Ninguna sorpresa bajo el sol. Es decir, bajo la lluvia inclemente que nos ha anegado los siete territorios de Euskal Herria después de veinte días de precipitaciones sin pausa. Lo mismo que la pandemia nos ha provisto de legiones de epidemiólogos de todo a cien o la erupción de La Palma ha multiplicado por ene el número de vulcanólogos pardos, las inundaciones de las últimas jornadas han hecho aflorar un congo de hidrólogos, topógrafos, forestalistas y peritos del copón en cualquier disciplina que tenga que ver con los efectos del agua.
El caudal de sabiduría cuñadil ha sido proporcional al de las crecidas destructivas de los ríos, pero si tengo que elegir una exhibición impúdica de ignorancia desparpajuda, me quedo con la de la presidenta del PP de Gipuzkoa y parlamentaria de la formación gaviotil en Gasteiz, Muriel Larrea. Con la autoridad que le confieren sus estudios en administración de sistemas informáticos y su conocimiento de las lenguas francesa y alemana, Larrea tuiteó lo que sigue el pasado viernes: “De aquellas talas estos lodos. No controlar adecuadamente la tala de árboles, [Dejo esa coma vergonzante tal como la puso] deja la tierra sin agarre frente a las lluvias. Es la lava del Norte. La ladera de un monte viniendose [¿Y el acento?] literalmente abajo y haciendo descarrilar un tren. Planifique @MarkelOlano. Gestione. Trabaje”. Como ya he dicho, no es la única ventajista sin escrúpulos que sigue los pasos de aquel maestro Ciruela que sin saber leer puso escuela, pero creo que hay pocos casos tan palmarios de la degeneración política que no solamente padecemos sino que pagamos con nuestros impuestos.