Más allá de las encuestas

Bien podría haber dicho Patxi López que ha suspendido sucesivamente en el Sociómetro y en el Euskobarómetro porque la andereño le tiene manía. Ha preferido, sin embargo, justificar el cate en que es el político más conocido, lo que, por añadidura, lo retrata con una prepotencia que no le sospechábamos a aquel aparatero gris -marengo, si quieren- que sustituyó casi sin quererlo a su otrora valedor y hasta amigo Nicolas Redondo Terreros. Cosas de tener unos cuantos años y cierta memoria. Yo sí me acuerdo de cuando al actual lehendakari lo llamaban Patxi Nadie los mismos que ahora -sin demasiada convicción, es cierto- lo venden, conjunta e inseparablemente con Antonio Basagoiti, como el libertador por accidente que expulsó a latigazos a los malvados nacionalistas del templo del poder vascongado. Total, para que luego, semigobernando en la sombra, le trajeran desde Madrid el oro, el incienso y la mirra olvidados en la oficina de transferencias perdidas.

Jamás pasaré por auroro de la presunta ciencia demoscópica. Observo una desconfianza metódica por cualquier encuesta, incluso por la que nos acaba de otorgar una audiencia espectacular a Onda Vasca y un soberbio aumento de lectores a los diarios del Grupo Noticias. Que los números hubieran sido malos no habría cambiado lo sustancial: las personas implicadas en este proyecto se están dejando hasta el último aliento y quienes están ahí, al otro lado, están respondiendo con la misma generosidad a esa entrega. Se nota cuando uno habla o escribe al vacío. Y, regresando al terreno del que me quería ocupar antes de que empezara a mirarme el ombligo, estoy seguro de que se tiene que percibir también que se está gobernando contra la opinión de los gobernados.

Otra explicación

No creo que a los que ocupan los despachos de Lakua les hiciera falta leer en los posos de las últimas encuestas que la percepción social de su gestión está muy lejos del aprobado. Basta poner la oreja en un bar o leer la prensa, inluida la afín, para llegar a esa conclusión. Lo que desconozco, aunque me temo la respuesta, es si se ha hecho un profundo análisis de cómos y porqués o si se han atrincherado en los comodines de la crisis y la supuesta oposición de acoso y derribo. Respecto a lo primero, ya quisieran los gobiernos de unos kilómetros más abajo pechar contra una zozobra económica como la nuestra. Sobre lo segundo, hace un buen rato que pasó el tiempo de las patadas en la espinilla vinieran o no a cuento. Habrá que buscar otra explicación, Ojalá la encuentren.