían ofrecernos para alguno de los problemas que ya entonces resolvieron y que todavía siguen afectándonos.

El trueque, apareció como solución espontánea en un momento en el que aún no existía el dinero o al menos con la abundancia suficiente como para basar en él las transacciones comerciales incipientes y hasta me atrevería a afirmar que apareció antes de que la agricultura y la ganadería permitiera el intercambio de excedentes. Tal y como van los acontecimientos, con tasas de paro en toda Europa que los expertos vaticinan afectarán directamente a un tercio de la población de manera perenne, otro tercio tendrá sueldos muy por debajo de los salarios que hoy conocemos y el tercio restante, o sea, los verdaderos ciudadanos libres, verán reducido el mercado en el que puedan interactuar precisamente al tercio de sus iguales, dado que, por un lado habrá personas sin dinero para comprar y otros que no podrán vender lo que tienen porque nadie se lo puede comprar…vuelve con fuerza en el horizonte inmediato la figura del trueque como modo de intercambiar bienes y servicios.

El concepto de trueque, supone que tienes algo que ofrecer a cambio de lo que pretendes. Como acabo de decir, cada vez hay más gente sin dinero y cada vez menos gente con más dinero. Sin embargo, todos ellos cuentan con el mismo tiempo que antes, sino más y con capacidad de ofrecer servicios a cambio de otros servicios o bienes. Es una buena forma de aprovechar la crisis para aprender a no depender tanto del dinero y en consecuencia ser un poco más libres de lo que lo hemos sido atrapados en el Matrix financiero cuyos valores heterónomos han regido nuestras vidas hasta convertirnos en esclavos libres de su obediencia sin aspiración alguna a la rebeldía.

Así, os animo a todos, tengáis o no necesidad, a recuperar el trueque como forma de intercambiar vuestro tiempo personal, auténtica fuente de la verdadera economía humana, con familiares, amigos, vecinos o ciudadanos anónimos, a quienes os podéis ofrecer gratis para cortar el pelo, cuidar a los niños, dar clases particulares, hacer las tareas del hogar…a cambio de que os dejen el coche los fines de semana, que os pinten la casa, comer de menú del día en su restaurante, etc. Puede sorprender un poco al principio, pero este mercado de servicios ya está funcionando a nivel inmobiliario internacional para el intercambio temporal de casas entre personas que desean viajar sin tener que dejarse un duro en hotel ni camping y me consta que hay una red de restaurantes que dan un plato de comida a cambio de, por ejemplo, repartir su publicidad a quienes todavía se pueden permitir pagar por comer.