Casi al mismo tiempo que el Ararteko alertaba en el Parlamento de Gasteiz [Enlace roto.], la Diputación de Gipuzkoa presentaba un estudio que sostiene que el 89 por ciento de los vascos son partidarios de la igualdad de derechos de los inmigrantes. Ya sé que este país es pródigo en cuadradores de círculos, e intuyo, incluso, que me van a salir unos cuantos al paso para tratar de convencerme de que lo uno y lo otro es perfectamente compatible, pero si queremos abordar esta cuestión con la seriedad mínima, habremos de convenir que no lo son. Es más, se trata de dos conclusiones diametralmente opuestas, no solo en lo que enuncian, sino en cómo se ha llegado hasta ellas. La reflexión de Iñigo Lamarca ante la cámara se basa en años de experiencia y en la observación critica de la realidad. Respecto a la otra, debo señalar que no sé si es producto de ese pensamiento mágico que, con la mejor intención, pretende que las cosas son como queremos verlas, o un intento de imponer los hechos como no son.
En cualquiera de los casos, estamos ante una irresponsabilidad. ¿Porque el sondeo viene avalado por una institución gobernada por Bildu? No va por ahí. En lo básico, opino lo mismo de los datos con exceso de azúcar que suministra regularmente Ikuspegi, organismo bajo el paraguas del Gobierno Vasco. Y es lo que sostengo sobre cualquier problema: si hacemos un diagnóstico voluntarista, no solo no lo resolveremos, sino que lo agravaremos.
Es triste que el que mejor lo ha comprendido sea el alcalde de Vitoria. Javier Maroto sí ha sabido ver el río revuelto, y ahí está pesca que te pesca votos.