Como todo lo que rodeó la operación judicioso-policial del miércoles fue tan chusco tirando a cutre salchichero, quedó en quinto plano una de las soplagaiteces con las que el ministro Fernández quiso justificarla. Después de soltar la manoseada martingala del tentáculo —cómo les gusta la palabreja a los jefes de la porra—, el chisgarabís al mando de Interior aseguró que los detenidos “sometían a los presos a la tiranía de ETA”. La cita es literal. Oséase, que la aguerrida Benemérita fue enviada en socorro de los desvalidos y atribulados cautivos para liberarlos del descarrío impuesto y ponerlos en el buen camino, que es el que gira a la diestra y está limpio de aquelarres en antiguos mataderos. Fue una misión no ya humanitaria, sino directamente redentora y purificadora de almas. Leyendo al derecho los renglones torcidos, se diría incluso que, contra lo que han vociferado algunos, no se trataba de echar otro tabique al llamado proceso de paz, sino de orientarlo hacia la dirección acertada.
No cuela. ¿Seguro? Eso pensaba yo hasta que ayer vi que algunos medios, y no precisamente del ultramonte, se engolfaban con esta versión de catequesis. Lo divertido era que la alternaban impúdicamente con la opuesta. Dependiendo del párrafo que se leyera, los arrestados fueron los muñidores del comunicado del EPPK del día de los inocentes y del acto de Durango o los que trataron de impedir a toda costa lo uno y lo otro en su condición de irredentos partidarios del Egurre eta kitto.
Junto a esta interpretación multiusos, todo quisque, incluyendo el que suscribe, hemos aventurado motivaciones de variado tenor sobre la (pen)última deposición del chapucero Fernández. Para dar con la más atinada, me remito a un principio que raramente falla, la Navaja de Ockham: “En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta”. Vamos, que por lo común, dos y dos tienden a ser cuatro.
Pues tal vez deberíamos aplicar el mismo criterio de simplicidad y acudir a un tema que seguro que le es familiar al superministro de Botas y Fustas: la vanidad.
En un gobierno donde dos de sus compañeros ven su lustroso apellido en los papeles por que algún vagoncio plumilla bautizó así las leyes que gestaron (la Ley Wert, la Ley Gallardón) el supernumerario de La Obra de Monseñor Escrivá y ETC no podía dejar pasar la oportunidad de opositar a miembro de oro del PF.
Y en ese caso, la Ley de Seguridad Ciudadana y todo lo que vaya pariendo a partir de ahí + las meteduras de pata habituales de este Sr tb deberían verse como una exhibición impúdica de gónadas ante las furiosas y obtusas mentes del ala mas siniestra de su partido y conglomerado que le rodea (que le rodea a veces, literalmente).
En una mano una biblia y en la otra un garrote.
Los bolsillos se los supongo llenos, y mas que van a estar cuando el dibujo en sepia que ha pintado este Sr desde que tiene despacho ministerial acabe por rebelarse una via muerta y el ministrone termine su jubilación en una de esas empresas privadas de lo que tan bien saben agradecer los servicios prestados.
Buenas noches,debo reconocer que ver a Arancha Quiroga echar espuma por la boca en el teleberri compensa,con creces,el tener que haber soportado tan de cerca a la borregada unineuronal confundir silencio con su eterna berrea hoy en Bilbao.Arraiz;para la próxima tira de Epi & Blas para explicar el significado de «silencio» o repartes bozales en la salida.A elegir.