Multado por no multar

Mingote ha muerto. Pero el chiste nacional continua. Por si fuera poco que en plena crisis los pobres ciudadanos debamos socorrer con nuestros impuestos a los bancos, resulta que a un Guardia Civil adscrito a Tráfico en Huelva se le ha rebajado el sueldo en 200 euros por no poner suficientes multas. ¡Vamos! Que se le ha multado por no multar.

De la noticia se desprende al menos dos conclusiones a falta de un desmentido: de una parte que parece haber establecido un cupo de multas a cubrir por cada agente con el que nos cruzamos por la calle o la carretera y de otra, que vivimos en un Estado de Deshecho más que de Derecho, por cuanto se supone que la Ley es anterior al delito y el castigo de su infracción posterior al mismo, aunque evidentemente la necesaria coacción que acompaña a toda Ley para reforzar su cumplimiento en defecto o ausencia de amor y respeto a la misma por la ciudadanía, sea anunciada con antelación como no puede ser de otra manera para su eficacia. Empero, es todo un despropósito cuantificar a priori el grado de incumplimiento de la misma que va a acontecer, por muy refinada que esté la ciencia de la estadística.

No sé de donde partirá orden semejante, si desde el Ministerio de Economía para cuadrar el balance y generar confianza en el FMI o directamente desde Hacienda para ensayar nuevos métodos con sus recaudadores, pero de ser cierto que existe tal mandato, es evidente que el entero Sistema se rige por la idea judeocristiana del Pecado Original que traducida al Código de Circulación vendría a decir que “Todo conductor, peatón o cualquier otra cosa que circule, por el mero hecho de existir para la DGT, es infractor.” Más o menos lo que venía a mantener la SGAE y su cómplice el Gobierno con la imposición del Canon Digital respecto a la adquisición de Cds, Mp3 etc.

De seguir por este camino cuyos vericuetos ni el más anhelado juicio sintético a priori kantiano hubiera podido prever, en breve nos enteraremos que los jueces tienen dictado un cupo de sentencias condenatorias, los médicos han acordado un mínimo de pacientes hospitalizados, los docentes poseen una cuota de suspensos a cubrir, los bomberos para ganarse el sueldo descubriremos que han de apagar cierta cantidad de incendios…porque de lo contrario se verán sancionados.

La pregunta que yo me hago, ahora que sabemos que un Guardia Civil ha sido multado por no multar, es la siguiente ¿Y el resto? Se sobre entiende que si sólo un agente ha sido pillado in fraganti perdonando por su cuenta y riesgo la presupuesta naturaleza infractora de sus vecinos, es que los demás si alcanzan dicha marca. Y ello me sugiere entonces otra pregunta ¿Cómo lo consiguen? Supongo que como cualquiera de nosotros a principio de mes estarán relajados disfrutando de la paga recién recibida; luego empezarán a hacer buenos propósitos para ponerse al día en lo concerniente a poner multas, más o menos hacia mediados de mes; ya entrados en la última semana como que se conciencian que han de hacerlo; pero no será hasta el final, incluidos los días 32 y 33 del calendario imaginario, que como los buenos estudiantes se muestren ágiles a la hora de encontrar pretextos a su alrededor para cubrir el expediente.

Entonces, si mi anterior suposición fuera cierta, así como todos circulamos a más de 120 km/h frenando justo antes de un radar, podemos ir tranquilos sin miedo a multas a comienzos de mes, con algo de prudencia a mediados y sólo a partir del 26 o 27 – con cuidado de que no sea Febrero – respetando escrupulosamente todas las normas de circulación. Eso, u ofrecer “ahorita mismo” la correspondiente mordida al gachupino güevon de turno, práctica para cuya erradicación sucede que está pensada la multa por no multar, aunque no se quiera reconocer desde el Gobierno por el desprestigio que general que supone.

Que se preparen los clubes de fútbol

El Ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, durante su pasada intervención en el Congreso, adelantó en lineas generales el futuro que nos espera a partir del próximo Junio en la España de Rajoy, donde literalmente, como dice el chiste, ¡no nos podremos quejar! por muy calentito que se prometa el veranito, de salir adelante el otro recorte que está en ciernes, cuál es, el de las libertades civiles. Porque, si como promulgan los paladines de la democracia no puede haber libertad económica sin libertad política, también así sucede a la inversa, que no debe haber recortes sólo en economía si no son acompañados de recortes en los derechos individuales y colectivos.

Por medio de un anteproyecto de Ley para reformar – y hasta disciplinar me atrevería yo a decir – el permisivo y ñoño Código Penal vigente, con el propósito de endurecer las penas previstas para actos vandálicos, imputándose delito de pertenencia a organización criminal a quienes convoquen a través de cualquier medio, actos que degeneren en episodios de violencia o alteren el orden público, cosa que comportará una pena mínima de dos años de cárcel, para facilitar a la fiscalía poder solicitar prisión provisional y al juez, decretarla. Con lo cual, se equiparará los actos vandálicos callejeros con la ‘kale borroka’ en el País Vasco y Navarra, meta anhelada por todo el espectro político gobernante desde hace tiempo, para asentar debidamente el Estado de Derecho, entendiendo por Derecho ¡Firmes!

Fernández Díaz que no baciló en aludir hipócritamente a la espiral de violencia protagonizada por colectivos antisistema con técnicas de guerrilla urbana coordinada previamente, para justificar la necesidad de tan magna aberración jurídica, no contento con pergeñar el modelo totalitario, en su efervescencia llegó a señalar la enorme laguna del actual Código Penal donde no está debidamente tipificada la peligrosísima “Resistencia pasiva” practicada por elementos incontrolados del denominado “Terrorismo no violento”, es decir, la actuación de aquellas personas que desobedecen de forma reiterada y coordinada las órdenes de los agentes de Policía y protagonizan, por ejemplo, una sentada que ponga en riesgo los intereses de la Patria.

A nadie escapa que esta iniciativa persigue – nunca mejor dicho – por un lado ahogar al movimiento pacífico y democrático de los espíritus libres Indignados que vieron la Luz en la Plaza del Sol el año pasado y por otro, ahorrarse la reacción furibunda de una población comprensiblemente enfadada en cuanto se convenza de que todo va a peor y que las promesas del “Predecible” – Rajoy merece el apelativo tanto cuanto Juan Carlos el de “Demócrata” – como era predecible, no se cumplen.

Así, como diría Becquer, “volverán las oscuras golondrinas a sus nidos a anidar, pero aquellas que tú vistes, aquellas no volverán…” porque se han transformado en gaviotas agresivas que creen les ha llegado el momento de hacer vestir de nuevo a las muñequitas de azul con su camisita y su canesú. Pero resulta que esta nueva vuelta de tuerca en el Garrote Popular donde nos encontramos maniatados los ciudadanos, de nada va a servir para sofocar y reprimir la contestación inevitable en las calles de parte de quienes no tienen nada que perder por no poseer empleo, ni sueldo, ni prestaciones sociales, ni subsidio, ni derecho a la sanidad, ni a la educación, ni un techo donde cobijarse por haber sido desahuciado por el banco…y poco les impresionará en consecuencia estar al corriente de estas amenazas judiciales. Sin embargo, tal como se ha planteado la cuestión, ya pueden irse preparando los clubes de fútbol, sus directivas y los diarios deportivos para asumir multas y condenas debidas a los desórdenes públicos que siguen a los partidos, pues parece ser, que de ahora en adelante, las Fuerzas de Seguridad, las Instituciones y el Gobierno sólo están como meros observadores sin ninguna responsabilidad en el desarrollo de los mismos.