Los historiadores de la ciencia, están de enhorabuena. A las muchas coincidencias y felices casualidades que se dan en este ámbito, pueden añadir una serendiapia más de esas que hacen bacilar el espíritu racional imperante en el estudio y la investigación. Junto a las protagonizadas por Arquímedes, Newton o Fleming por citar las más famosas, ahora tendrán ocasión de citar la más reciente acaecida en la persona Diego Martínez Santos quien con 30 años ha visto como en un mismo día ha sido galardonado con el premio al mejor joven científico europeo – no de su ciudad, ni de su provincia, ni de la autonomía o país…de Europa entera – honor otorgado por la Sociedad Europea de Física, mientras el Gobierno del Partido Popular le denegaba una beca “Ramón y Cajal”, para que pudiera regresar y trabajar en España durante el próximo quinquenio. Y…¿qué tiene de bueno semejante coincidencia?
Pues que si no es por están fortuito capricho del azar, el caso de este joven científico gallego sería uno más de tantos con los que nos luce el pelo desde que Unamuno exclamase aquello de “¡Que inventen ellos!”. Pero la serendipia no termina con la enorme casualidad referida. En el sonrojante contenido de la denegación oficial aparece otra mejor:
La comisión que juzgó su solicitud señaló su “falta de liderazgo y relevancia internacional”. Se da la increíble circunstancia de que Diego Martínez ha trabajado en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) de Ginebra y ahora lo hace para el Instituto de Física de Partículas de Holanda (Nikhef), dos centros de sobrado prestigio mundial.
Por una vez, la ciencia española acostumbrada a estos desaires de oficinistas ha sido capaz de devolver la afrenta con un varapalo que sitúa frente a su justa paradoja a quienes sin ciencia ni conciencia condenan a nuestros mejores cerebros y con ellos a la sociedad entera a ser segundones de terceros o a emigrar, pues una de dos: o los responsables de tan magno despropósito tienen algo de vergüenza y dimiten ¡ipso facto! o por el contrario, asumen plenamente ser unos sinvergüenzas y aquí no ha pasado nada, como es costumbre en los que mandan. Y a propósito de los que mandan…
Nunca había sospechado yo que la “Falta de liderazgo” fuera un motivo a tener en cuenta en asuntos de ciencia. En deporte, ¡Sí! En asuntos laborales o de empresa ¡También! Y ¿cómo no? en Política. ¿Pero en ciencia? Recuerdo que un día, tras salir de una conferencia sobre estos temas, un experto en selección de personal, además de explicarnos algunos secretillos tomando cervezas de cómo se escoge a los potenciales empleados según para qué cosas que según los fuimos escuchando nos iban asqueando por momentos como que a las chicas guapas nunca las contrata Telepizza para evitar distraigan a los moteros, o que ciertos test de inteligencia, es mejor no aprobarlos si es que se desea el puesto…vino a confesarnos que al final todo es una pantomima para justificar la explotación y la estafa social.
Cierto es que en toda faceta humana, el liderazgo, el carisma y las dotes de mando, nunca están de más, pero siempre por detrás de la preparación, mérito y capacidad probada por el candidato a un puesto, beca o premio. En Europa y más todavía en los EEUU se valora más estas condiciones, mientras por aquí nos fijamos sólo en ese barniz bronceado propio del famoseo por el que dejamos discurran nuestras vitales elecciones colectivas nombrando para los más altos cargos a los más inútiles que quepa imaginar cuya única destreza es la de sonreír a diestro y siniestro, proferir ingente oquedad conceptual, transmitir confianza, solicitar paciencia, y un sinfín de estratagemas que pueden funcionar en Partitocracia, pero dudo que lo hagan en la ciencia, al menos en la auténtica.
.