Ser espiada prestigia a España

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Presentada España como ganga en el exterior por nuestros gobernantes mendigos a quien desee comprarnos a precio de saldo mientras el Banco Mundial disuade a potenciales inversores citando nuestra marca por debajo de realidades como Tailandia o Kazajistán para hacer negocios, el mero hecho de sabernos espiados por nuestro mejor amigo y más firme aliado los EEUU, lejos de enfadarnos, debería movernos al agradecimiento general por el prestigio que ello supone por partida doble: primero, porque ser objeto de espionaje le hace sentir a uno importante; es verdad que como dice el refrán, “a todos nos gusta que nos miren, pero a nadie agrada que lo observen…”sin embargo, tal y como estamos necesitados de un poco de atención, ya sólo que España aparezca citada en los medios de comunicación de medio mundo junto a Rusia, Francia o Alemania en el amplio espectro de Estados espiados, nos eleva de rango como potencia por osmosis nominal. Y en segundo lugar, porque no nos ha espiado un cualquiera: Nos ha espiado nada más y nada menos que la primera gran superpotencia ¡Eso es nada! Esta dicha, incomprensiblemente afeada con una pataleta diplomática pueblerina propia de la periferia intelectual, dramatizada para la galería en buen ejercicio de la demagogia, para si la quisiera Mongolia o Madagascar que se mueren de envidia por la suerte que hemos tenido.

Se mire como se mire, España al ser estrechamente sometida a vigilancia de sus comunicaciones y movimientos gubernamentales, ha visto reforzada su imagen en la escena Internacional por no hablar de la promoción gratuita cosechada sin necesidad, esta vez, de invertir institucionalmente nuestros impuestos en Olimpiadas ni Exposiciones Universales: Gracias a la publicidad dada al asunto del espionaje, ahora en todo el Planeta se mira a nuestro país como algo más que un lugar de recreo, ocio y turismo al que venir a tomar el sol o un café con leche en la Plaza Mayor. España, posee ocultas muchas cosas dignas de ser espiadas, un auténtico tesoro estratégico inmaterial, que de encomendársele en un Viceministerio del Misterio a celebridades de la talla de Javier Sierra o Iker Jiménez, seguramente con su sabia gestión en breve podría sacarnos de la crisis.

Además, nos olvidamos de un dato de suma importancia para la Seguridad nacional que fue puesto sobre la mesa por el portavoz de la Casa Blanca al poco de conocerse las airadas acusaciones y reproches europeos, cual es que, si el Gobierno de los Estados Unidos nos espía a todos, es por nuestro propio bien.

Lamentablemente, ahora, después de haber llamado a consultas al embajador estadounidense, después de que el Ministro de Exteriores Margallo se haya envalentonado exigiendo explicaciones a su homólogo, el Director de la NSA afirma que es falso que su país nos haya espiado; antes al contrario: los datos que obran en poder de las agencias de inteligencia estadounidenses, les han sido remitidas por nuestros servicios secretos del INI. ¡¡Menudo bochorno!!
De ser ciertas estas últimas informaciones, nuestro descrédito como Estado no puede ser mayor: no sólo hemos perdido en pocos días nuestro privilegiado estatus de país espiado por una superpotencia y las ventajas que ello comporta, que para colmo, parece como si nos hubiéramos subido oportunistas al carro del victimismo de naciones como Alemania yendo de polizones pavoneándonos de ser espiados, cuando lo cierto es que nos hemos espiado a nosotros mismos, mérito que está al alcance de cualquier dictadura.

En este caso del espionaje, hay mucho en juego. Recordemos que mientras la OTAN invadía países como Irak o Afganistán, España fue invadida por Marruecos en el asunto de Perejil, inaugurando con ello el desprestigio de España. De haber sido yo el Presidente del Gobierno, me hubiera mantenido callado como es costumbre o en su defecto, hubiera transmitido mi más leal agradecimiento a Obama por espiarnos día y noche. Lo que nunca jamás hubiera hecho, es quejarme. Porque lo que sí sería del todo vergonzoso para nuestro país, sería descubrir que durante años, los miembros del Gobierno han sido seguidos y vigilados por miembros de la Guarda suiza Vaticana.

España: ¿Se parte? o ¿Se reparte?

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El nacionalismo español jacobino centralista representado por Partidos Políticos como el PP o el PSOE, día sí, día también, alarman a la pobre gente rasgándose las vestiduras en los Telediarios ante las exigencias de los nacionalismos periféricos de vascos y catalanes a quienes acusan de pretender partir España, trapo al que el noble peatón entra como un toro, sin percatarse que entretanto, esos mismos que claman ¡España se parte! entre ellos ¡se la reparten!

El Socialpopulismo alternante, distare las mentes con dicho miedo para que estas no fijen su mirada en el auténtico saqueo organizado del país que a manos de la mayor red de delincuencia organizada que quepa imaginar se está operando por toda la geografía desde los más altos cargos de nuestras Instituciones municipales, autonómicas y nacionales. La Mafia política que en la actualidad tiene secuestrada la Democracia, ha hecho de la necesidad virtud, por supuesto desde una perspectiva criminal. Me explico:

Las élites extractoras han hallado un filón emocional en el juego geoestratégico cultural de las distintas filiaciones a las que la conciencia del sujeto se puede adherir en tiempos donde se siente como necesaria un reforzamiento de la identidad local para compensar la liquidez sufrida por toda entidad en el proceso de globalización, de modo que, a las fuerzas centrífugas del liberalismo se le oponen las centrípetas conservacionistas, fenómeno que de manera fractal se repite desde la aldea hasta el planeta entero, en una doble tensión por arriba y por abajo que puede identificarse por partida doble sin ir muy lejos en las ansias catalanas por la independencia de España pero su deseo de pertenecer a la Unión Europea que ya es llamativo que se prefiera ser cola de león que cabeza de ratón, al tiempo que España niega el derecho de los catalanes para decidir sobre su futuro cuando no pone reparos en ceder soberanía peligrosamente en nuestros asuntos internos que desde hace un lustro parecen decidirse en Bruselas cuando no en Berlín mismo.

Es posible que conceptualmente Exupery tuviera razón al apuntar en “El Principito” aquello tan repetido de “Lo esencial es invisible a los ojos”. Pero en cuanto bajamos al terreno práctico-material, lo esencial se transforma en vivienda digna para todos, educación y sanidad pública, infraestructuras, servicios sociales, gobiernos diligentes y cuantos elementos una sociedad avanzada ha de sufragar vía impuestos modo positivo mediante el cual se garantiza la solidaridad del individuo para con la comunidad en la que se desarrolla como persona y ciudadano. Ahora bien, si las palabras se las lleva el viento, los impuestos nos los roban quienes tienen a su cargo la redacción diaria del Boletín Oficial del Expolio dedicado únicamente a publicar continuas corruptelas bajo las distintas fórmulas ideadas ex profeso para adjudicar a sus amiguetes las contratas millonarias de inútiles infraestructuras a tanto el kilo de cemento, cuantiosas subvenciones ideadas para ser cobradas por empresas fantasma que expedirán facturas igual de etéreas con las que triangular dividendos, el establecimiento de nuevos impuestos directos e indirectos para aumentar su índice de beneficios…de modo que, yo sinceramente no se si España se rompe o se deja de romper; lo que si tengo claro es que su casta política se corrompe y debe ser eliminada cuanto antes, por supuesto por medio de una paliza democrática, o sea, dada por la mayoría lo que no excluye el linchamiento público de los cabecillas de la trama criminal como en su día el pueblo Italiano hiciera con Mussolini que para el resultado del veredicto que tuvo el juicio de Nuremberg, casi fue más conforme a Derecho.

Por último, debo subrayar que aunque no se oye decir ¡Esuskadi se parte! o ¡Cataluña se rompe! es de suyo que por estos lares también se reparte y se corrompe. Mas, al hacerse de manera cercana al ciudadano, éste casi lo recibe con satisfacción, como los primeros abertzales asumieron su primera ¡Hostia bat! en euskera a manos de la Ertzantza o los Okupas de Barcelona padecieron torturas en las comisarías de los Mosos.

Hablemos de Gibraltar

Habiéndose dejado el “Caso Bárcenas” sin la debida explicación política dentro y fuera del Parlamento, está justificado en adelante que la ciudadanía tilde de “cortina de humo” y no de “Serpiente de verano” cuantas acciones emprenda el gobierno de Rajoy, no encaminadas a esclarecer lo sucedido o a asumir responsabilidades, apreciación agudizada en el tema de la colonia del Peñón, por guardar la presente circunstancia de un Partido Popular con mayoría absoluta gobernando por decreto, vetando comparecencias y pese a todo de capa caída hasta en los Telediarios bajo su dominio, estrechas similitudes con lo acontecido en Argentina, cuando el gobierno de la Dictadura militar durante sus horas bajas, pretendió galvanizar los sentimientos patrios con la reclamación de las Malvinas, igualmente en las garras de la Pérfida Albión. Mas, como quiera que hasta los más complejos algoritmos informáticos de la NASA identifiquen la realidad política española como una Democracia, no debemos rehuir departir sobre lo que tercie por miedo a que las palabras sobre el colonialismo oculten los hechos de la corrupción y es con esta disposición de servicio que cierro filas como es deseo del ministro García Margallo y me dispongo a hablar de Gibraltar.

Es en Gibraltar donde se comete gran parte del fraude fiscal que el Gobierno del PP no sólo no persigue entre las grandes fortunas de empresarios y banqueros con el mismo celo que investiga la indebida percepción del subsidio del paro o la simulación de las bajas laborales por parte de los trabajadores, que hasta lo perdona. Y es que allí, hay el clima social que genera la confianza que siempre nos demanda el Presidente del Gobierno para atraer inversiones y financiación:

En Gibraltar, los políticos forjados en la doble moral protestante, sin renunciar a la corrupción que le es propia al género humano, dimiten en cuanto son pillados in fraganti y se cuidan muy mucho de echar la culpa a la prensa. En Gibraltar, su Primer Ministro no aparece ante sus ciudadanos en los momentos críticos en una pantalla de plasma; En Gibraltar, el Partido Gobernante no tiene a su ex tesorero en la cárcel ni este más de cien millones de euros repartidos por todo el mundo en distintos Paraísos Fiscales; En Gibraltar, el gobierno no precisa esquilmar las arcas públicas en una cuarta parte de su riqueza nacional para entregárselo a fondo perdido a los bancos; En Gibraltar no se permite a la entidades financiera comercializar auténticas estafas entre sus compatriotas como las Preferentes; En Gibraltar la cuarta parte de la población activa no sufre el desempleo; En Gibraltar la pobre gente no es desahuciada de sus casas por no poder afrontar cuatro meses las cuotas de la hipoteca; En Gibraltar, el 28% de los niños no padece malnutrición necesitándose abrir por caridad los comedores escolares en pleno Agosto para garantizar la dieta saludable en proteínas que sus familias ya no les pueden proporcionar; En Gibraltar, sus jóvenes talentos salen a formarse y no a trabajar en el extranjero por falta de oportunidades; En Gibraltar, el gobierno no ha recortado en ciencia, ni en salud o educación; En Gibraltar, el Gobierno no ha subido desproporcionadamente todos los impuestos; En Gibraltar no se ha congelado el sueldo a funcionarios y pensionistas; En Gibraltar, no se ha elevado en dos años la edad de jubilación…

Me encantaría seguir hablando de Gibraltar, aun a riesgo de corregir el texto de Platón sobre la ubicación de la Atlántida. Pero, conforme voy avanzando en su relato, se acrecienta en mi espíritu reclamacionista la abierta contrariedad que me hace comprender por primera vez la sinceridad con que los Llanitos de la Roca se desgañitan en declarar a los cuatro vientos con acento andaluz, su sentimiento de pertenencia a la Corona británica, porque efectivamente, la realidad descrita no pertenece a ningún rincón de España, a lo sumo, nos puede tocar algo por Andorra.