Muerte en la cárcel

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Gracias al dilema planteado por el caso del etarra, Josu Uribetxeberria, quien padeciendo un cáncer terminal ha solicitado su puesta en libertad amparado en la legislación vigente, acerca de si en un Estado de Derecho es moralmente aceptable la piedad para con sus condenados, los medios de comunicación en aras de ponérselo más difícil todavía al ejecutivo – no menciono al juez porque en nuestro país la separación de poderes no alcanza el nivel mínimo teórico exigido para ello – que arde en deseos de corresponder los gestos emprendidos por la izquierda Abertzale, en cuanto a distensión se refiere, han aireado el escalofriante dato “parcial” de las personas que mueren por distintas enfermedades en nuestras cárceles, al objeto de presentar un contrargumento a la opinión pública con el cual presionar a aquel para que mantengan en prisión al secuestrador de Ortega Lara.

Pero como sucede con cualquier argumento cuya primera intención es la de vencer al oponente, sucede que lejos de convencer afianza todavía más las convicciones radicalmente opuestas del auditorio que hay enfrente y en este caso, me atrevería a decir que incluso de la propia feligresía. Porque la cifra que únicamente era conocido por Instituciones Penitenciarias y las típicas asociaciones humanitarias y profesionales del Derecho que predican en el desierto mediático institucional sobre estos asuntos la mayor parte del año, es tan sumamente abultada, es tan grande la cantidad de gente que muere silenciosamente intramuros sin que nos enteremos, mientras denunciamos cínicamente que la Pena de Muerte se aplique en EEUU casi a escondidas y sin apenas respuesta social, que uno sólo puede enmudecer de espanto, si es un buen cristiano.

Varios han sido los medios de desinformación que han presentado el hecho bajo el espectacular titular de “Un preso muere cada tres días en las cárceles españolas” deducido de un informe oficial donde se refleja que en el quinquenio comprendido entre el 2005 y 2010, 799 internos fallecieron a causa de una larga enfermedad entre las paredes de su celda o en la enfermería de la prisión. Para comprender bien lo que esto significa y por qué hablo de “parcial” cuando a ello he aludido anteriormente, es porque, en ese mismo informe se especifica que en el dato ofrecido, no se recogen los fallecidos en tercer grado, ni los más de 2.000 internos excarcelados por padecer una enfermedad incurable en dicho periodo, ni los que han muerto por infarto, sobredosis, suicidio o en una reyerta. De sumarse todos los números, seguramente empezaríamos a percibir nuestros centros penitenciarios como siniestros centros de extermino, cosa que repugnaría al ciudadano medio que se cree a salvo de cometer crímenes contra la humanidad.

Pero, si hemos sido capaces por medio del silogismo garzoniano de ligar el voto democrático en las urnas de un simple hombre de pueblo con boina enroscada a la cabeza a un sanguinario atentado como se ha hecho con el electorado vasco de Batasuna respecto a ETA, qué no habríamos de hacer, sabido esto, cuando hay una relación directa entre nuestros impuestos, el gobierno democrático y la regencia de Prisiones…Mucho me temo, que como bien saben nuestros representantes, a los españoles no les repugna que esto suceda en nuestras fronteras. Lo que le repugna e inquieta es enterarse de ello; que se sepa; porque una vez sabido, no hay escapatoria a nuestra hipocresía que desea hablar de justicia cuando de lo que de verdad se trata es de satisfacer nuestro natural y comprensible ánimo de venganza. A lo mejor nos convendría abrazar el modus operandi de la Sharia donde no se esconde el derecho de la víctima a hacer sufrir a su verdugo devolviéndole ojo por ojo y diente por diente.

Entre chupar y escupir

Ya eran ganas de jugar con la sinonimia y la polisemia del travieso idioma popular con eso de hacer “soplar” al conductor para testar si había bebido, qué les voy a contar lo que no le vendrá a la cabeza del hablante cuando en un control de carretera nos pare la Benemérita ahora que como se ha anunciado sin sonrojo en el Tontodiario, “las autoridades han declarado la guerra al consumo de drogas y estupefacientes y nos obligarán a salir del vehículo para chupar o escupir”.

 

Tras escuchar la noticia tal cual la he entrecomillado, además de pensar en lo que ustedes mismos ahora están pensando, que sin miedo a equivocarme puedo adivinar prefieren escupir a chupar aunque con lo que ha cambiado el Cuerpo quien sabe si hay suertecilla y merece la pena cambiar el sentido de la elección por no importarle a uno que le pongan las esposas, irrumpió en mi la indignación de comprobar cómo, una vez más, nuestros sin vergüenzas gobernantes pretenden cargar las tintas sobre la población, el eslabón más débil de una cadena de cuyo tiro en origen ellos no andan muy lejos que digamos en su responsabilidad. Porque una de dos: o creen que nos chupamos el dedo cuando nos comunican que así van a hacer la guerra al problema social de la drogadicción, o sencillamente nos escupen cínicamente su falsedad e hipocresía aun a sabiendas de que ya no nos engañan siguiendo el precepto de “échame pan y llámame perro” que traducido sería algo así como “paga multas y dime corrupto”.

 

Seguramente, más que una disyunción se trata de una conjunción y lo que sucede es que mientras quienes deberían velar por nuestra seguridad y protegernos, nos escupen a diario sin perder ocasión porque saben fehacientemente que vivimos en un Régimen Democrático bajo en control civil, con débil contestación ante los atropellos del poder, con poca libertad y escaso de ética y responsabilidad, los ciudadanos estamos dispuestos a tragar y chupar lo que haga falta, como dan testimonio los dirigentes sindicales que agachan la cabeza a modo de saludo y reverencia frente a los dirigentes de la Patronal cuando se reúnen con ellos ante las cámaras.

 

Es un escándalo que en un país donde hasta el más tonto sabe dónde acudir a comprar droga y hasta el más ciego la ve circular a raudales en fiestas, bares y discotecas que no es que falten en un territorio llamado a ser el Paraíso del vicio y el fornicio europeo, sede permanente de la hípica y el esquí internacionales, resulta que se precisa destinar miles de agentes, efectivos y medios para efectuar controles en carretera con el propósito de perseguir y multar su consumo entre los particulares cuando lo que se debería estar haciendo sería investigar a la Banca criminal que lava el dinero negro de las mafias en sus negocios y cuentas corrientes, infiltrarse en los Partidos Políticos cómplices de tráfico y trapicheo para averiguar de dónde les proviene la financiación irregular y las sospechosas donaciones millonarias de terceros, e impedir que la delincuencia mundial eche raíces en nuestra costa mediterránea por mucho que sea el lujo y la inversión que traigan consigo, que de apostar por tan canalla estrategia de crecimiento económico, mejor sería imitar a Suiza que a las Vegas que por algo es Nevada.

Que se preparen los clubes de fútbol

El Ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, durante su pasada intervención en el Congreso, adelantó en lineas generales el futuro que nos espera a partir del próximo Junio en la España de Rajoy, donde literalmente, como dice el chiste, ¡no nos podremos quejar! por muy calentito que se prometa el veranito, de salir adelante el otro recorte que está en ciernes, cuál es, el de las libertades civiles. Porque, si como promulgan los paladines de la democracia no puede haber libertad económica sin libertad política, también así sucede a la inversa, que no debe haber recortes sólo en economía si no son acompañados de recortes en los derechos individuales y colectivos.

Por medio de un anteproyecto de Ley para reformar – y hasta disciplinar me atrevería yo a decir – el permisivo y ñoño Código Penal vigente, con el propósito de endurecer las penas previstas para actos vandálicos, imputándose delito de pertenencia a organización criminal a quienes convoquen a través de cualquier medio, actos que degeneren en episodios de violencia o alteren el orden público, cosa que comportará una pena mínima de dos años de cárcel, para facilitar a la fiscalía poder solicitar prisión provisional y al juez, decretarla. Con lo cual, se equiparará los actos vandálicos callejeros con la ‘kale borroka’ en el País Vasco y Navarra, meta anhelada por todo el espectro político gobernante desde hace tiempo, para asentar debidamente el Estado de Derecho, entendiendo por Derecho ¡Firmes!

Fernández Díaz que no baciló en aludir hipócritamente a la espiral de violencia protagonizada por colectivos antisistema con técnicas de guerrilla urbana coordinada previamente, para justificar la necesidad de tan magna aberración jurídica, no contento con pergeñar el modelo totalitario, en su efervescencia llegó a señalar la enorme laguna del actual Código Penal donde no está debidamente tipificada la peligrosísima “Resistencia pasiva” practicada por elementos incontrolados del denominado “Terrorismo no violento”, es decir, la actuación de aquellas personas que desobedecen de forma reiterada y coordinada las órdenes de los agentes de Policía y protagonizan, por ejemplo, una sentada que ponga en riesgo los intereses de la Patria.

A nadie escapa que esta iniciativa persigue – nunca mejor dicho – por un lado ahogar al movimiento pacífico y democrático de los espíritus libres Indignados que vieron la Luz en la Plaza del Sol el año pasado y por otro, ahorrarse la reacción furibunda de una población comprensiblemente enfadada en cuanto se convenza de que todo va a peor y que las promesas del “Predecible” – Rajoy merece el apelativo tanto cuanto Juan Carlos el de “Demócrata” – como era predecible, no se cumplen.

Así, como diría Becquer, “volverán las oscuras golondrinas a sus nidos a anidar, pero aquellas que tú vistes, aquellas no volverán…” porque se han transformado en gaviotas agresivas que creen les ha llegado el momento de hacer vestir de nuevo a las muñequitas de azul con su camisita y su canesú. Pero resulta que esta nueva vuelta de tuerca en el Garrote Popular donde nos encontramos maniatados los ciudadanos, de nada va a servir para sofocar y reprimir la contestación inevitable en las calles de parte de quienes no tienen nada que perder por no poseer empleo, ni sueldo, ni prestaciones sociales, ni subsidio, ni derecho a la sanidad, ni a la educación, ni un techo donde cobijarse por haber sido desahuciado por el banco…y poco les impresionará en consecuencia estar al corriente de estas amenazas judiciales. Sin embargo, tal como se ha planteado la cuestión, ya pueden irse preparando los clubes de fútbol, sus directivas y los diarios deportivos para asumir multas y condenas debidas a los desórdenes públicos que siguen a los partidos, pues parece ser, que de ahora en adelante, las Fuerzas de Seguridad, las Instituciones y el Gobierno sólo están como meros observadores sin ninguna responsabilidad en el desarrollo de los mismos.

Ahorro policial

¡Amigos Policías y guardias civiles! Que el título con el que encabezo estas líneas no os revuelva en vuestros ya incómodos puestos de servicio a la patria que no es mi propósito dar ideas para introducir recortes en vuestra labor de entrega y dedicación por salvaguardar la ley y el orden, que bastante habéis de soportar como desde el Gobierno central se os maltrata en sueldo y condiciones en sangrante comparación al trato dispensado por las autonomías a quienes velan por la seguridad ciudadana.

Desde el inicio de las protestas de los Indignados el pasado 15 de Mayo, he podido constatar, no sin cierto estupor, como al tiempo que por desde el Tontodiario se nos habla continuamente de introducir medidas de ahorro por medio de ajustes y reajustes en los presupuestos sin reparar en gastos a la hora de suprimir servicios públicos y prestaciones sociales que afectan a los más desfavorecidos de la sociedad, el Gobierno, por medio del Ministerio del Interior y de sus Delegados repartidos por todas las capitales de provincia, no escamotean recursos para vigilar, controlar, reprimir y dispersar a simples ciudadanos, que no hacen otra cosa, que mostrar pacíficamente su enfado por la grave situación que las mencionadas decisiones antisociales les han provocado en su vida cotidiana.

Por descontado, que nadie dude de mi absoluta adhesión al acuerdo tácito que todos asumimos para con nuestra Policía Pública, de pagarles a cambio de que nos peguen, relación causa-efecto verbal que se basa en algo más que una mera mutación vocálica que sin embargo, no justifica que ello se lleve a los extremos que estamos contemplando de, a la mínima convocatoria de una marcha, manifestación, concentración, asamblea o reunioncilla de cuatro perroflautas, desde las más altas instancias por toda la piel de toro, se movilicen miles de patrullas de distintos cuerpos policiales centrales y autonómicos – ya sabemos que a los vascos les gusta recibir hostias en euskera – y cientos de lecheras, que por muy bien que esté la política de cercanía a la ciudadanía, de tanto arrimarse policías y manifestantes, luego que nadie se extrañe que acaben haciendo migas y todo su poder disuasorio que tan caro sale a nuestras arcas públicas, acabe diluyéndose por un derroche de despliegue represivo, a todas luces innecesario en estos tiempos de crisis, pues como todos sabemos, el roce hace el cariño, aunque también es verdad, que hay cariños que matan.

Menos mal, que los Indignados del 15-M están en todo y son muy apañados. Percatados del desgaste que supone para el presupuesto del Estado, el gasto dedicado a nivel de toda España para garantizar su control, infiltración, persecución, contención y sobre todo, su dispersión y represión – porque de esto nadie habla, pero seguramente los próximos recortes en educación y sanidad, tengan mucho que ver con las ingentes partidas que se han debido desviar para sofocar las protestas sociales de estos presuntos terroristas no violentos – han optado con acierto y coherencia, llevar al extranjero sus protestas para de este modo, aliviar a nuestras públicas Fuerzas de Seguridad y por consiguiente, a nuestros maltrechos recursos económicos, de tan costoso quehacer, a parte de otorgar un merecido descanso a las Fuerzas del Orden y las brigadas de antidisturbios que han tenido un veranito más caliente que el de los bomberos pirómanos, desplazando su capacidad de atraer efectivos, gases lacrimógenos, porrazos y pelotas de goma, de otras organizaciones represivas como la Gendarmería francesa, por su puesto a cargo de los contribuyentes galos, como acabamos de comprobar ha sucedido maravillosamente en París.

Creo no haber sido el único que la ha gozado como un enano, al ver las típicas correrías del 15-M por los bulevares parisinos delante de los policías franceses, convencido de que hoy por hoy, todavía no existe en el terreno policial, eso que en sanidad se llama compensación transfronteriza de servicios prestados, como por ejemplo, cuando un turista enferma y ha de ser hospitalizado pasándole la factura al país de procedencia, solo que, en este caso, sería debido al gasto derivado de la intervención de los antidisturbios gavachos ante la irrupción de nuestros compatriotas que iban camino de Bruselas como si de un Tour reivindicativo se tratara.

En principio, me ha gustado tanto la idea de los Indignados de ir ha montar la barrila al extranjero para ahorrar gasto policial a nuestro país, como el recibimiento sin avisos ni contemplaciones que las autoridades vecinas han dispensado a nuestros compatriotas ¡Eso es una República! y no lo nuestro. Lo que me extraña, es que tan bello ejercicio de orden público se haya llevado a cabo de modo unilateral y sin consultárselo o cuando menos comunicárselo previamente a nuestro Ministerio del Interior dadas las buenas relaciones que hay en asuntos antiterroristas. Por consiguiente, mucho me temo que o bien las autoridades galas, tarde o temprano le pasarán la factura de la represión a nuestros conciudadanos a precio de allí, o bien como en el caso del asalto a los camiones con mercancías españolas en la frontera, no temen represalias para con sus ciudadanos e intereses en nuestra geografía. En cualquier caso, parece que los Indignados finalmente han renunciado a abaratar los gastos del Estado para con ellos y han acudido a los servicios de la embajada en Paris y de los distintos consulados. Y que quieren que les diga…Para este viaje, no hacían falta esas alforjas.

CIErren ¡Ya!

Mañana Miércoles y pasado Jueves, el Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial, estudiará para nuestra vergüenza colectiva, el duro informe que la Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos les ha remitido revelando que durante el año 2009 sufrieron privación de libertad en los nueve Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) existentes en España, un total de 16.590 personas, de las cuales 8.935 fueron expulsadas del país. Ello supone que cuando menos, en la mitad de los casos, la detención administrativa ha sido violatoria del derecho a la libertad y a la seguridad personal que proclaman tanto la Constitución Española como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de aplicación necesariamente contraria al artículo 5 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial.

El informe del organismo internacional también recoge las condiciones inhumanas de internamiento que sufren todas las personas extranjeras afectadas, víctimas frecuentes de abusos y malos tratos que atentan claramente contra su dignidad y seguridad, convirtiendo a dichas instalaciones en auténticos campos de concentración donde personas que no han cometido delito alguno se hallan más desprotegidas que en un centro penitenciario. Por todo ello, sus máximos responsables llaman al cierre inmediato de estos centros inhumanos e insiste en que España debe ratificar urgentemente la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares.
Pero no nos hagamos ilusiones. Los criminales que nos gobiernan y quienes aspiran a sucederles, lejos de corregir la situación, antes exigirán el cierre de Guantánamo a los EEUU, darán lecciones morales a la Cuba de Fidel, conminarán a los países árabes a respetar los DDHH, en la confianza de que esos mismos espectadores que en el cine se negarían a bajar el pulgar en el circo romano pidiendo la muerte o jamás de los jamases ayudarían a los nazis a perseguir a los judíos, ahora, con toda naturalidad aplaudan su proceder fuera, mirando así para otro lado y les dejen hacer con los extranjeros lo que hace tiempo se viene haciendo con los presos FIES intramuros, porque ya se sabe: ¡Ojos que no ven, corazón que no siente! Y al tiempo que todo esto sucede, se le exige a Batasuna que condene la violencia…