Gol en la Nova Creu Alta: un imitador de Carles Puigdemont de una radio catalana atraviesa todos los (supuestos) filtros telefónicos de Moncloa y se la cuela hasta el corvejón a Mariano Rajoy. La gran sorpresa para este que escribe es que cuando esperaba reír a mandíbula batiente, terminé de escuchar la broma sin saber dónde meterme, en medio de un indescriptible estallido de vergüenza ajena y, para resumir, con una sensación de pena infinita. Sí, ya sé que los más duros del lugar me van a decir que ante el responsable último de toneladas de dolor no hay que tener la menor compasión. Diré en mi defensa que lo que describo no es a favor del objeto de la guasa, sino todo lo contrario. No creo que haya nada más demoledor para alguien que ir por el mundo inspirando lástima.
En ese estadío me temo que se encuentra ahora el otrora señor del rodillo, con Gardel poniéndole la banda sonora: cuesta abajo en la rodada. Su situación es tan triste que le confiesa sin rubor al falso Puigdemont que tiene la agenda “muy despejada”. ¡En unas semanas que deberían ser frenéticas para quien se supone que está en el trance de ser conminado a formar gobierno! Quizá lo será hoy mismo, pero nadie nos va a quitar la sospecha de que ocurrirá a la fuerza. Ni media hora antes de hacerse pública la chufla de que fue objeto, no había esquina opinativa en la que no se le diera por definitivamente amortizado, en esta ocasión, a los acordes de Yira Yira, con otros —Sánchez o Soraya, según— probándose en sus mismas narices la ropa que va a dejar. Y, con todo, añadiría que no se confíen. No sería la primera vez que resucita.