Como les he sermoneado alguna vez, rara es la buena acción que queda sin castigo. O quizá, en el caso que va a ocupar estas líneas haya que hablar de pretendida buena acción, que aquí entroncamos con lo de las magníficas intenciones de las que está empedrado el infierno. De todo eso —y también de paisanos que van a por lana y salen trasquilados— pueden escribir enciclopedias unos heroicos seres humanos que en conjunto atienden por Pallasos [sic] en rebeldía, y que en su web se presentan (música de violín, por favor) como “muchos corazones y energías unidos en la realización de este sueño”.
Se intitulan asimismo como “un espacio de solidaridad internacional y fraternidad entre los pueblos que se expresa a través de la risa y el arte”, oh yeah. En calidad de tales, ocho de sus componentes se llegaron ante el muro de Ramala, también conocido, y con motivo, como de la vergüenza, para denunciar las iniquidades que comete Israel contra los palestinos. En un alarde de creatividad reivindicativa, decidieron que la protesta tendría más efecto si la hacían en pelota picada.
Y miren, sí, tuvo ese efecto, solo que cambiado. No fueron los malvados sionistas los que pusieron el grito en el cielo o mandaron a un par de matones de uniforme a disolver a los aguerridos activistas. Qué va, la bronca monumental llegó de parte de los supuestos beneficiarios de la gesta. Decenas de palestinos se acordaron de las muelas de sus paladines porque no cayeron en que el cuerpo desnudo ofende al Islam. Como imaginan, la vaina acabó con una patética petición de perdón con propósito de enmienda adosada. Jopé con los rebeldes.
Bueno nada que no pase aquí mismo: hartos de tanto mangante y discurso rancio no pocos ciudadanos espectadores nos propusimos pasar a ser actores, a cambiar esas formas derechistas y trasnochadas a las que nos someten a todas horas y con cualquier excusa: que si fiestas por el santo este y la virgen aquella; que si desfile engalanado con la tropa gobernante, eclesiástica y militar; que si misa por decreto en todo acto importante de nuestras vida ya sea público o privado…….. y cuando llega el día de pasar de las palabras a los hechos, nueve decimos de los conjurados se rajan y te dejan convertido en un radical destructor de la civilización occidental mientras se van como el caimán a engrosar las filas y levas de las muy recias “tradiciones” con la que nos mangonean y domestican como a conejos para la feria.
Y sí, es verdad, que los palestinos sean los “judíos” de los nazis israelíes, no convierte a los palestino en personas evolucionadas y progresistas por encima de la media de la misma forma que los judíos del holocausto no tuvieron por qué ser idílicas personas en su día a día, pues lo uno no quita lo otro. Tenemos la mala costumbre de mitificar lo que ensalzamos. Mismamente en el asunto nuestros de las víctimas, algo parecido ocurre, es más, incluso se han escrito leyes para que nadie ose decir nada inapropiado de ellas aunque, como ocurre con las victima palestinas, no estén libres de lanzar piedras a los que por tal hecho pasaran a ser las víctimas de las víctimas, que es lo que somos todos hoy: víctimas de las víctimas por haberlas hecho victimísimas.