El náufrago y la Botella

La futbolización de la Política española tanto de la Liga Nacional como de Segunda y Regional, aplaudiendo a los tuyos, abucheando a los contrarios, files siempre a las siglas familiares, buscando en todo momento influir en las decisiones arbitrales, ora por soborno, ora por amedrentamiento, pagando sueldazos del primero al último por tocar las pelotas los fines de semana, gastando lo que no tienen pensando en las subvenciones…ha traído como consecuencia que a cada Partido lo contemplemos como un equipo, a sus respectivos líderes como craks, al Rey como árbitro casero y al Gobierno como a la Selección, no teniendo nada de extraño que, cada cierto tiempo, el país entero acabe echando por la puerta de atrás a cuantos entrenadores hayan ocupado el puesto de seleccionador, es decir: de Presidente del Gobierno, pero manteniendo al resto de la plantilla.

Quienes siempre creemos poderlo hacer mejor desde el sofá viendo los encuentros parlamentarios por el televisor comiendo pipas, vociferamos a diestro y siniestro – entre estos pueden contarme a mi – reclamando algo de justicia para que los canallas sean llevados ante un tribunal como sucede en cualquier Democracia que se precie, sea esta, Gran Bretaña con un ministro en la cárcel, Italia con varios Presidentes juzgados y condenados, Israel con un Jefe de Estado destituido y enviado a prisión, Francia con varios Presidentes sentados en el banquillo, así como en América han sido capaces de hacer justicia con sus dictadores genocidas, a falta de todo ello, como digo, los hooligans de la crónica diaria desde el fondo sur disfrutamos mucho con las destituciones; y si son con deshonor ¡mejor! Por eso aquí, los ex Presidentes son enviados al más ignominioso Hades mediático, al peor de los Tártaros políticos, privados de voz y movimiento social durante algún tiempo. Su realidad es como la de un Zombi, auténtico cadáver andante que según cuál sea la circunstancia en que se dé su reaparición, o el carácter de quienes se tropiecen con ellos, puede desde dar pena, mover a risa, provocar bochorno y hasta causar miedo.

Aznar, ya participaba de estas cuatro cualidades aún antes de caer en desgracia y convertirse como sus antecesores en un “Intocable” no precisamente en el sentido de los de Eliot Ness, sino en los apestados de la India, por aparecer ante medio mundo como un Criminal de Guerra y ante el otro medio como el perrito faldero “Ansar” del Tio Sam. Con todo, acontecido el linchamiento público de su figura al que contribuyeron no poco entre sus propias filas, siendo el Cuasimodo de Génova que observa desde las alturas entre cortinas, convertido en el Segismundo del PP privado de su libertad, de cuando en cuando va de aquí para allá dando sustos a quienes le sucedieron cual Fantasma de la Ópera reclamando para si el reconocimiento que se le debe, aunque parezca que es por su amada.

La última aparición aznariana se la debemos a las escaramuzas internas del PP madrileño contra la Alcaldesa Ana Botella que no suceden sin el debido permiso gallego de quien ni pone ni quita pero se ha ido cargando uno a uno a todos los fieles del Cid Charloteador. Bajo esta perspectiva, todos los personajes anteriormente citados o por citar, ceden su sitio a Robinson Crusoe que cuál náufrago perdido en una isla desierta, arrojó en ella su última esperanza de regresar algún día a la primera fila de la política, pues aunque el símil pertenezca al landismo cinematográfico, la Botella, querámoslo o no, es la Hilary Clinton, en versión española, aunque hablando de difuntos políticos, parece más apropiado compararla con Cristina de Kirchner.

Tarde o temprano, Don Mariano, deberá rendir cuentas ante la balanza de Osiris y muy seguramente será arrojado a Ammit, un monstruo devorador de muertos, que por lo que se ve, como todo hoy en día, se ha relajado en sus funciones no cumpliendo bien su cometido.

Ministerio de Indultos y desimputaciones

La condena a cuatro años de cárcel a Pedro Pacheco por enchufar sólo a dos compañeros de partido siendo alcalde de Jerez de la Frontera, ha causado alarma social por cuanto de continuar en su afán de criminalizar la corrupción político-financiera del país, los tribunales y Magistrados van a crear una burbuja carcelaria muy difícil de sostener para las arcas del Estado, toda vez, tenemos suprimidos los trabajos forzados.

No seré yo quien defienda la tesis de que personas como Miguel Blesa y sus secuaces, queden impunes por problemas de espacio en un país donde como dijera en su día un director de asuntos penitenciarios interpelado por los periodistas acerca de la “Crisis carcelaria “¿Crisis? ¿qué crisis? ¡Cada vez hay más!”. Empero, creo oportuno replantearnos la conveniencia de invertir más dinero del que seamos capaces de recuperar por tan estéril procedimiento, pues no veo yo cómo vamos a reeducar a esta gente que ha estudiado en los mejores centros privados de la nación para cometer soborno, cohecho, malversación, desfalco, apropiación indebida…

Dado que estoy sólo en la defensa de la Pena de Muerte por ingesta de oro fundido para delitos económicos superiores a los 5 millones de euros cometidos contra la comunidad sólo eludible previa devolución del importe sustraído y de recibir unos azotes, únicamente me resta proponer un plan estratégico para la creación inmediata de una red privada de Centros Penitenciarios de lujo cuyo coste y mantenimiento correría a cargo de los condenados que se lo pudieran permitir. Además de crear puestos de trabajo, nos ahorraríamos el paradójico montante económico que nos supondría mantener a quienes nos han robado. Pero como el acostumbrado cortoplacismo político difícilmente podrá atender dicho plan estratégico, lo mejor será tomar el atajo acostumbrado del indulto vía Consejo de Ministros a la que ahora se ha sumado la técnica fiscal de la Desimputación.

Ahora bien, una sociedad moderna, no puede permitirse el despilfarro de tener a todo un Gobierno atendiendo de continuo solicitudes de indulto, estudiando casos, firmando su concesión y dando ulteriores explicaciones en los medios de comunicación de por qué a fulanito sí y a menganito no. Urge crear un Ministerio de Indultos y Desimputaciones para anticiparse, por una vez, a una demanda social que clama a gritos por la indultación inmediata y si es preciso hasta preventiva, de todos los políticos, empresarios, periodistas, banqueros, clérigos…que estén implicados en algún proceso penal en curso o por abrir. Un Ministerio de Indultos y desimputaciones sería visto por la población como más útil a las necesidades inmediatas del país que el de Trabajo, Fomento, Educación o de Portavoz.

Evidentemente, las personas indultadas deberían realizar un acto público de contrición repitiendo la fórmula “¡Lo siento mucho! ¡Me he equivocado! ¡No volverá a ocurrir!” además de comprometerse a ayudar financieramente a alguna Oenegé para aliviar el problema de vivienda en Mali, realizar tareas de patrocinio deportivo de los clubes de futbol y mecenazgo artístico de los miembros de la SGAE o en su defecto pagar durante varios años publicidad en los medios, aunque no estaría de más que también concedieran donativos a los partidos políticos, a los sindicatos, asociaciones de abogados, jueces y fiscales para fortalecer la Democracia española que tan necesitada está de gestos altruistas y desinteresados como esos.

Es posible que alguien contemplara en estos actos de reparación más la causa que el efecto de nuestra corrupción sistémica por cuanto con ello pudiera pagarse el silencio de unos, la complicidad de otros y la conformidad de todos. Y es aquí donde yo quería llegar: ¿A caso no somos todos culpables de la situación por haberlo permitido por activa o por pasiva? Efectivamente, si la crisis económica ha sobrevenido por haber vivido todos por encima de nuestras posibilidades, no es menos cierto que la crisis moral ha aparecido porque todos nos hemos corrompido más de la cuenta. En consecuencia, nada malo hay en indultar y desimputar a cuantos haga falta, porque en su pecado va nuestra penitencia.

El Pacto de la Zarzuela

En ocasiones, cuando el verso del poeta se queda a medias justo en el momento que dice “Caminante…¡No hay camino!” y todos asentimos resignados “Es verdad. ¡No lo hay!” Resulta que ¡sí!, que si lo hay. Yo mismo publiqué un oscuro pronóstico bajo el título “¡Mal! ¡Mal!” donde aventuraba una previsible nueva poda en el árbol genealógico adyacente al accidente como única salida airosa a todo el trasunto del yernísimo. Y sin embargo, Don Juan Carlos, ha dado de nuevo una gran lección a todos de cómo se puede solventar los asuntos de familia de un modo justo y decoroso para todos. pero antes de explicar a qué me refiero, deseo exponer un hecho:

Desde mi postura republicana, nunca aceptaré como buena en nuestros días la figura de un Rey; menos todavía cuando dicha figura más que neutral, es neutralizadora de los genuinos valores democráticos, pues nada hace por interceder contra los abusos del poder en favor del Pueblo que de casta le viene al galgo. Ahora bien, debo reconocer que en Don Juan Carlos, siempre he visto un ejemplo de buen familiar, preocupado por los suyos, deseoso de colocar bien a su progenie económica y afectivamente, atendiendo a las muchas necesidades de sus hermanos, sobrinos, nietos de sangre y también los políticos que ustedes no se hacen ni idea de cuanta gente cabe en el Palacio de la Zarzuela y alrededores. Dejando a un lado asuntos humanamente comprensibles de los que nadie debería ocuparse en público, Don Juan Carlos, si debería representar algo, no sería ni a España, ni la Democracia, ni siquiera la Realeza, sino la institución de la Sagrada Familia, y me extraña mucho que de ello no se haya percatado el máximo representante de la Iglesia en el Reino, Roucco Varela. Dicho lo cual, prosigamos…

Reunidos todos los picos de aquí y de allá, sin dirimir si esto fue para uno y esto para otro, seamos prácticos ¿De cuántos millones de euros estamos hablando en el caso Urdangarin? Creo que no superan los 20 millones de euros. Pues bien, la dación del Yate “Fortuna” que le regalaron los empresarios a su Rey al Patrimonio Nacional, valorado en 18 millones de euros, es un primer gran paso para resarcir a las Arcas Públicas y restituir el honor de la Casa Real. Si a esta entrega se le sumara la renuncia a la fortuna heredada de aquel mallorquín a la Comunidad Balear, yo, y creo que muchos más, nos daríamos por satisfechos y hasta aplaudiríamos la valentía y la inteligencia mostrada en este bochornoso asunto. De verdad lo creo así.

Y algo se debe estar cociendo al respecto, porque al de pocos días de anunciar la Casa Real la cesión del yate a Patrimonio Nacional, la Audiencia de Mallorca ha reducido sustancialmente la fianza de Urdangarín con la excusa del IVA que parece valer para como deducción para estos trances, innovación jurídico-fiscal que me parece excelente para todos.

Pero lo mejor de este digámosle “Pacto de la Zarzuela” de cambiar “bienes por perdones” para que Don Felipe tenga alguna oportunidad en el relevo, es que, Su Majestad el Rey, por una vez ha marcado el buen camino de la rectificación, restauración, contrición y verdadera muestra de arrepentimiento a todos los implicados en casos de corrupción política o financiera del país, porque “obras son amores y no buenas palabras” a la salida del hospital. Si los Partidos y empresarios se dieran por aludidos como mínimo de querer imitar al Rey, deberían empezar por abstenerse de aceptar ninguna subvención durante la próxima legislatura; si los sindicatos tuvieran un mínimo de vergüenza por su traición continuada en los comités de empresa pactando despidos y jubilaciones anticipadas, deberían vender su patrimonio para contribuir, esta vez económicamente, al fondo de desempleo; y si los bancos desearan mantener el tipo ante el arranque de pundonor mostrada por los Borbones, cuando menos, deberían entregar de inmediato a los Municipios todos los pisos y lonjas comerciales que tienen vacios para que se pongan a disposición de la ciudadanía que las ha pagado con creces.