Hablar mal de los políticos, es como echar cucharadas de azucar en una taza de chocolate.
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Sobre meterse en Política. Ocurrencia
En política, no todos los que van, van a lo que van, pero sí todos los que se quedan, se quedan porque se quedan.
Prueba de corrupción
El otro día, expliqué de pasada cómo selecciona sus cuadros y dirigentes un Partido Político al margen de primarias o congresos. Lo hice con tal brevedad, que mis palabras rozaban el surrealismo como me han hecho ver algunos exegetas en los comentarios remitidos a mi blog “Inútil Manual”. Sobre todo, no quedó nada clara la expresión “Prueba de corrupción” a la que toda agrupación menesterosa somete a sus recién estrenados militantes en tareas de organización o gobierno. Este artículo pretende corregir los posibles malentendidos a los que haya podido dar lugar.
Como cualquier grupo humano, en un Partido Político hay de todo. ¡Sólo faltaría que en su seno se dieran cita únicamente sinvergüenzas! De ello se valen los canallas para acallar las críticas con el consabido “No se puede generalizar” conocedores de lo difícil que es en el Reino de Orbajosa, no ya condenar en firme al criminal, siquiera probar que lo es cuando no hay más evidencia que pillarle con las manos en la masa. Es lo que da de si la presunción de inocencia en nuestros días. Sea entonces que reconocemos que hasta en el PSOE y el PP hay gente sana y de buenas costumbres. La cuestión es ¿Qué pintan unos y otros a la hora de dirigir y gobernar dentro del partido y en las Instituciones que acaparan?
Participo de la idea, de que el hombre es malo por naturaleza y la sociedad lo empeora. Con todo, dado que nacemos dependientes, como que nuestro ego se modera a regañadientes amoldándose a una moral estándar de no agresión que es a lo que llamamos ser buena persona. Así, los distintos talentos se ubican según su oportunidad y vocación, unos a adorar al becerro de oro y otros al oro del becerro. Cuando todo felizmente coincide, es posible que alguien llamado a hacer el bien social, acuda como buena persona que es, lleno de ilusión e ingenuidad, elementos estos que si bien son imprescindibles para dar el paso creyendo que va a poder cambiar a mejor las cosas, a la postre, puede resultar sumamente perjudicial de llegar a ser Presidente de Gobierno, pues la moral del Gobernante no puede ser la misma que la que rige para el ciudadano de a pie. Para evitar que el ciudadano entrado en Política llegue a los más altos cargos con unos principios basados en ficciones de la Conciencia inocuas en un marco familiar de cortas distancias, pero muy peligrosas a nivel institucional, en ámbitos estatales y supranacionales, se le somete a una serie de pruebas que garanticen al Partido y por extensión a la sociedad, que la persona que se pone al frente de la gestión o en quien va a confiar los destinos del país, es lo suficientemente capaz de soportar la presión de la responsabilidad de que, haga lo que haga, le van a criticar y de que, quiera o no quiera, siempre va a perjudicar a alguien. ¿Cómo se consigue esto?
Bueno, todo depende de en qué condiciones psicológicas llegue al Partido el sujeto en cuestión: Si debido a una negligente educación familiar que le ha castrado mentalmente para mirar por su propio interés haciendo de su persona alguien sin ambición ni ánimo de lucro o por lo que sea, ha interiorizado en exceso el curriculum oculto del profesorado saliendo del colegio más obediente y disciplinado de lo que sería deseable para trabajar, entonces y sólo entonces, no hay nada que hacer, salvo tenerle en la sede para atender el teléfono, pegar carteles y recurrir a su perfil como ejemplo de militancia y aún así no estaría del todo claro que pudiera permanecer en la formación por mucho tiempo. Por el contrario, si aun siendo buena persona, ni la religión, ni la educación, ni mucho menos EpC, han logrado apagar el fuego interno de su individualidad, entonces, es posible que el aparato del Partido pueda sacarle algún provecho dirigente.
Sería tedioso pormenorizar los distintos mecanismos que concurren a la hora de formar líderes y seleccionar Altos Cargos en un Partido Político, labor que dejo para otra ocasión. Hoy sólo nos ceñiremos a uno de esos procedimientos por los cuales se hace la primera criba de los aparentemente aptos – descartados los anteriores por motivos psicotécnicos – cuál es, la “Prueba de Corrupción”. Esta, consiste en someter al novato militante de base que se ha destacado por querer ocupar algún puesto en su agrupación local, a algo que en principio le debería repugnar a su moral estándar, esa que tiene la ciudadanía.
Para cerciorarse de que los individuos son plenamente conscientes de estar ante una tentación que pone a prueba su virtud, aquella ha de ser lo bastante explícita como para que no se pueda aceptar por un malentendido, pero debe ser igualmente lo suficientemente liviana, como para que no le espante y nunca se llegue a saber sí su rechazo obedecía a fuertes convicciones o al natural miedo de ser pillado en un renuncio. Pues bien, quienes se dejan tentar y aceptan, pongamos por caso ir a comer a cargo del presupuesto del Partido o recibir una dieta de viaje con la que puede ir, volver, y tomarse unas copas a costa del Congreso…esos son los que tienen futuro dentro del organigrama; Es a ellos para quienes están reservados los Cargos de confianza y puestos institucionales. Por el contrario, quienes se mantengan firmes e incluso amenacen con contárselo a la Junta – en cuyo caso pueden darse por expulsados ipso facto – esos, ya son rechazados para la gobernanza del país y la dirección del partido, siendo inmediatamente derivados para la administración y el funcionariado en escalafones intermedios, siempre vigilados de cerca para evitar que contagien con su comportamiento a otros miembros del Partido, sembrando dudas y hablando todo el día de honradez.
Es así como se explica lo que dije el otro día, que si bien no todos los que van a la política van a lo que van, no es menos cierto que todos los que se quedan en ella, se quedan porque se quedan. Y hay que ver lo que cuesta sacarles de la poltrona…
¡Ya sé! ¡Ya sé! “No todos los Partidos Políticos son iguales” Es verdad. Entre las formaciones mayoritarias, donde abundan los recursos externos y hay múltiples ocasiones con las que ir formando a los futuros cuadros, la “Prueba de Corrupción” se realiza con más tiempo y profesionalidad que en los partidos minoritarios, municipales o Regionales, donde la falta de medios y oportunidades, obliga a acelerar los procesos favoreciendo la aparición de gente chapucera que más pronto que tarde son carne de banquillo desprestigiando a los de su clase, o por el contrario dada su vertiginosa carrera, son captados por las grandes formaciones creando escisiones de por medio.
En otras palabras, la “Prueba de Corrupción” es a la Política, lo que el primer delito de sangre es en las organizaciones criminales, donde uno pasa a ser alguien de confianza, después de haber demostrado a todos, primero ser capaz de matar con sus propias manos y segundo tener un motivo para no delatar al resto.
Pero ahora viene lo bueno. No crean ustedes que este método de corrupción gradual, escalonado, meticulosamente calculado, racionalizado y estudiado es nocivo para la sociedad. Paradójicamente ¡Funciona! Y funciona por lo que he dicho, no al inicio del inicio, pero casi: que somos malos y la sociedad nos empeora. Si fuéramos una Comunidad de Santos, una Congregación de Ángeles – a una convención de hermanitas de la caridad ya no me atrevo – entonces, sería posible que lo ideal para poner al frente del Estado o del Gobierno, fuera un hombre piadoso, alguien honesto, justo, sabio e incorruptible, porque indistintamente de sus cualidades, no haría falta que intercediera en nuestros asuntos. Pero resulta que somos, como diría Nietzsche, demasiado humanos, por consiguiente, es necesario que un agente externo, tan malo como nosotros o peor, nos gobierne, vigile, oprima, reprima y mande, ante cuyo semblante, siempre salgamos ganando espiritualmente en la comparación, pues lo que no puede ser es lo contrario.
Ninguno es de los nuestros
Ayer he recibido un correo de un desimpatizante que paso a reproducir en lo relevante textualmente: “ (…) me ha defraudado con su nueva actitud (…) ha dejado de criticar a Zapatero para ponerse a degüello contra Rajoy sin darle los cien días de gracia (…) Yo le tenía por uno de los nuestros (…) ¿Se puede saber de parte de quién está usted?” Sirva cuanto sigue como mi respuesta:
Apreciado lector, lamento mucho haberle defraudado. Nunca estuvo en mi mente intentar agradarle a usted ni a nadie; Para eso ya hay demasiada gente a sueldo. Yo me contento no defraudarme a mi mismo. Cuenta usted en su enfadado mensaje, que le extraña mi repentino cambio de objetivos, pues si antes día sí, día también arremetía contra Zapatero y el PSOE, de buenas a primeras la he tomado con Rajoy y el PP ¿No se pregunta usted por qué? ¿Qué ha cambiado en estos días? Usted se ha equivocado de cabo a rabo. Yo no escribo contra menganito o fulanito, dando caña a un Partido o a otro. Yo siempre enfilo mis diatribas hacia el Gobierno y advierta que no digo “contra el Gobierno” porque, más que escribir en contra, siempre busco hacerlo “a favor”…a favor de la gente, del Pueblo, de los ciudadanos que estamos inermes e indefensos ante el crimen organizado.
Usted me reprocha no haber respetado los famosos “Cien días de cortesía” que tradicionalmente concede la prensa al gobernante entrante. Créame que esa era mi primera intención. Pero, ¿A caso nos los ha concedido Rajoy a nosotros? ¡Buenos sí! ¡Tontos no! Es posible que quienes sean de su parecer, vean la política nacional a modo como se vive un partido de fútbol, o sea, celebrando los goles como propios y sufriendo las derrotas del equipo local como si le fuera algo en juego, en la ingenua sensación de que tal Partido es de los nuestros y los otros adversarios a batir. Yo lo contemplo de modo muy distinto.
Si en fútbol hace tiempo que sólo soy del Athletic cuando gana – a los dieciséis años me fijé que nuestro profesor de física siempre venía contento a clase, dicharachero, no ponía deberes…mientras el de mate entraba al aula bruscamente, dejaba caer los libros sobre la mesa y hacía “control sorpresa”; El contraste era tan evidente, que procurando encontrarle una explicación, caí en la cuenta de que el primero era hincha del Real Madrid, mientras el otro lo era de un club de esos que siempre ronda el farolillo rojo. Así comprendí que convenía ser de un equipo de los que gana casi siempre, o mejor aún, ser sólo de tu equipo, cuando gana, por las repercusiones morales, sentimentales y hasta sociales que implicaba que tu felicidad dependiera de terceros. – Imagínese entonces, que no ocurrirá con los Partidos políticos.
De pequeño, mi Santa y Sabia madre, me previno de que en los Partidos políticos hay más enemigos dentro que fuera. Pero luego yo por mi cuenta, he averiguado que todos son enemigos. ¡Pero no entre sí! como quiso darme a entender en su ingenuidad, sino que son ¡Enemigos nuestros! Son nuestros más eternos rivales, nuestros más encarnizados oponentes. De nuestra desgracia depende su supervivencia. ¡Y lo saben!
Ahora bien…usted pretenderá rebatirme diciendo que cualquiera en democracia puede ser político y Gobernante, por lo que no hay diferencias entre ellos y nosotros, por lo que son representantes nuestros, unos de unos y otros de otros y en consecuencia, ¡sí! puede decirse, que unos son de los nuestros, los que hemos elegido… Sin entrar en demasiados matices genealógicos parentales que le dejarían con tres palmos de narices sobre su afirmación, le diré que la Casta Parasitaria, siendo como es de inferior status a la que sirve y de la que es deudora dependiente, conocida como Casta Explotadora, es lo suficientemente permeable para filtrar a los de su calaña para asegurar su continuidad. De este modo, en un primer momento se permite el ascenso a su condición de gente honrada, buena, y de sanas costumbres a los quienes se somete inmediatamente a la “Prueba de corrupción” en cuanto llegan. Los que pasan la prueba, se quedan; El resto son depurados o se marchan asqueados ellos solitos. Así, si bien no todos los que van a la política, van a lo que van, se puede sostener que todos los que se quedan, es porque se quedan. Y en consecuencia, dejan de ser como nosotros, pasando a ser miembros de ellos de pleno derecho.
Así, pobre insensato, bajo la pluralidad de opciones que te ofrece la imaginaria división entre derechas e izquierdas, liberales, comunistas, socialistas, populares, nacionalistas, radicales…subyace una Parmenidea verdad unitaria, cuál es, la de que todos son de los suyos. No hay ninguno de los nuestros. Por eso yo no estoy con ninguno de ellos e imploro todos los días al buen Dios para que los fulmine sin excepción con un rayo.
Eufemio e infamia
Si al Gobierno de Zapatero le costó lo suyo reconocer que habíamos entrado en una crisis, al recientemente estrenado Gobierno de Rajoy , no le va mejor con lo de la recesión y eso, que deberían haber tomado buena nota en la oposición, de los trastornos que ocasiona no llamar a las cosas por su nombre en un pueril intento por disfrazar la realidad con ánimo de ocultársela a los ciudadanos que la padecen y saben de ella al margen de infames eufemismos.
Tiempo le ha faltado al nuevo Ministro de Economía De Guindos, para que de sus labios escuchemos esas fórmulas tan almibaradas como “desaceleración de la economía” o “crecimiento negativo” de triste recuerdo en sus antecesores a quienes se fustigó por no hablar claro a los españoles. En consecuencia, mucho me temo que de no intervenir pronto la RAE, el fenómeno irá a mayores durante la legislatura entrante, corriendo todos el riesgo de que su práctica se extienda entre la ciudadanía, que como se sabe, es dada a mimetizar los comportamientos mediáticos de nuestros representantes, al objeto de que, aunque sea a posteriori, realicen bien la función para la que han sido elegidos.
Ya podemos ir preparándonos entonces para deshablar con soltura, cuando nuestros hijos traigan sobresalientes inversos al objeto de evitar tenerles que acariciar de forma ingrata la cara o cuando ya sean mayores, verles marchar de casa por turismo laboral; entender las nuevas gratificaciones positivas en el recibo de la luz, los incrementos pasivos no deducibles de la tarifa telefónica o el remanente estable compensatorio del impuesto de aguas y basuras; asimilar la bajada alcista de los precios en el supermercado; la suma menguante del poder adquisitivo de las pensiones; aceptar como irremediable la subida en picado de la economía; dar por bueno el mantenimiento salarial de los funcionarios; Etc. Como ya nos hemos acostumbrado a llamar ajuste al recorte, copago al sobre pago, flexibilidad laboral al despido improcedente…
Curiosamente, creo no haber sido el único en apreciar como positivo el extremo tacto de vuestro Rey Don Juan Carlos, quien en su discurso Navideño tuvo el detalle de hablar de “desempleo” cuando el Tontodiario no deja de llamarlo “Paro” celo terminológico que achaco al posible barruntamiento personal de que su familia al completo sea enviada a la cola del INEM a raíz de lo descubierto en el caso Urdangarín.
Con todo, de triunfar esta forma de comunicación, se me ocurre que podríamos utilizarla en beneficio de la libre expresión para favorecer mensajes que en el modo habitual seguramente serian objeto de querella criminal, como por ejemplo: Va siendo hora de tomarnos muy en serio acometer la apropiación impropia de las entidades financieras, o extraerles entre ceja y ceja una bala a cuantos canallas nos han llevado a esta situación.
Pero me parece infamante de parte de nuestros gobernantes, querernos engañar con eufemismos, no tanto por mentirnos y buscar el modo de mantenernos ajenos a la verdad, que por decirlo de algún modo, va en el cargo, cuanto por hacerlo con eufemismos que para nada lo son cuando en lugar de sonar mejor que lo que sustituyen en el lenguaje, toman la forma de abierta burla para el auditorio que la escucha. Porque un eufemismo es decirle “aire” al “pedo”, “váter” al “retrete” o “deponer” al “cagar” sin ánimo de ocultar al interlocutor la realidad semántica de su significado, cosa muy distinta de lo que sucede con la jerigonza manejada por los políticos y extendida con gusto por los periodistas, cuya finalidad es procurar que el Pueblo en la coyuntura actual, no se entere de la Alta Traición que se está cometiendo con su Soberanía de modo transversal.